17

Cincuenta y cuatro días desde el accidente.

Hinata se puso de pie algo tembloroso antes de caminar al baño en la habitación y entrar. Estaba feliz, había progresado bastante en su caminar, y ahora podía hacerlo solo... O al menos lo hacía sin que el azabache se enterara.
Comenzó a deshacerse de sus prendas de vestir hasta quedar totalmente desnudo y entró a la tina, dejando caer el agua caliente, que pronto cubrió todo su cuerpo.
Sus ojos se cerraron y soltó un suspiró, hundiéndose en la tina y disfrutando del sentimiento de estar bajo el agua.

Kageyama abrió sus ojos de golpe y miró a todos lados. Su corazón comenzó a golpear con fuerza al no ver al pelinaranja cerca, la puerta continuaba cerrada, pero la puerta del baño se encontraba semiabierta. Se puso de pie y caminó al sitio con rapidez, entrando de golpe.
Jadeó con terror al ver a Shōyō bajo el agua, sin moverse y corrió hasta a él, sacando su mitad superior, lo que asustó al menor.

— ¡Shōyō! ¡Despierta!

— ¡Estoy despierto, baka! — Tosió tras haber tragado un poco de agua y bufó. — Tan solo me daba un baño. ¿Por qué tanto drama?

— ¿Drama? ¡Desapareces y cuando te encuentro estás bajo el agua sin moverte, pareciendo muerto! ¡Por supuesto que me voy a preocupar! — Hinata le miró sorprendido por un par de segundos, después rió, acercando al mayor para darle un suave y largo beso.

— Estoy bien, no soy tan bobo como para ahogarme en la tina. — Aseguró, acariciando los cabellos del ojiazul.

Kageyama suspiró asintiendo. Pronto, el mayor se colocó en pie y comenzó a desabrochar su camisa de botones, bajo la mirada curiosa del pelinaranja.

— ¿Qué haces, Tobio?

— ¿Qué crees que hago? — Sonrió. Hinata jadeó y negó.

— ¡No! ¡No estoy listo para verte desnudo!

— Oh, vamos. — El azabache rió, dejando caer sus pantalones. Shōyō chilló, cubriendo sus ojos.

Tobio se adentró en la tina junto al menor, quedando tras este. Rodeó el cuerpo del más bajo con sus fuertes brazos, mientras depositaba suaves besos en la delicada piel de su cuello.

— ¿Lo ves? No es tan malo. — Shōyō sentía su rostro arder, había algo que rozaba en ocasiones su espalda, y estaba seguro de lo que era, pero no quería verlo de todas formas.

— Te salvas de que... No puedo salir huyendo. — Cerró sus piernas, tomando las manos del ojiazul, asegurándose de que no fuera a 'Tocar de más', aunque ya lo había hecho en varias ocasiones atrás cuando le ayudó a ducharse.

— De todas formas, no lo harías, no puedes huir de mí, Shōyō. — Susurró, provocando que la piel del pelinaranja se erizara.

Hinata dejó su espalda recostarse a duras penas contra el pecho contrario, cerrando sus ojos y disfrutando de los suaves masajes que el mayor daba en sus brazos. Kageyama le miró por unos segundos antes de sonreír, quizás eran sus hormonas alborotadas lo que en ocasiones le pedía a gritos tomar al menor, pero no sería así, Kageyama estaba seguro de querer esperar al menor, no quería obligarle a nada que no quisiera él, esperaría a que estuviera listo para cualquier otro paso que diesen en su relación.

— Tobio. — El mayor emitió un sonido, afirmando que le escuchaba. — ¿Puedo retomar mis estudios? — Preguntó, Tobio frunció su ceño.

— Creo que aún no estás listo para ello.

— ¿Por qué no? — Insistió, abultando sus labios. — Es decir, quiero continuar, no quiero quedarme atrás de los demás, y mucho menos perder la beca.

— Ya te dije que pagaré tus estudios si pierdes la beca.

— Y yo te dije que no quiero que lo hagas. — Bufó. — Por favor, lo haré desde casa de ser necesario.

— Lo pensaré. — Hinata se giró un poco, mirándole. — Tendrás una respuesta para hoy en la cena.

— Bien. — Sonrió, besando los labios contrarios.

Hinata chilló nuevamente al sentir algo golpear su trasero, Kageyama comenzó a sonrojarse, no podía evitarlo.

— Lo siento... No lo controlo aún.

— ¿¡En serio, Tobio!? ¡Controla tus hormonas!

Kageyama rió y asintió, abrazando a Shōyō, quien luchaba por huir de allí.

Tras terminar de lavarse, Hinata fue a vestirse con la ayuda del azabache, y finalmente bajaron ambos al comedor para desayunar. El abuelo del mayor no se encontraba en la casa, pues había ido a trabajar a su edificio, Kageyama le habló un poco a Shōyō del negocio familiar, Hinata estuvo impresionado, el azabache bien podría vivir una vida cómoda por el resto de sus días sin tener que mover un dedo.

