03; 𝑼𝒏𝒂 𝒍𝒂𝒓𝒈𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆

Besties, quería decirles antes de que empiecen a leer que siempre usen condón, recuerden que nunca terminan de conocer a la personas y es únicamente para su bien. Aquí yo decidí no usar porque es ficción jajajaja.


Sin más, espero que lo disfruten 🙊

Crucé la puerta de la habitación del hotel y escuché ésta cerrarse detrás de mí. Dejé mi pequeña bolsa sobre la mesa de la habitación, mientras escuchaba el eco de unos zapatos acercarse a mí, mis mejillas seguían sonrojadas por lo que evité voltear a verlos en ese momento.

El silencio reinaba en la habitación y lo único que podía escuchar era mi respiración acelerada y sus pasos.

Unas manos me tomaron por la cintura provocando que mi piel se erizara y fuese quien fuese, hundió su cabeza en mi cuello para besarlo e instintivamente hice mi cabeza hacia atrás recargándome en él para abrirle paso y que de esta manera hiciera lo quisiera ahí. Después de unas cuantas mordidas y besos en éste, bajó hacía mi trasero y subió mi vestido para dejarlo al descubierto, comenzó a acariciarlo y a besarlo dejando pequeñas mordidas, volvió a subir y lamió el lóbulo de mi oreja para finalmente voltearme hacia él, era el peliblanco. Mis ojos se dirigieron a la cama en donde se encontraba el pelirrosa sentado en la orilla con un cigarro en la boca, sus ojos se encontraron con los míos mientras desajustaba su corbata con una mano, una imagen bastante excitante.

El peliblanco me cargó para sentarme en la mesa y comenzar a besarme de manera desesperada, yo seguí el beso mientras enredaba mis manos en su cuello y mis piernas en sus caderas. Sentía nuestras lenguas jugar mientras sus manos recorrían de mi cintura a mis pechos y de mis pechos a mi trasero, él apretaba con fuerza. Empezó a besar mi cuello dejando algunas marcas y eso, más la sensación creciente de entre sus piernas rozando con mi intimidad me hacía sacar pequeños gemidos de placer.

Por sobre el hombro del peliblanco podía ver al pelirrosa fumando tranquilamente mientras nos observaba, de nuevo podía ver ese brillo lujurioso en sus ojos. Después de unos cuantos besos y mordidas más el peliblanco se separó de mí.

—  A la cama — me ordené estirando su mano hacia mí para ayudarme a bajar de la mesa. La tomé y obedecí caminando en dirección a su amigo, pero la mano de este en mi pecho me detuvo.

—  Antes quiero una cosa, pequeña — dijo sacando el celular de su bolsillo — Quiero que por favor, ahora bailes solo para nosotros — ordenó mientras me veía directamente a los ojos y procedieron a sentarse en la orilla de la cama para después observarme con determinación.

Comenzó a reproducirse Crimewave en el sistema de sonido de la habitación. El volumen era bastante fuerte, ¿Cómo es posible que pudiera llegar a ese volumen y que nadie de las habitaciones consiguientes se quejara?

Mi mirada se cruzó con la de ellos para después soltar una pequeña risa nasal. Por mi mente cruzaba el pensamiento de que nunca había bailado para alguien, pero no tuve que preocuparme mucho pues mi cuerpo bailaba automáticamente con esa canción.

Sentía el ritmo de la música apoderarse de mi cuerpo y comencé a mover mis hombros de arriba hacia abajo al ritmo de ésta mientras me turnaba para ver sus ojos, la mirada de ambos parecía arder en fuego.

Empecé a mover mis caderas al compás de la canción, mientras llevaba una de mis manos a mi cabello y jugaba con éste, con la otra toqué mi cuello mientras echaba la cabeza hacia atrás al ritmo que sonaba en la habitación. Pasé a tocar mis pechos y los apretaba con delicadeza, después me dirigí a tomar la mano de cada uno de ellos y las puse en mis pechos para después bajarlas a mi trasero, mientras seguía el movimiento de caderas, ambos sonrieron ante tales acciones, y el pelirrosa se lamió los labios, mientras que el peliblanco mordía su labio inferior.

