✰「𝑆𝑖𝑒𝑡𝑒.
En su mente pasaba una y otra vez la misma pregunta...
¿Cómo llegó a esa situación?
Veía como los dos jóvenes se tiraban una misma almohada siendo atrapada por el contrario.
—Oigan... —les llamó. Pero ambos estaban tan concentrados en su juego que tuvo que alzar la voz. —¡Disculpen!
—¿Qué sucede? —dijo Killua deteniéndose.
Se encontraban en el Coliseo del Cielo, en la habitación de Gon. Rosslenne estaba sentada en una silla mientras que el azabache y el albino en la cama.
—No creo que debería quedarme tiempo... —intentó insinuar, ganando los orbes almendrados ponerse brillosos. Los tan conocidos ojos de cachorrito.
—¿Ya te vas? —su tono denotaba tristeza. Pero duró poco ya que Killua le logró dar en la cara con la almohada.
Inevitablemente rieron ante la escena.
Pero Rosslenne empezó a dudar.
—¡Quédate! ¡Así podemos hablar y ver películas! —exigió Gon para dejarse caer boca arriba en la cama con la cabeza en el borde.
Consideraba que poseía alguna clase de poder de convencimiento. Casi juraba el no ser capaz de decirle que no.
Si pensaba con lo conveniente, sería que conseguir un lugar donde quedarse resultaría bastante difícil por la hora.
Olvidó por un instante lo que estaba pensando al quedarse viendo la cantidad obscena de cajas de chocolates que estaban en la habitación. Las matemáticas nunca fueron su fuerte. Perdió la cuenta varias veces hasta que Gon volvió a hablarle. Diablos, estaba cerca de terminar de contar.
—Si sigues así de inquieto tardarás tres meses en recuperarte. —el comentario de Killua en forma de regaño sumando con los golpes que le daba a la frente al moreno le hicieron recordar. Hisoka comentó que estaba con una deuda presente de un chico con potencial, ni siquiera le especificó de quién se trataba. Únicamente dijo eso sosteniendo su propio brazo por la emoción.
Rosslenne empezó a atar cabos. ¿No se trataba de Kastro entonces?
Juraba que sí, ya que su pelea estaba a un par de semanas. Pero es que Hisoka no lo ponía fácil, prácticamente se enfrentaba con medio planeta.
En vez de sacar conjeturas lo más fácil era preguntar.
—Oigan, ¿irán a ver la pelea de Hisoka contra Kastro? —la mirada insegura del azabache le llamó la atención.
—Claro, ¿tú no?
—La idea no era que me respondieras con otra pregunta. —se quejó la castaña.
—Yo... No creo que sea buena idea, Killua. Wing-san se puede molestar...
—¡No pasa nada! ¡No estás rompiendo tu promesa!
—Ya me perdí. ¿De quién estamos hablando?
—Ah, es nuestro profesor. Nos enseñó todo sobre el Nen. —el comentario orgulloso del albino hizo a Rosslenne sorprenderse.
—Esperen. ¡¿Comenzaron aquí sin saber nada de Nen?!
—Así es. —Gon sacó la lengua en respuesta.
Rosslenne por poco se cae de espaldas. Un par de niños llegaron tan lejos sin saber las bases de las peleas. Y ella preocupándose de que algo fuera a pasarles, que tonta.
—No debí subestimarlos... —suspiró mientras la mirada de Killua estaba sobre ella. Gon por otro lado estaba viendo la televisión.
—No nos has dicho a qué te dedicas.
—Nada interesante, únicamente engañó a tontos con dinero para invertirlo en cosas más productivas como en verdaderos negocios. Antes apostaba por los luchadores de aquí y por esa razón me da un aire de nostalgia estar en este lugar pero me arriesgo a que alguien se dé cuenta.
—¿Entonces peleaste antes? —la insistencia del ojiazul sobre su vida le ponía de los nervios.
—Uhm... Sí. No por mucho.
—¡Genial! —exclamó Gon. —¡Eso quiere decir que quizás te encontraste con Hisoka!
Se puso pálida. Decir que estaba con él quizás no representaba algo bueno.
—¿Ustedes lo hicieron?
—Sí, al llegar al piso doscientos.
Mantuvo la boca cerrada. Mejor mantenerse en un estado neutro, la balanza donde estaba podía fácilmente inclinarse de un lado u otro.
Aunque la constante mirada de Killua en su persona solo significaba que probablemente empezaba a sospechar de su conducta o no confiaba por completo.
Además, ¿quién confiaría en alguien que estafa a los demás?
—Ya veo, es común que ponga a prueba a los novatos. Me llama la atención como va a lidiar con Kastro después de estos dos años.
—Es impredecible, lo único que me importa es revolverle una placa.
—¿Placa? —al preguntar notó como fue cuestión de segundos para que el albino le gritara.
—¡Idiota, estás hablando demasiado!
—¿Qué tiene de malo? No pasa nada si sabe que lo conocimos en el examen de cazador.
La ojimiel abrió los ojos por el asombro.
—Eso quiere decir que lograron salvarse de él, no dejan de sorprenderme. Tienen un gran potencial. —sonrió. —No quieres solo ponerte a prueba por tu fuerza, además recuperar tu orgullo, ¿verdad?
Gon asintió.
—No puedo con esto. —Killua se alejó para caminar hasta la puerta. —Volveré en unos minutos.
El sonido de la puerta les hizo verse. Ahora la atención de Rosslenne se centró en la pantalla aún encendida.
Quizás quiere ponerme a prueba y escuchar que hablaré con Gon.
Mantuvo su cuerpo recostado sobre el sillón.
Después de todo ya oí lo que me interesaba.
Se quedó dormida tras un rato de ver una película que estaban transmitiendo. Aunque no se permitía bajar la guardia en los momentos cotidianos, de vez en cuando abría los ojos para encontrarse con el azabache roncando. Killua estaba a su lado acostado de lado manteniendo uno de sus brazos debajo de su cabeza.
Había regresado minutos después de que comenzara una agradable charla con el moreno. Los celos podían notarse a millas de distancia.
Admiraba lo sincero que era. Ni siquiera por sus gestos infantiles disimulaba la clara preocupación por Gon.
Si quedaba tan poco para la batalla tan aclamada, podía darse el lujo de estar un rato más con ellos y disfrutar de su compañía. Salir de su zona de confort no sonaba tan malo.
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