La brea de los sueños
Capítulo 19
Nico
Desde el ataque, las cosas se sienten diferentes. Es extraño, y comienzo a sentir que un miedo enorme se apodera de mí cada día que pasa. Las pesadillas se vuelven cada día más grotescas. Hypnos dijo que no pasaría nada, que Okníton no podría acercarse a mí, pero tengo miedo, y esos pensamientos comienzan a ser cada vez más intrusivos. Es una desesperación enorme; no estoy seguro de cómo describirlo, pero es como esas ocasiones en las que sabes que estás durmiendo y deseas con todo tu corazón despertar de esos sueños. Así me siento yo, desesperado. Quiero que esos recuerdos, esos sueños, se alejen de mí; necesito que se vayan. No he podido dormir, siento mi cuerpo cansado, y no es para menos.
-Nico -la voz de Percy me saca de mis pensamientos. Sus ojos verdes me miran con preocupación, y me siento más vulnerable a su lado-. ¿Estás bien?
Niego con la cabeza mientras lo miro. Se acerca y me abraza con cuidado, como si tuviera miedo de que fuera a romperme. Solo me recargo en él; necesito sentir su calidez, necesito sentirme protegido.
-Tengo miedo... -declaro mientras sigo mirando una de las paredes de la habitación.
-Lo sé, pero todo estará bien. Tienes que confiar en mí y en los demás, ¿sí? -dice mirándome, y solo puedo pensar en que necesito tenerlo cerca, necesito sentirme seguro. Estar con él es simplemente agradable. Tócame, sí... El pensamiento surge en mi mente. Quiero que me toques allí... Deseo sentir algo que me ancle a la realidad. Hazme sentir que estoy respirando...Necesito saber que todo esto es real, que yo soy real. Sentir que soy humano.
Percy me sostiene más fuerte, y por un instante, el caos en mi mente se calma. Solo su presencia parece mantenerme unido, evitando que me desmorone por completo. No dice nada más, pero su abrazo se vuelve un refugio que me envuelve, bloqueando el miedo y el dolor que han estado desgarrando mi interior. Mi mente sigue repitiendo esos pensamientos, esa súplica silenciosa: Tócame, sí... Quiero que me toques allí... Hazme sentir que estoy respirando... Sentir que soy humano.
Me aferro a Percy, sintiendo el calor de su cuerpo, el latido constante de su corazón. Es un recordatorio de que aún estoy aquí, de que no me he perdido completamente en la oscuridad que amenaza con consumir todo. Su mano acaricia suavemente mi espalda, como si supiera exactamente lo que necesito en este momento, como si entendiera la tormenta que ruge dentro de mí.
-Estoy aquí, Nico -susurra Percy, su voz suave, pero firme-. No voy a dejar que te pase nada. Estás a salvo.
Sus palabras, aunque simples, son un ancla que me mantiene conectado a la realidad. Trato de creerle, trato de aceptar que no estoy solo, que hay alguien que está dispuesto a protegerme, a mantenerme a salvo de mis propios demonios. Respiro hondo, dejando que el aire llene mis pulmones, buscando esa sensación de ser humano que tanto anhelo.
Pero el miedo sigue ahí, acechando en las sombras de mi mente, recordándome que no todo está bien. Las imágenes de esas pesadillas vuelven a mí, flashes de momentos que preferiría olvidar. Cierro los ojos con fuerza, intentando apartarlas, pero son como cicatrices que se niegan a desaparecer.
-No puedo... -murmuro casi sin darme cuenta-. No puedo sacarlo de mi cabeza, Percy. Es como si estuviera atrapado en ese momento, una y otra vez.
Percy se aparta un poco, lo suficiente para que pueda ver su rostro. Sus ojos verdes brillan con determinación, pero también con una comprensión que me hace sentir menos solo, menos perdido.
-Vas a superarlo, Nico -dice con convicción-. Puede que no sea hoy, ni mañana, pero vas a salir de esto. Y yo estaré aquí, a tu lado, cada paso del camino.
Quiero creerle. Quiero pensar que algún día este dolor y este miedo serán solo un recuerdo lejano. Pero por ahora, solo puedo aferrarme a él, a su promesa, y esperar que su fuerza sea suficiente para los dos.
Percy me sigue sosteniendo con ese abrazo cálido que parece mantener el caos a raya, aunque sea por un momento. Pero sé que no es suficiente. Las pesadillas, el miedo, todo sigue ahí, justo debajo de la superficie. Necesito hablar, aunque no estoy seguro de cómo empezar. Mis labios se mueven, pero las palabras parecen atorarse en mi garganta.
Finalmente, respiro hondo y susurro, con voz temblorosa:
-Percy... tengo miedo de dormir.
