¿Quién soy? Tu perdición
Sanzu.
Habíamos llegado a Macao hacía poco rato y estábamos instalados en una de las bodegas que nos pertenecían. Sobre la mesa estaba todo lo que sabíamos sobre la mafia de Macao. Fotografías, documentos, folders, todo lo que teníamos y sabíamos sobre ellos hasta ahorita.
-Okay sí, envió los mensajes desde tu celular, de eso no hay duda.-Informó Koko mientras veía la computadora en donde tenía mi celular conectado. -Los envió de madrugada, incluso hubo una llamada que no fue contestada, seguro sólo marcó para despertarla.
-La última ubicación de Danielle fue a 15 minutos de aquí a las 11:23 am.-Dijo Ran mientras seguía tecleando en la computadora portátil.
-¿Qué paso esta mañana Sanzu?-Kakucho me cuestionó sin quitar la vista de la computadora.
-Mejor dicho, ¿Qué paso estos últimos tres días? ¿Cómo se comportó?-Mikey cuestionó.
-Ella estaba como siempre, aunque más sexo de lo normal. Hoy en la mañana sexo, me metí a la ducha después de ella y se fue.-Seguí recordando. -Después recibí tu llamada y cuando salí del vestidor vi la tarjeta sobre la cama.
-Claro, tenía que aprovecharte antes de.-Takeomi se burló fríamente.
-La última ubicación de ella se pierde a la misma hora y en el mismo lugar que la de Elle.-Informó Rin antes de que pudiera decir algo respecto al comentario de Takeomi.
-¿Aun tienes ese folder con el que te amenazó ese día?-Preguntó Takeomi mientras encendía un cigarrillo.
-Sí, está en uno de mis cajones. Voy por el.-Dije apagando el cigarrillo que sostenía y dejándolo sobre el cenicero. -Regreso en un rato.
-No tardes, necesitamos avanzar lo más rápido que podamos.-Mikey dijo a lo cual asentí y finalmente salí de ahí.
Durante el camino iba pensando en la infinidad de lugares en donde podrían estar.
-"Encuéntranos".-Susurré mientras la tarjeta volvía a mi memoria. -¿Cómo mierda pretendes que te encuentre si no conozco absolutamente nada aquí?-Grité enojado mientras golpeaba el tablero.
-Maldita hija de puta, deja que te encuentre y te arrepentirás de haber nacido.
Llegué a la casa donde me estaba quedando con ella y subí corriendo las escaleras en dirección al cuarto, abrí el cajón y saqué el folder que buscaba.
-Esto es un maldito juego para ella, como todo...-Pensé. -Pistas... ¿Y sí?
Dejé el folder sobre la cama y caminé hasta el vestidor en donde comencé a buscar entre toda su ropa y cajones, en las joyas, relojes, zapatos, incluso en los bolsos, en todos y cada uno de los cierres de estas, pero nada. Salí y caminé en dirección a los demás cajones en donde ella solía guardar el resto de sus artículos personales, nada.
-La mesa de noche.-Dije y en cuanto la abrí ahí estaba.
-Eres una hija de puta.-Susurré mientras sacaba mi celular para tomarle foto y enviarla a Mikey.
-Ay, pero no me digas tan feo cariño.-La escuché decir a mis espaldas e inmediatamente volteé a verla.
En cuanto volteé uno de sus hombres puso un pañuelo sobre mi boca y nariz, forcejear fue inútil pues me agarraron entre dos y en cuestión de segundos mi respiración se volvió más tranquila y toda mi vista se tornó oscura.
Mis ojos comenzaron a abrirse de poco en poco, el frío se apoderó de mi cuerpo el cual comenzó a temblar ante la helada sensación del ambiente. Estaba amordazado y atado de manos y pies a lo que parecía ser una enorme columna de concreto, no podía observar bien el lugar debido a la oscuridad que había, pero tenía la pinta de ser una gran bodega abandonada debido a la condición de la estructura y de los ventanales rotos.
