TRIUNFAR
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
< Final >
Triunfar,
Yune subía las escaleras mientras bromeaba con Ryuguji y Chifuyu, uniéndose al resto de la pandilla quienes hacían lo mismo hasta reunirse todos en un mismo punto. La rubia observó a Manjiro y Hanagaki allí, en lo más alto del sitio, y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se estirara en su rostro.
— ¡Escuchen todos! — Todos posaron su atención sobre el presidente, mirándole con curiosidad. — Hemos hecho muchos sacrificios, pero después de derrotar a Tenjiku, Toman es ahora la pandilla número uno de Japón... Ahora mismo, hemos creado una era que será incluso recordada por las generaciones venideras.
— Draken, esto es demasiado poético. — Yune frunció su ceño, cruzándose de brazos mientras mordía con ansiedad la paleta en su boca.
— A partir de hoy, ¡La Tokyo Manji Gang queda disuelta!
La paleta en la boca de la rubia cayó al suelo, mirando con incredulidad a su comandante, quien parecía demasiado feliz para estar bromeando.
— ¿Qué demonios dice este hombre? — Preguntó Haitani, notando a Chifuyu encogerse de hombros igual de confundido.
Manjiro comenzó a llamar a cada líder de escuadrón. Yune no pudo evitar estirar su mano y tomar la mano de Ryuguji, quien le devolvió el apretón.
— Draken, dime que no estoy escuchando bien. — Rogó la rubia, el más alto no respondió.
— Subcomandantes de la Tokyo Manji Gang, Ryuguji Ken, Haitani Yune. — Yune y Draken se acercaron al frente, mirando a Mikey quien les sonrió.
— Sano Manjiro. Eres un mocoso egocéntrico. — Haitani soltó una risilla nasal ante las palabras del rubio a su lado. — Pero a todos nos atrajo tu carisma, que nos llevó a donde estamos ahora.
— La Tokyo Manji Gang no pudo haber tenido ningún otro mejor comandante que no fueras tú.
Ambos se inclinaron hacia Manjiro. — No tenemos objeciones con respecto a la decisión del líder.
— Gracias por liderar a la Tokyo Manji Gang, presidente.
[...]
— Hablemos. — Yune miró al rubio mientras bajaba de su motocicleta. Manjiro asintió.
Ambos caminaron en silencio, llegando a aquel parque en el cual hacía años atrás ambos se habían conocido por primera vez, dando inicio a una duradera amistad entre los dos. Yune soltó un largo suspiro, sacando de uno de sus bolsillos una pequeña pulsera que entregó a Sano, este le miró confundido.
— No me iré a otro país ni nada parecido, no te preocupes.
— Comenzaba a preocuparme. — Ambos rieron. — ¿De qué querías hablar, Yune?
— Tengamos una última batalla primero, te lo diré después. — Mikey miró a su mejor amiga quien sonreía con arrogancia. — Claro que si tienes miedo de que te patee el trasero podemos omitirlo.
— ¿Miedo? ¿Yo? — Sano se quitó el abrigo que llevaba, Yune imitó su acción, preparándose ambos para tener un combate final.
A unos metros de ellos, Ryuguji y Hanagaki les observaban, mirando las sonrisas en los rostros de ambos, quienes comenzaron con aquella pelea.
Patadas y puñetazos de parte de ambos fueron lo que comenzaron aquel combate, Takemichi se sorprendió, sería la primera vez que vería pelear a dos fuerzas como las de Yune y Manjiro.
— ¿Quién crees que ganará?
— ¿Qué estúpida pregunta es esa? — Ryuguji sonrió. — Por supuesto que ganará Mikey... Creo.
— ¿Crees?
— La última vez que Yune peleó en serio con Mikey y se encontraba en buenas condiciones... Solo tenía catorce. — Takemichi tragó grueso.
— Yune peleó en serio contra Izana ¿No? Pero él la derrotó, y seguido fue derrotado por Mikey. — El ojiazul notó como Ryuguji soltaba una risilla.
— No puedes pensar que esa vez Yune se encontraba en sus mejores condiciones ¿Cierto? — El más alto tomó asiento, Takemichi imitó su acción.
Yune esquivaba golpes y patadas del menor con facilidad, una sonrisa se encontraba dibujada en los rostros de ambos, estirándose cada que el otro lograba golpearle con rudeza. No podría decirse que Manjiro se contendría con la rubia, si hacía algo como eso probablemente terminaría destrozado en el suelo, con un brazo o pierna rotos.
Mikey bloqueó un puñetazo de la mayor que le hizo retroceder varios pasos, abalanzándose segundos después sobre la mujer, dándole una fuerte patada en la cabeza que hizo a la mayor tambalearse.
