FESTIVAL

CAPÍTULO SIETE

Festival,

— Por dios, Yune, te ves hermosa. — Emma sonrió mientras la peligris se observaba en el espejo, intentando sonreír, aunque le era algo difícil.

— Sí... Supongo que me veo bien, pero-

— Pero no es tu estilo. — Emma rebuscó en su armario, sacando esta vez un vestido de color azul con detalles dorados y púrpuras. — ¿Qué te parece este?

— Me gusta más que el verde. — Aseguró la mayor, sacándose las prendas que tenía puestas para reemplazarlas por las nuevas.

Emma volvió a sonreír, no importaba qué eligiera, de cualquier forma su amiga se vería bien.

— ¿Te gusta?

— Este me gusta. — Haitani se giró. — ¿Me ayudas con el cabello? No es mucho problema, es solo recoger un par de mechones.

— Por supuesto. — La rubia se acercó a la mayor, recogiendo algunos mechones de cabello, llevándolos hacia atrás en donde los ató con una prensa floreada dorada. — Ya está.

— Entonces ¿Irás con Draken? — Sano sonrió avergonzada. — Suerte.

[...]

El sol ya se había ocultado, y desde unos metros atrás se podían ver las luces decorando los caminos del festival. Yune tomaba la mano de Emma, juntas habían decidido ir al festival y ahí esperar a sus respectivas parejas, probablemente al encontrarlas se irían ambas por caminos diferentes.

— ¿Ves a Draken? — Preguntó la menor, recorriendo el sitio con su mirada.

— No, y tampoco veo a Keisuke. — Yune suspiró frunciendo su ceño. — ¿En serio me hará esperar aquí?

— Parece que ambas estamos en la misma situación.

— ¡Emma! — Yune notó a cierta pareja acercarse, a su lado también se acercaba Draken.

— Siento la demora. — Se disculpó Ryuguji antes de mirar a Haitani, quien parecía de mal humor. — ¿Esperas a alguien?

— A Keisuke. Le daré cinco minutos, si no llega dentro de ese tiempo me iré.

Emma le miró preocupada, dando suaves palmadas en su espalda.

— Oh. Yune. — Llamó Takemichi. — Ella es Tachibana Hinata, Hina ella es Yune, quizá no la conocías.

— Efectivamente. — Afirmó la peligris. — Es un gusto, Hinata.

— Es un placer conocerte, Yune.

— Bien. — Haitani acarició suavemente sus sienes. — Chicos, pueden adelantarse, esperaré aquí un par de minutos más.

— ¿Estás segura, Yune? No quiero dejarte sola.

— Si sucede algo, te llamaré. — Emma asintió, todos se despidieron de la mayor antes de marcharse.

Yune tomó asiento en una pequeña banca bajo un árbol y cerró sus ojos, cruzándose de brazos. Con el pasar de los segundos, el tiempo dado por la chica se acabó, la paciencia quizá no era su fuerte, así que se puso de pie y comenzó a caminar por el festival, mirando los muchos puestos de comida, entretenimiento y demás. Se detuvo frente a un puesto en el cual vendían peculiares máscaras, una de ellas parecía molesta, sus cejas eran gruesas y definidas por líneas rojas y de su boca salían dos largos colmillos amenazantes.

— Quiero esta. — Pidió la chica sacando dinero de su bolsillo y entregándolo al vendedor.

Al tener la máscara en manos se la colocó cuidadosamente, de esa forma cualquiera que no estuviese al tanto de como vestía no podría reconocerle, además, así se ahorraría saludar a demasiadas personas que la viesen o ahuyentar a miedosos que le conocieran.

Cuando Yune acabó de recorrer todo el festival, soltó un pesado suspiro sintiéndose ligeramente traicionada, así que sin más que hacer, sacó su teléfono y marcó al número de su hermano mayor.

— ¿Yune? ¿En dónde estás?

— ¿Quieres saberlo? — Yune estaba más que segura que su hermano mayor hacía una cara de obviedad en aquel momento. — Keisuke me invitó al festival de hoy, pero no vino, así que caminé un poco por el sitio, pero ya no tengo más que hacer ¿No quieres venir y comer algo?

— Llamaré a Rindo, espéranos en la entrada.

— Claro.

Yune terminó la llamada, caminando nuevamente todo el largo recorrido hasta la entrada del festival. Allí se mantuvo por unos minutos, frotando sus brazos ante el frío, hasta que sintió un suéter posarse sobre sus hombros. Haitani se giró, sintiendo como la máscara que llevaba en su rostro era delicadamente retirada.

— Keisuke.