Comencé a moverme intentando zafarme de aquellos nudos sin éxito, era lógico que no iba a poder y solo me iba a desgastar de más. Mi respiración comenzó a acelerarse debido al miedo que sentía, tenía un verdadero miedo por primera vez en mi vida, pero no por mí, sino por mi pequeña niña.
Las luces se encendieron haciéndome sobresaltar y en ese momento la vi. Danielle estaba frente a mí atada a la columna de concreto, ella seguía inconsciente. La ropa que llevaba puesta estaba sucia, sin duda intento forcejear pues la condición en la que estaba no era óptima, aunque pude descifrar inmediatamente que no le habían hecho nada aún pues sus brazos descubiertos se veían intactos.
Intenté comenzar a gritar, pero el pañuelo en mi boca ahogaba los gritos. Volví a forcejear para intentar poder hacer algo con las cuerdas de mis manos, pero la cuerda que envolvía mi pecho me impedía moverme.
-Ya despertaste cariño.-Dijo la maldita hija de puta entrando por la enorme entrada del lugar.
Me dediqué a verla con odio pues eso es lo que sentía por ella, odio, repulsión, asco, todos los sentimientos negativos que uno podía llegar a sentir en la vida yo los sentía por ella. Era una maldita loca obsesionada que no podía aceptar que no la quise como ella quería.
En ese momento Danielle comenzó a moverse de a poco, estaba comenzando a despertar.
-Ay, y mira también quien ya está despertando.-Pronunció acercándose a Danielle. -La pequeña princesa de mi amor.
Comencé a gritarle que se alejará de ella, pero de nuevo, el maldito pañuelo.
-¿Qué dices mi amor?-Caminó hasta donde estaba yo. -Déjame quitarte esto.-Pasó sus manos por detrás de mi cabeza y deshizo el nudo del pañuelo.
-Aléjate de ella.-Grité en cuanto el pañuelo dejo de apretar.
Danielle ya había despertado completamente y el miedo era notorio en su rostro, a pesar de la distancia pude ver sus llorosos ojos y su pecho subía y bajaba aceleradamente, comenzó a intentar gritar como yo, pero el pañuelo en su boca hacía el mismo trabajo que el que yo tenía previamente.
-Hola cariño, ¿Cómo estás?-Preguntó mientras caminaba hacía Danielle. -Ay, perdón es que no te entiendo, déjame intentar ayudarte con esto.-Y en cuanto dijo eso comenzó a jalar a Danielle del pañuelo, era obvio que intentaba lastimarla.
-Te dije que la dejes hija de puta.-Grité con gran coraje.
Me sentía impotente, estaba ardiendo en coraje e incluso podía sentir el sabor de la bilis en mi garganta. Mierda, mierda, mierda, es que todo esto es mi puta culpa.
-Bueno, bueno ya, es que el nudo está muy apretado y no pude quitártela.-Dijo burlonamente dando un último jalón al pañuelo en su boca.
Te voy a matar maldita perra.
-¿Qué mierda sucede contigo?-Le grité.
-¿Qué mierda pasa conmigo? No lo sé, déjame hacer memoria maldito infiel.-Me gritó. -Hace tres días que fuiste a Tokio te acostaste con esta perra.-Señaló a Danielle.
-Eso no es cierto.-Lo negué rotundamente y ella saltó una carcajada.
-¿Me crees estúpida?-Se acercó y se arrodilló para quedar frente a mí. -Te di la confianza de regresar un día, un maldito día ¿Y así me pagas? ¿Acostándote con ella?
Danielle nos veía demasiado confundida, era claro que no entendía que sucedía.
-No es cierto.-Volví a gritar.
-No seas cobarde hijo de puta.-Me gritó. -¿Crees que no reconozco esa sonrisa tuya de felicidad? A parte olías a hotel y tu maldita ropa olía a perfume de mujer.
-Eres un loca desquiciada, alucinas.-Susurré con los ojos entrecerrados.
-Acéptalo de una vez Sanzu.-Se levantó. -Ya están aquí y no saldrán vivos de esto, no digas que no te lo advertí.
Caminó en dirección a Danielle y se puso de cuclillas para quedar a su altura.
