20

     Shōyō entró a la habitación en la que vivió los primeros dos meses de universidad, encontrándose de frente con Tōru. El castaño abrió sus ojos con impresión antes de sonreír y lanzarse a los brazos de su amigo.

— ¿Qué haces aquí? ¿Volverás? — Preguntó el mayor, contento.

— De hecho... Es al contrario. — Rió nervioso Hinata mientras entraba a la habitación. — Recogeré mis cosas, viviré en la casa de Tobio desde ahora.

— ¿Cómo? — El ceño de Oikawa se frunció. — ¿Estás seguro de ello, pequeño Shōyō?

— Totalmente, no te preocupes Tōru, puedes ir a visitarme cuando desees. — El pelinaranja le dio al castaño una mirada cómplice para después ambos reír.

— Perfecto, tengo una excusa para pasar en la casa de Tobio-chan cuando lo desee. — Los dos se sentaron sobre la cama de Tōru, quien pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Hinata. — ¿Cuándo te llevarás tus cosas?

— Oh, cierto. ¡Pueden pasar! — Oikawa dirigió su mirada a la puerta, notando a dos hombres vestidos de traje entrar, después entraron también Tetsurō y Bokuto, quienes se habían ofrecido a ayudar al menor a empacar las cosas.

— ¡Hey, Hey Tōru! ¿Cómo estás?

— Hola, Bokuto, estoy bien... Ah, y hola a ti también, Tetsurō. — Ambos se miraron antes de hacer una mueca.

— ¡Qué infantiles! ¡Deberían de llevarse bien!

— ¿Tú estás hablando de ser infantil, Bokuto? — Preguntó Kuroo al bicolor, quien rodó los ojos, ayudando a los otros dos hombres de traje a empacar las cosas de Shōyō en cajas.

— En fin, creo que volveré a la universidad pronto. ¿Qué hay de nuevo?

— Bueno, Tsukishima y Yamaguchi están juntos de nuevo, Ushijima se ha vuelto más abierto con el grupo, y Tendō no deja de molestar con que quiere conocerte. — Respondió el castaño, mencionando los dos últimos detalles con una pizca de molestia en su voz.

— ¿Ushijima? ¿Tendō?

— Es cierto, Hinata aún no los conoce oficialmente. — Comentó Kuroo, mientras acomodaba los libros y cuadernos del menor en una caja. — Deberías de presentárselos cuando Hinata vuelva a la universidad.

— No sé.

— Quiero conocerlos. — Shōyō sonrió. — Deben de ser personas agradables.

— Y lo son. — Aseguró Koutarō. — Al menos Tendō, Ushijima... Bueno, casi no habla con nosotros.

— Es bastante serio, de seguro te aburrirá. — Habló Tōru.

— Tōru ¿Debo de recordarte como era Tobio hace unos meses atrás?

— Cierto, tienes una debilidad por los idiotas, bien, no creo que tengas problema con ello.

— Oye. — Hinata rió. — Tobio no es un tonto.

— El amor es ciego. — Oikawa se colocó de pie, ayudando a las demás personas en el sitio a empacar las cosas del pelinaranja. — ¿Necesitas ayuda para dejarlas en tu nueva casa?

— Estoy bien.

— Di que sí, baka.

— Bien, bien. Sí, ocupo algo de ayuda, Tōru, ¿Tienes tiempo? — Ambos sonrieron antes de comenzar a ayudar a las otras cuatro personas.

Les tomó una hora y media empacar todas las cosas de Shōyō, quien estaba sorprendido, pues no recordaba haber llevado muchas cosas consigo cuando llegó a Tokio.

— Andando. — Los cuatro amigos caminaron a paso lento hasta la entrada de la universidad.

— Por cierto, Tōru. ¿Por qué no estás en clases? — Preguntó Shōyō, despidiéndose de los otros dos chicos. — Kuroo y Bokuto estaban en la entrada cuando pasaba por aquí, así que me ayudaron, pero ¿Acaso tú estás enfermo?

— No, no. — Oikawa se inclinó a susurrar algo en el oído del pelinaranja.

— Oh, así que eso era, entiendo, bien, espero que estés mejor para mañana.

