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Querida Mia
¿Como estas? Espero que muy bien, el señor Kakucho me dio la motivación de escribirme una carta para mi misma para poder leerla cuando ya no sea una niña pequeña y ya sea una completa adulta.
Quiero leer esta carta cuando ya tenga 20 años que es la mayoría de edad. Quiero ser una mujer muy fuerte, que ya no llore por pequeñeces, quiero ser alguien de quien yo me sienta orgullosa.
¿Los entrenamientos siempre fueron muy duros? Ahora mismo me duelen mucho mis brasitos y mis piernas cortas, el señor Rindou es muy agresivo en sus entrenamientos, dice que debo ser fuerte y dejar de llorar, que llorar no ayuda en nada.
¿El señor Ran sigue comprando ropa extravagante? Siempre a tenido la costumbre de vestirme como una verdadera princesa, en honor a mi sangre real... siempre he sentido que se le perdió un tornillo jiji... pero es muy simpático
¿El señor Kakucho es aún amigable? Le tengo mucho pero mucho cariño, siempre sana mis heridas cuando me caigo, tropiezo o tengo algún corte. Él es el único que corre a recogerme cuando me ve casi morida jiji, lo quiero mucho♡
¿El señor Haruchiyo aun esta loco? Bueno no loco que quiera asesinar por matar, sino loco en el sentido de que a veces grita por las noches en su habitación, se ríe muy feo que me llega a dar miedo por las noches. Pero a veces me cuenta algún cuento de hadas y puedo dormir tranquila. ¿Sigue de orgulloso? Jiji siempre le da "asco" cuando le doy un abrazo en la pierna, me llama garrapata jiji...
¿El señor Kokonoi aun esta cobrando por todo lo que se le pida? El otro día le pedí un lápiz, me cobro 100.000 yenes... pero al ver como comencé a hacer berrinche y Mikey había despertado de su siesta se puso palido jiji, y me dio el lápiz gratis con este mismo que te estoy escribiendo, es mi mayor tesoro.
¿El señor Takeomi sigue fumando? Siempre lo veo que se mete un feo cigarrillo en su boca, es desagradable, feo, feo, feo el olor que tiene en la boca. Ya no tendrá pulmones de viejo...
¿El señor Mochizuki aún ronca? Jiji, parece tonto pero sus ronquidos atraviesan todas las paredes de la mansion, tenemos una misión de convivencia en el cual, él debe dormir de los últimos así todos los demás estamos profundamente dormidos jiji además de que sus gases son apestosos, fushi fushi fushi...
El señor Manjiro... ¿ya sonrio? Siempre lo veo triste, deprimido, cansado... pero el se que puede controlar a un país entero si se lo propone, es una persona muy fuerte y... yo... yo quisiera ser igual de fuerte que el, ¡Es mi mayor orgullo! Jiji
¡Bueno, yo me despido! Espero que seas la misma Mia de siempre, de la que yo estaría orgullosa de ser de adulta. Siempre estaré feliz y recuerda que nunca, nunca, nunca estarás sola Mia de futuro, tienes a los tíos contigo y se que ellos jamas te abandonarían
Te quiero mucho!
Mia Spencer, 10 años
Para Mia Spencer de 20 años
- Jamás vas a cambiar... - Dije mientras encendía un cigarrillo y dejaba escapar el humo en una calada
El miedo de las personas se escuchaba en el gran establecimiento, todo estaba vuelto en llamas, el oxígeno estaba bastante pesado y las nubes de explosiones de color gris oscuro se apoderaban del atardecer. Jamás había visto un cielo pintado de tal manera en el que, el sol al llegar a piso no entregaba ningún rastro de energía de calor.
El sonido de mis tacones hacían eco mientras más me adentraba al gran castillo de lo que fue alguna vez mi país, donde crecí creo que hasta mis 5 años, ya no recuerdo muy bien en exactitud, pero siempre, siempre me contaban la misma historia de como llegue a Japón, escapando de mi vida para no ser asesinada por las personas de mi misma sangre. Dicen que la venganza se sirve en plato frío, pues mi venganza ya estaba congelada y ya era momento de sacarla y calentarla.
- ¡Por favor no me...! - sin ningún arrepentimiento le lancé en el rostro un cuchillo que quedó atravesado por todo su cráneo.
Un guardia real novato, rogando por si vida en un momento en el que solo el que se defiende es quien gana en esta batalla. La frialdad a cambiado por completo mi vida. Matar, torturar, quemar, entre otras más ya no generan mayor impresión en mi. Creo que eso lo herede de Haruchiyo.
