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Concentración total. Respiración de Astros: Segunda constelación: Dúo de estrellas rectas.

La segunda postura consistía en realizar dos rectas estocadas de forma fija, a más decir dos apuñaladas. Capaz de perforar sin remordimiento el cuerpo del enemigo. Aquella postura representaba las dos astas de Tauro el signo que influye y presenta cualidades similares a lo leal en el contexto de la cualidad afectiva.

Tsk... —el demonio escupió sangre y bajo la vista a su pecho, notando dos perforaciones en ella, antes de que pueda siquiera curarse su cabeza había sido cortada acabando con su vida.

Seiza suspiró y moviendo su espada hizo salpicar la sangre marchando el verde césped, vio el cuerpo del demonio desvanecerse dejando el lugar libre de su impureza. Cerró los ojos y rezo por su alma deseándole una mejor vida cuando renaciera.

Caminaba a pasos calmados hacia la sede de los cazadores de demonios, es decir, la finca de Oyakata-sama. Pues el lider del cuerpo de exterminación de demonios la había citado.

¿Qué deseara Oyakata-Sama? —se preguntó a sí misma al ya ver la finca cerca.

Al llegar de adentro llegando al hermoso jardín del lugar, esperó paciente la llegada de su patrón.

Kuroi-san, mi padre la está esperando —dijo una de las niñas que tiempo atrás había estado en la final del examen de los mata demonios.

Agradeciendo se adentro por los pasillos, siendo guiada por la pequeña albina. La dejó frente a una puerta corrediza que dirigía al salón de reuniones de los pilares y demás cazadores.

Puede entrar —volvió a hablar la niña para luego realizar una reverencia y alejarse.

La de ojos perlas deslizó con delicadeza aquella puerta y observó al joven hombre a cargo de todo, sentado dándole la espalda dejando su vista ciega en la oscuridad.

Las estrellas despiertan cierta reverencia, porque aunque siempre estén presentes, son inaccesibles —habló el hombre de vista perdida—. Parecen cerca pero imposible de alcanzar, ¿no lo crees Kuroi-chan?.

—Está en lo cierto Oyakata-Sama —dijo arrodillada aún en el marco de la puerta—. Pero también creo que ellas se encuentran tan altas en el cielo porque pertenecen a aquellos con una alta determinación.

El hombre sonrió ante su respuesta, volteó hacia dónde oía su voz.

Interesante respuesta hija mía, ven acércate. Se mi guía y ojos en esta hermosa noche —quizás no podría deleitarse con el paisaje estrellado pero aquello no le impedía aprecias las estrellas.

La cazadora lo hizo, situándose junto al hombre que dirigía aquella organización. Observó las estrellas resplandecientes pintadas en aquella oscura capa que cubría el cielo.

¿Serás siempre mis ojos para apreciar las noches? —dijo él sin voltear, colocando su mano en el hombro de la muchacha—. Ustedes mis hijos, serán mis ojos y mis manos que desterrarán a la oscuridad que nos impide aprecias el sublime brillos de los Astros.

—Así será Oyakata-sama —susurró la joven espadachín.

Quedaron en silencio por un tiempo, mientras la briza fresca se adentra a por las puerta abiertas que dirigían al jardín.

¿Un demonio en el pueblo del sur? —preguntó con seriedad a la gravedad de la situación—. ¿Podría ser?.

—Aún no lo aseguremos —habló el hombre con voz pasiva—. Pero tampoco podemos descartarlo.

—Es por eso que me ha llamado —aseguró la de ojos perlas—. ¿Quiere que vaya a echar un vistazo?.

—Exactamente hija mía —sonrió con cariño el hombre—. Además de ti, hay un hijo más a quien encomende esta misión —comentó—. Ambos serán capaces de cumplir con esta tarea. Sois unos de los pilares de esta organización.

—Lo comprendo Oyakata-sama, partiré inmediatamente.

Realizando una reverencia se despidió y se adentro a la oscura noche, descansaria en la finca y partiría al amanecer.

Con suaves deslices verticales, peinaba sus largos y oscuros cabellos azabaches. Su vista fija en el espejo. Observado sus rasgos más entonados y delineados.

Suspiró cerrando los ojos dejando de lado el cepillo, su cabeza estaba en las estrellas en ese momento.

