14
Una semana desde el accidente.
Kageyama tomó asiento en su silla y suspiró, llevando una mano a su cabeza adolorida. La noche anterior no había podido dormir bien, se sentía agotado, física y mentalmente. Su abuelo le había insistido por que asistiera nuevamente a sus clases, no quería que su rendimiento bajara notablemente. Al principio, Tobio no estuvo de acuerdo, pero después de una charla con el mayor, aceptó, aunque ahora se arrepentía.
Las clases no eran iguales sin Shōyō, pudo notar que Kozume seguía igual, pero su rostro mostraba preocupación y constantemente se acercaba al azabache a preguntar si sabía algo del menor. Para mala suerte de Kageyama, parecía que sus hábitos de principios de año estaban volviendo. Comenzó a trabajar solo una vez más, desayunaba en la banca de siempre, solo, no hablaba con nadie que no fueran profesores o personal de la institución, y se había alejado de todos los amigos de su pareja. Sus respuestas a sus cercanos dejaron de ser oraciones para pasar a ser monosílabos, y la felicidad en su mirada desaparecía día con día, hasta llegar al punto de obtener nuevamente aquellos ojos sin vida, que deseaban no estar ahí.
— Kageyama. — Kenma se acercó a él, sentándose a su lado. Sacó de su mochila un par de folletos, que entregó al mayor. — Conseguí los folletos de los días en que te ausentaste, todo lo necesario está aquí, la próxima semana serán las pruebas.
— Bien. — Kozume asintió, poniéndose de pie. Tobio le miró bajar a su sitio y tomar asiento, esperando por el profesor.
Con el paso de unos minutos, un silencio se apoderó del sitio. El ojiazul observó la entrada, encontrándose con la última persona que deseaba ver en su vida. Hitoka se encontraba ahí, en la entrada del salón con una pequeña venda en su mejilla y nariz, sus ojos se veían cansados y su labio estaba roto. "Oikawa no se contuvo para nada" Pensó Kenma, mirando a la chica por unos segundos. Tobio sintió un tic en su ojo, y cuando notó las intenciones de la chica por querer acercarse a él, recogió sus cosas y salió del salón bajo la curiosa mirada de los presentes.
No, no estaría en la misma clase que esa mujer, mucho menos en la misma banca, no por ahora. Kageyama sentía que, si tenía a la agresora de su pareja tan cerca, olvidaría la diferencia entre ambos y acabaría con ella.
Kenma se giró un poco para mirar a la rubia, quien cabizbaja tomó asiento en donde estuvo anteriormente el azabache. Elevó una ceja, incrédulo.
— ¿Tienes el coraje de volver a este lugar después de lo que has hecho? — Preguntó Kozume, mirando a la chica quien no tardó en posar sus ojos marrones sobre él. — Realmente te creía en una celda, es impresionante lo que el dinero es capaz de hacer.
— ¿Por qué actúas así? — Kenma dejó caer su cuaderno con fuerza sobre la mesa, sobresaltando a la chica.
— ¡¿Qué por qué actúo así?! ¡¿Acaso ya lo has olvidado?! ¡Mi amigo está en coma por tu culpa! — Exclamó, enfadado. — Oikawa es humillado por tus amigos, Hinata está en el hospital y Kageyama ha entrado en depresión. ¿No es suficiente? ¿No te cansas de dañar a la gente de tu alrededor? — Hitoka le miró por unos segundos antes de apretar los labios y apartar la mirada.
— Lo siento.
— Y mágicamente has cambiado. — Rió con ironía. — A ti, Hitoka, no te creería ni el Padre Nuestro. — Se giró, dándole la espalda una vez más a la rubia.