-Seguramente tienes muchas preguntas, quitemos esto para que puedas entrar a la plática.-La escuché decir y llevó sus manos detrás de la cabeza de Danielle.
Danielle.
Estaba tan asustada y confundida con la situación que no podía siquiera moverme y aunque quisiera, no podía. Sanzu hablaba con aquella pelinegra como si se conocieran ya de tiempo y al escuchar que es lo que le reclamaba me dolió, ¿Se trataba de su pareja? ¿Por ella me dejó? Pero no lo hubiera culpado, es una mujer muy hermosa y su presencia imponía bastante. Tenía una pequeña cicatriz en el labio de lado izquierdo y otra más larga muy similar a la de Takeomi en el ojo derecho. El escote que portaba permitía observar aquel tatuaje de dragón que iba desde la clavícula hasta su pecho, debido a su apariencia podía descifrar que hasta el momento su vida había sido llena de situaciones de este tipo.
Cuando quitó la venda de mi boca quería articular mil palabras preguntando que es lo que sucedía aquí.
-¿Quién eres?-Fue lo único que logré formular.
-¿Quién soy?-Me sonrió y aquella sonrisa develaba maldad pura. -Tu perdición.
No pude evitar reírme ante aquello y vi que Sanzu abría los ojos como platos ante mi risa.
-Perdón, pero, que feo nombre.-Dije burlona.
¿Qué mierda estás diciendo? ¿Te quieres morir Danielle? Eres una estúpida, no eres inmortal, ¿Qué mierda estaba hablando? Definitivamente no era consciente de lo que decía debido a los nervios.
-Es bueno que tengas sentido del humor antes de tu muerte cariño, me agradas bastante pequeña.-Me dedicó una sonrisa ¿Sincera?
-Basta, ya déjala.-Escuché decir a Sanzu.
-Soy Kumiko, ya conoces a mi hermana, Yun.-Sonrió. -De hecho, me comentó que te acostasté con ella. Para tu edad ya estás muy vivida ¿No crees?-Me miró con reproche.
No iba a hablar, porque si lo hacía moriría antes de lo que ella tenía planeado. Detesto a la gente que se mete en la vida de otros, es muy mi problema si ya estoy muy vivida o no, a ti en nada te afecta maldita hija de perra.
-Bueno, ya que no hablas te voy a contar la historia completa.
Se acercó a una de las mesas que había en el lugar, a pesar de que el lugar figuraba estar abandonado la mesa y sillas que había ahí se veían como nuevas. Es como si este lugar estuviera hecho para este tipo de situaciones pues el suelo estaba manchado por lo que parecía ser sangre vieja, los muebles si los veías con detenimiento podías notar una que otra pequeña mancha roja, pero lo que más llamaba la atención era una cama matrimonial que había en el lugar, ¿Vivía aquí?
-Mi querido Sanzu y yo-
-No me digas así.-La interrumpió Sanzu.
En el rostro de Sanzu se notaba el enojo, aquella expresión tan característica que adquiría era para en verdad temerle. Sus ojos se cruzaron con los míos y pude notar como su semblante se tranquilizo un poco.
-No hagas nada para provocarla.-Leí de sus labios y yo solo asentí levemente.
-Bueno, Sanzu y yo nos conocimos hace ya un tiempo, durante su primer viaje a Macao lo vi jugando póker con mi hermana, y bueno... ¿Quieres los detalles?-Sonrió burlona.
-No, que asco.-Contesté fríamente.
-Bueno, de todos modos te voy a contar.-Soltó una carcajada. -Nos acostamos, que por cierto, es una bestia en la cama, pero eso ya lo sabes pequeña.-Se burló. -Pasó el tiempo y no volví a saber de él, aunque no podía evitar pensar en esas maravillosas manos.-Echó la cabeza hacía atrás mientras su tono de voz sonaba excitado. -Creo que me enam-
-Ya cállate Kumiko, ya es suficiente.-Sanzu dijo enojado y no dejaba de matarla con la mirada.
-Pero si aún no llego a la mejor parte.-Hizo un puchero.
