31

Cuatro meses de embarazo.

Tōru tomó asiento al lado de Keiji antes de soltar un suspiro, acariciando su vientre de tamaño medio. Ya este comenzaba a ser un peso extra para el mayor, como para el azabache a su lado.
Ambos compartían la experiencia de un embarazo primerizo, por lo que se aconsejaban mutuamente y compartían sus situaciones del día a día.

— Tengo mucha hambre. — Oikawa abultó sus labios. Hajime, quien entraba a la sala de estar le escuchó. Para la buena suerte de Tōru el mayor traía consigo un plato lleno de comida deliciosa.

— Toma, cariño. — Oikawa tomó el plato con una sonrisa.

— Gracias, Iwa-chan. — Sonrió Tōru, dejando un beso en la mejilla del moreno, comenzando a comer.

— ¡Oh! ¡Lo olvidaba! — Exclamó el azabache poniéndose de pie.

Se fue por unos minutos, y al volver, traía consigo un sobre. Oikawa sonrió emocionado, dejando el plato a un lado mientras Keiji le entregaba el sobre.

— No me digas. — Pidió el menor. — Quiero que tú te encargues de eso.

Tōru sacó los papeles del sobre, y sin que Akaashi los viera leyó el documento, conociendo el sexo del bebé.

— Por los dioses. — Sonrió, guardándolos nuevamente. — Bien, déjamelo a mí.

Continuó comiendo su comida hasta acabarla por completo.

— Iwaizumi. — Tōru se acomodó sobre el regazo del azabache quién sonrió, abrazándole. — Tengo sueño... — Susurró, abrazando al mayor quien acariciaba sus cabellos.

— Duerme, cariño. — Oikawa se removió incómodo, su vientre no le permitía recostarse de la forma que quería.

— Tengo una habitación de extra, síganme, no quiero que Tōru se enferme.

La pareja agradeció, Hajime cargó a Tōru en todo el trayecto, y juntos se acostaron en la cama, Tōru para descansar, y Hajime porque el castaño le había pedido que se quedara a su lado.

— Te despertaré en un par de horas, cariño, descansa tranquilo.

— Gracias, Iwaizumi. — Depositó un beso en los labios contrarios.

Tōru se acomodó y cerró sus ojos, llevando una mano a su vientre, comenzaba a sentir como el niño se movía, pronto, en pocos días, podría saber si sería un varón o una niña.

Iwaizumi personalmente creía que sería varón, y junto a Tōru escogió unos bonitos nombres para niño, estando de acuerdo en tres: Ryuu, Haru y Arata. En caso de que fuese niña, se habían decidido por: Mai, Rin y Shaiwase.

Hajime observó a su prometido descansar por las siguientes dos horas, no le aburría, para nada, amaba ver a Oikawa descansar placenteramente, como inconscientemente acariciaba su vientre o le abrazaba buscando afecto y calor. Él también se mantenía acariciando el vientre del castaño, sintiendo en ocasiones como el pequeño bebé se movía.

— Iwaizumi. — Koutaro se hizo presente en el marco de la puerta, ganando la atención del azabache. — Baja a comer algo, no almorzaste, yo cuidaré de Tōru.

El ceño de Hajime se frunció notablemente mientras acercaba al ojimarrón dormido más a su pecho. "Por supuesto que no" Pensó el ojiverde mientras miraba fijamente al bicolor.

— Eres un celoso. — Se giró, saliendo del sitio.

Aunque si Bokuto era sincero, tampoco podría dejar a su pareja en manos de otra persona, aun siendo Tōru lo pensaría, pero no era su culpa, algo dentro de él se lo impedía por más que quisiera. Se dirigió a la cocina y sirvió un plato con comida recién calentada, que llevó nuevamente a la habitación en la que descansaban Oikawa e Iwaizumi.

— Toma. — Se acercó, entregándole el plato al moreno, quien agradeció, más relajado y menos tenso que antes.

Bokuto se sentó al borde de la cama, observando a Oikawa bajo la intensa mirada de Hajime que vigilaba sus movimientos.

— ¿Qué opinas de esto, Iwaizumi? — Preguntó de repente el más alto. — ¿Está bien que sufran tanto sólo por querer formar una familia con nosotros?