Percy me mira con atención, su expresión cambia, se vuelve más seria, más protectora. No me interrumpe, espera a que continúe.
-Cada vez que cierro los ojos... -mis palabras salen entrecortadas, como si el solo hecho de pronunciarlas fuera demasiado-... es como si volviera a estar allí, en ese momento. Las pesadillas... son tan reales. Hypnos dijo que Okníton no podría acercarse, pero... siento que algo malo va a pasar si duermo. No quiero dormir, Percy. No quiero cerrar los ojos y volver a vivirlo.
Mis manos se aferran a la tela de su camiseta, temblando ligeramente. Es como si, al decirlo en voz alta, el miedo se volviera aún más palpable, casi tangible. Una parte de mí espera que Percy tenga alguna respuesta, alguna solución mágica que pueda hacer desaparecer todo esto.
-No sé cómo hacer que se detengan... No quiero sentir esto cada noche, no quiero seguir viviendo con este terror.
Percy me acaricia el cabello con una suavidad que casi duele por lo reconfortante que es. Sus dedos pasan por mi cabeza en un gesto que intenta calmarme, y por un momento, pienso que podría funcionar.
-Nico, es normal tener miedo después de lo que pasó. -Su voz es un murmullo lleno de cariño y comprensión-. Pero no tienes que enfrentarlo solo. No te dejaré solo, no mientras me necesites. Si no puedes dormir, estaré contigo, aquí, despierto, hasta que el sueño llegue por sí solo. Y si vuelven las pesadillas, te despertaré, estaré aquí para recordarte que estás a salvo.
Cierro los ojos, dejándome llevar por sus palabras, aferrándome a esa promesa. Quiero creerle, quiero confiar en que estará aquí, que no me dejará solo en la oscuridad.
-Gracias... -murmuro, sintiendo que una parte de la presión en mi pecho se alivia, aunque sea un poco-. Solo... no me dejes, Percy. No creo que pueda soportarlo solo.
-No te preocupes, Nico. No te voy a dejar. -Percy aprieta su abrazo, y por primera vez en mucho tiempo, siento que tal vez, solo tal vez, podría haber algo de esperanza.
Pero el miedo aún está ahí, acechando en la oscuridad. Y aunque no lo diga en voz alta, sé que esta batalla está lejos de terminar. Percy se queda a mi lado, sosteniéndome como si fuera mi ancla en un mar de oscuridad. Poco a poco, el agotamiento empieza a vencerme, y aunque no quiero cerrar los ojos, mi cuerpo no puede resistir más. Me aferro a su promesa mientras el sueño me envuelve, llevándome de nuevo a ese lugar que tanto temo.
Pero esta vez, no hay consuelo en el sueño. Desde el momento en que mis ojos se cierran, siento la presencia opresiva de Okníton, como una sombra que se cierne sobre mí. El ambiente se vuelve denso, sofocante, y sé que estoy atrapado nuevamente en una pesadilla, pero esta vez es diferente.
El paisaje a mi alrededor es oscuro y distorsionado, como si estuviera en un reflejo quebrado de la realidad. Las paredes del departamento de Percy parecen deformarse, extendiéndose hacia el infinito, cubiertas por sombras que se retuercen como si tuvieran vida propia. Y entonces lo veo: Okníton, de pie en medio de la habitación, su figura alta y oscura contrastando con el espacio distorsionado a su alrededor. Su sonrisa torcida se extiende de manera antinatural, llena de burla y malicia.
-Nico... -su voz es un susurro gélido que parece resonar en todas partes a la vez-. Qué fácil ha sido, realmente no esperaba que te rindieras tan pronto.
Intento moverme, pero mis pies están clavados al suelo. Mi cuerpo no me responde, como si estuviera atrapado en el sueño. Solo puedo mirar mientras Okníton avanza hacia mí, sus ojos oscuros fijos en los míos, disfrutando de mi miedo.
-¿Sabes? -continúa, su tono casi burlón-. Hypnos pensó que podría protegerte con esas barreras y amuletos. -Hace un gesto con la mano, y una de las sombras alrededor de nosotros se transforma en una imagen del departamento protegido, las barreras brillando con una luz suave-. Pero lo que no consideró es que yo no necesito forzarme a entrar cuando tú mismo me abres la puerta.
Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando entiendo lo que está diciendo. Las pesadillas... él las ha estado utilizando como un portal, un camino directo a mi mente. Hypnos protegió el departamento, asegurándose de que Okníton no pudiera entrar físicamente, entregó amuletos para que no pudiera atacar a nadie desde afuera. Pero nunca pensó que Okníton podría manipular mis sueños, usar mi miedo como un ancla para arrastrarse hasta mí.