Los labios del pelinegro se mantenían en una línea, y sus ojos parecían los de un cachorro arrepentido buscando alguna forma de pedir por perdón a su amo. Yune frunció su ceño, tomando nuevamente la máscara dispuesta a cubrir su rostro, pero no le fue permitido.

— Lo siento. — Pronunció Baji. — De veras lo siento, al darme cuenta ya era muy tarde y no terminaba de prepararme... De no ser por Chifuyu quien me llamó, no me habría dado cuenta de la hora.

— Keisuke, cuando citas a alguien debes aprender a ser puntual. — Yune tembló por la suave brisa que corría. — ¿Sabes cuánto tiempo estuve aquí esperando? Bueno, no es necesario saberlo, tuve tiempo para ir y volver por todo el festival.

Haitani apartó la mirada molesta.

— Lo siento.

— ¿Qué acaso no tienes nada más que de-

Yune retrocedió un par de pasos ante la impresión al ver al joven de ojos claros descender en una reverencia, pidiendo por su perdón.

— Keisuke, levántate de ahí.

— No lo haré, no hasta que me disculpes. — La mayor soltó un suspiro de frustración, agachándose y obligando al menor a ponerse en pie de nuevo.

— Está bien, no vuelvas a hacer eso.

— ¿Significa que sí? — Yune rodó los ojos antes de mirar al pelinegro y sonreír.

— Significa que sí.

Baji se acercó, rodeando la pequeña cintura de la mayor con sus brazos, apegándole a su pecho en un cálido abrazo.
El aire escapó repentinamente de los pulmones de Keisuke al sentir un fuerte golpe en su estómago, aquello hizo que se alejara de la contraria, llevando sus manos a la zona afectada.

— Es solo un pequeño recordatorio de porque no debes hacerme enojar.

Keisuke rio adolorido. — Había olvidado por qué me gustabas.

Las mejillas de Yune se coloraron levemente, Baji tomó su mano y entrelazó sus dedos, colocándose aquella extraña máscara en su rostro con su mano libre.

— Oh, ahora que lo recuerdo... — Habló de repente Yune. — Acabo de llamar a mis hermanos.

La peligris pudo haber jurado ver como Keisuke palidecía al escucharle decir aquello, y sin decir siquiera una palabra, tomó la mano de la chica con fuerza y comenzó a correr hacia el interior del festival.

— ¡Espera! — Yune soltó una carcajada mirando hacia atrás, notando como dos jóvenes altos llegaban al sitio y le buscaban con la mirada hasta perderlos de vista con el paso de los segundos.

— ¿Tienes hambre?

— No destruiremos los puestos de comida o ¿Sí? — Keisuke negó. — Bien, sí tengo hambre.

El chico se alejó por un momento, volviendo a los minutos con una caja de dangos, algo común, pero agradable.
Ambos comieron juntos mientras caminaban tomados de las manos, hasta llegar a un sitio algo alejado de la multitud.

— Dame un momento. — Baji sacó su teléfono, este sonaba repetidas veces, no pasó mucho antes de que el teléfono de Yune comenzara a hacer lo mismo.

"Problemas"

Tras leer el mensaje, Yune recibió una ubicación, estando por pura coincidencia a unos metros del sitio.

— Andando. — Keisuke asintió, y juntos corrieron hasta el sitio, encontrándose así con un gran grupo de pandilleros reunidos.

— Oigan, oigan ¿Qué es esto? — Preguntó Yune inclinándose a quitar sus zapatillas, tirándolas a un lado.

— Parece divertido. — Rio Baji, acercándose junto a la chica.

— Baji, Yune. — En el sitio se encontraban ya el comandante, subcomandante, Mitsuya y Takemichi, este último parecía haber visto un ángel cuando notó a la pareja llegar al sitio juntos.

— ¿Una chica?

— ¿Qué haría una chica aquí?

— Olvídalo, si les pateamos el trasero podremos divertirnos más tarde.

Keisuke frunció el ceño, decidido a golpear a aquellos sujetos quienes murmuran descaradamente sobre su chica, segundos después sintió una mano que tomaba su brazo y descendía hasta apretar su muñeca.

— Céntrate en lo importante. — Mangoneó Yune.

Los motores de cientos de motocicletas comenzaron a escucharse de lejos, Yune soltó un suspiro aliviada, después de todo no tendría que dañar tanto las bonitas uñas que había arreglado Emma para ella.

— Estaré bien.

— ¿Segura? — Haitani asintió mirando a los muchos miembros de la Toman llegar, incluidos los líderes y colíderes de escuadrón.

— Nosotros la Tokyo Manji Gang les patearemos el trasero.

— Ten cuidado. — Yune estuvo a punto de girarse, pero fue detenida por el pelinegro, quien le miró con una sonrisa burlona.

— No pierdas, Banshee.