— Joven Kageyama. — Akina –la mujer encargada de la comida– se acercó al azabache, dejando un plato de comida frente a él, después hizo lo mismo con Shōyō, haciendo una pequeña reverencia y retirándose.

— Come todo. — Pidió el ojiazul, Hinata asintió, comenzando a devorar su desayuno.

Hinata no sabía si se había acostumbrado a comer la comida casera de su madre o la comida en esa casa era demasiado fina, sus papilas gustativas deleitaban el sabor de cada cosa que llevaba a su boca, era delicioso. Por otro lado, Kageyama ya estaba acostumbrado, Akina había cocinado para la familia desde que él tenía unos seis años, así que estaba familiarizado con el sabor de sus platillos.

— Es como vivir en el Olimpo. — Gimió Hinata, degustando cada bocado.

— ¿Te gusta tanto?

— Es delicioso, jamás había probado algo parecido. — Sonrió el pelinaranja, tomando su taza de café y dándole un sorbo.

Tras terminar cada uno con sus respectivos platillos, Kageyama llevó a Hinata a su habitación, en donde se acostaron juntos en la cama.
Shōyō había aceptado dormir con Kageyama, se sentía cómodo así y no sentiría la necesidad de compañía por las noches. Al abuelo del azabache no le molestaba, al contrario, me gustaba ver cómo su querido nieto maduraba día tras día gracias al pequeño pelinaranja, cuidándolo y estando atento a sus necesidades siempre, asegurándose de que no se hiciese daño y estuviese sano, le gustaba ver la relación que llevaban ambos, lo sana que era, el amor que flotaba por el aire cuando estaban solos. El abuelo del azabache estaba casi seguro de que ese chico de cabellos naranjas y ojos marrones era la persona perfecta para Tobio, y sería la persona que le haría feliz por el resto de sus días en la tierra.

Kageyama envolvió con sus brazos al menor, dejando un delicado beso en su frente mientras ambos eran cubiertos por las calentitas sábanas, eran casi las diez de la mañana, pero aun así sentían frío, y estar abrazados de esa forma, cubiertos por sábanas era agradable, para ambos, Tobio disfrutaba abrazar del menor, tanto como este disfrutaba de estar entre los brazos del mayor.

— Tobio... — Llamó Shōyō, abriendo sus ojos y mirando al mayor, quien hizo lo mismo. — ¿Cómo están las cosas en la universidad?

— Todo está bien. — Aseguró, volviendo a cerrar sus ojos.

— ¿Qué sucedió con Yachi? — Kageyama frunció su ceño, no había ido bien, no como él lo deseaba.

— No fue enviada a prisión. — Hinata elevó sus cejas con sorpresa. — Fue enviada a un hospital psiquiátrico, estará ahí hasta que los médicos se aseguren de que esté 'Bien'.

— ¿De veras? — Shōyō hizo una mueca. — Ya veo, realmente pensé que iría a prisión.

— Sí, todos los pensaron. — Suspiró. — Pero al menos está recibiendo tratamiento y... Acordamos poner una orden de alejamiento.

— ¿Lo aceptaron? — Tobio asintió. — Genial.

— De todas formas, conseguimos parte de lo que queríamos. — Comentó. — Yachi no volverá a la universidad, sus padres han pedido su traslado a otra universidad, en Osaka, muchos dicen que sus padres están avergonzados y que la imagen de la familia se ha visto manchada a causa de Yachi.

— Es una pena. — Shōyō se abrazó más al mayor. — De seguro en el fondo era una buena chica que solo quería atención.

Kageyama frunció su ceño, ni aunque le pagaran un millón de dólares sería capaz de creer algo como eso, Yachi estaba podrida tanto por dentro como por fuera, y no tenía solución, era como una manzana caída del árbol, la cual ya estaba llena de gusanos, por supuesto que nadie querría algo así, solo otra persona podrida querría algo así.

Hinata sonrió y se sentó en la cama, mirando al azabache quién elevó una ceja, curioso.

— Tobio. ¿Podemos salir hoy? — Preguntó el menor, mientras juntaba sus manos. — Por favor, por favor, a la heladería.

— Hay helado aquí. — Shōyō frunció su ceño, Kageyama hizo una mueca y después suspiró rendido. — Bien, después del almuerzo, a las tres.

— ¡Genial! — El pelinaranja se acomodó sobre el regazo del mayor, abrazándole.