— Sigues siendo jodidamente resistente. — Rio Mikey.
— Y tú jodidamente fuerte, mocoso. — Yune se abalanzó sobre el menor, inclinándose segundos después para tomar una de sus piernas y hacerle caer al suelo, dejándole inmóvil. — Pero debes recordar quien fue la persona que te noqueó por primera vez.
— Bien, bien ¡Me rindo! — Yune sonrió, ayudando a su mejor amigo a colocarse en pie. — ¿Ahora sí me dirás a qué venías?
— Lo haré. — Haitani giró su rostro, mirando a Hanagaki. — Pero déjame hablar un momento con él.
Takemichi tembló al observar a la rubia acercarse a él con una malvada sonrisa, y al tenerla en frente, se quejó al ser tomado del brazo.
— Sé su pequeño secreto. — Los tres miraron con sorpresa a la mujer. — Oigan, no pueden ir por allí hablando de esa clase de cosas, los tacharán de locos.
— ¿Cómo te enteraste? — Preguntó Hanagaki, la oji-violeta suspiró.
— Esa vez cuando perseguías a Kisaki. — La mayor se sentó al lado del ojiazul. — No pude evitar no pensar en lo que hablaban y después de crear cientos de miles de teorías en mi cabeza llegué a dos conclusiones.
— ¿Cuáles?
— O ustedes tres tenían graves problemas mentales o de consumo de drogas... — Yune miró a Mikey. — O tenemos a un loco cambiando las cosas en el presente... ¿O debería decir pasado?
Takemichi tragó grueso.
Esa mujer era increíblemente inteligente.
— Takemichi. — Yune le miró con una sonrisa. — Me encargaré de mantener el orden por aquí, puedes estar seguro de eso. — Los ojos violetas de la mayor fueron hasta Manjiro. — Él me obedecerá, y me encargaré de ir juntos a un sitio especial que necesitamos urgentemente.
— ¿A dónde? — Haitani sonrió con maldad.
— Saldremos como nuevos de allí. — Hanagaki suspiró, sonriendo. — También me encargué de mis hermanos, están fuertemente amenazados, ese par de idiotas no hará nada que ponga en riesgo a nadie de nuevo, o yo misma los dejaré sin poder tener descendencia.
— Te lo agradezco, Yune. — La mayor revolvió los cabellos del ojiazul.
— Ahora ¿Qué te parece si tenemos una pequeña batalla tú y yo, Hanagaki? Nunca hemos peleado.
— Ah... Estoy bien así. — Los tres mayores rieron.
Takemichi de cierta manera se sintió aliviado, tener a Yune de su lado, asegurando mantener el orden le producía confianza y seguridad.
Hanagaki estaba seguro de que al volver al futuro esta vez todo estaría bien.
Y esta vez hablaba en serio.
[...]
— Gracias, Naoto. — Ambos chicos estrecharon sus manos. Takemichi cerró sus ojos, recordando cada momento que vivió junto a todos aquellos personajes durante su largo viaje, y al volver a abrir sus ojos, se encontró a sí mismo sentado en una silla, vestido con un traje, esperando.
Hanagaki se asustó por un segundo, creyendo que algo había salido mal nuevamente, pero al ver a una hermosa mujer salir de una habitación con un maravilloso vestido blanco, una sonrisa se estiró en su rostro.
— Hina... — Susurró el pelinegro, mirando a la mujer de rosados cabellos ser ayudada por otra mujer rubia, reconociéndola de inmediato como Yuzuha.
¿Realmente ese futuro estaba bien? ¿Todo había salido como lo había deseado? Takemichi no pudo evitar llamar a Naoto una vez que salió de allí, siendo el detective el encargado de ponerle totalmente al día, pero antes, le llevó a dar una vuelta, para que él mismo lo viera con sus propios ojos.
— ¿Qué ha sucedido? ¿Todo está bien?
— Primero. — Tachibana apagó el vehículo, señalando hacia una dirección en específico. Los ojos de Takemichi se abrieron con increíble sorpresa al encontrarse con varias personas en un pequeño parte lleno de niños.
— ¿Esos son...?
— SÍ. — Naoto sonrió. — Haitani Yune se casó con Baji Keisuke y formaron su familia.
— Se ven realmente felices.
— Allá están sus hermanos. — Hanagaki desvió la mirada, notando a los dos hermanos mayores de la rubia sentados en unos columpios, jugando con sus sobrinos mientras la pareja casada se encontraba en una mesa, hablando. — Haitani Yune era uno de los más grandes problemas que teníamos y no me di cuenta, pero tú lograste solucionarlo.