-No te corresponde decírselo.-Gritó haciendo que ambas nos sobresaltáramos.
-Cállate o te vuelvo a amordazar idiota.-Lo amenazó y Sanzu solo repeló con un gruñido.
-¿Qué no le corresponde decirme?-Volteé a verlo y él solo agachó la mirada.
-La razón por la que te dejó, fui yo.-Dijo orgullosa con una enorme sonrisa en el rostro.
En ese momento sentí que mi corazón se destrozaba más de lo que ya estaba, ahora entendía la verdadera razón y sin duda dolió más de lo que creía que dolería.
-No es lo que crees.-Dijo Sanzu. -Ella me amenazó.
-Ay Sanzu ¿Por qué le quitas lo divertido?-Bufó enojada y con dos dedos levantados indicó a que alguien se acercará.
-¿Amenazó?-Pregunté muy confundida.
-Sí cariño, yo lo amenacé con hacerte daño si no te dejaba y te rompía el corazón.-La sonrisa de su rostro no podía demostrar más orgullo.
Sentía asco, repulsión y odio hacía ella, ¿Qué malditamente enferma debía estar como para pedirle algo así?
Mi mirada se encontró con la de Sanzu y sentí mis ojos arder debido a las lágrimas que amenazaban con salir. Él solo asintió y agachó la mirada. No pude decir nada pues en ese momento un enorme y robusto hombre se colocó frente a Sanzu mientras comenzaba a deshacer los nudos de las cuerdas mientras que otro hombre realizaba lo mismo, pero con las cuerdas de detrás de la columna.
En cuanto lo liberaron Sanzu comenzó a golpear al enorme hombre el cual de un solo puñetazo tiró al piso, él otro se abalanzo sobre él haciéndolo caer, vi que más hombres comenzaron a llegar y lo sometieron en él piso mientras que el otro no dejaba de golpearlo en el rostro.
-Basta, por favor.-Pedí entre lágrimas y Kumiko se limitó a reír.
-Ay mi niña, y esto no es nada. Espera que viene lo mejor y tú eres parte del acto principal.-Sonrió malévolamente haciendo que mi cuerpo se helara más de lo que ya estaba.
Intenté bajar la vista para no ver la escena que tenía frente a mí, pero ella se acercó a mí y me tomó por las mejillas con fuerza obligándome a dirigir mi vista a Sanzu quien ya se encontraba casi inconsciente debido a la paliza que le estaban dando, las lágrimas caían de mis ojos y sentía como estrujaban mi corazón.
Antes de que Sanzu quedará totalmente inconsciente se detuvieron y lo levantaron, su traje estaba hecho la mierda, pues estaba todo manchado de sangre y los botones de la camisa habían botado quien sabe a dónde. Su piel estaba totalmente lastimada y manchada de sangre fresca, esta escurría por sobre su rostro y sus ojos estaban más caídos que de costumbre, ni siquiera podía hablar.
De la parte de arriba una cuerda calló y comenzaron a atarle las manos en el aire a modo que quedará apoyado sobre sus rodillas, se veía agotado.
-Ahora es tu turno cariño, quiero terminar rápido con esto.-Dijo y comenzó a acercarse a mí.
En cuanto estuvo frente a mí levantó su pierna y soltó una patada sobre mi mejilla, la fuerza con lo que lo hizo fue brutal, grité de dolor pues vaya que había dolido, incluso por un momento sentí que me iba a desmayar.
-Déjala, yo fui el que la cago aquí.-Sanzu dijo con trabajo. -Ella no sabía nada, mátame a mí.
-Cierra la puta boca o te disparo.-Le contestó mientras lo veía de reojo.
-Yo no quería hacer esto en serio pequeña, pero Sanzu me obligo.-Fingió hacer un puchero.
Y sin dejarme contestar me golpeó con el puño en la mandíbula, ¿Cómo mierda podía tener tanta fuerza? Nunca había sido golpeada en mi vida y ahora el que lo hiciera ahora de esta manera me iba a terminar en menos de 10 golpes.
Sentí mi cara arder del dolor, sentí mis ojos volverse más pesados y mi vista se torno borrosa en cierto punto.
