El regreso del dios de los sueños
Capítulo 23
Morfeo
Todo era oscuridad, un abismo sin fin que me envolvía como una pesadilla interminable. Sin embargo, lentamente, la sombra comenzó a desvanecerse, y mis ojos se abrieron, vacilantes, al despertar. Encima de mí, se extendía un cielo estrellado, vasto y profundo, como un lienzo negro salpicado por luces titilantes, suaves y distantes. A mi alrededor, columnas de mármol negro se alzaban imponentes, creando una atmósfera etérea y onírica. Todo esto me resultaba familiar, aunque no podía recordar por qué.
Cerca de mí, un cuervo posaba sobre una de las columnas, sus plumas brillando con un destello sobrenatural. Matthew. Mi fiel compañero. Su presencia era como un ancla en medio de la niebla de confusión que invadía mi mente. A pesar del desconcierto, había algo en él que me transmitía calma.
—Has regresado —dijo una voz suave, tan profunda como el mismo sueño. Era Hypnos. Se acercó, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y alivio, como si cargaras la carga de viejas memorias compartidas.
—¿Qué ha pasado? —pregunté, mi voz temblorosa, como si las palabras no quisieran salir. Lo último que recordaba era la lucha, el caos, el sacrificio que había hecho. Mi mente parecía atrapada en una neblina pesada, como si todavía estuviera soñando.
—Tu sacrificio fue suficiente para expiar tus pecados —respondió Hypnos, su tono suave pero firme—. Los dioses te han devuelto tu divinidad. No moriste, solo estuviste inconsciente. Has permanecido dormido durante un largo tiempo.
Un torbellino de pensamientos me azotó, una ola de temor y ansiedad. —¿Cuánto tiempo ha pasado?
—Han pasado dos años mortales —dijo, y aunque su voz seguía serena, no pude evitar percibir la sombra de preocupación que se asomaba en sus ojos.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Dos años. ¿Qué habría ocurrido en el mundo? ¿Y Thomas? La urgencia de ver a Thomas me invadió de inmediato. Necesitaba verlo, abrazarlo, saber que seguía allí, esperándome.
Sin pensarlo, me levanté de la cama. El impulso fue inmediato, imparable. No podía quedarme allí ni un segundo más.
—¿Dónde está? —pregunté a Hypnos, mis palabras saliendo atropelladas, ansiosas—. Necesito verlo.
—Está bien —respondió Hypnos, aunque su rostro reflejaba una sutil preocupación—. Ha estado esperando. No ha perdido la esperanza.
Mi corazón dio un brinco en mi pecho, la ansiedad apoderándose de mí. Sin pensarlo, comencé a caminar, mis pasos rápidos, como si cada movimiento me acercara más a lo que había perdido. Atravesaba el espacio nebuloso de la Ensoñación, un lugar que ya no me pertenecía, pero al que debía regresar para encontrarlo.
Recorría un sendero entre recuerdos, imágenes fragmentadas de lo que una vez fue, llenas de promesas de reencuentro. Cada paso estaba impregnado con la esperanza de hallar a Thomas, de volver a abrazarlo, de no permitir que el tiempo nos separara otra vez. Había luchado para redimirme, para cumplir con el sacrificio que me había sido dado, pero todo eso no significaba nada si no podía recuperar a la persona que más importaba en mi vida.
A medida que me acercaba al lugar donde sabía que encontraría a Thomas, mi corazón palpitaba desbocado. ¿Cómo habría estado? ¿Se habría sentido solo? ¿Sentiría todavía mi ausencia? ¿El vacío que dejé al irme? Todo lo que deseaba era abrazarlo, asegurarle que todo iba a estar bien, que la oscuridad entre nosotros había quedado atrás, que ya no habría más separaciones. Estaba decidido. No permitiría que el destino nos volviera a separar.
✩⊱
Estaba en el mundo mortal, sintiendo la vibrante energía que me rodeaba. Matthew estaba a mi lado, guiándome con una confianza tranquila mientras caminábamos por las calles que me eran familiares, pero al mismo tiempo ligeramente diferentes después de tanto tiempo. Mi corazón latía con una mezcla de ansiedad y esperanza, sabiendo que pronto estaría con Thomas. Sin embargo, una sombra de duda persistía en mi mente: ¿Cómo reaccionaría al verme después de tanto tiempo?
Matthew, percibiendo mi inquietud, me miró con una complicidad silenciosa, como si pudiera leer mis pensamientos.
—Lo hará bien. Solo dale tiempo, jefe —dijo, su voz calmada, casi como un recordatorio de que el tiempo no siempre tiene que ser un enemigo.
Asentí, aunque mis pensamientos seguían corriendo descontrolados. No podía evitar preguntarme cómo habría cambiado Thomas en mi ausencia. ¿Habría olvidado? ¿Habría encontrado la paz sin mí?
Finalmente, llegamos al departamento de Thomas, y al alzar la mano para golpear la puerta, sentí un ligero temblor en mis dedos. El momento había llegado, y con él, toda la incertidumbre que había estado rondando en mi mente. Pero no había espacio para las dudas; ya no podía volver atrás. Con un solo impulso, toqué la puerta.
Los segundos parecieron alargarse interminablemente, cada uno más pesado que el anterior, hasta que finalmente, la puerta se abrió.
Allí estaba él, Thomas, con una expresión de sorpresa que iluminaba su rostro. Y antes de que ninguno de los dos pudiera decir una palabra, nos lanzamos el uno hacia el otro, como si el mundo entero se desvaneciera a nuestro alrededor. El abrazo que compartimos no era solo físico; era un abrazo de amor, de dolor, de pérdida y, sobre todo, de reencuentro. La calidez de su cuerpo fue el bálsamo que mi alma había necesitado durante tanto tiempo. Toda la confusión y la quietud de la Ensoñación se desvanecieron en ese instante.
Nada más importaba en ese momento. El tiempo dejó de existir mientras permanecíamos así, abrazados, sumidos en una quietud compartida que solo podía provenir de un amor que no había muerto, sino que había estado esperando su regreso.
Cuando finalmente nos separamos, nuestros rostros estaban tan cerca que pude sentir su aliento, cálido y reconociendo. Sin pensarlo, nos besamos, un beso corto pero lleno de significado, como si encapsulara toda la espera de eones en un solo acto.
—Nunca perdí la esperanza de verte —dijo Thomas, su voz temblorosa, cargada de emoción, como si las palabras no pudieran contener todo lo que sentía.
Mi corazón se contrajo ante sus palabras, y no pude evitar disculparme, sintiendo la carga de mi ausencia.
—Lo siento por haber demorado tanto.
—No importa —respondió, su sonrisa iluminando su rostro de una manera que solo él podía hacer—. Lo único que importa es que estás aquí ahora.
Nos abrazamos de nuevo, esta vez con más fuerza, como si el mundo pudiera derrumbarse a nuestro alrededor y nada podría separarnos. La calidez de su cuerpo me envolvía, dándome un refugio que nunca supe que necesitaba, y en ese instante, supe que, por fin, estábamos juntos. Y que estaríamos juntos por mucho tiempo más.
Finalmente, rompimos el abrazo, pero el vínculo entre nosotros seguía intacto. Me sentí más fuerte, más completo. El futuro, incierto como siempre, se abría ante nosotros, pero esta vez, estaba decidido a enfrentarlo con él, a su lado. Porque, por primera vez en mucho tiempo, sabía que nada podría separarnos de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top