Yachi le observó por unos segundos frunciendo su ceño, Kozume Kenma, era realmente una molestia, y no podría hacer nada, estaba entrando en la lista negra de la universidad, y tenía a muchas personas que podían defenderle si actuaba en su contra, entre ellas Kuroo y Oikawa, personajes importantes en el sitio que ya estaban en su contra, y eso la ponía en desventaja. Hitoka estaba teniendo graves problemas, si Bokuto y Wakatoshi también se unían a esos dos, su vida estaría arruinada, no podía tener a todas las personas importantes en su contra o se vería en la obligación de abandonar la universidad, y probablemente sus padres la enviarían al extranjero a terminar sus estudios.
Las clases dieron inicio, Tobio no se presentó después de ver a la rubia. Kenma se encargó de tomar notas para entregárselas al azabache más tarde, los últimos días se habían conocido un poco más, a pesar de que el ojiazul le daba al menor respuestas cortas y frías.
A la hora del desayuno, Kozume fue a la cafetería, en donde se encontró con su pareja, quien le guió a la mesa en donde se sentaba su grupo de amigos.
Eran un grupo de amigos bastante grande, y este grupo se dividía a su vez en otros grupos. El grupo de Oikawa, el de Kuroo, el de Bokuto y el de Ushijima, aunque siempre estaban la mayoría juntos.
— Hey. — Saludó Semi al ver llegar a Kenma, quien sólo sonrió, los conocía bien, pero aun así le incomodaba estar rodeado de tantas personas.
— Kenma. — Cierto bicolor se acercó hasta él, tomado de la mano a su pareja. — ¿Sabes cómo sigue el chico de pelo de mandarina?
— Es Hinata, Bokuto, no seas irrespetuoso. — Pidió Akaashi a su lado.
— Lo siento, lo siento.
— Él está bien. — Suspiró. — Al menos eso dicen los doctores, pero aún no despierta, sigue en coma.
— Lo siento mucho, Kenma, espero que se recupere pronto, hemos notado a Kageyama... Distante. — Habló nuevamente el ojiazul. — Entiendo lo mal que la está pasando.
— Siempre ha sido así, pero ahora es peor. — Apretó sus labios, mirando a otro lado, en la mesa de al lado se encontraba Wakatoshi, prestando atención a la conversación entre Bokuto, Akaashi y Kozume. — ¿Qué piensan de Yachi?
— Es una perra. — Se unió Tendō, sonriente mientras se apoyaba del hombro de Bokuto. — Aún no me creo lo que dicen. ¿De veras golpeó a ese chico de primero?
— Lo hizo. — Respondió Keiji.
— Creo que deberíamos de hacerla pagar. — Bokuto golpeó su palma con su puño, determinado. — No merece continuar aquí sí ha llegado a este punto.
— Estoy de acuerdo, pero... Necesitamos el apoyo de alguien más. — Los cuatro se giraron para ver a Ushijima, quien se alejaba del sitio a paso lento.
— No le gusta involucrarse en estas cosas. — Recordó Satori, jugando con uno de sus largos mechones rojos de cabellos. — ¿No es suficiente con ustedes tres? Oikawa, Tetsurō y Bokuto, es más que suficiente.
— Sí, quizá, pero es más seguro si lo tenemos a él de nuestro lado. — Kuroo se acercó, a su lado venía Tōru junto a Iwaizumi.
— ¿De qué hablan? — Tetsurō dejó un par de sonoros besos en la mejilla de Kenma, quien no tardó en quejarse.
— Decíamos que para lograr que Hitoka se marche de la universidad, debemos hacer que Wakatoshi esté de nuestro lado. — Respondió Tendō.
— ¿Wakatoshi? — Oikawa se giró, después hizo una mueca. — No lo sé.
— Tienen razón. — Habló Iwaizumi. — Si están ustedes cuatro podrán lograrlo, después de todo son los cuatro más importantes de la universidad ¿No?
— No es para tanto. — Rió Kuroo, abrazando con fuerza a Kozume, quien intentaba alejarse. — Creo que el mismo Kageyama es más importante que yo.
— Por supuesto, pero Kageyama no socializa, por eso tomaste su puesto. — Sonrió Oikawa. Tetsurō le miró ofendido. — ¿Qué? ¿No has sido tú el que dijo que Kageyama era más importante?
