𝓐 diferencia del capítulo siguiente, esto no es un desahogo. De hecho, con lo que me demoré en compartirlo y con lo poco que me afectó a largo plazo, podría considerarse anécdota.

En teoría no está bien lo sucedido y, supuestamente, los dioses más poderosos de la única existencia que conocemos0 respaldan este tipo de acciones mediante condenas y consuelos; pero debido a leyes invisibles que parecen ser más imponentes que las que nos permiten vivir, no se suele acudir al respaldo mencionado.

Por ende, frente a mi exilio, solo me quedó la opción de aliarme con quien antes fue enemigo de mi anterior estadía. Al menos, hasta que pueda ser independiente.

Todo esto no me preocupó, porque mentalmente soy tan fuerte como para vivir en donde los dioses van para llenar de ocio a sus mascotas, y ya había superado todo lo que tenía que superar en mi pasado. Pero, por más que no sea una preocupación como tal, sí tengo bastos deseos de aportar algo a nuestra sociedad, de progresar significativamente tras una nueva era, de desaparecer bocas, de reencontrarme conmigo y de descubrir todo aquello que parece estar hecho para mí; además de aquello que va a estar hecho por mí y que no deja de robarme el corazón. Y sé que este es el camino, esta reflexión es por pura impaciencia.