Te lo advertí
Hola, hola. 💖
Sólo para decirles que en este capítulo comen 🙈
Así que ya saben, pónganse la playlist que les hice y a los que no la tengan, les dejo el link aquí o también lo pueden encontrar en mi muro 💖
https://open.spotify.com/playlist/55ahgiJkpvOPdxWXBg2ZmI?si=NWxx799sTAO5IPc5DYMi7w&utm_source=copy-link
Sin más, que disfruten 😈
Escazas palabras había cruzado con todos en el edificio debido al incidente ocurrido el día anterior, me había mantenido con aquel semblante serio, pero no porque siguiera enojada... Bueno, puede que sí un poco, pero es que ¿Cómo pueden decir que ninguno aquí necesita terapia cuándo es obvio que les urge?
Koko tenía que soltar de una vez por todas aquel amor que murió hace años y Kaku por lo consiguiente con aquel viejo amigo del cual me contó una noche que terminé en su cama debido a lo que empezó como un "¿Vemos una película?". Ambos tenían que dejar de aferrarse al pasado pues éste no hacía más que lastimarlos, y claro que no era para menos aquellas muertes de gente que les importaba, pero las cadenas que cargan son demasiado pesadas para seguir andando con ellas los 365 días del año y las 24 horas del día.
Por otro lado, los hermanos Haitani y Sanzu, que, aunque no tenían gente que superar o al menos hasta lo que yo sabía, eso de amar romper huesos y asesinar gente, no es en absoluto sano y definitivamente tenían que platicarlo con algún profesional para descubrir que es lo que los mantenía amando esos sentimientos que les provocaba el matar gente. Aunque obviamente, no de buenas a primeras vas a llegar con un psicólogo a declararle que amas matar gente, su caso era mucho más complicado que el de los demás.
Posiblemente con Takeomi no sea algo tan fuerte como lo de los demás, pero aquella adicción a las apuestas no es algo normal, quizá él más que un psicólogo lo que necesita es internarse en un centro de rehabilitación o algo por el estilo.
Pero quien sin duda me preocupa más que todos en este edificio, es Mikey. Perder a tantas personas importantes en tan pocos años cuando únicamente eras un adolescente y después de eso tener que alejarte de tus amigos a quienes considerabas familia por algo a lo que tú llamas "impulsos oscuros" los cuales te han traído hasta donde ahora estas parado. Afortunadamente hoy en día podía conciliar el sueño, pero estoy segura de que dentro de él sigue sintiendo aquel vacío en su corazón, sé que necesita a aquellas personas como aquel pelinegro del boliche, pero también sé que no podría lograr acercarse a ellos hasta no obtener la ayuda de un profesional.
Tenía que hacer algo para convencerlos de asistir a terapía y no dudaría ni un momento en recurrir al chantaje y en volverme la victima de la situación si con eso lograba mi objetivo. Aunque de algo si estaba segura es de que no lograría que todos asistieran y si lo hacían no iban a durar ni 3 semanas en terapia, pero con que Mikey asistiera me doy por bien servida. Que comience el juego.
Hoy era el día en que le quitarían los yesos a Sanzu y estábamos en camino al hospital mientras la música sonaba a un volumen considerable dentro de la camioneta. El día nos envolvía con su cálides mientras el aire que entraba por las ventanas debido a la velocidad a la que iba se llevaba el aire del cigarrillo que compartía con Sanzu.
-¿Qué quieres comer cuando salgamos, mi vida?-Preguntó Sanzu mientras yo estacionaba la camioneta.
Hoy los demás llegarían hasta tarde pues me habían comentado que dejarían arregladas unas cosas, y según ellos estarían libres la mayor parte del día durante mucho tiempo y que me dedicarían toda la atención del mundo pues claro, intentaban recompensar mi "enojo" de alguna manera.
-Tengo antojo de yakisoba.-Tomé mi bolso del asiento trasero y bajé de la camioneta para adentrarme en el hospital.
