❁•° T R E I N T A °•❁
—¿Cómo dijiste que se llama ese muchachito? —Preguntó la mujer por quinta vez, con un tono bastante despreocupado. Sin embargo, por parte de Han Gil se ponía cada vez más ansioso al decir el nombre del peli-negro.
—Baek Dong Sun. —Interrumpió Yori mientras buscaba algún ingrediente, el castaño sólo se quedó quieto del otro lado de la barra para recordar que seguía de la receta que le había comentado su hermano.
—Oh, sí. —Rió la anciana. —Aunque, aún me extraña que Min Ki y Chin Hwa no vengan. Hace mucho tiempo que no los veo juntos.
Han Gil se giró en dirección a su pariente y sonrió algo triste. —No se preocupe, ellos están bien, sólo que... pasaron algunas cosas.
—¿Ah? ¿Qué cosas?
La mente del estudiante se llenó de recuerdos sobre aquel día que se enfrentó a Min Ki, a pesar del tiempo que ha pasado aún no era capaz de borrar cada palabra hiriente y sobre todo, la triste expresión de la persona que más le tenía confianza.
De inmediato sintió una gran presión en su pecho y las ganas de llorar por la furia eran cada vez más notorias.
No quería que esa gran amistad se fuera a la basura, porque cuando él tenía pocos días de haber llegado a Japón los únicos que se animaron a hablarle fueron Chin Hwa y Min Ki. A pesar de que él era muy cerrado en sus emociones y sentimientos, aprendió a confiar nuevamente.
Y ahora... las cosas habían cambiado.
—Ya sabe que ellos pelean por cualquier tontería.
—Uhm... adivinaré. —La mujer guardó silencio por unos segundos—. ¿Pelearon por donas?
Han Gil Había olvidado que Min Ki tiene una gran adoración por las rosquillas. Y que a veces por la tarde iban a comprar algunas de ellas para después comérselas mientras veían un hermoso y fresco paisaje verde.
—S-sí. —Rió. —¿Qué tontería, ¿no?
—Esos chicos nunca van a cambiar. —Se puso de pie y golpeó el suelo con su bastón para llamar la atención de sus nietos. Ambos no se negarón. —Si me necesitan, estaré en el cuarto.
—Si abuela.
Algunos pasos se escucharon de fondo y luego la puerta deslizarse cuidadosamente, ahora el castaño entendía que su hermano y él estaban solos.
—¿Tú crees que le guste todo esto?
—¿Aún sigues dudando de mi cocina?
—¡No! —Gritó de inmediato. —Es solo que... quiero que esto salga perfecto.
—Nada en esta vida es perfecto, solo existe lo bueno o lo malo. Ya si quieres decir maso menos, es tu pensamiento. Si el humano fuera perfecto no existirían las cirugías plásticas o los problemas de salud en general, ¿Y que hay el calentamiento global? Esa palabra ni siquiera estaría en el diccionario. Si la vida fuera perfecta, el Titanic no se hubiera hundido; y ten por seguro que no existiría toda esa gente que sale de sus hogares para luchar por un mundo justo. Si la vida no es así, es por algo, y ese algo es con el propósito de aprender. Porque esa es una de nuestras misiones por estar aquí. Ahora... sigue trabajando que la cena no se hará sola.
—Entiendo... P-pero... ya sabes que él me conoce bastante. Cuando estoy cerca de él, me pone muy nervioso.
—¿Y eso? ¿Sólo porque sabe de ti?
Han Gil dudo un poco.
—N-no es eso... Si no que...
El timbre de la casa sonó y por un momento el castaño se alarmó con solo pensar que podría tratarse de Dong Sun y su amigo. Vio rápidamente el reloj de la cocina esperando que la manecilla no estuviera apuntando en el número siete. Tras esto, su expresión cambió a una de confusión.
—¿El reloj está mal?
—Uhm... no lo sé. Esto es un poco raro.
Yori rodeó la barra y se dirigió a la entrada mientras intentaba arreglar su imagen por si acaso se trataba de los invitados. Retiró el seguro y cuando abrió la puerta, sus hombros se relajaron.
—Hola Yori.
—Es un milagro verte por aquí.
—Solo quería hablar con Han Gil, ¿Él está aquí?
—En la cocina, pasa.
El chico entró sin ningún problema y tras caminar a su destino, vio a lo lejos esa cabellera castaña estar frente al refrigerador mientras sostenía algunos alimentos con sus manos.
Rápidamente se acercó a él y lo ayudó antes de que se le cayera algo y se armara alguna escena con el mayor de la casa. Han Gil se asustó cuando sintió que le arrebataban casi todo.
—Maldita sea Chin Hwa, casi me matas de un susto.
El mencionado chasqueó la lengua. —Deberías de agradecer porque vine a visitarte.
Luego de eso Han Gil recordó que tendrían visitas.
—¿Y esa ropa? —Lo miró de pies a cabeza.— ¿Cuál es la ocasión especial para llevar eso?
—Es que... vendrán unas personas. —Le arrebató a su amigo algunos ingredientes y camino rápidamente a la barra.
—¿Unas personas? ¿Quienes?
El castaño se detuvo unos momentos para analizar la situación, y se preguntó si sería lo correcto en decirle toda la verdad.
Que esas personas son parte de su antigua vida y que todo tema relacionado con ella ocasiona un cierto conflicto.
—¿Para qué viniste?
—¡Ugh! Si quieres que me vaya solo dímelo.
—No, espera... —Reaccionó de inmediato. —Es solo que... Ya sabes, el tema de la cocina me estresa un poco.
—Y por eso eres el mesero.
Han Gil rió bajito. —Sí.
El rubio se cruzó de brazos sin apartar la vista del joven, esperando que dijera algo más.
—Chin Hwa, hay algo importante que debo decirte.
—¿Qué es?
Se pasó las manos por los pantalones para retirar cualquier rastro de sudor, temía por la reacción de su amigo y que este se alejara. Ya se sentía un poco solo como para que esto también ocurriera.
—Esas personas son especiales, ellos no solo vienen a cenar, si no que hablaremos sobre mí. —Se giró, dándole la espalda a su mejor amigo. No sería capaz de mirarlo a los ojos.
—¿Ah? ¿Qué quieres decir sobre eso? ¿Acaso son malas personas?
—¡No! —Elevó un poco la voz. —Ellos... al parecer son una parte muy importante de mi vida. —Vaciló.
El mayor apretó lo puños y caminó hasta quedarse frente a su amigo, el castaño lentamente elevó la mirada y pudo notar como sus ojos brillaban. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
—Chin Hwa... —Tragó duro. —Puedo ser capaz de recordar a uno de ellos.
HyunJack.
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