Comencé a desabrochar los botones de la camisa del pelirrosa para deshacerme de ésta de una vez por todas. Lo primero que vi fue su cuerpo bien trabajado, me deleitaba ante la vista de aquellos pectorales bien formados y ese abdomen que era adornado por seis cuadros bien definidos que hacían juego con sus brazos marcados, aunque delgados, acaricié lentamente de su pecho hasta el bulto que tenía entre sus piernas.

Después me dirigí al peliblanco y repetí la misma acción de quitar su camisa, puede ver su cuerpo que de igual forma estaba bien trabajado, cosa que aquella gabardina no permitía ver. Con él me acerqué a dejar besos lentos desde su pecho hasta la zona donde comenzaba su pantalón.

Me alejé de ellos para darles la espalda y seguir bailando haciendo movimientos con mis manos en el aire mientras daba vueltas sensualmente. Quedé frente a ellos y empecé a bajar mis tirantes de manera sensual aún siguiendo el ritmo de la música para finalmente dejarlo caer al suelo, ahora estaba bailando únicamente en bragas para ellos.

Me acerqué a ellos nuevamente y me hinqué en medio de ambos, al parecer entendieron lo que proseguía pues comenzaron a quitarse el cinturón, para seguido desabrochar sus botones y deshacerse de una vez por todas de sus pantalones y bóxers liberando sus miembros.

Sentí mi cara arder y no pude evitar abrir mi boca y mis ojos en sorpresa a lo que tenía enfrente de mí. Sus miembros eran impresionantes y las venas se marcaban bastante en cada uno de ellos haciéndolos lucir deliciosos, y aunque por un momento tuve miedo de tenerlos dentro de mi boca, el deseo que sentía ya era bastante a ese punto y no pude resistirme más.

Saqué mi lengua para lamer la punta del miembro del pelirrosa y proseguí a hacer círculos sobre ésta saboreando el líquido que expulsaba, mientras que con la otra mano masajeaba de arriba abajo el miembro del peliblanco y las manos de él acariciaban mis nalgas. Introduje más el miembro del pelirrosa en mi boca para comenzar a subir y bajar sobre el, sentí su mano agarrar mis cabellos y comenzó a controlar mis movimientos haciéndome bajar y subir cada vez más rápido lo que ocasionó que su miembro entrara totalmente en mi boca en repetidas ocasiones provocando que mis ojos se cristalizaran. Podía escuchar suspiros de satisfacción de parte de ambos y eso era música para mis oídos.

Después de embestir mi boca con su miembro un rato y lamerlo de arriba abajo como si de una paleta se tratara me separé del pelirrosa y comencé a masturbarlo, él prosiguió a comenzar a sobar mi zona íntima con sus dedos ocasionando que leves gemidos salieran de mí. Me dirigí al peliblanco quien se notaba me esperaba ansioso, escupí sobre su miembro para comenzar a lamerlo todo de arriba hacia abajo, dando vueltas con mi lengua sobre la punta y finalmente lo metí en mi boca, hasta el fondo, y repetí el proceso que con el pelirrosa, arriba y abajo. Él me tomó de los cabellos y me indicó el ritmo en el que quería que lo hiciera y así me mantuve mientras gemía aún por los toques del otro, después de un rato finalmente me separó.

El de mayor estatura me cargó en sus brazos e inmediatamente enrollé mis piernas en sus caderas para aferrarme más a él, podía sentir su miembro rozar mi zona y automáticamente sonreí. Comenzó a besarme y el beso se fue tornando más desesperado y lujurioso, nuestras lenguas se enrollaban y es que en verdad sabía tan bien que no quería separarme nunca, me encantaba el cómo su boca devoraba la mía. Detrás de mí pude sentir al peliblanco besando, mordiendo y acariciando mi espalda, a este punto me sentía bastante mojada, necesitaba tenerlos dentro de mí ya.