— ¡Sí, pero no era cierto! — Tōru rió, negando. — Por supuesto que soy más importante que Tobio.
— No lo creo.
— Sí~, yo tampoco. — Tendō y Koutarō rieron, chocando sus puños.
Tetsurō hizo una mueca, soltando finalmente al rubio. Los murmullos en el sitio hicieron que el grupo se girara un poco hacia la entrada, encontrándose con una cabellera rubia que entraba al sitio con su típica expresión burlesca. Oikawa gruñó, y antes de poder ir hacia ella fue detenido por su pareja.
— No te metas en más problemas. — Recordó el moreno. — El rector ha dejado pasar el hecho de que casi acabas con su bonito rostro, tienes suerte de no ser expulsado.
— Esa perra tiene mucha más suerte de no estar aún en la cárcel. — Kenma miró por unos segundos a Hitoka antes de girarse y darle la espalda, ni siquiera tenía ganas de verla.
— Chicos, deberíamos de hablar con Kageyama. — Kozume miró a Akaashi, curioso. — Hemos hablado de todas las personas importantes de este sitio, pero... ¿No se nos olvida al involucrado? Podría decirse que en este momento el representante de la víctima es Kageyama, y su ayuda nos beneficia también.
— Akaashi tiene razón. — Apoyó Koutarō, abrazando a su pareja. — Kageyama no es un cualquiera en este sitio.
— ¿Lo buscamos?
— No. — Todos miraron a Kenma. — En este momento debe de estar desayunando, detesta que lo interrumpan, por supuesto, si son Shōyō pueden ir libremente. — Kuroo frunció su ceño.
— ¿Desde cuándo lo conoces tanto, eh?
— Desde que Shōyō se volvió mi amigo. — Respondió obvio. — Le pediré que espere un momento a la hora de la salida, aunque no será mucho tiempo, todos los días después de sus clases va a visitar a Shōyō.
— Cinco minutos serán suficientes. — Aseguró Oikawa. — Oye, Tendō.
— ¿Sí? — El pelirrojo sonrió, notando las muecas que hacía el orgulloso castaño. Tras un suspiró rendido, habló.
— Intenta convencer a Ushiwaka. — Se giró, dispuesto a irse. — Tienes de aquí a la salida para lograrlo.
— Bien, bien~. Haré lo que pueda. — Se despidió con un movimiento de manos, caminando hacia donde se había ido el castaño olivio.
Tetsurō tomó de la cintura a Kozume, y comenzó a guiarle hacia la ya reducida cola para tomar el desayuno, no quería que su pareja volviese a clases sin comer nada. Oikawa e Iwaizumi se dirigieron a algún sitio, y Bokuto junto a Akaashi decidieron quedarse en la cafetería un tiempo más.
Tras la hora del desayuno, cada uno volvió a sus respectivos salones.
Al entrar a su salón, Kenma buscó con la mirada al azabache, con la esperanza de encontrarlo allí. Agradeció a los dioses cuando observó a cierto azabache recostado sobre la mesa, descansando, subió los pequeños escalones y tomó asiento a su lado, llamando la atención del ojiazul de inmediato, quien se levantó con su ceño fruncido. Al notar que era el rubio, su ceño fruncido se relajó, agradecido de que no fuera alguien más.
— Kageyama. — Llamó Kozume, buscando las palabras indicadas. — Hablaba con los chicos, ya sabes, Kuroo, Oikawa y Bokuto... Ellos... Quieren hablar contigo a la salida.
— No se podrá. — Respondió sin más, Kenma hizo una mueca disgustado.
— No seas terco. Ellos buscan ayudarte, a ti y a Shōyō, son sus amigos después de todo. — Recordó, buscando la mirada del más alto. — Kageyama, solo serán un par de minutos, si logran convencer a Wakatoshi y tienen también tu apoyo, probablemente podrán expulsar a... Ya sabes quién. — Tobio le miró durante unos segundos antes de cerrar sus ojos y suspirar cansado.