Ambos subieron al vehículo que les llevaría de regreso a la casa del azabache.
Durante el camino charlaron, poniéndose al día sobre lo que habían hecho en ese tan poco tiempo sin verse.

— Verás... — Hinata sintió sus mejillas colorarse. — Yo... Lo hice con Tobio.

— ¡¿Qué?! — El conductor se sobresaltó ante el grito del castaño. — Lo siento, lo siento. — Oikawa miró sorprendido a Shōyō. — No creí que lo hicieras en serio.

— Sí, lo hicimos, aunque...

— No me digas que es terrible en el sexo. — Shōyō rió.

— No, al contrario. Mi trasero aún duele. — Tōru soltó una carcajada.

— ¿Quién lo diría? Tobio-chan es todo un virgen experto, increíble.

— No lo digas así, Tōru, es vergonzoso. — El pelinaranja sintió su teléfono vibrar, así que lo sacó, notando los mensajes enviados por su pareja. — Hablando de.

Tobio👬

Boke, el profesor de la última clase no se presentó.

Saldré más temprano.

¡Bien! Nos vemos.


El auto se detuvo, llamando la atención de los dos amigos. Habían llegado ya a la casa, así que bajaron, ayudando a los dos hombres que les acompañaban a llevar las cajas a la habitación compartida de Shōyō y Kageyama.

Una vez las cajas estuvieron en la habitación del menor, Shōyō agradeció a los hombres que le ayudaron a recoger sus cosas, quedando solamente él y su castaño amigo.

— Dime que al menos cambiaron las sábanas.

— Lo hicimos, no te preocupes, son nuevas. — Sonrió Hinata, acostándose en la cama.

— Excelente. — Oikawa se lanzó al lado del menor, cerrando sus ojos. Aún después de haber cambiado las sábanas, para Tōru la cama apestaba, algo común pues el olor del azabache estaba impregnado en ella, aunque ahora el aroma se combinaba con el del pelinaranja, volviéndolo no tan vomitivo.

— ¿Sabes? Pensaba que... Quiero ver a mis mejores amigos, ya sabes, Suga y Noya, hace mucho tiempo no los veo y estaban preocupados, mis padres no se ahorraron decirles que estaba en coma, aunque creo que era su derecho saberlo, después de todo somos casi hermanos... — Shōyō suspiró. — Podría invitarlos a venir, pero creo que sería mejor ir a visitarlos a ellos antes de volver a la universidad.

— Me parece que la segunda opción es mejor. — Tōru le miró. — Así puedes ver a tus padres de paso.

— Sí, creo que tienes razón. — El pelinaranja tomó su teléfono, observando su calendario, tendría unos cuantos días más antes de decidir si volvería a la universidad, en esos pocos días podría ir a ver a sus amigos y familia, pero debía de avisárselo a su azabache pareja. — Bien, me parece que... En dos días me iré.

— Genial, avísame.

— Claro, aunque... — Hinata le miró con una sonrisa. — ¿No te apetece venir?

— ¿Yo? — Oikawa rió. — La universidad no es un problema para mí, pero... No estoy seguro, debo pedirle dinero a mi familia y... Sabes que no hablo con ellos.

— Pagaré tu viaje, no te preocupes, podemos irnos en autobús. ¿Te parece?

— Claro, supongo que no es problema. — El menor sonrió, hablaría con el ojiazul cuando regresara de la universidad, además, debía de informarle también de su cambio de planes, ya no viviría en la residencia de la universidad, sino que desde ese momento viviría con él, aún le hacía sentir algo ansioso aquello, porque en pocas palabras, desde ese momento viviría con su pareja y su abuelo, como si fuesen parte de una misma familia.

Hinata estuvo a punto de responder una vez más, pero la puerta siendo tocada un par de veces llamó la atención tanto del castaño como la del pelinaranja, quienes se giraron a mirar la entrada de la habitación.

— Tobio. — Shōyō sonrió, levantándose y yendo a saludar a su pareja. — ¿Qué tal tu día?

— Estuvo bien. — Kageyama tomó los hombros de Hinata y le guió a la cama, sentándole mientras observaba a Tōru.

