|CAPÍTULO 9: Malevolencia|

No podría describir aquél sentimiento por mucho que ella pensara en ello, no podía luchar contra las fuerzas e impotencia de su cuerpo al sucumbir a los sollozos, hasta que gritos ahogados por las lágrimas sólo se alcanzaban a escuchar en esos pasillos solitarios, y ahora sin un rey, más solos que nunca.

Asgore acababa de morir, su muerte estaba a la vuelta de la esquina, apesar de haberse preparado para cuando esos momentos llegaran, sin embargo, era demasiado pesar para ella, como un balde de agua fría lleno de pirañas que empezaban a arrancar pedazos de su ser y alma de forma sumamente dolorosa, cada movimiento y llamado a su nombre sin ser respondido era una mordida más.

El cuerpo de Asgore sin vida fué disuelto en oscuridad transformándose en nada más que sombras al ire que la miraban despectivamente y susurraban palabras en un idima parecido al latín, eran sus demonios dejando al recipiente vacío como una cáscara sin más del qué sacar provecho. Undyne los miró impotente, aún con sus ojos cristalizados desaparecieron frente a ella juntandose con la oscuridad del salón.

No sabía si fué impresión suya, pero pudo haber jurado ver en ellos una leve sonrisa. Ver el demonio de un monstruo muerto abandonar su recipiente era muy raro e inusual de ver, ya que como dije, sólo los Monstruos Jefes tenían veracidad de la existencia de dichos seres dentro de cada uno, verlos y sentirlos. No era muy grato de ver, cómo un ser querido se iba y esos entes se llevaban su alma con ellos para nunca más volver o vagar por los lares de Nifás, después de todo, ¿qué más podrían sacar de un cuerpo totalmente muerto?

Lo único que quedó de Asgore fué su pijama de flores, ¿a dónde irían ellos? ¿se quedarán vagando por allí, o esperarán por la eternidad a la espera de un purgatorio o algo así? Era un misterio, y por la cantidad de demonios que el Rey portaba en su alma dudaba que se mantuvieran juntos por mucho tiempo.

Se limpió las mejillas con la única tela que esa armadura traía en su cuello y sostuvo la ropa de Asgore, temiendo dañar la delicada tela con sus grasientas manos. Las lágrimas picaron otra vez sus ojos, pero se detuvo.

Ahora estaba sóla, completamente, al verse sin Asgore y sin el padre que él solía ser para ella, debía ser fuerte para mantener el orden frente a las adversidades que representaban las Ángeles y lo que había acontecido hace un momento en este salón.

«Todos tendrán muchas preguntas...»

-Lo sé... es lo que más temo -viendose completamente sóla en la habitación y comenzando a sentirse fría salió de allí, quería huir y deseaba no haber sabido que hace tan solo unos momentos el cuarto estaba cálido por el fuego mágico.

«¿Creés que las Ángeles tengan que ver?»

Undyne sintió una pulsada en su alma que la dejó pensativa, en un arrebato de emociones negativas gruñó como un animal en rabia y tiró lo primero que se le atravesó, lo cuál había sido un jarrón de granito desparramando su contenido por el suelo de mármol, entre pasos pesados y pequeños chirridos de su armadura ante los bruscos movimientos se dirigió a la salida de Kástro que estaba custiodiada por Guardias ajenos a todo, la estudiaron con cierto temor.

-Cuidad el castillo, el Rey está muerto -lanzó ese ladrido.

No pudo alcanzar a escuchar sus exclamaciones de pánico y exasperación ya que no se quedó el tiempo suficiente.

«Undyne, ¿qué piensas hacer? A Asgore no le hubiera agradado que actúes por tu cue-»

-Asgore ya no existe.

¿Qué pensaba hacer? ¿Acaso su demonio no podría ser más idiota? Pues lo que desde un principio debió encargarse por su cuenta y no dejarlo en manos de otro, ni mucho menos haberle hecho caso al cansado de Asgore, porque ahora las consecuencias de aquello le habían costado su propia vida, y por supuesto, ella se sentía fúrica sin límites, tristeza y una profunda agonía que empezaba a aumentar con cada paso que daba con las lágrimas venciendola una vez más, algo que empezaba a transformarse en ira, sus manos llenas de ese deseo de destruir y convertir su dolor en satisfacción al pensar en lo que haría.