-Eres una hija de puta.-Susurré con una pequeña risa en cuanto el mareo ceso.
-Muchos me lo han dicho.-Dijo orgullosa y se alejó de mí para caminar hacía Sanzu que parecía estar recuperando la consciencia.
-Tengo un pequeño obsequio para ti, querido.-Le dijo mientras acariciaba su mejilla y él intentó aparatar su rostro de su toque.
Dos hombres se acercaron a mí y comenzaron a desatarme, en cuanto lo hicieron me ayudaron a levantar y Kumiko entrelazó su brazo con el mío. Era momento de intentar algo, finalmente no teníamos escapatoria pues mis amores estaban en Tokio creyendo que estaba a salvo con Sanzu, un enorme dolor en el pecho me invadió por el sólo hecho de pensar en que jamás los volvería a ver.
Abrazada a mi brazo, Kumiko comenzó a caminar conmigo hasta la cama, pero antes de llegar apliqué una de las técnicas que Rin me enseñó y ella comenzó a gritar, con un hábil movimiento de pierna la tiré al suelo mientras intentaba zafar su brazo como Rin me había explicado en su momento, y justo antes de que me separaran de ella algo se escuchó crujir y emitió un enorme grito.
Justo ahora entendía la satisfacción que los gritos de dolor le generaban a Rin y sonreí ante aquello, la adrenalina se había apoderado de mi cuerpo y en este momento ya no me importaba morir, me daba igual que era lo que pasará conmigo, no había escapatoria.
Los hombres me tomaron cada uno de los brazos y me recostaron sobre la cama que había ahí.
-Bien hecho mi amor.-Me imaginé a Ran y Rin decirme con sus tan perfectas sonrisas y ante aquella imagen las lágrimas se hicieron presentes.
Me dolió el hecho de que no volvería a tontear y comportarme como tanto me gustaba con Rin y Ran, que no podría volver a dormir abrazada a Mikey ni volver a escuchar su risa que tanto me gustaba, que no podría comerme a besos a Kakucho cada que me consentía con mi comida favorita, que no podría volver a escabullirme con Koko en su oficina a "aprender a como hacer dinero", y que no podría volver a ver a Takeomi defenderme de los hermanos y ver su cara de sorpresa y enojo cuando le ganaba las partidas de cartas.
Se terminará mi vida y con ella la parte más hermosa de mi vida.
Existe el mito sobre que cuando estás a punto de morir toda tu vida pasa frente a tus ojos, y justo ahora creo que puedo comprobar aquel mito, pues recuerdos de mis padres, mi abuela, Ixel, Suzzete, mis amores de quienes tenía los recuerdos más preciados comenzaron a cruzar frente a mis ojos y justo cuando Sanzu cruzó por mi mente dirigí mi mirada hacía él quien me veía con ojos llorosos y en su rostro podía ver el enojo y la impotencia.
Incluso mis recuerdos de la fiesta con Chifuyu y Draken, el recuerdo de los demás que me aceptaron sin siquiera conocerme a fondo, la calidez y alegría de todos ellos invadieron mi corazón tan a fondo para que justo ahora estuviera pensando en ellos.
-Déjala en paz.-Gritó Sanzu mientras forcejeaba con la cuerda que ataba sus manos.
-Cariño, se nos viene la parte más interesante.-Kumiko formuló aun sosteniendo su brazo roto. -Y te la cobraré peor por esto.-Se refería al brazo.
Se acercó a uno de sus hombres quien le acomodó el brazo en un movimiento, ella soltó un pequeño grito y a los pocos segundos se volvió a incorporar y camino hasta donde yo seguía sometida en la cama, es como si la adrenalina del momento le sedara el dolor pues estaba como nueva.
Cuando llego a la orilla de la cama a como pude y con toda mi fuerza le solté una patada para alejarla de mí, pero debido al llanto mi fuerza ya no era nada y solo la hizo tambalearse.