Inmediatamente dos hombres se acercaron a mí a los cuales les pedí ayuda para que me ayudasen a bajar a Sanzu de la camioneta y llevarlo al consultorio. Después de unos minutos Sanzu por fin dejaba de ser prisionero de aquellos dos infernales yesos y la sonrisa en nuestros rostros demostraba lo feliz que ambos estábamos de aquello. El doctor dio de alta a Sanzu y salimos del hospital, esperando que dentro de mucho tiempo no volviéramos a pisar uno de no ser por algo realmente bueno.
Emprendimos camino al restaurante en donde durante la comida estuvimos conversando sobre mis sesiones con el psicólogo y yo no paraba de hablar maravillas sobre él y de lo bien que me había caído asistir a uno, claro que, aunque todo eso fuera verdad, mi intención era generarle curiosidad por asistir a uno. De alguna u otra forma tenía que generarles aquella espinita de curiosidad la cual no podrían quitarse hasta asistir a uno.
-¿Recuerdas qué sería lo primero que iba a hacer cuándo me quitaran los yesos?-Susurró contra mi oído mientras me abrazaba por la cintura para pegarme a su cuerpo.
Sentía el calor subir hasta mi rostro y mi piel erizarse ante su comentario, pues claro que lo recordaba, aquella tarde en la piscina en donde me amenazó con follarme hasta no poder caminar bien, moría de ganas por llegar a casa.
-No recuerdo.-Mentí mientras enarcaba una ceja.
-En paz descansen tus piernas.-Una de sus manos viajo hasta mi trasero y dejó un pequeño apretón.
En ese momento estacionaron mi camioneta frente a nosotros, yo no podía moverme pues su comentario me calentó hasta el punto en que si me tomaban la temperatura en ese momento lo confundirían con una terrible fiebre.
-Manejo yo.-Sanzu dejó un beso sobre mis labios y yo me quedé aun quieta en donde me dejo.
El señor que nos trajo la camioneta abrió la puerta del copiloto y estiró su mano en mi dirección para ayudarme a subir.
-¿Señorita?-Dijo el hombre al ver que no reaccionaba.
-¿Amor estás bien?-Sanzu pregunto inmediatamente después del hombre.
-Sí, sí, sí.-Dije nerviosa mientras reaccionaba de aquel comentario. -Muchas gracias.-Dije tomando la mano del señor y finalmente cerró la puerta.
-Extrañaba tanto esto.-Dijo Sanzu mientras aceleraba la camioneta emprendiendo el camino a casa.
Durante todo el camino él no dejaba de penetrarme con aquella mirada tan lujuriosa que ponía cuando estaba deseoso de mí, yo solo me limitaba a cantar y a reír por los nervios que su tacto y mirada me causaban.
-Tienes 10 segundos para huir de mí.-Dijo con aquella sonrisa traviesa en cuanto estacionó la camioneta y yo salí corriendo mientras reía.
Abrí la puerta lo más apresuradamente que pude, pero era clara la diferencia de estaturas y el tamaño de sus piernas comparadas con las mías pues no me dieron tanta oportunidad de huir ya que me alcanzó cuando estaba a punto de subir las escaleras.
-Te tengo.-Gritó cuando me atrapó por la cadera y me elevó en el aire mientras me daba vueltas.
Nuestras risas resonaban por todo el lugar vació, juntas eran la mejor melodía que podía existir en el mundo, al menos para mí. Si existiera la posibilidad de jamás olvidar un sonido, sería el de nuestras risas al unísono.
-Bájame.-Pedí riendo mientras intentaba calmar el mareo que sus vueltas me estaba provocando.
Cuando me bajo ambos no pudimos evitar tambalearnos y yo caí de sentón a la orilla de las escaleras mientras seguía riendo.
-Corres muy lento, amor.-Dijo mientras me estiraba la mano para ayudarme a levantar.
-Se llama diferencia de estaturas, cariño.-Volvió a elevarme, pero está vez envolví su cintura con mis piernas y su cuello con mis brazos.
Sus manos me sostenían del trasero y sin decir nada nuestros rostros quedaron a escasos centímetros, la sonrisa se borro de nuestro rostro y fue sustituida por aquel semblante deseoso.