Recuerdo las veces que me obligaba a verlo descuartizar a sus víctimas cuando aún estaban vivas, gritando de dolor, pidiendo ayuda y finalmente verlos morir desangrados. Una imagen que para una niña pequeña era muy gráfica y traumante para cualquier infante. ¿Cuantas fueron? ¿Una, dos? ¿Tres? Más de 50 veces en las cuales era el mismo patrón, torturar, reunir información, y terminar matándolos de la manera más horrible posible. Se dice que una persona cuenta con un hermoso brillo en los ojos que emiten inocencia. Lamentablemente mi brillo desapareció a los 12 años en donde para poder escapar viva tuve que asesinar a sangre fría a mi secuestrador.
Por un estúpido descuido, en un estúpido parque de diversiones donde me alejaron de la vista de Ran. Era mi cumpleaños número 12, y el me había prometido un día completo en el parque de diversiones, había convencido a Manjiro, Rindou y Haruchiyo se detener mi entrenamiento solo un día, para poder ser una niña feliz y hacer lo que al menos una niña de esa edad haría normalmente.
- Bien Mia ¿A donde quieres ir primero? - Pregunto Ran quien llevaba mi mano tomada - Hay montaña rusa, tazas giratorias, pesca...
- Quiero Palomitas de maíz... - respondí con un cansancio increíble, solían hacerme desvelar para siempre estar alerta en cualquier momento -. Quiero probar la dulzura de esa golosina, por favor.
- Entonces palomitas de maíz serán ¿Estas muy cansada? Si quieres, puedes esperarme ahi sentada porque siento que en cualquier momento te vas a caer dormida - Ran me regalo una sonrisa sincera, yo solo asentí mientras me fui a sentar a la banca bostezando
Estuve 5 minutos o creo que hasta menos, cuando caí dormida por completo en aquella banca. Sentía que mi cuerpo pesaba más, de una manera que jamás había sentido, alguien me estaba cargando en sus brazos. Podía verlo, pero solo veía una sombra negra estaba desorientada, aturdida, no podía oír bien.
Había despertado en una especie de jaula para perros, bastante vieja y oxidada, tenía mis manos atadas al igual que mis piernas, mi boca tapada con un pañuelo, extrañamente estaba descalza, lo mas seguro es que los zapatos que me regalaba Ran siempre eran una o dos tallas mas grandes para esconder dinero o algun arma, y aunque sea mi cumpleaños siempre tenia un pequeño cuchillo escondido. Me lo habían sacado. El lugar se veía sucio, oscuro y mal oliente. Me arrodille para tener mejor visión del lugar pero una fuerte patada me hizo perder el equilibrio.
- ¡Quédate abajo! - Dijo un hombre, no vi su rostro, solo podía ver sus piernas -. Maldita mocosa ya despertó.
- Maldición, no te preocupes solo es una niña, dudo que pueda librarse - escuche a otro hablar a lo lejos de la habitación.
Gracias a las clases de Rindou mi cuerpo era bastante flexible, así que sin mayor dificultad pasé mis manos atadas por debajo de mis piernas y así tenerlas por delante apoyadas en mi abdomen, evite hacer mucho ruido para asi no levantar sospechas. Por la poca luz que entraba podía ver que los barrotes de la jaula al estar tan oxidados estaban bastante delgados y débiles, con una simple patada podía abrirla.
Lentamente comencé a desatar la atadura de mis piernas, una vez libres, comencé a usar los dedos de mis pies para quitarme el nudo de mis muñecas. Ya libres mis cuatro extremidades me quite el pañuelo de la boca.
Me preocupe de ver a mi alrededor por si encontraba, la salida, un arma, un escudo. Pude ver una abertura por una ventana subiendo por unas escaleras oxidada, podía escuchar el sonido del mar chocando contra los muros, existen muchas bodegas abandonadas cerca del mar, un tipo de puerto donde dejan mercancías de distintos tipos, estaba en una de esas bodegas abandonadas. Luces no habían extras, solo la luz solar que entraba a duras penas por los ventanales sucios, la puerta principal estaba con candado y grandes cadenas, la única vía de escape era por la ventana, lo mas probable es que abajo no haya nada y lo mas seguro sea subir al tejado.
Arma, el único arma que pude ver a corta distancia era mi pequeño cuchillo que era un regalo de Haruchiyo, una navaja Suiza bastante pequeña pero que tenía una gran cantidad de cuchillos, aunque las pequeñas veces que la he usado es para usar el sacacorchos que trae incluido cada vez que Takeomi y Mochizuki comparten algún vino y no tenían algún abridor. Escudo, no encontré nada.
- Al fin llaman... - dijo el tipo que estaba más lejos de mi, este contesto el celular -. Diga... jaja hace mucho que no te oigo, Manjiro - su voz había cambiado a un tono de burla -. No debieron dejarla sola ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué si la nena comio? ¿Que si se lavo sus dientes? ¿Qué le conté un cuento antes de dormirla? No me hagas reír, asesinaste a todos mis hombres, al menos si voy a morir me llevare conmigo al infierno a tu pequeña niña sin antes hacerle lo mismo que ustedes les hicieron a mis hombres.