Hajime dejó de comer al escuchar las preguntas del ojiamarillo frente a él. Él también lo pensaba todo el tiempo.

— Sugawara, el amigo de Tōru, me dijo que era mejor no reprochar ahora. — Miró a su prometido. — Él lo quiso así a pesar de saber lo que conlleva un embarazo... Además, Tōru se ve feliz, aun cuando vomita, aun cuando deja de comer sus comidas favoritas, aun cuando tiene cambios de humor repentidos... Eso me hace feliz también, saber que él quiere esto... — Suspiró. — Por supuesto que si pudiera deshacerme de toda la parte mala de un embarazo lo haría, y... No estoy preparado para el día en que nazca... Verle sufrir como sufrió Hinata el día que nació Ryo... Escucharle llegar incluso a gritar de dolor... Diablos, es aterrador.

— Por esa misma razón no quería que Keiji quedara en cinta. — Suspiró sobando sus sienes. — Pero él parecía tan feliz al decírmelo, y yo también estoy feliz, quiero una familia con él... Iwaizumi me volveré loco. — Lloriqueó como un niño mientras observaba fijamente a Tōru, quien se removía, buscando otra posición cómoda.

— Nos saldrán canas verdes si seguimos así. — Suspiró Hajime. — Solo... Debemos de apoyarlos en todo, y encargarnos de hacerles felices, aun cuando no estén en cinta.

— Que maduro, jefe. — El moreno rió. — Iré a ver cómo está Akaashi, me dijo que quería comer pastel de fresas con chocolate.

Koutaro se puso de pie y se retiró del sitio. Iwaizumi terminó su comida y dejó el plato a un lado antes de suspirar y acariciar los cabellos del castaño, quien comenzaba a moverse más en la cama, parecía que despertaría en cualquier momento.

Iwaizumi... — Susurró Tōru, tomando la camisa del mayor y acercándole a su cuerpo. — No me dejes.

— Estoy aquí, Tōru. — El mayor le abrazó, depositando un beso en su frente. — No me iré jamás, no te dejaré.

(...)

Oikawa salía de la universidad con ayuda de Kuroo, quien le llevaba tomándole de la cintura y una de sus manos.

— ¿Quién dijo que nuestro Oikawa Tōru un día caminaría por los pasillos de la universidad con un enorme vientre? — El castaño le soltó un golpe en el abdomen que le hizo retorcerse hacia el frente. — Diablos, no sabía que el embarazo aumentaba la fuerza.

— Tōru. — Lev se acercó, dejando un beso en su mejilla. — ¿Qué tal está Iwaizumi junior?

— Ni siquiera sabemos si será niña, idiota. — Regañó su esposo. — Pero ¿cómo está Iwaizumi junior?

Oikawa rió, acariciando su vientre mientras los cuatro tomaban asiento en una banca fuera de la universidad, esperando por el azabache quién llegaría a recoger a su prometido.

— Está bien, hace poco fui a hacerme un chequeo, todo está en orden. — Miró a Tetsurō, quien posó una mano sobre su gran vientre, acariciando de arriba hacia abajo.

— ¿Ya se mueve? — Preguntó curioso, Tōru asintió.

— Un poco, puedo sentirle a veces. — Posó su mano sobre la del azabache, llevándola a su costado derecho. Kuroo logró sentir como algo bajo su mano, dentro del vientre de Tōru, se movía suavemente.

— Es aterrador. — Rió junto al castaño. — ¿Duele cuando lo hace?

— Por ahora solo es incómodo. — Suspiró, sacando una botella de agua para darle un gran trago. — Lo malo aquí es que bebo demasiada agua... Después me da difícil soportar la necesidad de ir al baño.

Tetsurō se inclinó, posando su oreja sobre el vientre hinchado del castaño a su lado, como si así pudiese escuchar algo.

— Probablemente sólo escucharás mi tripa gruñir. — Sonrió Tōru. — Tengo hambre.

— ¿De nuevo? — Preguntó Lev, Yaku le dió un zape.

— No sabrás lo que se siente hasta quedar en cinta. — Ambos se observaron por unos segundos, claro que no tendrían hijos.