Se colocó a horcajadas sobre mi y comenzó a golpearme sin piedad, era casi tan fuerte como un hombre de eso estaba segura. Dejaba un golpe tras otro mientras escuchaba a Sanzu gritarle que se detuviera y aquello parecía divertirse más pues comenzó a golpearme con mayor fuerza.
Estaba ya bastante lastimada de todo el cuerpo, el dolor el mi abdomen y costillas era insoportable. Tomó mi brazo e intentó hacer lo que yo hice con ella sin éxito, pero sin duda me lastimó lo bastante para que este sólo se dislocara un poco. Mis gritos de dolor le causaban el placer que hace un rato yo sentí con los de ella. Estaba exhausta y me sentía a nada de desmayarme, ¿Cómo era posible que yo estuviera tan muerta ya y ella se veía intacta?
-También para ti tengo un obsequio pequeña.-Susurró contra mis labios.
Los hombres comenzaron a atar mis manos a la cabecera de la cama y aquello me hizo gritar pues mi brazo dislocado estaba siendo más lastimado de lo que ya estaba, el amarré era un muy fuerte y sentí la cuerda cortar un poco si me movía. Kumiko me sentó sobre la cama que quedaba frente a frente con Sanzu.
Un hombre se colocó a las espaldas de Sanzu y sostuvo su rostro para que no separara la vista de mí.
Kumiko comenzó a deshacerse de mi ropa, por más que quisiera hacer algo para detenerla no podía pues mis brazos atados me lo impedían. Se deshizo de cada una de mis prendas rompiendo la blusa que llevaba puesta pues no podía salir debido al amarre en mis muñecas. Prosiguió con todas mis prendas hasta dejarme totalmente desnuda.
-¿Qué estás haciendo?-Pregunté asustada con mis ojos cristalinos.
-Es para que estés más cómoda pequeña, será un largo show.-Se quedó pensativa. -Bueno, depende cuanto aguante tenga nuestro amado.-Sonrió malévolamente.
-No le hagas más por favor, velo como está.-Supliqué.
-No tenía pensado hacerle nada más, pero esta es la factura por lo de mi brazo.
-Por favor, perdóname, desquítate conmigo.-Volví a suplicar.
-No le hagas caso, hazlo de una vez.-Dijo Sanzu mientras agachaba la mirada.
-No Sanzu, por fav-
-Hazlo ya, termina con esto.-Volvió a pedir Sanzu y elevó su cabeza para verme. -Perdóname.-Susurró y las lágrimas comenzaron a salir con mayor intensidad de mis ojos.
-Te explicó pequeña, por cada vez que Sanzu grité, para ti va una pequeña cortada.-Dijo sacando una navaja de bolsillo.
-No te atrevas a t-Sanzu no terminó de formular cuando uno de los hombres lo golpeo con un bate en el abdomen haciendo que sus palabras se ahogaran debido a la falta de aire.
-Ay no, no, déjame hacer algo.-Se levantó de la cama y camino hasta Sanzu en donde se colocó detrás de él y amarró su cabello en una coleta. -Listo, así podremos observar bien tu dolor.-Dijo y dio un brinco de emoción.
-No, por favor.-Pedí entre llanto en dirección a Kumiko y me volvió a dedicar una de sus sonrisas malévolas.
Se volvió a colocar sobre mí y comenzó a golpearme como la anterior vez, me quería matar a golpes sin duda alguno. No entendía como es que aún estaba despierta ante todos sus fuertes golpes.
-Bueno está bien, 5 golpes más a Sanzu y los detengo ¿De acuerdo?-Dijo quitándose de encima de mí y se volvió a sentar a mi lado, tomó mi mejilla y comenzó a apretarla. -Sólo porque me caíste bien.-Me sonrió.
Los hombres soltaron otros 5 batazos a Sanzu quien no dejaba de gritar debido a la fuerza del impacto sobre su cuerpo, Kumiko cumplió su palabra y por cada grito de Sanzu ella dejaba cortes sobre mi cuerpo con la navaja haciendo que acompañara los gritos de Sanzu y la sangre comenzó a brotar de mis heridas.
-Ya déjala en paz.-Sanzu gritó a como pudo escupiendo sangre.
