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"Ya no quiero llorar, aunque tengo muchas lágrimas ya no quiero llorar"
—Don't Wanna Cry (Seventeen)
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Las bebidas llegaban hasta las manos de la pareja una vez tras otra, ambos estaban disfrutando sin pensar en nada más que ellos mismos. Ninguno de los dos volvería a tener la oportunidad de disfrutar de la noche como si fueran dos adolescentes despreocupados, pues cuando regresasen a la mansión el trabajo en la empresa supondría responsabilidades que debían ser capaces de respetar. La mayor parte del tiempo incluso si Moonbin era el CEO de Moon's Enterprise, debía mantener un compromiso férreo con ciertos horarios.
Pero esa noche era completamente diferente y esa noche no era un CEO o el hermano mayor de Moon Sanha. Porque esa noche no había socios a su alrededor esperando a ver si cometía errores, tampoco tenía que pensar en despertar temprano para revisar documentos, llevar a su hermano pequeño a clase o preparar reuniones. En lugar de estar durmiendo, en ese instante las luces golpeaban sus ojos con fuerza provocando que escandalosas carcajadas borrachas se precipitasen desde sus labios para perderse entre la música. Porque en ese instante él era y estaba libre de responsabilidades, sin importar que al siguiente día todas estas regresarían de forma instantánea en el instante en el que volviese de la mano de Dong Min a casa.
Nadie los miraba, allí las personas estaban demasiado pérdidas en el éxtasis del baile y la música como para fijarse en esos dos chicos que danzaban torpemente y demasiado cerca el uno del otro, balanceando sus cuerpos mareados por la bebida.
-Dong Min. - Moonbin gritó su nombre mientras envolvía los brazos tras el cuello de este. Se sentía tan libre en ese instante. Más libre de lo que lo había sido nunca antes.
El chico de los tatuajes sonrió y alcanzó a su marido en un instante, evitando que este diera un traspié en su intento precipitado de abrazarlo.
-Creo que has llegado a tu tope de alcohol, volvamos a casa. - Dong Min le apartó el sudado flequillo de la cara y tomó la mano del magnate para dirigirlo hacia la salida del local.
En la calle comenzaba a amanecer y la suave llovizna caía sobre la enrojecida cara de Moonbin, causando que este alzase su mirada hacia la lluvia y sonriera como un niño atontado. Era ese tipo de sonrisa la que tan pocas veces el chico de los tatuajes había logrado apreciar en los últimos meses, el tipo de sonrisa que hacía que Moonbin pareciese un chico completamente normal. Porque la persona que se tambaleaba ebrio con el rostro lleno de felicidad infantil, casi no parecía la misma que se sentaba tras un despacho y tecleaba en su ordenador durante horas.
Dong Min no podía quitarle la mirada de encima cuando lo veía hacer tales cosas. Moonbin podía ser un muchacho tierno o un hombre implacable en función del momento y lugar en el que se encontrase. Podía entender esa famosa frase acerca de encontrar a alguien que pueda tener dos caras: seriedad y diversión, ese era su marido. Alguien que cambiaba bruscamente si la situación lo requería.
Porque cuando los momentos eran adecuados y el ambiente le aportaba la confianza necesaria, el magnate lograba olvidar todas esas responsabilidades que se amontonaban en su rutina convirtiéndolo en un hombre mucho más adulto de lo que realmente era.
-Te estás mojando, idiota. - Dong Min sonrió y finalmente tiró de Moonbin hasta lograr que este caminase nuevamente. Mantuvo el brazo de su marido sobre sus hombros mientras ambos daban traspiés por las húmedas calles de los suburbios de Seúl.
-No hagas eso. - Moonbin protestó cuando el chico de los tatuajes lo intentó frenar e hizo un puchero en el acto. - Llévame a caballito. Deja que te monte.
-Definitivamente estás excesivamente borracho. - Dong Min permitió que Moonbin se subiera a su espalda y siguió caminando, ahora, más lentamente que antes. - Vamos a tomar el autobús, bebe. ¿Okay?.
Moonbin negó y acercó su boca al cuello de Dong Min para dejar un beso juguetón.
-Autobús no.
-Autobús, sí. - replicó Dong Min, volviendo a sonreír inconscientemente. Le gustaba ver a Moonbin comportándose de esa manera tan aniñada, al fin se comportaba como un chico real y no como un empresario inalcanzable.
El magnate no protestó demasiado. Estaba comenzando a sentirse adormilado, por lo que se acomodó sobre la espalda de Dong Min y cerró los ojos, todavía disfrutando de la leve brisa ocasionada por la niebla del amanecer. Ni siquiera abrió la boca cuando el chico lo posó con cuidado sobre el asiento de la marquesina, en lugar de decir algo se limitó a acomodar su cabeza en el hombro de Dong Min buscando la mayor comodidad posible.
Oh, en realidad se sentía tan sumamente bien. No le importaba ni un poco si al siguiente día la resaca lo haría arrepentirse de haber bebido más de lo frecuente.