— Bien. — Kozume sonrió. — Cinco minutos.
— Solo serán cinco minutos, te lo prometo. — El rubio tomó su celular, poniendo un mensaje a su pareja para que le avisara a los demás que se vieran en la salida, Tetsurō respondió segundos después, asegurando que lo haría.
Ese día, Kozume decidió quedarse al lado del ojiazul, para estar pendiente de él, y para que cierta chica no fuese a molestar como solía hacerlo. Una vez las clases comenzaron, cada quien se dedicó a pensar en sus cosas, hasta que fue la hora de la salida.
Kageyama se colocó de pie y recogió sus cosas con rapidez, Kenma negó, sabía lo desesperado que el azabache estaba por terminar con esto e ir corriendo al hospital para ver a su pareja, lo entendía, sabía lo mucho que Kageyama estaba aferrado a Shōyō.
Ambos salieron de su salón y se dirigieron hasta la salida, allí se encontraban ya Oikawa e Iwaizumi, esperando por los demás. Al acercarse, esperaron por unos segundos hasta que apareció Kuroo, y momentos después se acercaron Akaashi y Bokuto.
— ¿No saben nada de Tendō y Ushijima?
— Parece que no vendrán. — Oikawa suspiró. — Bueno, supongo que sólo seremos nosotros.
— Kageyama. — Tetsurō le miró antes de sonreír. — Tú sabes que todos estamos de tu lado, nadie quiere aquí a esa chica. — Tobio asintió. — Buscaremos la forma de hacer que se vaya.
— Deberíamos de pedir apoyo de nuestras familias de todas formas, ellos sabrán que hacer. — Comentó Bokuto.
— Si~, bueno... No estoy tan seguro de eso. — Agregó Tōru, rascando su nuca nervioso.
— Vamos, debes de hablar con tus padres de nuevo en algún momento. — Iwaizumi le tomó de los hombros, mirándole a los ojos. — Hacemos esto por Hinata, no por un cualquiera. — Oikawa hizo una mueca, asintiendo.
— Lo pensaré.
— ¡Chicos~! — Todos giraron sus cabezas hacia el pasillo, encontrándose con cierto pelirrojo acompañado por cierto castaño olivio. — ¡Lo he conseguido!
— Genial. — Susurró Kenma, agradecido. Kageyama hizo una mueca al encontrarse frente a frente con Wakatoshi, quien suspiró cansado mirando a todos.
— Tendō me ha hablado de la situación. — Comentó el castaño. — No me agrada del todo la idea de unirme a esto, pero esa mujer actuó en contra de él en varias ocasiones, y me molesta, prefiero acabar con todo esto de una vez.
— Debemos de llevarla a juicio. — Habló Iwaizumi. — No podemos dejarla libre y que siga haciendo de las suyas por ahí.
— Iwa-chan tiene razón. — Oikawa sonrió, abrazando a su pareja. — Por mí esa perra puede irse al infierno.
Tetsurō asintió de acuerdo. Akaashi miró a Bokuto quien llevó una mano a su mentón, pensando en algo.
— Sí, puedo hablar con mi padre, es abogado, puede ayudarnos. — Kageyama asintió mirando nuevamente la hora por vigésima tercera vez en la tarde, estaba desesperado, no podía esperar un minuto más por ir a ver a su pareja al hospital.
Tobio tocó suavemente el hombro de Kenma, quien se giró y notó como el azabache hacía una seña con sus manos, indicando que se iría.
— Es hora de que Kageyama se vaya. — Avisó el rubio. — Ve, hablaremos mañana para acordar lo que haremos.
— Bien. — El ojiazul se giró, caminando hacia el auto que le esperaba en la salida para llevarle al hospital.