El ojiazul sintió sus mejillas enrojecerse un poco antes de rodear con sus brazos al menor también, cerrando sus ojos.
Esa mañana la pasaron juntos, y almorzaron cuando fue la hora, pero Hinata estaba ansioso por salir, hacía bastante no iba a un sitio así a tomar un helado, y lo extrañaba. Kageyama aceptó invitar a Oikawa, Kenma y Yamaguchi, de todas formas, eran personas agradables que alegraban a su pareja, eso le haría bien.

— ¡Vamos! — Shōyō se soltó del mayor, caminando hacia la salida, Tobio se acercó con rapidez, tomándole nuevamente de la cintura. — Ya puedo caminar, Tobio.

— No del todo. — Recordó, el pelinaranja sonrió y tiró de su camisa para depositar un beso en los labios contrarios. — ¿Eso por qué... Fue?

— No te volveré a besar entonces. — Kageyama frunció su ceño y tomó la mandíbula del menor, obligándole a unir sus labios nuevamente, lo que hizo sonreír al ojimarrón. — ¿Y eso por qué?

— Porque no te permitiré no dejarme besarte de nuevo. — Desvió la mirada avergonzado, saliendo finalmente del sitio con Shōyō.

Hinata llevaba consigo una muleta, con la cual se sostenía y se aseguraba de no terminar estampando su nariz contra el suelo, pero de todas formas, Kageyama estaba siempre a su lado, sabía lo terco que el pelinaranja podía ser, y que podría dejar por ahí la muleta en cualquier momento.
El azabache sólo deseaba su recuperación lo más pronto posible, y ese deseo no estaba tan lejos de cumplirse, Hinata mejoraba día con día, y cada noche el ojiazul le agradecía a los dioses por permitirle estar con el menor, porque de no haber sido su voluntad, Hinata no estaría más en ese mundo.

— Ponte el cinturón. — Pidió el mayor al subir al vehículo que les llevaría a la heladería, Shōyō hizo caso, colocándose el cinturón de seguridad, y segundos después el automóvil comenzó a moverse.

— Me pregunto cómo estará Yamaguchi, hace bastantes días no lo veo. — Se preguntó Huanta, Tobio apretó sus labios, dudoso de si decirlo.

— Shōyō... — El menor le miró. — Bueno... ¿Cómo decirlo...? Yamaguchi terminó hace unos días con Tsukishima.

— ¡¿Qué?! — Gritó asombrado, abriendo sus ojos a tope al escuchar aquello. — ¿Hablas en serio? Por todos los dioses, debe sentirse terrible. ¡No debí pedirle que viniera para escuchar mis tonterías! — Hinata miró al mayor, quien hizo una mueca. — Espera... No... Me encargaré de hacerle sentir mejor, no puedo permitir que se deprima por eso.

— La está pasando bastante mal, en realidad. — Agregó el azabache. — Estos días se le ha visto bastante deprimido, Tsukishima no se queda atrás, se alejó de su grupo de amigos, de Kuroo y Bokuto en especial, ambos están preocupados.

— Diablos. ¿Por qué terminaron?

— No estoy seguro, pero creo que tuvieron una fuerte discusión. — Kageyama miró por la ventana, notando la heladería a unos cuantos metros. — Tsukishima fue algo impulsivo al amenazar con que terminaran su relación, y el dolor de Yamaguchi le hizo aceptar.

— Estoy más que seguro de que eso no es lo que querían... ¿Fue público?

— Sí. Fue en la cafetería, cuando la mayoría ya se había ido, discutieron y ahí sucedió, Kuroo y Kenma estuvieron presentes, creo que también Oikawa, y yo. — Hinata apretó sus labios, sintiéndose mal por su amigo, debía de levantarle los ánimos de alguna forma, no quería verle mal, el pelinaranja sabía lo mucho que el peliverde amaba a su ex pareja, Tsukishima era un fuerte pilar que mantenía la estabilidad de una torre a punto de caer, en este caso, la torre era Yamaguchi.

Al llegar a su destino, Hinata bajó con la ayuda del ojiazul, quien le guió a la heladería. La sorpresa de ambos fue al ver a más gente de la invitada en el sitio, y por supuesto que no era una molestia, al contrario.

— ¡Enano! — Exclamó Tetsurō, una vena resaltó en la frente de Hinata antes de sonreír y acercarse al grupo.

— ¡Chicos! ¡Me alegra tanto verles a todos! — Habló el pelinaranja antes de sentir a un gran grupo de personas rodearle con sus brazos, apartando a Kageyama quien se quejaba de lo poco cuidadosos que eran con su pareja.

— ¿Qué tal estás, pequeño Hinata? ¿Te sientes mejor? ¿Qué tal esas piernas? — Bokuto revolvió sus cabellos, segundos después su pareja se acercó, abrazándole y dejando un beso en su mejilla como saludo.

— Creo que aún no nos presentamos adecuadamente, soy Akaashi Keiji.