Podía observar con uno de mis ojos pues el otro ya estaba casi cerrado debido a la hinchazón en este, la sangre escurría por el rostro de Sanzu, estaba agotado y se notaba que no podría aguantar un golpe más o se desvanecería por fin. Me dolía más que las heridas y los golpes en mi cuerpo verlo de esa manera, me dolía de una manera que no podía siquiera describir.
-Muy bien mis cariños, es hora del show principal.-Se levantó de la cama y en ese momento sus hombres cargaron la cama conmigo sobre ella y la pusieron horizontal a Sanzu.
-¿Qué vas a hacer?-Formuló Sanzu entre jadeos.
-¿Qué harás?-Cuestioné casi al mismo tiempo que Sanzu.
-Es algo que te va a gustar pequeña.-Me sonrió mientras fruncia una ceja.
En ese momento otro hombre se unió a la situación, venía únicamente en bóxer y en sus manos sostenía un separador de piernas que se suelen usar en los juegos BDSM.
-¿Qué vas a hacer?-Pregunté desesperada mientras me movía para intentarme zafar del amarre, no me importaba cuanto me doliera el cuerpo y el brazo, tenía que zafarme como pudiera.
-¿No está claro querida?-Preguntó ingenuamente. -Voy a hacer que te violen frente a Sanzu.-Contestó como si aquello fuera normal.
Sus palabras me dejaron en shock y sentí el miedo volver a apoderarse de mí, sentía mi cuerpo helado y mi piel se erizo.
-No te atrevas, te juro que te voy a matar.-Sanzu gritó y comenzó a moverse desesperadamente intentando romper la cuerda.
-Por favor, te lo suplicó, no lo hagas.-Pedí entre llanto mientras el hombre me colocaba el separador de piernas. -Por favor.-Grité desesperadamente y aquello hizo que Kumiko comenzará a reír fuertemente.
Dirigí mi vista a Sanzu, lo sostenían entre tres hombres, pero él no dejaba de forcejear. Mi borrosa vista debido a las lágrimas me impedía ver su rostro con claridad, justo ahora deseaba que acabaran con mi vida de manera fácil, justo ahora mi mayor deseo era morir.
-Que comience el espectáculo.-Gritó Kumiko y el hombre se montó sobre la cama.
Cerré mis ojos resignada, pues en realidad no había salvación de esta situación. Lo único que podía escuchar eran los gritos desesperados de Sanzu y los forcejeos que este hacía. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos a pesar de estar cerrados, mis muñecas ardían debido a los forcejeos que había hecho hace poco y sobre mi cuerpo no podía sentir más que el dolor.
-Lo vas a disfrutar hermosa.-Susurró el hombre en mi oído y aquello me generó una repulsión tremenda y las lágrimas comenzaron a salir con mayor desesperación de mis ojos. Sentirlo sobre mí hacía que mi cuerpo doliera más de lo que ya lo hacía, quería morir.
Estaba a punto de suceder, estaba a punto de ser violada cuando una voz que conocía resonó en toda la bodega obligándome a abrir los ojos...
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Hola, hola... ❤
Pido una disculpa por actualizar hasta ahorita, pero ayer tuve que ir a la Universidad y ya lleguét un poco tarde, pero aquí tienen ahora sí 🥰
Estamos ya en la parte final del ✨ Act two ✨...
Cuídense mucho y mañana nos vemos con otro capítulo 🥰
Los amo demasiado 💖
Les presento a Kumiko...
Nombre: Kumiko Lin
Cumpleaños: 23 de febrero
Año de nacimiento: 1989
Color de cabello: Negro con mechas rojas
Color de ojos: Negro y azul
Curiosidades:
⚫ Hermana mayor de Yun.
⚫ Se obsesiona con las cosas.
⚫ Le es muy común secuestrar gente para divertirse.
⚫ Odia a su hermana.
⚫ Se enamoro de Sanzu desde que lo vio.
⚫ Sabe inglés, japonés, francés y chino.
Con ustedes, la loca desquiciada de Kumiko. No sé ustedes, pero yo si le doy JAJAJAJAJA.
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