— Deja de verme tanto, Tobio-chan, me gastarás. — Se quejó Oikawa mientras se acomodaba en la cama, cerrando sus ojos.

El azabache frunció su ceño. ¿Estaba acaso el castaño dándole órdenes en su propia casa? Le restó importancia, no quería problemas con el mayor, además, era el mejor amigo de su pareja y no era capaz de arruinar su relación amistosa por la extraña enemistad que entre el castaño y él había. Kageyama notó las cajas apiladas a un lado de la habitación, lo que causó curiosidad. ¿Qué eran todas esas cosas?

— Uhm... Tobio... Debemos hablar. — El ojiazul dirigió su mirada inmediatamente a Shōyō, algo preocupado. ¿Acaso el menor había empacado para irse? ¿Le dejaría tan pronto? — No te preocupes. — Hinata acarició las mejillas del azabache al notar su preocupación. — No es nada malo, Tobio, hablaremos después.

Tobio asintió, inclinándose a abrazar al menor mientras dejaba suaves y cortos besos en su cuello.

— Sigo aquí ¿Saben? — Shōyō rió, girándose hacia su amigo, quien se encogió de hombros respondiendo con el gesto a una pregunta jamás formulada.

— Tobio, iré con Tōru a Miyagi, tomaré estos días libres para visitar a mis padres y a mis mejores amigos.

— ¿Cuándo irán?

— En dos días. — Shōyō enredó sus delgados dedos en los cabellos azabaches de su pareja, obligándole a inclinarse un poco para depositar un casto beso en los labios contrarios. — ¿No te apetece venir?

— No tengo tiempo, tengo muchos deberes que hacer. — Hinata asintió desilusionado. — Pero podría hacer una excepción.

Los ojos del pelinaranja brillaron al escuchar al ojiazul, notando la pequeña sonrisa en su rostro.

— ¿Cuánto tiempo planeas quedarte allá?

— Quizás unos cinco o diez días, no tengo mucho antes de volver a la universidad. — Kageyama asintió, mirando al menor durante unos segundos mientras analizaba la situación.

— Podría ir dos o tres días, viernes, sábado y domingo. ¿Te parece?

— Sería genial, quiero que los chicos por fin te conozcan. — Las mejillas de Tobio se coloraron levemente, de alguna forma aquello le avergonzaba.

Tobio ya conocía a los padres del pelinaranja, eran personas amables, humildes y respetuosas, realmente le habían agradado cuando los conoció a pesar de no haberlo hecho en la mejor de las situaciones, pero, aun así, no los conocía del todo bien. Por otro lado, a los mejores amigos del menor no los conocía en absoluto, en alguna ocasión escuchó a Hinata hablar por teléfono con ellos, y en otras ocasiones el menor le enseñó fotografías viejas con sus amigos, pero no pasaba de allí.

— Así que Tobio-chan irá también. ¿No seré mal tercio? — Preguntó Tōru, tomándose una foto con su celular para después subirla a sus redes sociales.

— Claro que no. — Shōyō dejó un último beso en los labios del azabache y fue hasta el lado del castaño, acostándose a su lado. — Tōru. ¿Conociste a mis padres?

— Los recuerdo de vista. — Respondió el mayor, abriendo la cámara de nuevo, esta vez, para tomarse una fotografía con Hinata, quien sonrió haciendo un signo de "Amor y paz" con sus dedos. — Son agradables personas, me agradan.

— ¡Lo son!

Tobio observó por unos segundos más a los dos chicos en la cama antes de girarse e ir a buscar algo de ropa cómoda, se daría una ducha para relajarse y después iría a hacer alguna otra cosa mientras esperaba a que el mayor se marchase, pues lo único que deseaba en ese momento era estar entre los brazos de su pareja.

— Creo que le avisaré más tarde a Iwaizumi que me iré unos cuántos días, quizá me pueda ayudar dándole una excusa a los profesores. Podría decirles que estoy resfriado ¿No? — Shōyō entrecerró sus ojos pensándolo bien.

— Subirás fotografías de todas formas, así que tu mentira no durará por mucho tiempo ¿Sabes? — Tōru asintió, era cierto, sería inevitable no tomarse muchas fotografías.

