OBSEQUIO

CAPÍTULO VEINTIUNO

Obsequio,

— ¡Buenos días! — Yune abrió sus ojos de golpe al escuchar el grito de su hermano mayor. Un dolor se instaló en su cabeza ante el repentino despertar.

— ¡Ran! — Gritó la chica, levantándose y corriendo tras su hermano para darle un fuerte puñetazo en el rostro.

— ¡Oye! ¡No puedes golpearme un día después de Navidad!

— Veamos si no puedo. — De un golpe la chica terminó dejando a su hermano en el suelo. — Despierta a las personas como debe de ser, idiota.

— ¿Pueden callarse? — Rindo se acercaba medio adormilado, unos segundos después estaba apoyando su cabeza en el hombro de su hermana menor mientras mantenía sus ojos cerrados. — Oye, Yune.

— ¿Qué?

— Te tenemos un regalo. — Ran se levantó del suelo acomodando su cabello suelto en un desordenado moño, caminó a la puerta de la entrada y la abrió, dejando ver de inmediato una bonita motocicleta moderna.

— ¿Qué es esto? — Yune se acercó al vehículo, mirándolo atentamente antes de dirigir su mirada a sus hermanos, sorprendida. — ¿Chicos?

— Feliz navidad... Atrasada. — Sonrió Rindo antes de tambalearse sintiendo como la menor se abalanzaba sobre su cuerpo.

— Gracias, me encanta. — Soltando al chico de lentes, Yune fue hacia el mayor, abrazándole con fuerza.

— Qué suerte, no estaba seguro de si esta te gustaría.

— Yo sí lo estaba. — Presumió Rindo.

— Es perfecta, chicos ¿Cómo la consiguieron? — Ambos chicos le miraron obvios. — Oh, mamá y papá, claro.

— ¿Cómo la llamarás? — Preguntó Ran.

— No lo sé. — Yune admiró por unos segundos la motocicleta. — Quizá solo le diré 'Nena'.

— Oh, vamos. Originalidad, por favor. — Exigió Rindo, la peligris rodó los ojos.

— Déjame pensarlo... — Tan solo tomó unos segundos antes de que la chica soltara un nombre. — Valquiria.

— ¿Valquiria? — Ran asintió. — Me gusta.

— Es bonito.

Yune se acercó pasando las yemas de sus dedos sobre el vehículo, admirándolo en silencio. Los dos hermanos sonrieron orgullosos de conocer a su hermana y darle un obsequio que le gustara tanto.

— ¿No quieres ir a probarla? — Ran lanzó un par de llaves que la menor atrapó en el aire.

— Claro que sí. — La peligris se subió a la motocicleta.

— Espera. — Detuvo Rindo. El chico de lentes se giró y desapareció por unos segundos, al volver traía consigo un abrigo y una bufanda, Yune rodó los ojos antes de tomar las prendas que le extendía su hermano mayor y colocárselas sobre sí.

— Iré a darme una vuelta ¿Podrían darle de comer a Zeus y cambiar su caja de arena?

— Yo no lo haré. — Negó inmediatamente el hermano de en medio, Ran suspiró.

— Muy bien, ve con cuidado, vuelve temprano.

— Lo haré, nos vemos. — Encendiendo el vehículo, Yune sonrió al escuchar el motor rugir. Los dos hermanos observaron a la chica marcharse velozmente del sitio en tan sólo un par de segundos.

— Cierto, olvidaba decirlo. — Una sonrisa malvada se estiró en el rostro de Ran, Rindo soltó un suspiro de cansancio.

— ¿Ahora qué diablos hiciste?

— Invité a su novio a almorzar. — La expresión de Rindo logró sacarle una carcajada al mayor, quien volvió a entrar a la casa. — Compórtate, Rindo.

El helado aire de la mañana golpeaba fuertemente el rostro de Yune, quien ignorándolo solo podía disfrutar de la velocidad y adrenalina que su nuevo obsequio le hacía sentir. Le tenía aprecio a su vieja motocicleta, claro que sí, pues había estado con ella desde que decidió unirse al mundo de las pandillas junto a sus hermanos mayores, pero debía admitir que en cualquier momento el vehículo podría dejar de funcionar, y esta nueva motocicleta parecía ser muy reciente, no tenía ni una pizca de idea de cómo sus hermanos habían conseguido algo así para ella, y estaba agradecida.

Rindo caminó por el pasillo, deteniéndose frente a la habitación de la chica al escuchar un ruido. Adentrándose, observó el teléfono de la menor encendido, en este se mostraba un nombre de quien le llamaba.