— ¿Quién crees que soy, Keisuke? Veamos quien patea más traseros hoy. — Sorpresivamente y sin poder verlo venir, el menor sintió una delicada presión sobre sus belfos, dejándole paralizado por unos segundos, los cuales la peligris aprovechó para unirse al grupo. — Hace mucho no tengo una buena pelea.

— Cien dólares. — Murmuró Smiley a Chifuyu quien rodó los ojos acercándose a su capitán.

Un chico alto se encontraba frente a la pandilla contraria, Yune entrecerró los ojos acercándose a Mikey, quien se mantenía con el ceño fruncido. Si era necesario, Yune no dudaría en intervenir para ayudar.

— ¿Oh? ¿Una chica?

— Así es ¿Hay algo de malo con ello, idiota? — Preguntó la oji-violeta, sonriente.

— Mikey, probablemente quieras hacer creer a la Toman, pero incluir a jóvenes y delicadas florecillas como ella no servirá de nada.

— ¿Qué dijiste?

— Yune. — Mikey tomó su brazo, deteniendo su andar. — No escuches sus palabras.

Una risilla escapó de los labios del líder contrario.

— ¡Ven, Mikey!

Antes de darse cuenta, la batalla ya había dado inicio, y muchos de los miembros de la pandilla rival se abalanzaron contra los miembros de la Toman. Yune elevó una ceja, notando como muchos chicos la esquivaban.

El ceño de Haitani se frunció lentamente, sintiendo como una vena de su sien palpitaba fuertemente hasta que su paciencia desapareció. Estirando su brazo izquierdo tomó del cuello a uno de los tantos pandilleros de blanco y lo golpeó contra el suelo, llamando la atención de los enemigos alrededor.

— Escuchen bien, bola de pubertos, porque sea mujer no significa que no les puedo patear el trasero a todos ustedes.

— ¡Yune! ¡No te excedas! — Pidió en un grito Mitsuya desde un lado, la chica sonrió, notando como esta vez varios hombres se acercaban a ella con la intención de combatir.

— Diablos, no había reconocido su rostro. — Tembló uno de ellos antes de alertar a los demás y buscar una forma de huir de la chica, quien se divertía golpeando los rostro del enemigo.

Baji quién estaba a un lado giró su rostro, sonriendo al notar como la peligris parecía divertirse y no tener problemas, por lo que continuó tranquilamente.

— ¡Draken! ¡Draken! — Haitani se giró, notando a cierto ojiazul corriendo desesperado.

— ¿Qué ocurre, Takemichi? — Yune se acercó a él al terminar de deshacerse de varios hombres.

— Necesito encontrar a Draken. — Respondió, murmurando después cosas incoherentes.

— Ryuguji sabe cómo defenderse, no te preocupes por él, un golpe en la cabeza no le hará mucho.

— No es eso... — Takemichi giraba hacia todas direcciones, buscando desesperadamente algo con la mirada, a su vez, Yune se encargaba de evitar que otros le patearan el trasero al rubio, hasta que Takemichi detuvo sus movimientos de golpe.

Haitani se giró al sentir la presencia del rubio desaparecer, le buscó con la mirada, hasta encontrarle a algunos metros.
Hanagaki llamaba desesperado a un Ryuguji desplomado en el suelo.

— ¿Qué sucede, Takemicchi? — Preguntó Mikey, intentando deshacerse del chico de gran altura.

— ¡Draken! ¡Draken...! ¡Apuñalaron a Draken!

Yune abrió sus ojos con impresión antes de correr hacia Takemichi y agacharse.

— Sácalo de aquí, te cubriré la espalda. — El rubio parecía no reaccionar, Yune no dudó dos veces antes de darle una fuerte bofetada que le hizo volver a la realidad. — ¡Sácalo de aquí, imbécil!

Takemichi, con dificultad, cargó al subcomandante en su espalda, comenzando a moverse lo más rápido que podía con el chico encima suyo.

— ¡Chifuyu! — El nombrado giró su rostro hacia Yune. — ¡Dile a Keisuke que no se preocupe, le llamaré después!

— ¡Entendido!

Haitani comenzó a correr tras Takemichi, quien ya había avanzado lo suficiente, pero había un problema, y ese era un grupo de chicos quienes querían solamente molestar.

— Háganse a un lado. — La peligris se acercó, colocando a Hanagaki y los demás detrás de sí. — Si no quieren tener problemas, váyanse de aquí.

— ¿Eh? ¿Qué podría hacer una chica como tú?

¿Es que acaso la poca luz nocturna ocultaba su identidad que nadie le reconocía? Yune sintió como sufría de un tic en su ojo izquierdo.

— Te mostraré qué puede hacer una chica como yo, imbécil.

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