Se separaron de mí y el de las cicatrices me colocó sobre la cama boca abajo, me encontraba en cuatro con mi trasero en dirección a la puerta. El peliblanco se posicionó tras de mí para comenzar a lamer y acariciar mi zona íntima haciendo un énfasis especial en mi clítoris, mientras yo gemía debido al placer que esto me provocaba, frente a mi se posicionó el de orbes turquesas al cual comencé a practicarle sexo oral como si estuviera hambrienta y él fuera mi comida favorita. Sentía que en cualquier momento tendría mi primer orgasmo, aquél hombre era un genio con la boca. Su lengua entraba y salía de mi interior para después sustituirla con dos de sus dedos los cuales metía haciendo círculos en mi interior, esto me provocaba gritar de placer, pero esos gritos eran retenidos por el miembro que se encontraba en mi boca.

El pelirrosa salió de mi boca y se dirigió a donde el peliblanco estaba para intercambiar lugar con él, entonces el de mayor estatura metió su cara entre mi zona lamiendo con desesperación y jugando mi clítoris con sus dedos, me sentía en el paraíso y aún no los había tenido dentro de mí. El menor se colocó frente a mí y comencé a meter y sacar su miembro en mi boca, él tocaba mis senos mientras los acariciaba con fuerza, y poco a poco sentía como mis pezones comenzaban a ponerse demasiado duros, era delicioso. El ojiazul comenzó a golpear con dos de sus dedos mi clítoris mientras que otros dos se introdujeron en mi interior, en ese momento pude sentir un espasmo en mi vientre y mi zona descargó lo que sería mi primer orgasmo obligándome a sacar el miembro de mi boca. Mi cuerpo cayó rendido ante el placer sobre la cama para poder disfrutar mi orgasmo de mejor manera, ambos me veían con orgullo.

—  Muy bien, él ya te hizo tener tu primer orgasmo, me toca — dijo el peliblanco mientras se acercaba a sus pantalones a sacar lo que parecía ser un condón.

—  Tengo el dispositivo — informé y ellos respondieron únicamente sonriendo de oreja a oreja.

El menor me tomó por la cintura y comenzó a besar mi cuello recostándome con él a la cama. A horcajadas me monté sobre él, tomé su miembro con mi mano y comencé a masturbarlo, procedí a hacer lo mismo con el pelirrosa el cual se acercó a nosotros apoyándose en la orilla de la cama. No necesitaba lubricarlos más pues mi entrada estaba bastante húmeda gracias al juego previo que hicieron haya abajo, dejé de masturbar al peliblanco y procedí a acercar la punta a mi entrada dejándolo entrar poco a poco. Una vez lo tuve dentro de mí comencé a dar saltos sobre este, mientras mis caderas turnaban los movimientos para poder hacer círculos sobre él. Subía y bajaba a un ritmo acelerado, se sentía tan bien como entraba y salía, era la gloria en ese momento, él acariciaba mi cuerpo mientras soltaba pequeños gemidos de placer.

El mayor se posicionó detrás de mí y comenzó metiendo un dedo en mi culo haciéndome sacar algo que más que un gemido, fue un grito de dolor y placer. Comenzó a estimular la zona y poco a poco metió su miembro, podía sentirlos a los dos y yo me sentía ahogada en placer.

Ambos me embestían con fuerza mientras me deleitaba sintiéndolos en lo más profundo, el pelirrosa me tomó de los cabellos jalándolos en dirección a él y pude sentir como recargaba su pecho en mi espalda y me gemía al oído. El peliblanco entraba y salía de mí mientras metía mis senos a su boca para besarlos y morderlos con desesperación dejando marcas en ellos.

La habitación se llenaba por mis gritos de placer, sus gemidos y el sonido de sus miembros entrando y saliendo de mí. El de las cicatrices me nalgueaba y podía sentir como mi piel se enrojecía, mientras que el que estaba debajo de mí me ahorcaba de manera fuerte, pero sensual, sentía que en cualquier momento me ahogaría en otro orgasmo, pero ambos salieron de mí para intercambiar lugar.