-¡No! -intento gritar, pero mi voz sale débil, apagada por la opresiva presencia de Okníton.
Él se ríe, una risa que retumba en mi cabeza como un eco distorsionado.
-Sí, Nico. Tu miedo, tu desesperación... todo eso me ha permitido atravesar las barreras. Y ahora que estoy aquí, puedo alimentarme de tu sufrimiento. Gracias por la invitación.
Su figura se acerca más, y puedo sentir cómo mi propia energía comienza a desvanecerse, succionada por la presencia de Okníton. Es como si estuviera drenando mi fuerza vital, dejándome más y más débil con cada segundo que pasa.
-Tócame, sí... -murmura, repitiendo las palabras que habían estado resonando en mi mente antes de quedarme dormido-. Quiero que me toques allí, Nico. Hazme sentir que estoy respirando... Hazme sentir que estoy vivo.
Pero sé que no es él quien se siente vivo; soy yo quien se desvanece, atrapado en esta pesadilla de la que no puedo despertar.
-Esto es solo el comienzo, pequeño hijo de Hades -susurra, inclinándose sobre mí-. Tu miedo es mi entrada, y no me iré hasta que no quede nada de ti.
Las sombras se cierran sobre mí, y el mundo se oscurece completamente. Mi corazón late desbocado en mi pecho mientras siento que todo lo que soy comienza a desmoronarse.
-¡Percy! -grito, un último intento desesperado por liberarme, pero sé que no me escuchará. Aquí, en esta oscuridad, estoy solo. Y entonces, todo se desvanece, dejándome en una oscuridad absoluta, atrapado en el dominio de Okníton.
✩⊱
Percy
Nico se quedó dormido en mis brazos, algo que me hizo sentir un alivio momentáneo. Pensé que, al menos por un rato, podría descansar de todo ese miedo que lo había estado consumiendo. Pero ese alivio no duró mucho. Comencé a notar que algo no estaba bien. Nico no se movía, ni siquiera un poco. Su respiración se volvió superficial, casi imperceptible, y su rostro se contrajo en una mueca de dolor.
-Nico... -susurro, sacudiéndolo suavemente para despertarlo-. Nico, despierta.
Pero no hay respuesta. Lo sacudo un poco más fuerte, el pánico comenzando a apoderarse de mí. Sus ojos están cerrados con fuerza, como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no puede escapar. Intento llamarlo de nuevo, esta vez con más urgencia.
-¡Nico, despierta! ¡Por favor, despierta!
No reacciona. El miedo se transforma en una bola fría en mi estómago. No sé qué hacer. ¿Y si no puedo despertarlo? ¿Y si está atrapado en algún lugar donde no puedo alcanzarlo?
Entonces lo noto. Un líquido oscuro, espeso, empieza a filtrarse desde varios puntos de su cuerpo, manchando la ropa y la cama. Parece... brea. Mi corazón se acelera aún más, casi hasta el punto de doler. No tengo idea de qué está pasando, pero sé que no es algo bueno.
-¡Morfeo! -grito, mi voz llena de desesperación.
Morfeo llega casi de inmediato, y su rostro se torna grave al ver lo que le está pasando a Nico. Sin perder un segundo, se acerca, observando con atención cómo la brea sigue saliendo de Nico. De repente, me aparta con una urgencia que nunca antes había visto en él.
-Percy, aléjate -dice, su voz firme pero cargada de preocupación-. Esto es obra de Okníton.
-¿Qué significa eso? ¿Qué está pasando? -pregunto, aterrorizado.
-Okníton ha encontrado una manera de usar las pesadillas de Nico para llegar a él. La brea que ves es la manifestación física de su influencia, un símbolo de que ha conseguido atravesar las protecciones que Hypnos colocó.
Morfeo se pone en acción rápidamente, sin perder más tiempo. Saca un pequeño objeto, una especie de talismán, y lo coloca sobre el pecho de Nico. Pero incluso mientras lo hace, puedo ver que está preocupado. No sabe si esto funcionará.
-Matthew -llama, y su cuervo, que había estado observando desde un rincón oscuro, se adelanta-. Ve a la Ensoñación. Busca a Hypnos y dile que necesitamos su ayuda. ¡Ahora!
El cuervo, siempre con esa actitud despreocupada, asiente con un gesto rápido y vuela hacia la ventana abierta, desapareciendo en la noche. Morfeo se queda observando a Nico, su rostro serio mientras el talismán brilla débilmente, intentando hacer retroceder la influencia de Okníton.