Dejó atrás sin mirar el jardín de rosales oscuros, sin percatarse de que, una cuarta parte de ellas empezaban a marchitar.

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-son ellos... sus auras permanecen en ellas, tal vez mezcladas, pero no sé. lo son. yo sé que lo son- Sans pasó sus manos por su cráneo exaltado, abrumado con el pensamiento.-maldición, tengo suficientes problemas con mis asuntos, ¿y ahora esto?

-Pero, ¿cómo es eso posible? Se supone que las Almas puras luego de la muerte no deberían estar aferradas al Plano Terrenal, deberían haber ascendido desde hace mucho -Alphys frunció el ceño haciendo girar la silla giratoria donde se encontraba, verdaderamente aquello no le hallaba sentido, a menos que se hubieran equivocado, lo cuál lo encontraba aún más estúpido, hasta ahora no podrían haberse dado cuenta- Fate, ¿y sí no eran lo que creíamos...?

-no -le interrumpió mirándola con ojos que la escudriñaban y como una indirecta de que no siguiera hablando -. mi pequeña era el ser más puro que este mundo pudo haber tenido, yo qué sé, ¿si quiera nosotros somos lo que se supone que deberíamos? miranos, encerrados en un maldito infierno, la única solución sería el portal oscuro, y ni siquiera es una buena alternativa... mira cómo te dejó.

La reptil suspiró ladeando la mirada siempre que recordaba aquello, hace unas pocas semanas su cuerpo había estado completo, ningún fallo en su base de códigos que pudiera generarle eso... la mitad de su cuerpo estaba lleno de fallos gracias a la intervención de ese intento de Portal. Cuándo creyeron que lo habían logrado, sólo crearon una grieta que, para su mala suerte, ella había estado demasiado cerca y sin darse cuenta con medio cuerpo fuera de la cinta amarilla de seguridad.

Dolía como el infierno, sentir como cada fragmento de tu cuerpo se separaba de tu ser, de tu hogar, cómo no te sentías completamente parte de tu mundo ya que la mitad de tu cuerpo había sido absorbido por un Vacío. Al menos, Sans había neutralizado la grieta con un reactor a medio construir, y con ello destruyéndose para no ser utilizado más nunca.

Al menos, lo poco que podía hacer era poder disminuir sus fragmentos a nada. Como un tipo de teletransporte, pero seguía doliendo apesar de todo. Sans suavizó su mirada al ver que ella seguía inmersa en su melancolía con recordarlo, dirigió sus pupilas directamente hacia dónde había ocurrido el accidente y dónde deberían intentarlo de nuevo, tomando un poco de café con leche y sumergiendo un Dorito en él, ¿raro? para él no tanto.

«Deberías dejar de hacer eso, es asqueroso» notó un pequeño toque de asco en la voz que le hablaba, sonrió con burla por ello.

Dónde se supone que habían empezado, no era más que un pequeño cubículo con una gran ventana que dejaba ver todo lo que ocurría dentro de la habitación al exterior del "laboratorio", y el reactor de neutrones inservible que descansaba con una gran sábana encima a un lado del gran teclado de Alphys, que usaba para controlar las cosas allá adentro. La última vez fué una gran negligencia de su parte, ya que aunque él fuera un buen mecánico, ni con mágia podía arreglar lo que era parte de la basura. Al menos, para su consuelo, sus piezas se podían reutilizar.

-¿Qué hiciste cuando las viste?

-nada, ¿qué puedo hacer? ¿gritarles "¡hey, están siendo poseídas por dos niños a los cuáles amaba y se asesinaron uno a otro! ¡los extrañé!"? -mostró una sonrisa afilada llena de sarcasmo.

-Tal vez no haya sido mala idea -los ojos de Alphys se ladearon ante la amargura en su voz. Pero al recordar los actuales sucesos, su actitud tranquila se esfumó para dar paso a su inquietud-¿Y ahora qué pasará? Asgore ha muerto... -Alphys seguía perdida, pero su voz pudo preguntar, aunque más distante y casi mecánica.

-todos entrarán en caos, claramente. sin un rey ni heredero que gobierne en su lugar, todo se vendrá abajo... y todo por la culpa de un sólo ser- Alphys alzó la mirada por lo que había dicho esperando que dijera algo más, pero ni siquiera le observaba. Sus pupilas se detuvieron en un punto fijo, como atemorizado con sólo pronunciarlo.- la guardiana del tártaro e "hija" adoptiva del rey, posiblemente sea la siguiente si esto sigue así.