El hombre colgó el teléfono y lo lanzó hacia un rincón de la bodega, se levantó y lentamente comenzó a caminar hacia mi dirección. Rápidamente me coloque el pañuelo en mi boca, escondí mis manos y mis piernas para que no viera que me había liberado.
- ¿Escuchaste? Dijo que iban a venir por ti - Bajo su cabeza para poder verme, solo lo escuché sin demostrar miedo o enojo en mi rostro - ¿Estas asustada pequeña? No te preocupes, haré que ruegues que te mate, solo espera y veras. - Se alejo de la jaula
Vi al segundo sujeto acercarcele, murmuraban entre ellos, pude ver más cosas como algunos tambores de metal, puede que tengan algún tipo de contenido, no sabia si estaban llenos o vacíos, pero según la etiqueta que tienen puedo asegurar que contienen o contenía algún líquido altamente inflamable. Mochizuki me había estado enseñando los diferentes símbolos químicos, había dado resultado. Observe como estaba lleno de grasa, si lograba encenderlo de alguna manera serviría como una excelente distracción.
Nuevamente, observe a donde se habían ido los hombres, estaban bastantes alejados. Estire mi mano hacia uno de los fierros oxidados de la jaula, estaban bastantes débiles así que puse sacar un fierro delgado y corto. Me acerque hacia la cerradura e intente abrirla con aquella pieza que tengo en mi mano. Seguí intentando, ejerciendo presión como me habían enseñado Ran y Rindou, hasta que al fin la cerradura cedió y sin emitir ruido abrí la puerta. Me levante con mucho cuidado para salir.
- ¡¿A donde crees que vas, mocosa?! - El hombre del teléfono me atrapo rápidamente agarrándome por el cuello de mi polera de mi nuca.
Comencé a forcejear, me estaba quedando sin aire debido a la manera en la cual me sostenía por los aires, perdería el conocimiento si no me defiendo.
Lleve mis manos hacia su muñeca apretandola para evitar que la sangre circulará hacia su mano y así perdiera fuerza, al menos que sea la mínima me daría una buena ventaja. Y así fue, me solto solo un poco y llevé mis manos hacia sus dedos para poder fracturarse algún dedo.
- ¡Aah! ¡Maldita mocosa! - Grito el hombre soltandome y quejándose aún del dolor que le deje en su mano
Corrí en busca de mi navaja, no porque la fuera a usar, sino porque le tenía un aprecio, fue un grave error. Varios disparos se escucharon hacia mí dirección, todos fallaron pero más de uno rozo por milímetros mi piel. Buscando refugio en la mesa, tambores de metal logre perderlos, me alegraba que el lugar estaba oscuro.
- ¿Dónde se metió? Maldita niña ¡Sal de donde quiera que estés! - Grito el segundo hombre quien tenia una pistola, al contar los disparos me di cuenta que solo le quedaban 3 balas en el cargador, a menos que tenga uno de repuesto.
Agachada, comencé a caminar entre los tambores sin hacer ruido, parecía una pequeña rata escapando de su depredador. Pude ver que en uno de los tambores estaba sin su tapa de metal, con mucho cuidado me levante procurando que no estuvieran viéndome y observe que por dentro tenia liquido. Gasolina. Debía salir de ahí rápido, si alguna bala me encontraba y atravesaba alguno de estos tambores todo explotaría quedando la bodega completamente envuelta en llamas.
- ¡Ahí estas! - un disparo paso muy cerca de mi, pero perforó un tambor, por suerte no le prendió fuego, pero comenzó a esparcir la gasolina por el suelo
- Maldición... - Dije, ya viendo el desastre, no lo pensé dos veces y con todas mis fuerzas empuje el tambor para arrojar su contenido, corrí de ahí
- ¡Te atrapé! - me volvieron a agarrar, pero esta vez con una soga asfixiandome - Ya no me importa si te mueres
Cabreada saque la navaja que había recuperado y comencé apuñalar sus manos, mi rostro quedó salpicado de sangre, pero al menos podía respirar otra vez, me escabullí rápidamente hacia la escalera y escapar por la ventana para llegar al techo, si me seguían no lo dudaría y saltar al mar.
Me asomé y lo que vi era mi sentencia, el agua chocaba contra el muro de piedra, una caída de ahi era muerte segura. No tenia escapatoria, lo unico que podia hacer era esperar por mi rescate, lo cual lo veo lejano.
- ¡MALDITA MOCOSA! - Se escucharon 3 disparos los cuales uno llego al rio de gasolina que habia en el piso.