-Llévame al cuarto.-Susurré sensualmente contra sus labios mientras jugaba pequeños mechones de su cabello con mis dedos.
-A mi reina, lo que pida.-Sonrió malicioso y comenzó a subir la escaleras.
Cuando entramos a su cuarto me recostó sobre la cama y lo vi entrar a su vestidor de donde salió con la correa que usamos en Okinawa, unas esposas y un pequeño fuete de cuero que hacía juego con lo anterior.
Todo lo dejó sobre la cama y se abalanzó sobre mis labios, se acomodo para quedar sobre mí y yo abrí mis piernas permitiéndole acomodarse entre ellas. Estiraba sus brazos para que sus manos pudieran acariciar desde el inicio de mis piernas hasta el final de éstas, aquel tacto tan delicado que de momentos se volvía más salvaje me generaba escalofríos por las zonas que iba tocando. Sus besos eran desesperados, demostraban el cuanto había querido tenerme en su cama de esta forma. Mordía mis labios sin mesura y su lengua peleaba con la mía para ver quien estaba más deseoso el uno del otro.
-¿Qué quieres?-Preguntó mientras su mano se abría paso por debajo de mi pantalón para comenzar a acariciar mi zona intima.
-Quiero que me folles.-Supliqué mientras mi respiración comenzaba a agitarse gracias a su toque en mi intimidad.
Comenzó a deshacerse de mi ropa hasta dejarme únicamente en ropa interior.
-Mi favorito.-Sonrió malicioso mientras elevaba la vista hacía mí. -¿Te lo pusiste para mí?-Comenzó a besar mi abdomen y sus manos acompañaban aquellos besos con caricias en mis piernas.
-Sí papi.-Contesté mientras cerraba mis ojos para permitirme sentir únicamente la sensación de su toqué.
Volvió a subir hasta que su rostro quedó a mi altura y volvió a aprisionar mis labios, con mis manos comencé a desabotonar su camisa sin quitarla. Colé mis manos por debajo de la tela y comencé a subir y bajar mis manos para acariciar su espalda.
Se separó del beso y sacó su lengua para lamer mis labios, continúo bajando hasta mi cuello en donde no dudo en dar pequeños mordiscos que me obligaron a sacar pequeños jadeos. Mis manos acariciaban suavemente sus cabellos y su lengua continuaba bajando por todo cuerpo desnudo, se detuvo en mi pecho en donde comenzó a hacer círculos por encima de la tela de encaje, aquello provoco que mis pezones comenzaran a endurecerse y él lo noto pues lo vi esbozar una sonrisa maliciosa.
Mientras daba pequeños besos sobre mi abdomen con su dedo pulgar comenzó a hacer círculos en mi clítoris sobre la tela generando que el roce me erizara la piel.
-Que mojada estás.-Dijo contra mi oído y mordió el lóbulo antes de separarse de mí.
-Te quiero dentro de mí.-Dije y se levantó para quedar sobre sus rodillas sobre la cama.
-Suplícame que lo haga.-Dijo mientras estiraba su brazo para tomar la correa.
Aquella imagen de Sanzu despeinado, con la camisa abierta dejando al descubierto su tan trabajado pecho y con la correa en mano era lo más excitante que había visto alguna vez. Podía ver su pecho subir y bajar un tanto acelerado debido a la excitación, la erección que tenía se marcaba en su pantalón y aquella mirada que tanto me encantaba me hacían desconocerme.
-Quiero que me folles como si fuera una de tus putas.-Pedí y él esbozo la sonrisa más grande que lo había visto poner alguna vez.
-Ponte de rodillas.-Dijo mientras quitaba su camisa y obedecí.
Sin decir más comenzó a colocarme la correa y amarró mi cabello en una coleta alta. Aún de rodillas comenzó a desnudarse frente y levanté una de mis manos para tocar su pecho, pero él me detuvo.
-¿Quién te ha dicho que puedes moverte o tocarme?-Me tomó del cuello y apretó de éste. -Quédate quieta.-Ordenó y me soltó de su agarré para terminar de desnudarse.