¿Hace cuanto no te he visto Ojos de Mar? —lamentaron sus labios soltando aquella pregunta.

Quizás no se notaba.

Pero el tiempo había pasado y mucho, las semanas pasaron a meses y los meses a años. Hace cuanto había estrado a aquella organización, a sus 14 años. Y ahora se encontraba a punto de cumplir sus 19 años.

Sonaba gracioso pero era verdad, habían pasado cinco años, cinco años cazando demonios, protegiendo a los humanos.

Cinco años conociéndolo...

No puedo creer que hasta ahora me ponga los pelos de punta —se burló de su estado infantil, se recostó en su cama mientras cubría sus ojos con su brazo derecho—. Un año sin verlo...

Tomioka Giyu, su preciado manantial de agua de cual nunca podría saciarse.

¡Maldita sea! —se quejó por aquello tontos pensamientos, con su rostro hirviendo.

Por fin pude alcanzarte Giyu —habló a punto de caer dormida—. Ahora....poder estar contigo....y ser tu pilar.

Lo último solo fue escuchado por la fría noche y aquellos luceros brillantes.

Pilar de Astros, ¿ya se marcha? —dijo un joven del equipo de seneamiento Kakushi, se dice que esta formado por personas sin talento para la espada.

Pero para ella no era de ese modo, los consideraba importantes pues, eran los responsables en el cuidado y atención a los heridos. Sin ellos muchas vidas se perderían.

Así es Kiteru-san —dijo con amabilidad la ahora Pilar haciendo sonrojar al joven—. Ya te he dicho que me llames por mi nombre de pila o como tu quieras. Pero no por mi posición.

—Cl...claro Kuroi-San —dijo apenado El muchacho—. Que tenga buen viaje.

Asi se dirigió al lugar en donde se encontraría con el otro pilar. Sus nervios aún no se iban del todo, no lo había visto hace un año entero, suena sorprendente pero era verdad.

La carta que le había enviado felicitandolo por haber ascendido a Hinoe fue hace ya varios meses. En los cuales el cazador de demonios había logrado llegar a un equipo de élite compuesto por solo los Cazadores de Demonios más poderosos de la organización. Mejor conocidos como los Pilares.

Al ser nombrado Pilar de Agua a sus 18 años, Tomioka estuvo a cargo de misiones de más alto rango y de mayor constancia. Lo cual reducía sus reencuentros amistosos a nada.

Ella luego de un año había alcanzando aquel rango, siendo la décima pilar en la actualidad. La Pilar de Astros, sucesora del ex-cazador y ex-pilar Shizaku Ryu.

Ahora estaban en el mismo lugar.

Ahora podían estar juntos.

Con aquel pensamiento la de ojos de estrella siguió su camino.

El viento invernal acariciaba sus largos cabellos azabaches desordenados y sujetados a en una coleta. Se encontraba recostado por uno de los altos y majestuosos árboles de aquel bosque cubierto de nieve en su totalidad. De vez en cuando una tenue capa de aire helada salía de sus labios al respirar.

Se encontraba esperándola, con las ansias de verla corriendo por sus venas, aunque no lo admitiera, deseaba verla.

Una extraña mezcla de emociones se había apoderado de su sistema al enterarse de que su estrella lo había alcanzado. Y se había convertido en el décimo pilar de los caza demonios.

Impuntual como siempre —dijo con voz helada sin abrir los ojos y descruzar sus brazos.

Amargado como siempre —sus tímpanos fueron acariciados por el dulce sonido de su voz.

Allí estaban, juntos luego de mucho tiempo, con sus corazones sincronizados y emociones palmitando a flor de piel. Deseosos de aunque sea un mísero contacto.

Ambos habían dejado su infancia atrás, ahora era diferente, los inmaduros sentimientos habían crecido, sin dejar la pureza y calidez que los caracterizaba.

Pero el problema era que aún no encontraban la forma de dejarlos libres.

A pesar del paso de los años, aún no era momento de dejarlos expuestos.

Nota de la Autora:
Un nuevo capítulo, espero que lo disfruten. Quise acelerar el tiempo para llegar hasta este momento. Este es el inicio para adentrarnos en la historia del manga o anime.
Se que parece un gran salto en el tiempo, pero en realidad en el anterior capítulo ya lo había hecho aunque no lo hiciera notar a grandes rasgos.

¡Eso es todo, gracias por leer!

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