El fuego llego hasta los tambores que quedaban cerrados, haciendo que explotaran por completo. Toda la bodega se envolvió en llamas, los secuestradores estaban buscando la manera en la cual escapar, la salida de emergencia estaba bloqueada
- ¡Por las escaleras rapido! - Grito el hombre que propino los disparos, los dos comenzaron a subir, el problema fue que el peso era demasiado
Al momento que llegaron al décimo escalón, la escalera cedió provocando que el hombre a quien le apuñale las manos cayera hacia el ardiente fuego que lo consumio hasta matarlo. Ya no se podia bajar, solo subir
- ¡Jack! ¡No, maldición! - Grito su compañero quien se sostenía para no caer al vacío - ¡Tú, te mataré! - Comenzó a correr, pero no para salvarse, si no para asesinarme
Rapidamente, subí por el viejo y oxidado tejado, debía hacer tiempo o mi ultima opción que siempre vi lejana, de asesinarlo con mis propias manos.
- Este... es tu fin... maldita... niña... - Soltó un escupo muy cerca de mis pies.
En un rapido movimiento, que me tomo desprevenida se lanzó contra mi, caimos sobre el tejado rodando, necesitaba sacarlo de encima. Pesaba mucho. Me golpeo, no una, ni dos, sino 5 veces seguidas las cuales rompieron mi labio, olvide por un momento como defenderme, sentí que todos estos entrenamientos que vivi con Rindou se habían ido al carajo.
- Sueltame, sueltame... ¡HE DICHO QUE ME SUELTES! - lleve mis rodillas hasta mi pecho, mis pies hicieron palanca en su abdomen para quitarmelo de encima. Rodé recobrando el aliento y tomando cierta distancia para poder estar preparada para su proximo ataque
Volvió a lanzarse contra mi, ahora si podia leer sus movimientos, solo podia esquivar debido a lo inestable que estaba el techo. Comenzaba hacer calor, las llamas estaba subiendo por las paredes y algunas de las vigas que sostienen el techo comenzaban a caer, si no acaba rapido con el, ambos caeríamos hacia el fuego. Me hizo una barrida en los pies, caí torpemente, rode antes de que lograra golpearme. Busque mi navaja, no la tenia, se me habia caído unos metros cerca de el.
Corrí para atraparla, pero agarro de mi largo cabello, estaba acabada, actué sin pensar y bastante irresponsable, era mi fin. Mis dedos se estiraban para poder alcanzar la navaja, lograba sentirla con la uña pero no era suficiente.
- Estas... muerta... -Me giró un poco y puso la pistola a mi cien - Disfrutare esto... en venganza de todos mis compañeros
- ¡Muerete! - Grité alcanzando la navaja y clavandosela no una, ni dos, sino mas de 10 veces en su cabeza. La cuchilla entraba, salía, volvia entrar y otra vez estaba afuera. La sangre de su cabeza salpicaba a mi rostro. El cuerpo estaba en el piso y yo aun continuaba apuñalando su cabeza y rostro sin parar.
El calor comenzó a ser mas fuerte, las llamas llegaron a techo, en pocos segundos abandonaría este mundo...
- ¡Ahí está, rapido una escalera! - Giré mi cabeza, era tío Sanzu quien gritaba arriba del helicóptero de Bonten, vi como arrojo una escalera de emergencia de cuerdas. No podia moverme - Mocosa... ¡Sube de una buena vez! - Grito mirando
- ¡Yo ire por ella! - Grito tío Rindou quien sin pensarlo dos veces se lanzó a mi rescate, 5 metros hacia abajo - ¡Mia, ven!
- L-lo maté... - Dije, solo esas palabras salieron por mi boca - Los maté...
- Ven - Me cargó en sus brazos hasta la escalera, recogió mi navaja metiéndosela a los bolsillos - Vamos, sube
Subí acatando la orden de Rindou, subí y al llegar arriba Sanzu me ayudo a meterme adentro del helicóptero que estaba siendo conducido por Mochizuki. Rindou subio detras de mi
- Wow, por poco no alcanzamos... - Dijo Sanzu viendo como la bodega se destruyo por el fuego, colapso y se derrumbo - Tienes suerte de estar vi... ¿Mia?
En posición fetal me encontraba en una esquina del helicóptero, llena de sangre que no era mía. Estaba en shock, la adrenalina habia bajado de mi cuerpo y pensé en todo lo que ocurrió en menos de 15 minutos, pude haber muerto. Asesiné a una persona, ayude en la muerte de otra, ambos ya no estan en este mundo, yo habia sido la causante de llevarlos a su muerte. Abracé fuerte mis piernas, el poco brillo que quedaba de mi inocencia se habia desvanecido, era una asesina, en mi cumpleaños me habia convertido en una asesina.
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