-Querías una noche memorable pero sólo ganarás una gran resaca. - Dong Min estaba sonriendo una vez más, ya ni siquiera lo ocultaba. Sus labios se encontraban curvados en una evidente línea de felicidad mientras jugaba con las manos de Dong Min y los dos esperaban el autobús.
-Mmmm... - el magnate se removió buscando calor, estaba empapado a pesar de que la lluvia era simple llovizna pero nada de eso parecía apartar la paz de sus expresiones repletas de calma.
Cuando el autobús llegó, Dong Min se aseguró de levantar al magnate sin perturbar demasiado el sueño de este. Sabía que estaría cansado, por lo que prefería hacerse cargo de él durante unos minutos más a escucharlo protestar en su estado de embriaguez.
-Binnie, bájame. No quiero autobús.
Tarea fallida, Moonbin se despertó completamente en el instante en el que trató de ponerlo sobre su espalda por lo que lo posó en el suelo y tomó su mano mientras pagaba. La mirada del conductor y algunas de las personas sentadas en el autobús estaban sobre ellos, de nuevo ni siquiera le importaba un poco.
-El apartamento está lejos y no podemos ir andando contigo durmiéndote a cada instante. Simplemente siéntate y deja que me haga cargo de esto.
-Pero.... Me marearé.
-No te vas a marear. - la mano del chico de los tatuajes se posó sobre la baja espalda del magnate para animarlo a buscar un asiento. - Yo cuidaré de ti para que eso no suceda. Me tienes a tu lado. Venga, siéntate.
Moonbin asintió, era sencillo convencerlo cuando no sabía bien a lo que accedía. Eso le provocó escalofríos al chico de los tatuajes, Dong Min jamás sería el tipo de idiota que aprovecharía el estado de embriagadez de alguien para pedir lo que sea que necesitase pero no todos eran como él. Cualquiera podría haberse llevado al magnate si no hubiese estado en ese bar a su lado y completamente dispuesto a cuidar de su marido.
-Cuidame bien. - una carcajada dejó la boca de Dong Min cuando Moonbin dijo tal cosa con una de las voces más dulces que jamás le había visto usar.
Se encargó rápidamente de ponerle los auriculares y le pidió que cerrase los ojos. Era el hermano mayor de Min Hyuk, así que sabía que el mareo se producía debido a que el oído se desestabilizaba en conjunto con la vista después de muchos años teniendo que lidiar con un niño más pequeño que él sintiéndose mareado cada vez que usaban el transporte público. Además de eso, el propio Moonbin se lo había explicado mientras cuidaba de Min Hyuk por ese motivo en una ocasión. Con auriculares, ojos cerrados y algo de menta en la boca era casi imposible que se marease, solo le faltaban esas pastillas anti mareo... Sin embargo, confiaba en que su marido estaría bien.
Pero contra todo pronóstico Moonbin decidió dedicarse a dejar marcas en su cuello y pasar la mano por sus muslos. Era tan inesperado como placentero y Dong Min no sabía si frenarlo o simplemente dejarse hacer para disfrutar plenamente de todas esas mariposas que parecían llenar su estómago.
-Lo siento pero no vamos a hacer nada mientras estés borracho, ponte los auriculares y duerme un poco bebe.
El magnate ignoró sus palabras y siguió besándolo hasta que la sensación de mareo frenó sus intenciones.
-Ah, te dije que te estuvieras quieto. - Dong Min observó la siguiente parada acercándose. No estaban muy lejos de su casa. - Vamos a bajarnos en un minuto. Más te vale aguantarte.
El magnate asintió, abrazándose a Dong Min y dejando a un lado la absurda idea de besarlo durante todo el viaje de regreso al apartamento. El mayor de los Lee se limitó a suspirar, de repente ya no tenía tantas ganas de reír como antes. Cuidar de Moonbin no era algo que le molestase pero el solo imaginar que este podría vomitarle encima mataba por completo su buen humor. Por no hablar de que había extinguido el calor que minutos antes los besos habían generado en su piel.
Lo ayudó a bajar, manteniendo sus manos bien sujetas a las del magnate mientras se aseguraba que ni una sola de las escaleras del autobús eran mal pisadas por este. Tan pronto como los pies de su marido tocaron el suelo firme, se inclinó y dejó salir por la boca todo el alcohol que había consumido la noche anterior.
-No deberías haber bebido tanto, no lo diré de nuevo pero no puedo evitar recordártelo en este preciso instante.
Dong Min se limitó a poner su mano sobre la espalda de Moonbin mientras apartaba la mirada maldiciendo.
-Vamos a un baño, hueles fatal. - esta vez evitó darle la mano. No porque no quisiera y menos porque estuviera enfadado, simplemente odiaba la sensación del olor a vómito. Ese familiar aroma le recordaba a esas ocasiones en las que tras estar fuera toda la noche se despertaba en la cama con alguna chica y la resaca lo hacía vomitar hasta sentir que los sesos se le saldrían por la boca.
Si bien no hacía tanto que se había acostado con una chica, todavía no podía comprender el motivo por el cuál meses atrás hallaba diversión en emborracharse o cambiar de pareja de cama cada noche.