"Jin".

El chico de lentes frunció su ceño, Yune a veces les hablaba de sus amistades o compañeros más relevantes de la pandilla, y Rindo juraba no haber escuchado nunca de alguna tal 'Jin' ¿Quién era? ¿La conocía? ¿Sería parte de alguna pandilla?

El chico tomó el teléfono y contestó la llamada, llevando el aparato a su oreja.

— ¿Quién? — Preguntó el mayor, hubo un corto silencio.

— Uhm ¿Es el número de Yune?

— Lo es. — Rindo entrecerró sus ojos. — Ahora mismo no está en casa, habla su hermano.

— Oh. Entiendo. — El chico notó el temblar en la voz de la chica. — ¿Puedo pedir que le digas que llamé? Necesito su ayuda.

— Bien.

Alejando el teléfono de su oreja, colgó la llamada y dejó el teléfono sobre la cama de su hermana, saliendo de la habitación para volver a la cocina.

— ¿Sabes quién es Jin?

— ¿Jin? — Ran negó. — No tengo idea de quién pueda ser.

— Llamó preguntando por Yune. — Ran asintió comprendiendo, la mesa con el desayuno ya estaba preparada, así que juntos tomaron asiento dispuestos a comer, pues no sabían si su hermana llegaría en ese momento. — Ran, creo que tenemos que hablar sobre esa situación.

El chico de trenzas soltó un suspiro antes de sonreír y asentir, debían de ponerse de acuerdo e idear un plan para convencer a su hermana, lo último que deseaban era tener que luchar en contra de la persona que ellos dos más amaban.

Después de desayunar y hablar seriamente, pasaron al menos quince minutos antes de escuchar nuevamente la puerta abrirse. Yune entró al sitio, su cabello estaba levemente desordenado y su nariz y mejillas estaban rojizas a causa del frío de la mañana.

— Siento la demora. — Ran quien estaba en la sala de estar sonrió.

— ¿Qué tal te fue? ¿Disfrutaste?

— Disfruté como nunca. — Yune caminó hacia el pasillo. — ¿Rin?

— En su habitación... Oh, cierto, Rindo me pidió decirte que te llamó una tal Jin, parecía urgente.

Yune frunció su ceño, asintió y caminó hasta su habitación, tomando su teléfono y marcando rápidamente el número de la chica de cabellos oscuros. El tono sonó varias veces, pero nadie contestó, después de ser enviada al buzón de voz, la oji-violeta volvió a marcar el número de la menor, esperando varios tonos nuevamente hasta escuchar como tomaban la llamada.

— ¿Jin? — Llamó Yune mientras tomaba sus llaves y caminaba a la salida.

Yune... Yo... Tuve algunos problemas, por eso te llamé, no es necesario que veng-

— ¿En dónde diablos estás? — Maeda guardó unos segundos de silencio antes de suspirar y señalar la dirección a Haitani.

Yune colgó la llamada y salió corriendo de su hogar bajo la curiosa mirada del mayor, momentos después se pudo escuchar el motor de su motocicleta sonar y alejarse rápidamente.

La peligris condujo rápidamente hacia aquel establecimiento en donde había conocido a Jin por primera vez, según las indicaciones de la chica, estaba cerca de allí, a unos cien metros del lugar. Le tomó más de veinte minutos llegar a su destino, y al hacerlo, sus ojos recorrieron rápidamente un sitio y otro en busca de la chica de mechón rubio.

— ¿Jin? — Llamó Yune, caminó unos cuantos pasos hasta notar un cuerpo sentado bajo un árbol, al acercarse más se encontró con la chica, quien parecía ligeramente herida. — ¿Qué diablos te pasó?

— Yune. — Jin se colocó en pie rápidamente. — Lo siento, yo-

— Deja de decir 'Lo siento'. — La mayor examinó rápidamente a la contraria, quien se removió intimidada en su sitio. — Sígueme.

Sin decir nada más, ambas caminaron hasta la motocicleta de Haitani y subieron, mientras conducía, Yune sacó su móvil y marcó a un número, la persona al otro lado no tardó en contestar.

— ¿Hola?

— Keisuke. Siento las molestias, por casualidad ¿Tienes un botiquín en casa?

— ¿Estás herida? ¿En dónde estás?

— No, no es para mí. — Yune frunció su ceño. — Una amiga fue herida, solo necesito encargarme de sus heridas, prometo no molestarte más después de eso.

— Deja de decir que eres una molestia, necia. — Yune rio avergonzada. — Ven, estaré esperándolas.