— No fui yo. — Takemichi negó. — Ella misma lo hizo. — Un bombillo se encendió en Hanagaki. — ¿Qué pasó con Mikey?
— Él es la cereza del pastel. — El mayor temió por lo que Tachibana diría. — Él junto a Ryuguji fueron a sesiones de terapia, al parecer Haitani Yune los obligó a asistir... Ambos están bien actualmente... Takemichi todo en este futuro es perfecto ¿Lo sabías?
— Lo sé. — Hanagaki sintió unas pocas lágrimas acumularse en sus ojos. — Me hace muy feliz saber que por fin seremos felices.
— Yo también.
El teléfono de Hanagaki comenzó a sonar, al ver el nombre del contacto, el mayor no dudó en contestar, llevando el dispositivo a su oreja.
— ¿Hola?
— Takemicchi.
— Mikey.
Los ojos de Takemichi brillaron con felicidad.
— Ken-chin y yo planeamos hacer una fiesta por el aniversario de bodas de Yune ¿Nos ayudas?
— ¡Sí! ¡Por supuesto! — Naoto sonrió, observando al pelinegro a su lado, no podía describir la admiración y respeto que sentía hacia él.
El menor comenzó a conducir hacia el departamento que ahora Hanagaki y su hermana mayor compartían, escuchando de camino la conversación que el mayor tenía con quien alguna vez fue su comandante.
— Por cierto. — Takemichi prestó atención. — La mejor amiga de Yune está esperando un bebé, pero no digas nada a Kazutora, es una sorpresa.
— ¿Kazutora? — El pelinegro se confundió.
— ¡No debías decirle a nadie, Mikey! — Se escuchó de fondo la voz de Ryuguji, Mikey rio nervioso, finalizando la llamada.
Hanagaki soltó una carcajada, solo podía hacer eso, reír y reír hasta cansarse, porque por fin lo había logrado, por fin había logrado conseguir ese futuro en donde todos serían felices.
Unos días más tarde
Takemichi abrió la botella de vino, sirviendo a Yune quien se encontraba ya ligeramente ebria, a su lado se encontraba Keisuke, quien ebrio también solamente se pegaba a la rubia como un mosquito.
— Tengo algo que decir. — Llamó la atención Jin, tomando de la mano a Hanemiya, yendo juntos al centro de la sala de estar. — Kazutora y yo nos vamos a casar.
Todos aplaudieron, felices por ellos, haciendo ruido y escándalo.
— Hay algo más. — Maeda elevó su copa con gaseosa hacia su prometido, sonriente. — Estoy esperando un hijo de Tora.
— Oh, mierda. — Yune soltó una gran carcajada al por fin ver la reacción de uno de sus mejores amigos.
— Grábalo, grábalo. — Insistió Manjiro a Ryuguji, quien rodó los ojos, sacando su teléfono para inmortalizar aquella expresión en el rostro de Hanemiya.
— Felicidades a ambos. — Baji sonrió, elevando su copa hacia los prometidos. — Que tengan un feliz matrimonio y una hermosa familia.
— Gracias... — Susurró un atontado Kazutora, Maeda sonrió, abrazando con fuerza al hombre.
— ¡Bien! — Yune llamó la atención de todos. — La próxima fiesta será por la boda de Hanagaki. — Los presentes hicieron ruido nuevamente, felicitando a los dos prometidos, prontamente esposos.
Un llanto se escuchó venir desde una habitación, Baji finalmente soltó a su mujer, dándose la vuelta para dirigirse a aquel sitio desde donde se escuchaba el llanto para atender al niño que lloraba.
— Te dije que tendrían una familia. — Ran codeó a su hermano, Rindo chasqueó la lengua. — Ahora ni siquiera puede pasar un fin de semana sin que vengas a ver a tus amados sobrinos, Rindo. — Ran soltó una gran carcajada.
Takemichi se acercó a la rubia, mirándole con una gran sonrisa.
— Aunque te diste cuenta de todo este lío al final, me ayudaste muchísimo, Yune, yo realmente quiero agradecert-
— No es momento de sentimentalismo. — La mujer le dio una lata de cerveza a Hanagaki. — Ve por Hina y disfruta de la fiesta, agradéceme después.
El pelinegro asintió, dándose la vuelta, observando todas las sonrisas en los rostros de todos los presentes en aquel sitio.
Todos sus amigos, toda su familia estaba allí.
Hanagaki finalmente pudo suspirar en paz.
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Colorín, colorado. Este cuento ha terminado.
Solo gente pro llegó hasta aquí.
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🤺Un voto y un comentario se agradece.
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