Me ponía de una manera que no podía describir ser tratada de esta manera, durante el sexo me encantaba volverme una sumisa.
-Ahora sí.-Dijo mientras me tomaba de la coleta. -Chúpalo cariño.-Dijo cerca de mi rostro y volvió a erguirse para dejar su miembro frente a mi rostro.
Relamí mis labios y lo tomé con una mano, él me empujo de los cabellos entrando de una embestida y comenzó a moverme mientras yo intentaba mantener su ritmo. Entraba y salía de mi boca demasiado fuerte ocasionando que mis ojos se cristalizaran. Comenzó a disminuir la velocidad con la que embestía mi boca y agradecí por aquello pues eso me hizo poder recuperar el aliento que estaba comenzando a faltarme.
-No llores.-Dijo mientras con su pulgar limpiaba las pequeñas lagrimas que salieron y no pude evitar reírme un poco.
Elevé un poco mi cabeza para que mi mirada se cruzara con la de él y comencé a subir y bajar mi mano por su miembro, sus jadeos salían a la par en que mi mano bajaba mientras mi lengua jugaba con su glande lamiendo los fluidos que éste expulsaba. Lo introduje lentamente en mi boca arropando su miembro con la calidez de mi boca, lo metía y sacaba de mi boca a una velocidad considerable y él echo su cabeza hacía atrás disfrutando de la sensación que mi boca le provocaba.
-Levántate.-Dijo mientras me soltaba de los cabellos y tomaba la cadena de la correa tirando de esta hacía él obligándome a levantar. -Que obediente cielo, creo que mereces un premio.-Sonrió maliciosamente y tiró de la cadena llevándome hasta la orilla de la cama.
Lo vi estirarse hasta que alcanzó las esposas y sin decir nada me dio media vuelta dejándome de espaldas a él, quitó mi sostén mientras yo solo lo veía por sobre mi hombro. Tomó mis manos y las colocó detrás de mi para aprisionarlas de una vez por todas. Se agachó y comenzó a bajar mis bragas a lo cual yo ayude levantando mis pies un poco del suelo para que pudiera sacarlas sin problemas.
Sentí sus suaves labios comenzar a dejar besos en mi trasero mientras sus manos estaban posadas sobre mi cintura. Sentir su respiración en esa zona me generaba pequeñas corrientes de electricidad las cuales fueron interrumpidas por una ligera mordida que me hizo sacar un gemido ahogado.
-Auch.-No pude evitar quejarme.
-¿Eso te dolió? Espera que sientas lo que viene.-Sin duda había esbozado una sonrisa. -Ponte en 4, levanta el culo hacía mí.-Ordenó y obedecí colocándome a la orilla de la cama.
No podía sostenerme pues mis manos estaban esposadas en mi espalda así que no tuve más opción que recargar una de mis mejillas sobre la cama que se encontraba ya un poco desordenada debido a los previos besos.
-Que hermosa vista.-Lo escuché decir a mis espaldas. -Nunca me voy a cansar de ella.-Pasó su brazo por mi lado en donde tomó el fuete.
El solo ver como aquel pedazo de cuero desapareció de mi vista hizo que mi zona se humedeciera más de lo que ya estaba. De solo pensar en que Sanzu me tenía sometida para él y que estaba a punto de azotarme me excitaba más de lo que ya podía estarlo.
-Eres una buena niña ¿Sabías?-El frio cuero tocó una de mis nalgas. -Pero en estas veces me encanta que te portes mal.-Acariciaba con el fuete mi trasero. -¿Quién eres en estos momentos?
-Soy tu puta.-Contesté y en ese momento sentí el fuete azotarse contra mi trasero.
-Así es, eres mía.-Afirmó y dejó otro azote. -Mía.-Volvió a decir y dio un azote más fuerte.
Mis gemidos salían con cada golpe que dejaba sobre mí, mi piel comenzó a arder un poco y estaba segura que a este punto ya estaría roja debido a los golpes.