-Siéntate ahí. - por suerte la estación de autobuses no estaba lejos, lo que les facilitó encontrar un baño cercano.
Dong Min tomó varios pedazos de papel tras ayudarle a Moonbin a lavarse la boca y cara. Procurando no hacerle daño al magnate, secó con cuidado la frente, mejillas y barbilla de este.
-Estoy hecho una mierda. - su marido parecía haber vuelto a la vida después de lavarse la cara. No había nada que un buen golpe de agua fría no solucionase a tiempo. - No voy a volver a beber.
-Ni tú mismo te estás creyendo eso, no estás acostumbrado a estas cosas pero eso no significa que no vayas a beber de nuevo. Te queda mucha vida por vivir, nene. - Dong Min suspiro y le sonrió con cariño. - Deja que te ayude a limpiarte el cabello. Sudor, alcohol y vomito, hueles como un basurero.
-Me siento como un basurero. - Moonbin protestó. - Puedo hacerlo yo mismo.
El magnate no tardó demasiado en inclinarse sobre el lavado por lo que Dong Min se limitó a abrir el agua. Sentir ese frescor estaba calmando su sensación de ebriedad al mismo tiempo que eliminaba el mareo que todavía permanecía aposentado en su estómago. Permitió que el chico de los tatuajes usase el jabón de manos para liberarlo de todos esos olores que desprendían su pelo y cara, prácticamente gimoteando al notar como Dong Min masajeaba su cabeza con las llemas de los dedos cuidadosamente antes de quitarle el jabón.
-Aún con todo... Te ves bien con el pelo mojado. - confesó Lee.
-Me amas. - presumió bromeando Moon.
-Quizás.
Los dos se observaron por unos instantes sin saber que hacer, Moonbin quería protestar debido a que Dong Min le había prometido terminar con el juego pero ya no estaba seguro acerca del porcentaje de mentira que podría haber en las palabras del chico. Parecía sincero al argumentar que quizás lo amaba.
-Agg me voy a volver loco. Quiero irme a casa. - debido a que no sabía qué contestar, Moonbin prefirió cambiar de tema. Era una decisión completamente infantil pero era la única que en ese momento su mente confusa podía llegar a tomar. - Me duele la cabeza.
-No debiste beberte todas esas cosas. - la mano de Dong Min perfiló la mejilla de Moonbin - Pon la cabeza bajo el secamanos, no puedes salir a la calle con el pelo así o volverás a enfermar.
-Estoy bien, en realidad el frío no ocasiona...
La sola mirada de Dong Min hizo a Moonbin entrar en razón. En solo un par de segundos tal y como le había pedido su marido, puso la cabeza bajo el aire caliente del secamanos. Su cabello todavía era un desastre pero al menos ya no tendría frío.
-Tenemos una mudanza por delante mañana, suerte con tu resaca chico rico.
-¿Podrías matarme ahora? - las charlas entre ambos por algún motivo se habían vuelto más sencillas durante esa semana.
Ya no había tensión o discusiones absurdas, eran casi como dos mejores amigos que de vez en cuando tenían el mejor sexo del mundo. Seis meses, si en ese tiempo habían aprendido tanto el uno del otro en el terreno de la cama, Dong Min ni siquiera quería pensar el placer que lograría obtener en su último mes con el magnate.
-Nah, si te matase tendría que encargarme de mover cajas yo solo.
-Todo lo que te importa es no quedarte solo cuando hay trabajo. Realmente eres fiel a tu personalidad, Lee Dong Min.
Dong Min sonrió por un segundo, de solo pensar en las que serían sus siguientes palabras se le hacía la boca agua. Últimamente se encontraba a sí mismo perdido en las reacciones del magnate en cada una de las ocasiones en las que decía alguna cosa bonita o inesperada.
-Moon Dong Min, ya deberías saber eso.
Moonbin sonrió ampliamente, sin percibir la manera en la que Dong Min escrutaba cada sencilla parte de su rostro iluminado por la felicidad.
El chico de los tatuajes tomó de nuevo la mano de su marido y posó la cabeza sobre el hombro de este mientras caminaban tranquilamente. ¿Había avanzado tanto que ya no le importaban las miradas? Lo cierto es que tan sólo quería aferrarse al magnate, no quería amar a otro. Incluso si sentía que traicionaba la memoria de Jimin. Había algo en Dong Min que le hacía perder el hilo de sus objetivos.
-No podrás escapar de la mudanza Binnie, ni tampoco de mí.
-Ni siquiera hace falta que me lo recuerdes, créeme que lo sé bien. En qué lío me he metido.
Ambos se miraron a los ojos, vergonzosos durante unos segundos bajo las luces de las farolas que se mezclaban con el inicio del amanecer. Por primera vez realmente parecían enamorados. Casi como dos adolescentes que acaban de descubrir que ambos se gustan el uno al otro.
-¿Efecto Dong Min?
Moonbin sonrió ante la voz tierna de su marido y asintió todavía levemente mareado.
-Exactamente. Efecto Moon Dong Min.
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