— Te lo agradezco. — Una vez colgó, Yune se concentró en conducir, llegando a su nuevo destino en pocos minutos.

Ambas chicas bajaron, en la puerta de cierta casa esperaba un joven alto de cabellos largos y negros, joven quien llamó la atención de la menor.

— ¿Quién es él?

— Mi novio. — Cómo si fuese invocado con aquellas dos palabras, Keisuke se giró mirando a ambas chicas, sonriendo al posar sus ojos sobre la más alta.

— Yune.

— ¿Tu madre está en casa? — Baji negó. Juntos los tres entraron al sitio, sentándose las dos chicas en el sofá de la sala de estar mientras el pelinegro iba por el botiquín de emergencias.

Al volver, Baji entregó la caja a la mayor, quien comenzó a tratar las heridas de la contraria.

— Dime qué fue lo que sucedió.

— Bueno... Quizá fui algo irresponsable. — Yune elevó una ceja. — Me encontré con Akane y-

— ¿Quién mierda es Akane?

— La líder del grupo que suele molestarme. — Haitani asintió haciendo una mueca. — La vi hoy y quiso sacarme el dinero que llevaba, así que la golpeé creyendo que lograría vencerla, fue estúpido creer que podría contra ella y contra su grupo.

— Tonta. — Pronunció Yune. — Siento no haber respondido, no estaba en casa.

— Pudiste haber huido. — Agregó Keisuke.

— Keisuke ¿Huirías de una pelea? — Preguntó la mayor.

— Jamás. — Yune sonrió con burla, el chico solo imitó su gesto. — Espera ¿Eres parte de la Toman?

Jin bajó la mirada. Era cierto, tenía el traje de la pandilla puesto.

— Es mi subordinada. — Agregó Haitani. — Le enseñé a pelear, aunque parece que aún falta mucho por aprender.

Guardando nuevamente los utensilios, Yune devolvió el botiquín a Baji quien lo dejó a un lado.

— Uhm ¿Puedo ir al baño?

— Al fondo a la derecha. — La chica asintió, disculpándose y retirándose por unos segundos.

Yune miró a Baji, quien se acercó a ella y no dudó en tomar sus mejillas y estampar sus labios sobre los de la contraria en un amoroso, pero lento beso. Al alejarse, las mejillas de Haitani picaban, sintiendo sus labios ligeramente hinchados.

— ¿Eso por qué fue?

— Quería verte, también besarte.

— Directo al grano. — Rieron. — Siento no haber venido para navidad, estuve algo ocupada con aquel asunto.

— Lo entiendo. — Keisuke rodeó el cuerpo de la chica con sus brazos. — Mi madre quería darte un presente cuando te viera de nuevo. — Baji guardó silencio por un momento, como si recordara algo. — Oh, cierto. Ran me dijo que fuera a almorzar a tu casa ¿Te parece bien?

— ¿Ran? — La chica se mostró sorprendida. — No hay ningún problema, me sorprende mucho que haya decidido invitarte.

— Lo hizo ¿Crees que mi madre pueda ir? — Yune asintió sonriente. El pelinegro sonrió de vuelta, apoyando su cabeza sobre el hombro de la chica, cerró sus ojos manteniéndose ambos en silencio.

A los pocos minutos, Maeda volvió, encontrándose con ambos chicos fundidos en un cariñoso abrazo, una pequeña sonrisa se estiró en su rostro, acercándose y tomando asiento al lado de la mayor quien abrió sus ojos al notar su presencia.

— Keisuke, debo ir a dejar a Jin a su hogar, te veo después ¿De acuerdo? — El chico frunció su ceño apretando su agarre en la cintura de la mayor, negándose a dejarle ir.

— Quédate un rato más.

— No seas ávido, nos veremos más tarde. — Baji asintió suspirando antes de posar sus belfos sobre los contrarios y finalmente alejarse.

Jin y Yune se colocaron de pie, caminando hacia la entrada, allí se despidieron del chico antes de salir del sitio y subir a la motocicleta de la mayor. Su camino a casa de la menor fue rápido y silencioso, y al llegar, Maeda descendió de la motocicleta, despidiéndose de Haitani.

— Si tu madre te pregunta qué paso, dile que estabas intentando aprender a andar en skate. — Ambas sonrieron con complicidad. — Me funcionó cientos de veces cuando vivía con mis padres.

— Lo haré, nos vemos Yune.

La mayor se despidió, conduciendo rápidamente hacia otro destino: Una pequeña tienda, ahí buscaría algún presente para dar a la madre de Keisuke y al mismo.

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