El miembro del pelirrosa entró en mi interior con una sola embestida haciéndome gritar de placer, instintivamente comencé a dar brincos sobre él sintiéndome como una niña en trampolín. Después de unos cuantos saltos el peliblando se puso detrás de mí y comenzó a estimular nuevamente mi culo para finalmente volver a penetrarme.

El peliblanco me nalgueaba fuertemente y en ese momento pude sentir la mano del pelirrosa en mi cuello.

—  Grita mi nombre, grita Sanzu para mí —  dijo cerca de mi oído con su voz acelerada y yo sonreí ante su petición.

—  Sa-Sanzu, así, continua por favor — pedí entre gemidos y él prosiguió a sonreír aumentando el ritmo de sus estocadas pasando sus manos a mis pechos y comenzar a jugar con ellos en su boca.

—  Vas a hacer que me ponga celoso — sentí al peliblanco hablarme al oído mientras soltó una fuerte nalgada, me tomó por el cuello jalándome hacía él — Ahora quiero que grites mi nombre, necesito escucharte gritar Koko — volvió a soltar una nalgada, deteniendo sus estocadas.

—  Koko, po-por favor, sigue, sigue metiéndomelo, no te detengas — supliqué mientras lo veía de reojo. aún gimiendo por las estocadas de Sanzu.

Volvió a penetrarme y pude sentir de nuevo esa sensación la cual, al parecer Sanzu notó pues bajó su mano y comenzó a jugar con mi clítoris, mientras su boca besaba mi cuello. Sentí mi piel erizarse y mi abdomen contraerse, en ese momento me corrí, dando la bienvenida al segundo orgasmo de la noche.

Continuaron embistiéndome cada vez más rápido y en cuestión de segundos Koko llegó a su clímax liberando todo su contenido en mi interior. Podía sentir las gotas de su frío sudor cayendo sobre mi espalda haciéndome erizar, salió y prosiguió a dejar un pequeño beso en mi hombro para bajar de la cama y colocarse sus bóxers. Se sentó en la orilla de la cama observando cómo yo seguía brincado sobre el miembro de Sanzu quien se encontraba igual de sudado que Koko y yo, se veían tan sexys así de despeinados y sudados.

Seguía moviendo mi cadera en círculos y de arriba abajo sobre su miembro, me acerqué a besar su cuello dejando pequeñas mordidas y finalmente dejó salir un gemido de placer. Se quedó quieto unos segundos mientras se corría dentro de mí.

Me quité de encima de él y fui en dirección al baño para limpiar el contenido que seguía saliendo de mi interior. Una vez realizado regresé a donde estaban ellos y comencé a ponerme mis bragas.

Estaban acostados uno en cada orilla de la cama a lo que procedí a acostarme en medio de ellos, ambos me voltearon a ver a lo que sonreí.

—  Vaya que eres buena, pequeña — Koko se sinceró y sentí mis mejillas arder, me limite a soltar una pequeña risa.

—  Bastante, diría yo — Sanzu acarició mi mejilla con su pulgar. Se podía observar su respiración agitada — Quédate esta noche, nosotros nos encargaremos de llevarte hasta donde te estés hospedando por la mañana — asentí y procedí a cerrar los ojos, pero inmediatamente Koko se puso sobre mí obligándome a abrirlos.

—  ¿Y quién te ha dicho que ya puedes dormir? — sentí como amarraba mis manos con la corbata de Sanzu y se acomodaba en medio de mis piernas.

—  Hoy será una larga noche, pequeña, mañana ya podrás descansar — el pelirrosa acariciaba mis senos con delicadeza.

— ¿Cuál es tu nombre? — Koko preguntó aún entre mi cuello.

— Danielle — respondí con la respiración acelerada y los ojos cerrados por el placer de esos besos.

— Entonces Dani, veamos que tan buena eres obedeciendo — dijo Sanzu y sentí sus labios comenzar a besar los míos.

Al parecer sería una noche bastante larga...

Aquí les dejo el capítulo tres, espero que les haya gustado y nos vemos después con otro capítulo 💕

Tomen agüita y pórtense mal, besos 😚

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