-Undyne... -Alphys temía por Undyne, esperaba que con la reciente muerte de Asgore ella no cometiera la locura de enfrentarse a las Ángeles. Ellas parecían inofensivas a simple vista, pero desde hace mucho aprendieron a no confiar en la pureza de un rostro.

-no podemos hacer nada... mucho menos yo en estas condiciones -miró sus propias manos que dolían, porque sentía la impotencia de no poder hacer realmente nada... ¿alguna vez ha hecho algo significativo siquiera? Se escuchó más apagado, menos entusiasta como hace unos pocos meses atrás. Al escucharlo, Alphys se alarmó.

-¡¿Nada?! ¡Dijiste que si las cosas salían mal, Papyrus-

-no -negó terco- papyrus nada... lo siento alph, pero no puedo mandar a mi hermano a estar al pendiente de... -dudó, sinceramente ya no estaba seguro de cómo llamarlas al afirmar sus sospechas- ya ni sé qué mierda son ellas.

-Pero... -como un tipo de consuelo, se abrazó a sí misma con la mirada baja en la silla, Sans la estudió por unos momentos antes de suspirar y tomar sus manos mirándola intensamente, los gliches de la mitad de su rostro se alteraron, pero no pasó a más, ni menos se dignó a mirarle aún.

-escucha... puede ser que papyrus se halla ofrecido a ayudarlas por ser el único creyente de asclepio y tener el suficiente conocimiento para cumplir sus tareas como médico, pero eso no significa que tenga que tomar mi lugar en las situaciones más peligrosas como acercarse sin mi supervisión a ellas. dije lo anterior por respaldo, pero ahora que mis dudas se aclararon dudé, y no puedo dejarlo ir sin más -la soltó, ella sintió frío de nuevo, pero derrotada para seguir discutiendo con Fate. Él era terco, como su demonio obstinado, no haría nada intentándolo.

«Eres débil, por eso no pudiste salvarla. No pudiste apartarla de aquél camino, de aquél mar en el cuál se ahogó. Solo tú pareces seguir a flote, ¿por qué? Estúpidamente egoísta» y risas.

-dame esos diagramas y comencemos de una vez.

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Unos pocos minutos llenos de angustia por el estrecho y largo puente que unía a Kastro con Termos, la atmósfera tan caliente parecía ser incluso tóxica de respirar encima de ese océano rojizo que invitaba a cualquier transeúnte a lanzarse en él, cayendo en el vil engaño hacia una muerte segura. Undyne evitaba mirar hacia abajo por lo mismo, con la vista directamente acercándose cada vez más al Tártaro, un lugar de muerte, el lugar más oscuro y profundo en el Inframundo, lugar donde los monstruos se reforman una vez que son destruidos en el mundo de los mortales.

La estructura era parecida a la de un castillo, de mármol negro y el río Flegetonte anteriormente mencionado a su alrededor para que nadie pudiera escapar de aquellas murallas que su único objetivo era mantener a sus prisioneros dentro, primero que se queme vivo antes de escapar.

Undyne llegó a tierra, deteniéndose frente a los cuatro Guardias que estaban fuera con sus armas dándoles una señal para que la dejar pasar. Dentro era el completo engaño que la cara de la estructura de afuera daba. Aquí, era oscuro y húmedo, con sólo las antorchas mágia que decoraban las paredes para dar luz tenue resaltaban entre las sombras, el techo era tan alto que sólo había oscuridad reemplazandolo, existía en el suelo una gruesa línea que iba a lo lejos y tenía símbolos extraños grabados.

Sabía exactamente dónde debía ir y no se detuvo, sin miedo alguno por las criaturas que al sentir el aura deprimente y fúrico de la Guardiana del Tártaro caminar frente a las celdas no tardaron en ascender los gritos, chirridos, las garras que sobresalían de los barrotes de Obsidiana y muchos brazos intentando alcanzarla, un total escándalo que empezaba a estresarla.

La celda estaba apartada de todas las demás, justamente al final dónde otros tuvieron el mismo destino de ambas.

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-Chara.

-¿Si, Frisk?

