32

Iwaizumi se despidió de Tōru con un delicado beso en sus labios antes de marcharse. Ese día iría a su edificio a trabajar, un poco más de tiempo que como usualmente lo hacía, por lo que probablemente volvería unos minutos más tarde de que el castaño saliera de la universidad.

— Ten mucho cuidado. — Oikawa acarició su mejilla y se giró, siendo ayudado por Yaku a entrar al sitio e ir hasta su salón. — Comienzan a dolerme un poco los pies. — Comentó el castaño. — Definitivamente cargar con un bebé no es fácil, este niño seguro nacerá muy saludable y fuerte.

— Iwaizumi Junior debe de sentirse realmente cómodo allí a dentro. — Sonrió el más bajo. — ¿Para cuándo está previsto el parto?

— Oh, dentro de mes y tres semanas. — Respondió tomando asiento. — Estoy ansioso, sé lo rápido que pasará el tiempo.

— No te preocupes, de seguro todo saldrá bien. — Lev entró al sitio junto al azabache y se sentaron junto al ojimarrón, Kuroo acarició su vientre con cuidado, al parecer tenía una obsesión con hacerlo, siempre que le veía no tardaba en acercarse y posar sus grandes manos sobre el abultado vientre de Tōru.

— ¿Entonces es un varón? — Preguntó de nuevo, a pesar de que Oikawa ya se los había comentado.

— Así es. — Sonrió. — Iwaizumi Arata.

— Es un buen nombre. — Comentó Lev. — Suena poderoso.

Las clases dieron inicio, por lo que los cuatro se concentraron y prestaron atención a lo que el profesor explicaba. Cuando fue la hora del almuerzo, Oikawa fue ayudado una vez más por sus amigos, quienes le pidieron que fuese a sentarse mientras ellos compraban su almuerzo.

Finalmente llegó la hora de la salida, Tōru miró la hora en su reloj y después sacó su teléfono, poniendo un mensaje a su pareja, avisando que Tetsurō le llevaría a casa en su auto.
A Hajime no le agradaba del todo la idea de ver a ese tal Kuroo Tetsurō tan cerca de su pareja, mucho menos verle tocar su vientre como si él fuese el padre. Estaba realmente celoso.

— Andando. — Habló Kuroo, ayudando al castaño a subir al asiento del copiloto.

Ese día el rubio con cara de Póker y Kenma habían salido más temprano de lo usual, por lo que ambos fueron a casa primero. Tetsurō se encargó de acomodar bien el cinturón de Tōru para que no le dañara, y después se puso en marcha.

— ¿Quieres pasar por un batido? — Los ojos de Oikawa brillaron.

— ¡Claro! Estoy antojado de un batido de un 'Colibrí Morado'.

— ¿Colibrí Morado? — El azabache se mostró confundido ante la mención de un batido desconocido para él.

— Sí, está hecho a base de fresas, blueberries, arándanos y Moras. — Comentó llevando una mano a su vientre. — Sabe delicioso, es mi favorito de estos días.

— Un Colibrí Morado será. — Sonrió, desviándose un momento del camino, para pasar por un local especial de batidos.

Tetsurō bajó del auto y fue a comprar dos batidos, ambos iguales, pues la curiosidad era más fuerte, quería saber qué tan bueno era ese batido. Subió al auto nuevamente y le entregó uno de los vasos desechables a Tōru, mientras el otro se lo dejó él.

Condujo con una mano mientras con la otra bebía del batido, era cierto lo que él castaño decía, sabía delicioso. Había probado mejores, pero este era realmente adictivo. Oikawa por su parte se vió alegre por el resto del camino.

— ¿Es aquí? — El ojimarrón observó su casa.

— Sí, es aquí. ¿Quieres pasar?

— Te ayudaré a entrar, pero no puedo quedarme, debo de ir con KenKen y Tsukki. — Oikawa sonrió ante los apodos. Asintió y bajó del auto con ayuda del azabache, quien le llevó hasta la entrada de su casa.

— Muchas gracias, Kuroo. — Agradeció el castaño. — Nos vemos.

— No fue nada, cuídate y cuida de Iwaizumi junior. — Se inclinó acariciando una última vez su vientre, y después se marchó.

Tōru caminó hacia su habitación, no tenía hambre, por lo que iría a descansar, la universidad le agotaba realmente rápido. Dejó su mochila en una esquina y después se sacó su pantalón, los últimos días había comenzado a dormir así, era cómodo para el menor.