-Soy tuya, cariño.-Dije y se posiciono sobre mí.
Tomó la coleta de la cual jalo hacía él obligándome a levantar la cabeza.
-¿Qué quieres qué te haga?-Susurró contra mi oído.
-Follame, te lo pido.-Susurré. -Hazme tuya.
Sin decir algo se quitó de encima de mí y sentí su rostro posicionarse en mi entrada para después sentir la calidez de su lengua en cada rincón de mi zona intimidad, lo sentía lamer todos y cada uno de los fluidos que esta expulsaba. Aquel sonido tan obsceno de su lengua devorando mi intimidad y mis jadeos llenaban aquella habitación. La punta de su lengua se posó sobre mi clítoris y comenzó a moverla de arriba abajo acariciándolo con rapidez generando que aquellos jadeos fueran sustituidos por gemidos.
-Así, no te detengas.-Formulé entre gemidos. -Por favor.-Supliqué casi en un grito. -Me voy a correr.-Emití con trabajos y pude sentir mi cuerpo tensarse.
Estaba a escasos segundos de terminar, a escasos segundos de tener mi primer orgasmo, pero su lengua se detuvo y se separó de mí.
-No, ¿Por qué lo hiciste?-Dije enojada aun con mi respiración entrecortada. -Sigue haciéndolo.-Supliqué.
Él quitó las esposas y me tomó de la cintura para ponerme ahora de espaldas contra el colchón.
-Te advertí que me ibas a suplicar.-Dijo orgulloso contra mis labios y yo no pude evitar hacerme la digna.
-Te voy a matar Haruchiyo.-Dije intentando zafarme de su agarré, pero inmediatamente tomo mis manos y las llevo por encima de mi cabeza.
-Yo también voy a matar algo hoy.-Dijo contra mi cuello haciendo que su respiración caliente chocara contra mi cuello y mi piel se erizara. -En paz descanse esta vagina.-Y sin más entró de una fuerte estocada dentro de mí.
El grito que salió de mí fue de dolor pues a pesar de estar bastante lubricada de mis fluidos su miembro no era cualquier cosita para que entrara así porque sí. Intenté bajar mis manos hacía su espalda, pero las esposas que no supe en que momento volvió a colocar me lo impedían.
Con el tiempo el dolor fue sustituido por placer y mis gemidos salían a la velocidad que él entraba y salía de mi interior.
Su boca lamia y mordía mis pechos mientras sus manos posadas sobre mi cintura lo ayudaban a tomar impulso para entrar y salir de mi con velocidad.
-¿Te gusta?-Habló con trabajos debido al esfuerzo que estaba generando.
-Me encanta-Contesté con un pequeño grito entre gemidos.
La sensación que se apoderaba de mí me obligaba a retorcerme a como podía sobre la cama, mi cabeza se movía de derecha a izquierda mientras que por mi boca entreabierta salían gemidos sin control.
-Más fuerte.-Pedí y él con una enorme sonrisa tomó mis piernas las cuales colocó por sobre sus hombros.
-Mira que bonitos aretes.-Gruñó y comenzó a entrar con mayor velocidad en mí.
-Ay que rico.-Grité mientras sentía mi clítoris comenzar a rozar contra su cuerpo.
-Jamás me voy a cansar de follarte.-Dijo contra mi oído generando cosquillas. -Jamás me voy a cansar de escucharte gemir.
Nuestros cuerpos ya sudados comenzaban a facilitar el movimiento de él encima de mí, mis sentidos estaban volando lejos. No sé si se debía a la falta de sexo, pero esta vez se sentía mucho mejor que las demás, pues podía sentir mi alma abandonando mi cuerpo debido al placer que Sanzu me provocaba.
-Sanzu.-Gemí. -Me encanta.-Intenté bajar mis manos, pero de nuevo las esposas me lo impedían.
Él pareció darse cuenta pues con un hábil movimiento de manos me liberó de las esposas y bajé mis manos hasta su espalda en donde comencé a subir y bajar para acariciar su sudada piel. Quitó mis piernas de sobre sus hombros y yo las abracé a su cadera para atraerlo más a mí.