Me siento impotente, mirando cómo mi amigo sigue atrapado en esa pesadilla, incapaz de despertarse. Todo lo que puedo hacer es esperar que Matthew regrese pronto con Hypnos, antes de que sea demasiado tarde.
Todo pasa demasiado rápido.
El talismán en el pecho de Nico brilla con más intensidad, pero en lugar de detener la brea, parece que su cuerpo comienza a desvanecerse. Primero es un leve parpadeo, como si estuviera perdiendo consistencia, pero luego... luego se hace más evidente. La brea se extiende, y el cuerpo de Nico se vuelve translúcido, como si se estuviera descomponiendo en sombras.
-¡No, no, no! -grito, tratando de aferrarme a él, pero mis manos pasan a través de su forma cada vez más insustancial.
Morfeo se queda petrificado, su rostro reflejando una mezcla de horror y desesperación. Antes de que pueda reaccionar, un viento helado atraviesa la habitación, y de repente, Hypnos está allí, sus ojos dorados resplandeciendo con un poder que rara vez muestra. Sin perder tiempo, extiende sus manos hacia Nico, concentrando su energía en intentar detener lo que está ocurriendo.
-¡No te vayas, Nico! -grita Hypnos, su voz llena de una autoridad y desesperación que nunca había escuchado antes-. ¡Quédate conmigo!
Pero es inútil. A pesar de todo el poder que Hypnos está canalizando, el cuerpo de Nico sigue desvaneciéndose, la brea consumiéndolo por completo hasta que... desaparece. Solo queda el vacío donde estaba, un silencio que grita la pérdida en la habitación.
El mundo parece detenerse por un momento. No hay sonido, no hay movimiento. Solo un vacío que lo consume todo. El aire se siente pesado, lleno de desesperanza, y la realización golpea con fuerza brutal: hemos perdido a Nico.
-No... -mi voz es apenas un susurro. Caigo de rodillas, sintiendo como si el suelo se desmoronara bajo mí.
Morfeo se aparta de nosotros, sus ojos llenos de un dolor insoportable. Da un paso hacia atrás, luego otro, y de repente, gira sobre sus talones y sale de la habitación, su cuerpo tenso, temblando con una rabia contenida.
-¡Morfeo, espera! -grito, levantándome y corriendo tras él.
Lo alcanzo en el pasillo, donde se detiene y golpea la pared con su puño. Su respiración es errática, y puedo ver que está luchando por mantener el control.
-Todo es mi culpa -dice, su voz rota por la frustración-. Todo esto... todo lo que ha pasado... es por mi culpa.
-No, no es cierto -le digo, intentando calmarlo, aunque siento el mismo dolor que él-. Esto no es tu culpa, Morfeo. Fue Okníton... él...
-¡Pero fui yo quien lo atrajo! -me interrumpe, girándose para mirarme con una desesperación cruda-. Si no hubiera estado aquí, si no me hubieran castigado... ¡Okníton no habría podido hacerle esto a Nico! ¡Él solo quería vengarse de mí!
En ese momento, Hypnos aparece detrás de nosotros, sus ojos cargados de una profunda tristeza. Se acerca a Morfeo y coloca una mano en su hombro, intentando brindarle algo de consuelo.
-Morfeo, no es tu culpa -dice Hypnos, su voz suave pero firme-. Okníton es el responsable de todo esto, no tú. Él aprovechó la situación, se alimentó del miedo de Nico, pero no es por lo que tú hiciste o dejaste de hacer.
Morfeo aparta la mirada, su rostro endurecido por la culpa que se niega a soltar.
-Pero si no fuera por mí, Nico estaría aquí... -susurra, su voz quebrándose.
-No podemos cambiar lo que ha pasado, hermano -dice Hypnos, con un peso en sus palabras que denota la gravedad de la situación-. Pero no podemos dejar que Okníton gane. Si permitimos que esta culpa te consuma, él habrá logrado exactamente lo que quería.
Quiero decir algo, pero me siento atrapado entre su desesperación y la mía. Perdimos a Nico, y nada de lo que digamos puede cambiar eso. La pérdida pesa sobre nosotros como una carga insoportable, y el dolor es un recordatorio constante de lo que hemos perdido. Pero también sé que, por mucho que duela, no podemos dejar que Okníton destruya lo que queda de nosotros.
-Tenemos que encontrar una manera de salvarlo -digo finalmente, mi voz firme a pesar de la desesperación-. No podemos rendirnos.
Hypnos asiente, su mirada fija en Morfeo, esperando que él también lo haga. Por un momento, parece que Morfeo está a punto de desmoronarse, pero finalmente, respira hondo y asiente, aunque su expresión sigue cargada de culpa.
-Lo encontraremos -dice Morfeo con determinación-. No dejaré que Okníton gane.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top