-¿Aún no hemos despertado?

-No... seguimos aquí -Chara había convencido de una forma u otra a Frisk de que todo era una pesadilla por haber comido muchos dulces la última noche, lo dijo con tanta seguridad que incluso ella misma comenzó a creerselo. Pero, sabía que su hermana sólo estaba fingiendo, tal vez para verla a ella feliz, Frisk no era tan ingenua.

-Está muy frío.

-Lo sé, y estas ropas no están ayudando en nada. ¿En qué mierda pensó ese esqueleto al darnos esto?

-Al menos no están rotas.

-Si, pero tengo frío, y me siento sucia. Quiero un baño y tú debes comer -bufó, buscándole vuelta al asunto y hallando lo poco de competencia que podía hacerle a su hermana, porque ni los ánimos ni las fuerzas tenía para ponerse a la defensiva.

Claramente las ropas que ellas utilizaban no eran del todo adecuadas para las condiciones en las que se encontraban, era sólo una túnica con muy fina tela (para nada conveniente) sin mangas que llegaba hasta el codo y se ceñía a la cintura. A diferencia de Frisk, Chara poseía otro accesorio en su vestimenta que resaltaba entre la blancura del vestido, y no era más que la pequeña coronilla que había encontrado en ese suelo andrajoso luego de aquél sueño.

Sólo dos antorchas grises iluminaban la pequeña sala ya que con anterioridad habían brillado cuatro, pero por alguna razón se apagaron repentinamente, el techo, las paredes, e incluso el piso parecía estar hecho de un material realmente grotesco, era oscuro, con pequeños orificios y parecía no secarse por mucho tiempo que pasara. Los barrotes, fuertes, anchos y con poco espacio intercalado para que apenas pudieran sacar una mano, quemaban al tacto. O al menos, a su tacto. Chara no sabía por qué sucedía eso, los barrotes no estaban rojos por el calor ni nada parecido que le hiciera tan alto daño, pero luego recordó que no se trataba de cualquier encarcelamiento, se trataba de un infierno literalmente real de donde ella y su hermana eran prisioneras, y las palabras de aquél esqueleto médico vinieron a ella. Con una actitud neutral, dejó de intentar acercarse a los barrotes ganándose unas buenas quemaduras como recuerdo.

La pelo corto parecía no haber recordado la prenda rojiza que con tanto amor Toriel había remendado para ella...

«¿Dónde está mi bufanda?»

Bueno, hasta ahorita.

-¡Ah! Gracias por recordarmelo -con una nueva emoción en su ser se levantó de los brazos de Chara para ir al rincón donde sus antigua vestimenta reposaba pacíficamente, parecían desear no ser irrumpidas y poder descansar en paz.

-¿Qué?

-Aquí está -como si una nueva tranquilidad viniera a ella, Frisk acercó la tela a sus brazos envolviendola en ellos y fundiendose en su aroma. Tenía un olor inusual y llamativo, helado de vainilla.

-¿Apenas es que te vienes a acordar de ese trapo? -alzó una ceja Chara al ver cómo Frisk se empezaba a poner la bufanda sobre los hombros con una sonrisa y sin prestarle realmente atención.

-Ujum.

-Ser prisionera parece estarte afectando, recuérdame nunca conseguirte un novio posesivo.

-Muy gracioso.

Estaba considerando buscar urgentemente un exorcista a su pequeña hermanita, a veces no paraba de hablar sola a la pared como si se tratara de una llamada a su mejor amiga mientras que Chara escuchaba absolutamente todo a su lado como si fuera un simple fantasma, un ser que ni siquiera estaba ahí y debía ser ignorado por el personaje principal. Se empezó a acostumbrar, raro, lento, pero lo hizo.

Todo lo que hago por ti y tú te burlas de mí por tenerle miedo a las cucarachas... Pensó, recordando tal suceso del cuál Frisk se burlaba tanto de ella como ahora Chara era la que se reía. Algo cómico a su parecer, según desde la perspectiva de Frisk.

Una puerta de metal azotarse, la misma que recordaba haber escuchado cuando los esqueletos se fueron detuvieron su agradable pensar bajandola de esa nube; aquí no existía la imaginación, no existía la paz ni mucho menos algo como el "pensamiento", los únicos instintos para vivir bajo los dominios del Hadal son la intuición, la supervivencia y el estar alerta, algo que Chara no tuvo presente, pero motivos le sobrarán para lo que vendría a continuación, una escena nada bonita para Chara que no hizo mucho caso a los pasos metálicos y el sonido de la puerta.