— Cuidaste de mí en un par de ocasiones ¿No? — Shōyō sonrió. — Te lo agradezco mucho, Akaashi, supongo que no debo presentarme.

— No agradezcas. — Hinata notó a cierto castaño apartar a todos de golpe y rodearle con sus brazos, levantándole y girándole en el aire. Kageyama jadeó con terror al ver cómo apretujaban a su pareja.

— Pequeño Shōyō, por fin sales de esa prisión, no sabes cómo te extrañé. — Oikawa dejó varios besos en la mejilla del menor, provocando que el ceño de cierto azabache se frunciera y no dudara en acercarse y alejarle del pelinaranja. — No seas grosero, Tobio-chan.

— No lo beses, en más, no lo toques. — Ambos se miraron molestos entre sí hasta que Hinata de interpuso, abrazando al ojiazul.

— Eres un celoso, Tobio. — Rió. Hinata se alejó y buscó con la mirada a cierto chico de pecas, y al encontrarle a un lado del grupo, sonrió y se acercó, abrazándole con fuerza. — Yamaguchi~. ¿Qué tal estás? Te extrañaba muchísimo, hace mucho no me visitas.

— Siento mucho no haber ido a verte, Shōyō. — Sonrió. — Sucedieron cosas.

Hinata le miró durante unos segundos antes de tomar sus mejillas y pellizcarlas suavemente.

— Ven a casa después. ¿Sí?

— Claro. — Aceptó el menor. Shōyō sintió algo tocar suavemente su hombro, al girarse se encontró con un rubio de sonrisa tranquila.

— ¡Kenma! — Ambos se abrazaron.

De esa forma, los saludos acabaron, y pronto se sentaron todos, teniendo que unir dos mesas grandes para poder estar juntos. Pidieron sus helados y esperaron hasta que la orden llegó, empezando a comer.

— ¿Qué tal tu recuperación? Parece que mejoras muy rápido.

— Por suerte el daño fue leve. — Comentó Hinata. — Aunque al principio era complicado todo, fue como volver a nacer y tener que practicar todo, de nuevo, pero fue temporal, estoy bien, y no me volví loco.

— Eres muy valiente para superarlo tan rápido. — Sonrió Akaashi, viendo a su pareja adentrar su cuchara en su helado y robarle del mismo.

— El pequeño Shōyō es todo un luchador. — Agregó Tōru, revolviendo los cabellos de su amigo. — Hey, ¿Recuperaste la memoria?

— Podría decirse. — Respondió el pelinaranja, llevando una cucharada de helado a su boca, al tragarlo continuó. — Recuerdo la mayoría de cosas, y las que no, son algo borrosas, pero me alegra no tener un vacío en la mente.

— Me alegra que te sientas mejor. — Yamaguchi dejó su vaso vacío a un lado. — ¿Planeas volver a la universidad?

— Por ahora retomaré los estudios desde casa, Tobio ha hablado con los profesores por la mañana, parecen de acuerdo, cuando me recupere del todo volveré.

— No puedo esperar por verte de nuevo en la universidad. — Habló Oikawa, sonriente. — Además, debo de llevarte a una fiesta de nuevo. ¿Qué piensas Tobio-chan? ¿Irás a lucirte de nuevo con Shōyō?

— No pasará. — Aseguró, mirando a otro lado.

— Dijiste lo mismo la última vez. — Hinata sonrió malvado. — Veremos si no bailarás, de todas formas, puedo bailar con alguien más.

— Bailaré. — Todos rieron.

— Pero qué novio más celoso. — Comentó Kuroo, llevando de helado la nariz de su pareja quien se quejó.

Hinata dejó caer su cabeza sobre el hombro del ojiazul, quien dió una pequeña sonrisa antes de rodearle con uno de sus brazos por la cintura.
Shōyō no podía esperar por terminar de mejorarse y volver de nuevo a la universidad, allí podría ver a sus amigos todos los días, de alguna forma todos y cada uno de ellos le hacía sentir bien, mejor y hacerle olvidar lo que vivía en ese momento. A pesar de que su recuperación iba bien, no se sentía al cien por ciento, necesitaba más, mejorar, volver a ser el mismo Hinata Shōyō de hacía unos cuatro meses atrás.

Además, Hinata no podía dejar de pensar en la persona a su lado, había sacrificado mucho tiempo valioso de su vida para cuidarle durante esos meses en los que no se encontraba en sus mejores momentos, y sentía que le debía muchísimo.
Shōyō estaba seguro de que entre ambos había algo más, se sentía tan unido a Kageyama en aquellos momentos, que tan sólo pensar en pasar el resto de sus días al lado del azabache era emocionante como aterrador, porque no sabían lo que el futuro y el destino tenía preparado para ambos.

Estaba ansioso, quería vivir su vida al máximo, y para eso primero debía de volver a ser él mismo.

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