Apagó las luces y se recostó en la cama, cerrando sus ojos. La comodidad del colchón y el aroma de Iwaizumi impregnado en las sábanas y almohadas era tranquilizador, aunque el castaño prefería tener a su prometido a su lado, envolviéndole con sus fuertes y musculosos brazos.

Hajime terminó de hacer su trabajo a las cuatro y quince, organizó todo perfectamente como lo hacía siempre y tomó sus cosas antes de salir de su oficina y caminar al elevador, en donde se encontró casualmente con Bokuto.

— Vaya, vaya, jefe, que sorpresa. — Iwaizumi sonrió.

— ¿Sorprendido? — Entró al elevador. — Nos vemos, debo de ir a ver a Tōru, probablemente ya esté en casa.

— Hasta luego, envíale saludos de mi parte. — Hajime asintió antes de que las puertas se cerraran.

Salió del edificio y subió a su vehículo, conduciendo hacia su hogar. Se detuvo en un semáforo en rojo mientras sentía su teléfono vibrar.
Lo tomó, y contestó sin ver creyendo que sería su prometido preocupado por su retraso, más aún esos días en los que parecía cliché pegado a zapato, sin querer alejarse del moreno.

— ¿Hola?

"Se ve realmente tranquilo durmiendo. ¿Sabes?" — Hajime sintió como su piel comenzaba a palidecer mientras un sentimiento de ira y angustia se apoderaba de él. — "Es un varón ¿No?" — Suspiró. — "Sería una lástima si algo les sucediera".

— Kentarō, que ni se te ocurra tocarle un solo cabello. — Amenazó. El semáforo cambió de rojo a verde. Iwaizumi no dudó en pisar el acelerador y conducir, rompiendo varias leyes de tránsito en el camino. — Deja a Tōru en paz, él no tiene nada que ver en esto.

"Él te arrebató de mis brazos... ¡Yo soy quien debería de estar aquí, en esta cama, con un vientre, a meses de dar a luz a nuestro hijo!.." — Gruñó con molestia. — "Pero me botaste... ¿Sabes cuánto sufrí todo este tiempo sin ti? Eres el amor de mi vida".

— Kentarō, no funcionó. — Giró en una esquina, tomando un atajo. — Tú y yo no estábamos destinados a estar juntos, entiéndelo.

"¡Claro que sí!". — Rió desesperado. — "Pudimos hacerlo funcionar... Podemos hacerlo funcionar..." — Jadeó. — "Déjalo, termina tu relación con él y vivamos como antes, olvídalo, yo te haré feliz".

— Kentarō... — Susurró con pena. Iwaizumi frunció su ceño. No tardó en llegar a la casa, bajó del auto y corrió a la entrada.

Colgó la llamada y corrió con rapidez hacia su habitación, sintiendo su corazón bombear con fuerza. Kyōtani era capaz de cualquier cosa, era incluso capaz de asesinar a una persona inocente con tal de conseguir lo que quería.
Pero Hajime no permitiría eso, era Tōru, era su vida entera, Tōru era todo para él. Hajime también era capaz de asesinar a alguien, asesinar a cualquiera que le hiciera daño al amor de su vida.

Abrió la puerta de la habitación.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda y su cuerpo se paralizó momentáneamente al ver a Tōru tomando el brazo de Kentarō mientras este mantenía un cuchillo en su cuello. Las lágrimas no parecían dejar de salir de los ojos del castaño, pero estaba tan aterrado, no por su vida, no, en ese momento él no importaba. Oikawa temía por su bebé.

— Iwaizumi... — Jadeó. — Iwaizumi... Y-Yo... Yo... N-No te quiero... — Mintió. El moreno frunció su ceño, confundido. — ¡No puedo! — Gimió, Oikawa no era capaz de decir algo como eso, no soportaría perder a Iwaizumi.

— ¡Díselo! — El arma hizo presión sobre su suave piel, cortando una fina línea de la que comenzó a brotar sangre.

Hajime observó a Kentarō sin expresión alguna, sintiendo como el fino hilo entre la cordura y la locura amenazaba con romperse. Oikawa cerró sus ojos, sintiendo la pequeña herida comenzar a arder.

Para Kyōtani todo fue tan rápido, que le fue imposible verlo.

Iwaizumi pareció aumentar en fuerza de un momento a otro. Un fugaz brillo rojo se hizo presente por un segundo antes de que se acercara al rubio y le tomara por el cuello sin cuidado alguno, lanzando la navaja lejos de todos. Kyōtani le observó aterrado, sin recordar esta faceta de Hajime, sin recordar nunca haberle visto enojado a este punto, porque siempre fue él el que arruinó la relación.