— ¿Qué podría decirles?

— Tienes una tía en Miyagi, enfermó hace poco así que viajaste para encargarte de ella porque tus otros familiares no podían hacerlo... ¿Qué tal?

— Mi pequeño Shōyō, eres tan inteligente. — El castaño revolvió los cabellos del menor, seguido de esto se puso en pie, tomando sus cosas. — Es muy pronto, pero necesito pensar en qué llevaré, así que, escríbeme con la fecha y hora de salida.

— Claro, gracias por venir hoy y ayudarme, Tōru. — El pelinaranja se colocó en pie y se despidió de su amigo, dejando un corto beso de despedida en su mejilla.

— Nos vemos luego.

Hinata movió su mano despidiéndose. El menor se sobresaltó cuando, cinco minutos después de que el castaño se marchara, apareció su pareja, mirándole fijamente.

— ¿Sucede algo, Tobio? — Hinata se acercó, acariciando sus mejillas mientras una pequeña sonrisa se estiraba en su rostro.

— No sucede nada. — Kageyama tomó a su pareja en sus brazos y le llevó a la cama, acostándose junto al menor, disfrutando de la calidez que el cuerpo contrario le brindaba. — Quiero estar contigo.

— Lo estás ahora mismo. — Hinata acarició los cabellos azabaches del contrario, disfrutando del aroma que estos desprendían. — ¿Estás cansado?

— Solo un poco.

— Descansa ¿Sí? Te despertaré para la cena. — Tobio negó.

— No quiero dormir, quiero estar contigo.

— Bueno... Técnicamente seguirías conmigo si duermes o no. — El ojiazul suspiró, tomando el mentón de Shōyō, uniendo sus labios en un delicado beso que fue claramente correspondido.

— Tengamos sexo.

Hinata sintió como su rostro comenzaba a tomar color ante las mencionadas palabras del mayor, quien frunció su ceño confundido.

— T-Tobio... Uhm... Qué directo. — Shōyō rió nervioso. — Deberías dejar que primero me dé otra ducha.

— Así está bien. — Kageyama tomó las caderas del menor y en un ágil movimiento logró dejarle bajo su cuerpo.

— Pero antes... Quiero hablar de algo contigo. — Hinata les hizo dar vuelta, quedando esta vez él sobre el mayor. — Es sobre nosotros.

— ¿Terminarás con la relación? — La expresión del azabache se mostró seria, mas no logró ocultar el dolor y preocupación en sus ojos.

— Por supuesto que no, baka. — Shōyō sonrió, inclinándose a depositar un dulce beso en los labios de Kageyama. — Supongo que es algo bueno para mí, pero no sé cómo te lo tomarás tú.

— ¿Qué sucedió?

— Hablé con tu abuelo... Y... Llegamos a una conclusión. — El pelinaranja se giró un poco a mirar las cajas apiladas cerca de la puerta.

— ¿Y? — Tobio también observó las cajas, curioso.

— Tu abuelo me pidió que desde ahora... Viviera aquí. — Las cejas de Kageyama se elevaron con sorpresa al escuchar las palabras del menor mientras intentaba procesar la información.

— ¿Vivir...? ¿Aquí? — Hinata hizo una mueca asintiendo.

— ¿No te agrada la idea? Sabes que siempre puedo volver a la residencia de la universida-

El ojimarrón jadeó con sorpresa al sentir como los fuertes brazos del azabache le rodeaban y le acercaban a su pecho.

— Me agrada la idea, bastante. — Respondió Tobio, dejando ver una pequeña sonrisa sincera. — No quiero que vuelvas a la residencia, quédate conmigo.

— Lo haré, no me iré.

— Entonces... ¿Todo eso es tuyo? — Shōyō rió nervioso.

— Sí, no sabía que tenía tantas cosas.

— Son pocas cosas, hay espacio en el armario. — Kageyama volvió a darles vuelta, tomando las piernas de Shōyō y enrollándolas en su cintura. — Después podemos ordenar.

— Bien. — Hinata sonrió avergonzado, enrollando también sus brazos alrededor del cuello contrario.

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