-Que rico.-Lo escuché gemir mientras hacía aquel vaivén de caderas que nos volvía locos.
El calor en nuestros cuerpos estaba a su máximo nivel y ambos estábamos disfrutándolo más de lo que alguna vez lo habíamos hecho. Salió de mi y volvió a colocarme en 4 para él.
-Si te pudieras ver desde esta vista entenderías porque nos traes locos.-Dijo y volvió a entrar en mí mientras que con mis manos agarraba la sabana que tenía debajo ocasionando que ésta se arrugara.
Entraba y salía de mi interior una y otra vez volviéndome loca hasta que escuchamos su celular sonar.
-No.-Grité aun entre gemidos. -No contestes, no ahorita. Te lo suplicó.-Pedí.
-Sabes que si no lo hago ésta será la ultima vez que te haga mía.-Dijo saliendo de mi interior y yo me quedé en esa posición esperando nuevamente por él.
Dio una gran bocanada de aire y contestó.
-Dime.-Lo escuché decir mientras volvía a entrar en mi interior, no podía evitar gemir.
-Cállate o nos van a descubrir.-Dijo mientras que con su mano tapaba mi boca.
Seguía moviendo su pelvis con fuerza, entrando y saliendo de mí a una gran velocidad mientras su mano intentaba ahogar los gemidos que me provocaba su miembro.
-¿Ahora mismo?-Lo escuché decir resignado y quien quiera que estuviera detrás del teléfono comenzó a hablar nuevamente. -Voy para allá, llegó en 20.-Colgó y comenzó a moverse más rápido haciéndome gemir con mayor fuerza. -Córrete para mí cariño, yo tendré que esperar.-Dijo mientras quitaba la mano de mi boca y llevaba sus dedos a mi clítoris.
Sentirlo entrar y salir de mí con esa fuerza más sus dedos sobre mi clítoris no le costaría más que escasos segundos más para que me corriera como él me pedía.
-Eres mi puta, que no se te olvide.-Dio un hábil movimiento sobre mi clítoris obligándome a correrme.
-Que rico.-Dije expulsando todo de mi interior y él salió de mi interior.
Lo vi comenzar a vestirse apresuradamente mientras yo intentaba recuperar el aliento.
-Vamos a llegar tarde cariño, no nos esperes despierta.-Dejó un beso sobre mis labios.
-Con cuidado, mi vida.-Sonreí en su dirección mientras lo veía acercarse a la puerta.
-Te amo.-Dijo y salió del cuarto.
-Te amo más.-Grité para que pudiera escucharme. -Dios!-Grité. -Que buena follada.-Dije aun con la respiración un tanto acelerada y una gran sonrisa en mi rostro. -Ojalá no se hubiera ido.
Me levanté de la cama con trabajos, pues mis piernas estaban demasiado inestables debido a la bendita cogida que Sanzu me había metido. Comencé a recoger todo el cuarto, volví a tender la cama y llevé la correa, las esposas y el fuete al vestidor de Sanzu en donde los dejé sobre el pequeño taburete del centro. Finalmente tomé mi ropa del suelo y me adentré en el baño, necesitaba una ducha urgente para relajar más mi cuerpo.
Ese sería el momento perfecto para comenzar a elaborar mi plan y lograr mandarlos a terapía.
-Al menos mis últimos orgasmos fueron celestiales.-Dije entrando al agua caliente. -Los voy a extrañar como no se imaginan, pero es necesario.-Hice un puchero.
Adiós al sexo durante un buen tiempo...
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Hola, hola! ¿Cómo están? 🥰🥰🥰
Espero hayan comido rico 🥰🤣 Espero este capítulo les haya gustado 💖
Por cierto...
Como ya se imaginarán, en este Act habrá viaje a México 🤩🤣
¿Qué les gustaría que pasara durante ese viaje? 🤣
Cuídense mucho y portense mal, nos leemos mañana con otro capítulo 😈💖
Los amo infinito y ya casi somos 90k, muero de emoción 😭💖
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