𝓓𝓮𝓼𝓬𝓸𝓷𝓸𝓬𝓲𝓭𝓸



Observaba el techo de mi piso vibrar conforme la música que escuchaba de fondo se intensificaba, los colores se veían preciosos en mi ojos. Mis manos se sentían pesadas y me costaba moverlas, pero la sensación de hormigueo era una pasada y me gustaba, toqué mi rostro, sentía como mis dedos se hundían en mi piel, me pareció extraño pero agradable. 

De pronto, todo dejó de moverse y escuchaba el latido de mi corazón en los oídos, me quedé quieta viendo la mancha en forma de perro que había en el techo a causa de la humedad, el sabor a papas fritas del McDonalds llegó a mi mente y sonreí, quería comer. 

Me levante rápido, tomé mi chaqueta  y me la coloqué con la capucha, seguía haciendo frío, afortunadamente no hacía mucho viento pero estaba helado como la mierda. Salí, me metí al coche y conduje hasta el McDonalds más próximo, en el camino me cuestioné si tomaba el DriveThru o comía dentro del lugar, opté por lo segundo, estaba de buen humor.

Ordené una cajita feliz, la chica me miró extrañada pero me importó una mierda, elegí el juguete más lindo, no tenía ni idea de quienes eran, pero tomé el que más me llamó la atención. Me fui a sentar observé a mi alrededor, solo había una pareja en las mesas de al fondo, así que me quedé en la mesa de la ventana, así podía ver mi auto desde aquí. 

La chica trajo mi orden, comencé a devorar la hamburguesa, las papas fritas y mi Sprite, me sabían a gloria, en casa no había nada más que un bote de leche y unas galletas de chocolate, no había ido a surtir la despensa de la semana y sinceramente tenía una flojera tremenda. La puerta se abrió y entró alguien conocido, alguien que me hizo estremecerme de nuevo. 

Avanzó a la caja y ordenó algo, su celular sonó y contestó, observaba la maquina de juguetes al lado de la vitrina donde tenían los postres fríos, lo seguía con la mirada, llevaba puesta una chamarra negra y unos pantalones flojos, su cabello estaba oculto con una gorra de los vaqueros de Dallas, vaya aficionado. Bebí de mi Sprite, deseaba que no me viera pero a la vez si quería que me viera, no se, me sentía extraña. 

Tomó su orden y supuse que no me vería al salir, estaba equivocada, me vio, entrecerró los ojos y sonrío, mierda, ahí viene. 

—Hola —Me saludó, le respondí. —¿Estás sola? —Me preguntó observando que la única comida en la mesa era la mía.

—Si, ¿y tú? —Pregunté, me sentía estúpida, quizás es la pastilla, le sonreí. 

—Igual, ¿no quieres compañía? —Me reí pero me cubrí la boca, me dio risa, lo siento, sigo colocada. Le dije que vale y se sentó, hice a un lado mi desorden, abrió la bolsa y sacó su hamburguesa, una Big Mac con papas fritas grandes y refresco grade también, me reí de nuevo.

—Lo siento —Me llevé la mano de nuevo a la boca, ocultando mi gracia, me estaba dando gracia todo y no sabía si era la puta pastilla que aún me seguía pegando o los nervios que me causaba. 

—¿Andas colocada cierto? —Me volví a reír, le dije que sí, comenzó a comer, lo observaba comer, comía hermoso para mi, me observó viéndolo y me volví a reír, se rió de mi. Hubo silencio, pero me sentía bien con él, a pesar de que no hablábamos me sentía acompañada, me sentía bien. 

—¿De donde conocer a Lalo? —Le pregunté cuando terminó de comer, me miro. 

—Amigos en común, ¿tú? —Preguntó. 

—Del bachillerato —Bebió de su vaso, limpió sus labios con una servilleta y me sentía como una puta viéndolo de esa manera, me cachó.

—¿Vives por aquí cerca? —Le dije que sí. —¿Te quedan pastillas? —Me preguntó, le dije que sí, pero que era la última y la quería guardar para mañana antes de ir al trabajo. —Tengo coca, podemos hacer un intercambio. 

—Jamás me he metido eso —Le dije sinceramente.

—Vale, esta bien —Me sonrío, observé sus manos, tenía los nudillos rojos he irritados, constantemente pasaba sus manos por su nariz resoplando, es evidente que le daba a la coca. 

—Pero, igual me gustaría probar —Sonríe. Nos levantamos de la mesa y llevamos todo al basurero, salimos de ahí, me seguía de cerca pero se desvío, dijo que me seguía en su coche, me metí al mío y conduje, lo veía por el espejo retrovisor seguirme de cerca, sentía adrenalina. 

Llegamos, lo deje pasar, me daba pena que viera mi piso pero ni modo, así soy yo y en esta mierda vivo, el entró y me observaba atento. Me quité la chaqueta y la lance a la cama, se quitó la suya e hizo lo mismo. 

—¿Sabes como hacerlo o te explico?— Me preguntó una vez que ha hecho unas linean pequeñas pero finas en la mesa, las observo, muerdo mi labio. 

—Hazlo primero para verlo— Asintiendo hace tubo un papel pequeño y lo aspira, aprieta los ojos cerrándolos y se sacude levemente la nariz, me pasa el objeto y es mi turno ahora. Me acerco a la lineal y la aspiro, no me cuesta mucho problema. La lineal me pega al segundo y siento que mi cerebro se derrite en un segundo y se vuelve a formar al otro. 

—Wow... —Le digo, me sonríe. Lo observo contenta, me siento bien, me siento ligera, muerdo mi labio y de nuevo sus ojos me hacen estremecer. 

—Eres preciosa —Me dice, me derrito por sus palabras, me lanzo a él tomándolo del cuello atrayéndolo hacia mi, el entiende a lo que va y comenzamos a besarnos, mi cabeza sigue derritiéndose y regresando al a normalidad en segundos, mis manos arden y  me da calor, mucho calor. 

Sus labios se mueven sobre los míos con intensidad pero sin cruzar la lineal, me separo de él y veo que estamos ya en la cama, sus manos en mi cadera y yo sobre él, en que momento. Me observa detenidamente, veo la ligera cicatriz en su ceja y la ligera barba en su mandíbula. 

—Lo siento —Le digo, ahora me da vergüenza, estoy besándome con un desconocido en mi piso, literalmente no se nada más de él además de que se droga. Me sonríe, me bajo de sus piernas y me siento a su lado, paso con un poco de frustración las manos por mi cabello, mi cabello hecho mierda. 

—Tranquila, se lo que piensas —Me giro a verlo. —Besarte con un tipo al que a penas y conoces y que te acaba de dar una lineal de coca, no es una muy buena introducción. 

—Cierto —Sonríe de lado, toma mi mano entre la suya y observa después mi antebrazo con viejas cicatrices, cuando lo quiero quitar ya es muy tarde. 

—Estamos igual de jodidos -Lo miro a los ojos, vacíos. El efecto de la coca ha desaparecido, no me ha durado mucho, mi corazón se tranquiliza. 

Y esa noche lloré en el hombro de un desconocido que ya no era un desconocido más, esa noche le dije que no debería de estar aquí, que no debería de existir y que era una miserable. Esa noche me dijo que se sentía más o menos igual, pero si yo quería podíamos hacernos compañía, ese día le dije que no me dejara, que no se fuera porque ahora me sentía como la puta mierda, ese día él se quedó a mi lado, me dio otra lineal y le agradecí cuando me quedé dormida a su lado. 

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