El azabache rodeó el cuerpo de Oikawa, disfrutando de sentir en ocasiones al niño moverse, y también como la tripa de Tōru sonaba, avisando que tenía hambre y quería comer algo.
Oikawa observó un auto familiar estacionarse frente a ellos.

— Kuroo, creo que es mejor que te alejes un poco. — Susurró el ojimarrón, mas el azabache no lo hizo, se sentía cómodo en aquella posición. — Ugh. — Cerró sus ojos, esperando lo que se venía.

El azabache a su lado fue apartado con brusquedad mientras un aterrador gruñido llamaba la atención también de los esposos. Oikawa abrió sus ojos y notó como Iwaizumi miraba amenazante a Tetsurō, mientras lo sostenía del cuello de su camisa, con clara molestia.

— No te acerques a él nunca más. — Gruñó, después le empujó. Kuroo no se lo tomó mal, en realidad observó la situación con una sonrisa burlona.

— ¿Celoso? — Preguntó, Hajime se detuvo de golpe y se giró para observar al azabache, quien se mantenía con su sonrisa.

Antes de que Iwaizumi pidiese actuar, Oikawa se colocó frente a él, posando sus manos sobre el firme pecho del moreno.

— Realmente me enojaré si lastimas a Kuroo. — Advirtió el castaño. — Recuerda que es él quien me cuida en la universidad, no seas malagradecido y maleducado.

Hajime se relajó, tomando a su pareja por la cintura, mientras hundía su nariz en sus sedosos cabellos, mas no apartó sus ojos del azabache frente a ellos. Kuroo se giró, caminando hacia los esposos y susurrándoles algo. Ambos asintieron con una sonrisa y se pusieron de pie.

— Tōru. — Yaku se acercó al castaño. — Nosotros ya nos vamos, tengan cuidado al volver.

— Nos vemos, Yaku, gracias. — Oikawa sonrió, despidiéndose de todos con la mano. — Vamos a casa, Iwaizumi.

— Sí. — Respondió el moreno, soltando a su pareja. Tomó la mano del menor y le ayudó a subir al auto, después de esto subió el y comenzó a conducir hacia la casa en silencio.

Oikawa acariciaba su vientre mientras pensaba en la cita que tendría en dos días, pronto podría saber el sexo del niño, y estaba ansioso, fuese niño o niña sería perfecto para ambos.

Iwa-chan, vas muy lento. — Abultó sus labios. — Realmente tengo hambre.

— ¿Quieres que pase comprando comida rápida? — Oikawa aguanto una arcada.

— No, no quiero comer eso. — Respondió, mirando por la ventana. — Quiero... Algo casero, carne o vegetales.

— Le pediré a Suzuë que te prepare algo al llegar. — Prometió el azabache, sin observar al castaño.

Los ojos de Tōru comenzaron a pesar, y a pesar de sentir como su tripa se retorcía del hambre, no fue un impedimento para quedarse dormido. Hajime lo notó, estiró un brazo y acomodó la cabeza del ojimarrón para que no se lastimara.

Al llegar a casa, Iwaizumi bajó y después cargó al menor en sus brazos, probablemente pesaba el doble que antes, pero aun así no era nada para sus fuertes brazos. Oikawa no despertó, probablemente estaba muy cansado, pero aun así no debía de dormirse sin comer algo antes. Hajime le dejó sobre el sofá de la sala de estar y fue rápidamente a la cocina, buscando a la mujer, a quien, al encontrar, le pidió lo que el castaño quería.

— Estará en media hora, cariño. — Avisó la mujer.

— Entiendo, muchas gracias, Suzuë. — El azabache volvió a la sala de estar y se sentó junto a Tōru, acariciando sus mejillas. — Tōru. — Le llamó, el castaño se removió en su sitio. Tras unos intentos más de despertarlo, suspiró, parecía que no despertaría.

Esperó a que la comida estuviese lista para intentarlo nuevamente, esta vez Oikawa si despertó, algo desorientado tras pasar de estar en el auto a estar en la sala de estar.

— Creí dormir solo diez minutos. — Susurró tras un bostezo.

— Toma. — Hajime le entregó un plato con comida. — Cómelo todo, cariño.