-Ustedes -la voz de la atacante salió desde lo más profundo de su garganta, pero se podía admirar el toque femenino en esta; agarraba del cuello a Frisk que con sólo extender el brazo pudo tomarla sin mucha dificultad al tenerla cerca. Imbécil pensó.

-¡Grraargh! -ella sólo podía patalear y quejarse, tomó el brazo metálico de su atacante mirándola a los ojos... o lo que se supone que son sus ojos, ya que la armadura cubría su rostro con totalidad. Lo único que se podía admirar era su hermosa cabellera roja como el fuego ondularse en un hermoso peinado. Sus ojos se cristalizaron por las lágrimas, y sintió su dedo cerca de sus vías respiratorias.

-¡SUÉLTALA! -podía sentir la furia de Chara tras de ella, era tan extraño escucharla gritar de esa forma, atemorizada por lo que pudiera suceder incluso más que la propia Frisk, eso hizo que Undyne sonriera complacida.

-Tu aura aumentó y cambió de color, interesante, pequeña rata. Parece ser que esta humana te interesa, bien pues, ¿qué tal si pruebo cuánto te importa? -a continuación sin bajar su mirada malintencionada, presionó sus dedos sobre las vías respiratorias de Frisk, a lo cuál Chara se dió de cuenta por la forma en la que ella empezó a forzajear y a quejarse con gritos ahogados. ¡¿Que mierda tienen con tomarla del cuello?!

«¡Frisk! ¡No te alarmes! ¡Dile a Chara que deje de provocarla! ¡Undyne odia que la enfrenten descaradamente! ¡DILE ALGO!»

Maldita sea, cuánto trataba de siquiera formular una palabra, pero no podía por obvias razones. Escuchaba a Chara sollozar y pedir a base de lágrimas que parara, Undyne parecía reir mientras sus ojos destellaban, todo aquello había pasado en sólo unos cinco segundos sin poder respirar. Parecía estar conteniendo su ira, sólo deleitándose con el sufrimiento de ellas como si de un delicioso guiso se tratara ¿por qué? ¿qué había hecho aparte de lastimarse? ¿por qué le daban ropas cómodas en medio de un calabozo y luego la trataban de esta forma? ¿dónde estaba el rey? ¿estaba cansado y se había arrepientido de ser benevolente y mandó a esta cruel monstruo para torturarla? ¡y todo lo hacía fuera de esos barrotes!

-Basta...

En un movimiento brusco apegó su rostro esos barrotes, sus brazos de metal no parecían sufrir daño alguno, ni siquiera parecían calientes apesar de ser un material que fácilmente transportaba el calor, pero su rostro contaba otra historias. Un grito desgarrador amenazó con romper su garganta al sentir media cara contra ese material que dolía como el infierno mismo, forsajeó aún más sin importar que otras partes de su cuerpo se quemaran con aquello.

«¡FRISK»

-¡BASTA!

Entre lo que se escucharía como un chirrido y doloroso grito que nunca habías escuchado de Chara, juró escuchar tras de sí otra voz, como una sombra sumergida entre las palabras de esa corta frase pronunciada con tanto dolor. Sintió, de repente, un silencio, su vista nublada, se sintió caer sobre algo duro y el agarre de Undyne cesar.

Los gritos de la espíritu que retumbaban en sus oídos ahora medio inconscientes, y un extraño pero cálido líquido salpicar su rostro. Era sangre.

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¿Y? ¿Que les pareció? :D Espero que les haya gustado! Enserio, además de ello también lo revelado con el pasado del Asgore. Habrán más capítulos así, más melancólicos, algunos más alegres, quién sabe~

Mil disculpas por la tardanza... pero el liceo me tieNE locA, arrecha, njd.

★No olviden dejar su estrellita! Lo amaría mucho ✨★ Bueno, hora de etiquetar.

LadyCleverant

soske16 saludos chama OwO

RubiRose1987 a ti también >:3 jzksjd

Chamo son las 4:07 AM D: miren lo que hago por ustedes ùnú.

¡Cambio y fuera~!

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