Kuroo y Kenma también debían de irse, así que poco a poco se marcharon todos, hasta que solamente quedaron Oikawa, Iwaizumi y Akaashi, dos de ellos quienes residían en las habitaciones de la universidad, y uno de ellos quien tan solo se encargaba de cuidar de su pareja.
Kageyama se apoyó en la ventana, mirando por la misma durante el camino. En diez minutos llegaron al hospital, y no tardó en bajar y caminar con rapidez a la recepción. No fue necesario decir nada, las enfermeras ya sabían quién era y qué hacía allí, así que le dejaron pasar de inmediato. El azabache subió por el ascensor a la habitación a la que habían trasladado a su pareja y no tardó en entrar.
Una vez más, no encontró nada diferente. En la camilla esperaba Hinata, con sus ojos cerrados y sus extremidades estiradas, sin moverse, sin hacer nada.
Kageyama suspiró y tomó asiento en la silla al lado de la camilla, tomando una de las manos de Shōyō y acariciando con sus pulgares el dorso de la misma. Las heridas en su rostro comenzaban a penas a desaparecer, y se sentía aún pésimo por no haber llegado ese día a tiempo. Si tan sólo hubiese corrido más rápido, o si tan sólo hubiese estado un minuto antes allí... Quizá así no tendría que ver a su pareja en una camilla, inmóvil.
— Kageyama. — El azabache giró su rostro, encontrándose con el doctor, quien suspiró y se acercó. — Veo que aún no despierta. ¿Has intentado hacer lo que te dije? —Tobio asintió. — Sigue intentando, no debemos perder las esperanzas.
— Lo haré. — Aseguró el ojiazul. El médico se aseguró de hacer un chequeo rápido al pelinaranja antes de retirarse y dejar nuevamente a Tobio quien suspiró, tomando la mano del menor y depositando un suave beso en sus nudillos. —... Hoy Kenma realmente se molestó, Yachi volvió a la universidad. — Rió con ironía. — Terminé por marcharme del salón... Juro que si no lo hacía terminaría cometiendo un homicidio.
Kageyama le observó por unos segundos, en su mente solo se repetía una y otra vez la misma frase: "Por favor, despierta, Shōyō". Sintió su corazón doler, no soportaba esperar un día más sin su sonrisa.
Tobio sabía que no sería fácil, debía de esperar a que el menor despertara, con suerte lo haría, y después de eso la recuperación sería dura. El médico se lo advirtió, la paciencia sería clave para su recuperación.
— "Al despertar de un coma, muchos pierden temporalmente la capacidad de caminar, hablar, e incluso comer, la paciencia será tu mejor amiga cuando Hinata despierte, tendrán que empezar de cero, juntos".
El azabache estaría dispuesto a hacer lo que sea con tal de tenerle de nuevo a su lado, tenía esperanza, Hinata despertaría pronto, lo sabía.
— Hey. — Alguien tocó a la puerta, Tobio elevó la mirada, encontrándose con Oikawa, y tras de él estaba Yamaguchi. Kageyama les hizo una seña para que pasaran. El peliverde traía en sus manos un ramo de 'Lirios', que dejó sobre la mesa de noche. — ¿Qué tal está?
— Él está bien. — Aseguró Tobio. — Pero aún no da ninguna señal de consciencia.
— Ya veo. — Oikawa suspiró, inclinándose a dejar un suave y delicado beso sobre la frente del pelinaranja. Yamaguchi se acercó, tomando una de sus manos y dándole un suave apretón. — Aquí están tus amigos, pequeño Shōyō, estamos para ti.
— Y no olvides a Kageyama. — Sonrieron. — Nunca te ha dejado, y estoy seguro de que jamás lo hará.
Tobio acarició la mejilla de Shōyō, con suavidad, intentando disfrutar de su piel, aunque estuviese levemente rasposa por las heridas.
Esa noche Yamaguchi se marchó a las siete, y a las ocho y veinte Kageyama junto a Tōru debieron de marcharse al acabarse la hora de visitas.
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