— Gracias, Iwa-chan. — Agradeció, comenzando a comer.

Oikawa frunció su ceño antes de mirar a Hajime, quien tenía sus ojos sobre él, observándole atento.

— Iwaizumi. — Le llamó Tōru antes de cubrir su boca. El moreno tomó el plato y lo dejó a un lado antes de ayudarle a ponerse de pie e ir hasta el baño.

— ¿Había algo que no te gustó? — Tōru negó antes de inclinarse y devolver lo poco que había comido, sintiendo su estómago doler. — Demonios, le preguntaré a Suzuë.

— No. — Susurró al terminar. — No es necesario, estaba delicioso, pero... Fue inevitable.

— ¿Te sientes muy mal, cielo? — Oikawa asintió, llevando una mano a su vientre.

— He perdido el apetito, creo que... Iré a dormir. — Suspiró, enjuagando su boca antes de retirarse del baño, caminando hacia su habitación.

Iwaizumi sobó sus sienes sintiéndose inútil.

(...)

Tōru tocó la puerta un par de veces antes de que esta se abriera. Su madre le recibió con los brazos abiertos, y le abrazó, dejando varios besos en su rostro para finalmente llevarle al sofá y sentarse ambos.

Le habían contado a su madre sobre el embarazo cuando cumplió su primer mes, la mujer casi se infarta, pero de la emoción. En cambio, el padre del castaño se molestó temporalmente con el azabache por "Dejar en cinta a su pequeño niño". Su hermano no reaccionó mal, en realidad se sorprendió, pero después se mostró indiferente, no era como si le interesara a aquella edad lo que era estar en cinta, además, era un alfa, no experimentaría eso jamás.

— Mañana tengo una cita en el hospital. — Comentó Tōru, mientras su madre acariciaba su vientre. — Sabré el sexo del bebé.

— ¿Iwaizumi irá contigo?

— Sí, me ha acompañado a todas las citas. — Suspiró enamorado. — Ha sido muy atento con respecto al embarazo.

— Iwaizumi es un buen hombre. — Aseguró su madre. — Parece que también será un gran padre.

— Lo será, puedo verlo en sus ojos cuando hablamos del niño. — Rió. — Está ansioso porque nazca, no sé si sea de la buena o mala forma, quizás ambas.

— Claro que le aterrará el parto. — Su madre sonrió. — Cuando tú naciste tu padre me acompañó, pero terminó desmayándose. Por una parte, fue bueno, aquello me hizo enojar por lo tonto que fue, pero esa molestia me hizo tenerte más rápido, dispuesta a golpear a tu padre por ser tan débil. — Oikawa rió.

— ¿Hablas en serio? ¿Padre se desmayó?

— Lo hice. — El mencionado apareció, tomando asiento al lado de su madre. — Tú madre no comprendió en aquel momento que no fue fácil para mí, escucharle gritar de dolor, o como sufría al dar a luz, tampoco comprendió que la cantidad de sangre y otros residuos me afectó, era aterrador.

— No sé cómo reaccionará Iwaizumi. — Comentó el castaño. — Parece ser fuerte mentalmente.

— Mira a tu padre. — Habló la mujer. — Sé ve fuerte, pero es tan débil.

— Sigo aquí, mujer. — Recordó, la madre del castaño rió, abrazándole por el cuello.

— Padre, madre... — El castaño sonrió. — ¿No tendrán más hijos?

— Por todos los dioses, no. — Respondieron al unísono.

— No podría soportar dar a luz una vez más. — Negó la mujer. — Además, ya se me ha pasado la edad de tener niños.

— Entiendo. — Oikawa sonrió. — Si soy sincero... Solo quiero tener dos.

— Ten todos los niños que quieras siempre y cuando puedas encargarte de ellos, y darles una vida llena de salud y felicidad. — Aconsejó su padre. — Lo último que deben de hacer tú e Iwaizumi es traer a un niño el cual solo vivirá una vida de sufrimiento, si no lo quieres, no lo tengas, eso es mejor a tener una criatura más sufriendo en este mundo.

— Lo sé, lo tengo siempre en cuenta. — El castaño se sonrojó. — Además, Iwaizumi es exageradamente responsable.