Tōru cayó de rodillas al suelo, sosteniendo su vientre, rogando porque su bebé estuviese bien. Iwaizumi se encargó de golpear al menor contra la pared con fuerza, mientras gruñía con molestia. Lo hizo una y otra vez, sin dejar de mirarle a los ojos, al moreno ya no le importaba si era un hombre o una mujer, si era un alfa o un omega, ese tipo había lastimado a su pareja, y había amenazado con dañar a su bebé.

— Vuelve a tocarlo... Una vez más... — Apretó su mandíbula intentando no perder la cordura, su respiración era pesada y sus pupilas se encontraban increíblemente contraídas. — Kentarō, si te atreves a volver a nuestras vidas... No dudaré en matarte.

Hajime, sin soltarle, marcó al número de emergencias, pidiendo una patrulla para que fuese por su ex pareja. No lo soltó, aun cuando sus manos picaban por ir a ver cómo estaba su prometido, no lo soltó, porque Iwaizumi no dejaría esta vez que escapara ileso.
Haría que su ex pareja fuera a la cárcel, había perdido cualquier afecto hacia él desde el primer momento en que involucró a Tōru en esto, Oikawa no tenía nada que ver, y no lo tendría nunca.

Las sirenas de la patrulla se escucharon fuera de la casa, y en pocos segundos Suzuë llegó agitada a la habitación, con dos oficiales tras de ella. Fue en ese momento en que Hajime dejó caer al débil Kyōtani sin importarle su estado y corrió hacia su pareja, envolviéndole en sus brazos. Tōru tomó su camisa con fuerza, y le miró a los ojos, sintiendo como el sudor frío bajaba por su frente.

— No me siento bien... — Susurró. Iwaizumi observó como el cuerpo de Oikawa se debilitaba hasta desmayarse, provocándole el susto de su vida.

— Está bien, está bien. — La mujer de la limpieza le calmó. — Debió de ser por la sorpresa. Llévalo al hospital, asegúrate de que esté bien.

— Suzuë. ¿Realmente fue por eso? — La mujer asintió nuevamente. — Por todos los dioses...

Suspiró, abrazando al castaño. Se sentía tan culpable por aquello, Tōru no merecía verse involucrado en las locuras de su ex pareja.

(...)

— ¿Cómo está? — Shōyō llegó con rapidez al sitio, mientras cargaba a su hijo en sus brazos. Kageyama venía a su lado, tomándole de la cintura.

— Está bien, están haciéndole una revisión rápida. — Iwaizumi tiró de sus cabellos hacia atrás, frustrado.

— No fue tu culpa, Iwaizumi. — Habló Kageyama. — Tu ex pareja no está bien de la cabeza.

— Si tan solo hubiese aclarado las cosas con él antes. — Gruñó, molesto consigo mismo.

— Da igual, que se pudra en la cárcel. — Tobio le dió un suave golpecito a Hinata en el hombro, llamando su atención. — ¿Qué? Es cierto.

— Puede pasar. — El médico salió del sitio, Hajime no dudó en entrar al sitio y acercarse a Tōru, quien estaba acostado en la camilla, mirando hacia el techo. Había un pequeño vendaje en su cuello, cubriendo la diminuta herida que le había causado el rubio.

— Tōru. — Los ojos del castaño se movieron lentamente hasta el azabache, quien apretó sus labios y se acercó, tomando la mano del menor. — Perdóname.

— Iwaizumi... — Sonrió. — No te disculpes, cariño.

— Es mi culpa que todo esto te pase a ti... — Oikawa negó, intentando sentarse, aunque no lo logró hasta que el ojiverde le ayudó.

— Iwaizumi, no es tu culpa. — Tomó una de las manos del mayor y la posó sobre su vientre, soltando un suspiro. — Creo que te ha extrañado... No ha parado de moverse desde que te fuiste. — Tōru sonrió. — Tan solo dime que... Ya no volverá.

— No lo hará. — Aseguró el moreno, sentándose al lado del castaño mientras acariciaba su vientre. — Prometo que no volverá, y si lo intenta, esta vez me encargaré yo mismo de él.

— Me alegra escucharlo. — El ojimarrón cerró sus ojos, sintiéndose agitado de todas las formas. — Quiero ir a casa, Iwaizumi.

— Por supuesto. — Hajime le ayudó a bajar de la cama y le guió a la salida.