— Dime que no pinchaste los condones. — Oikawa se sonrojó aún más al escuchar a su madre. — Definitivamente es de familia. — La cabeza de la familia soltó una carcajada.

— ¿Qué es exactamente de familia? — Preguntó un confundido Tōru.

— Tu madre también pinchó preservativos en sus tiempos. — Respondió el mayor. — Antes de eso, no existían preservativos, pero las personas tenían la creencia que consumir ciertas cosas servía de anticonceptivo, tu abuela también fingió consumirlas, pero no lo hacía, solo para quedar en cinta.

— Por todos los cielos. — Soltó Oikawa. — Definitivamente es de familia.

Sus padres rieron.

Ese día lo pasó junto a su familia hasta que fueron las cinco, hora a la que volvería Iwaizumi del trabajo. Al enterarse el azabache que su pareja no se encontraba en casa entró en pánico, sin saber su paradero.

Le llamó, mas el menor no contestó. Decidido a salir a buscarle, se detuvo de golpe cuando el castaño entró por la puerta principal, soltando un suspiro.

— Tōru. ¿En dónde estabas? — Se acercó preocupado.

— Lo siento, cariño. — Caminó hacia la habitación con ayuda del azabache. — Estaba en casa de mis padres, quería darles una visita, hace un tiempo no los veía.

— Pudiste decírmelo.

— Lo sé, pero tenías trabajo, no quería molestarte con algo sin importancia. — Se sentó en la cama, gimiendo de satisfacción al sentir la suavidad del colchón bajo su cuerpo. — Voy a dormir, estoy agotado.

— ¿No cenarás?

— No, no tengo hambre. — Iwaizumi le cubrió con las sábanas y dejó un beso en su frente.

— Bien, descansa, cariño, llámeme si necesitas algo, estaré en la oficina.

— Claro.

Oikawa sonrió antes de ver al mayor retirarse. Sus ojos no duraron mucho tiempo abiertos, con el paso de los segundos sus párpados se cerraron, y cayó profundamente dormido.
Tōru no se enteró cuando Hajime volvió y se acostó a su lado, tampoco se enteró de la media hora en que el moreno estuvo acariciando su vientre.

A la mañana siguiente, ambos despertaron casi a la vez, se ducharon, y prepararon, ansiosos por su cita en el hospital.

— Cincuenta dólares a que es un niño. — Apostó Tōru, Iwaizumi rió.

— No podemos apostar si ambos estamos de acuerdo en algo, cariño. — Besó sus labios. — Cien dólares a que es niña.

Oikawa sonrió tras ponerse el cinturón de seguridad. Hajime comenzó a conducir hacia el hospital sin prisa, iban temprano.

— Si es niño, se llamará Arata. — Comentó Tōru.

— ¿Y si es niña?

— Rin. — Sonrió. — Me gustan los demás nombres, pero esos son mis preferidos. — Aseguró.

Al llegar al hospital, se dirigieron al sitio que les correspondía y esperaron. Cuando fue su turno, entraron a la sala, Tōru tomando asiento en la camilla.

— Bien, veamos. — Comentó la doctora. — Hoy sabremos lo que será el pequeño. ¿El padre se quedará?

— Sí, lo haré. — Respondió Hajime, tomando la mano de Tōru.

— Muy bien.

La doctora inició con ciertas especificaciones y después de aclarar las dudas de los padres, inició con el procedimiento. Oikawa gimió al sentir el gel frío sobre su vientre, se sentía terrible, pero tras acostumbrarse su atención completa fue al monitor a un lado.

La doctora vagó por unos momentos hasta encontrar una imagen clara.

— Lo tenemos. — Sonrió. — ¿Quieren ambos saber el sexo del niño o prefieren que sea una sorpresa?

— Queremos saberlo. — Aseguró Tōru con una sonrisa, ansioso.

— Perfecto. Pues muchas felicidades, porque tendrán un hermoso varón. — Tōru elevó sus brazos festejando.

— ¡Cincuenta dólares! — Hajime rió.

Ambos se abrazaron con fuerza, dándose un cariñoso beso. Oficialmente tenían a un Iwaizumi junior con ellos.

No podían esperar por contárselo a sus amigos.

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