Al retirarse de la habitación, Tōru se encontró con la mirada preocupada de su mejor amigo, quien se acercó suspirando aliviado.

— Gracias a los dioses. — Agradeció. — ¿Cómo estás? ¿Qué tal te sientes?

— Estoy bien, Shōyō. — Oikawa sonrió, acariciando la pequeña cabeza de Ryo. — No hay de qué preocuparse, solo fue un susto, el bebé también está bien.

Hajime le tomó por la cintura, con cuidado, guiándole a la salida sin prisa, mientras Tōru y su mejor amigo conversaban.

— Te ves cansado. — Hinata frunció su ceño, su amigo parecía como si volviese a su rutina de hacía unos años atrás, cuando a penas dormía y descansaba.

Oikawa negó, con una sonrisa, mirando el sol cuando salieron de la construcción.

— Solo debo descansar un poco. — Llevó una mano a su vientre, acariciando mientras sentía al pequeño en su interior moverse. — Comienza a doler.

— Iwaizumi. — El moreno miró al más bajo. — Lleva a Tōru a casa y que descanse, no permitas que se esfuerce, y no dejes que toque ni un libro.

— No estoy enfermo, Shōyō.

— Pero estás agotado, le hará mal al bebé si continúas así. — El pelinaranja depositó un beso en la mejilla del castaño, con algo de dificultad ante sus diferencias de alturas. — Descansa, nos vemos después, ven a visitar a Ryo.

— Por supuesto, tengan cuidado al volver. — Shōyō se despidió con la mano, marchándose junto a Tobio.

Oikawa fue guiado por su prometido hasta el auto, y al subir, esperó a que el contrario también lo hiciera.
Iwaizumi condujo hacia casa en silencio, en su mente había un lío, una guerra contra sí mismo que parecía no querer finalizar.

Cuando llegaron a casa Tōru no dijo nada, y sin más, bajó del auto. Caminó a su habitación sin esperar al azabache y miró el sitio.

Tōru no se sentía seguro.

Y aquello le hacía sentir mal, porque tenía a Hajime quien le cuidaba siempre, y aunque ese día en específico la seguridad de la casa había fallado totalmente al permitir entrar a un desconocido, Tōru no creía poder dormir bien desde ahora, no sabiendo que alguien podría volver a entrar, y esta vez de seguro Hajime no se daría cuenta.

Tomó asiento en la cama y pasó sus manos sobre su vientre una y otra vez.

— Perdona a tu madre por ser tan débil. — Susurró. — A veces realmente creo que soy un inútil que no puede defenderse correctamente... Siempre tiene que llegar tu padre a salvarme... ¿Y si él un día no está? — Un nudo se instaló en su garganta. — Solo espero que, si algún día es mi hora de morir, no quiero que tú estés ahí, porque no soportaría pensar que te perderé o que tu padre te perderá.

Gimió de dolor al sentir al niño moverse en su interior, a veces se sentía como si reacomodara sus costillas y vértebras cuando lo hacía.
Iwaizumi se apegó a la pared tras escuchar las palabras de su prometido, sintiendo su corazón doler. No creía que Tōru se sintiese así, una parte de él quería creer que era por su embarazo, pero otra parte le decía que Tōru se sintió así desde el inicio, que siempre se sintió inútil.

— Tōru. — Hajime entró, miró al castaño elevar la mirada hasta él, y le brindó una débil sonrisa. Su mirada se estaba apagando. — No hagas más esto... Por favor...

— ¿Hacer qué, Iwaizumi? — Se acomodó en la cama, cubriéndose con las sábanas. Tras un suspiro, palmeó el sitio libre. — Duerme conmigo, por favor... No quiero estar solo.

Iwaizumi no dijo nada, pero se acostó al lado del ojimarrón, acariciando sus cabellos.

— No eres inútil, bebé. — Susurró el azabache. — Eres increíblemente habilidoso e inteligente, eres perfecto para mí, no vuelvas a dudar de ti mismo de esa manera... — Le acercó a su cuerpo, depositando un beso en la frente del menor. — Siempre estaré aquí para protegerte, aunque deba de dar mi vida para que tú te salves.

Oikawa sintió sus ojos comenzar a picar mientras las lágrimas se acumulaban rápidamente, amenazantes con descender por sus mejillas.

— Iwaizumi... No me dejes nunca... Por favor. — Rogó Tōru, tomando la camisa del moreno con fuerza.

— Nunca, jamás, eres mi vida entera... — Aseguró, hundiendo su nariz en los suaves cabellos del castaño. — Sin ti no tengo razón para vivir.

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