10
— Buenos días.
Oikawa entró a la cafetería, ganando la atención de Takahiro, Wakatoshi y Satori, los tres se encontraban sentados en una mesa, platicando.
— Tōru. — Hanamaki se puso de pie acercándose al castaño con rostro preocupado. — Demonios. ¿Qué te habías hecho?
Takahiro lo observó por unos segundos, había algo diferente en su amigo, pero no estaba del todo seguro del que era.
Sabía que había discutido con el azabache, y que había terminado todo muy mal, pero esa no era la razón.
Hanamaki tomó a Tōru de la mandíbula y lo observó detenidamente hasta fijarse en los nuevos piercings que decoraban sus orejas.
— Joder, Tōru. ¿Superando una etapa? — Oikawa rodó los ojos, caminó hacia los camerinos, saludando al castaño olivio y al pelirrojo en el proceso.
Tal como había dicho su amigo, había decidido hacer un ligero cambio en sí mismo. Su oreja derecha ahora cargaba con un piercing 'Industrial' –con una estrella en el centro–, por otro lado, su oreja izquierda era decorada con dos helix, y finalmente, la cereza del pastel estaba aún oculta en su lengua.
Había tenido bastante tiempo libre, su jefe le había permitido ausentarse para que se recuperara, siendo realmente considerado con el castaño, así que solamente asistió a sus clases en la universidad.
Disfrutó de tiempo en familia por una semana, hizo todo aquello que no hacía desde hacía cuatro años y medio, vieron películas, comieron juntos y salieron a caminar al parque.
En ese tiempo, decidió que un cambio de apariencia no le vendría mal, además de que no había exagerado con los cambios, era el mismo Tōru, sólo con unos cuantos agujeros en las orejas.
— ¿Y? — Hanamaki se apareció, cruzado de brazos. — ¿Vas a contarme?
— Después, tenemos trabajo. — Tiró su mochila en una silla. Se giró y caminó a la cocina, comenzando a hacer su trabajo.
— Oikawa. ¿Seguro que estás bien? — Takahiro observó a su amigo asentir.
— Estoy bien, no debes preocuparte. — Se giró, mirando a su amigo a los ojos. — Dame una hora, terminaré con el trabajo aquí y hablaremos.
El castaño claro asintió algo confundido antes de comenzar a hacer su trabajo.
Ese día trabajaron como siempre lo hacían, no hubo mucha clientela, por lo que se la pasaron la mayor parte del tiempo hablando.
Tōru le explicó todo a Hanamaki, quien estaba furioso con Iwaizumi y juraba que cuando lo volviese a ver lo golpearía, y duro.
— Buenas tardes. — Un azabache se adentró en el establecimiento, llamando la atención de ambos amigos.
Hanamaki sonrió y se acercó, rodeando el cuello del mayor mientras dejaba un delicado beso en sus labios.
— Hey. ¿Qué tal? — Saludó Tōru.
— Es bueno verte de nuevo, Oikawa. — Issei tomó a Takahiro por la cintura. — ¿Nuevo cambio de look?
— Sí, ¿Qué tal me veo? — Preguntó Oikawa, haciendo una extraña pose diva.
— Te queda muy bien, se adapta a tu estilo. — Issei tomó asiento en una mesa. — Takahiro.
— ¿Qué desea, mi rey? — Oikawa estalló a carcajadas, detestaba cuando su amigo hablaba de aquella forma con su ahora novio. — Oh vamos, de seguro eras peor con Iwaizumi.
Oikawa hizo silencio. Hanamaki se maldijo al darse cuenta de que lo había arruinado.
— Lo siento, Tōru, lo olvidé. — Se disculpó, el castaño negó.
— No te preocupes, está bien. — Sonrió, una sonrisa falsa que daba cuando intentaba ocultar sus verdaderos sentimientos. — Iré a preparar los pastelillos del encargo.
Cuando Tōru se retiró, Matsukawa observó a su pareja con una ceja alzada.
— Tōru estuvo saliendo con un tipo, su nombre es Iwaizumi Hajime, todo parecía ir bien y-
— Oh no. ¿La historia se repite?
— No exactamente. Ambas partes están destrozadas, debiste de ver a Iwaizumi cuando vino buscando a Oikawa, se veía horrible. — El castaño suspiró. — Me preocupan esos dos, en especial Tōru, sabes que es especial para mí.
— Hanamaki Takahiro siendo sentimental. — Takahiro le dio un golpe en el hombro. — Ouch. Ya lo superarán.
— Eso espero... Aunque, bueno, ya viste a Tōru, volvió dándolo todo, y si te soy sincero, se ve más atractivo de lo normal.
— Oye. No lo mires. — Hanamaki sonrió burlón.
~❃~
— He vuelto. — El castaño cerró la puerta y se giró. Su madre se puso de pie, acercándose a abrazarle y besar su mejilla.
— ¿Cómo te fue, cariño?
— He ido al banco, todo salió bien en el trabajo, por suerte el rebajo fue poco. — Quitó sus zapatos y caminó a las escaleras. — ¿Ya has hecho la cena, madre?
— No, estaba por ir a hacerla. — Respondió su madre, tomando la mochila de Tōru para ayudarle. — Ve a cambiarte.
— Dame cinco minutos, te ayudaré a preparar la comida. — Oikawa besó la frente de su madre y subió finalmente a su habitación. Tomó ropa cómoda, cambiando su uniforme del trabajo por la misma.
— Tōru. — Su padre se asomó por la puerta, Oikawa se giró, prestando atención. — Han dejado esto para ti en la puerta.
— ¿Para mí? — Tomó la caja y suspiró. — Gracias, padre.
— No es nada. — Su padre se cruzó de brazos. — ¿Ha pasado algo? No decides hacer un cambio de apariencia de la noche a la mañana.
— ¿Tan mal me queda? — Su padre sonrió negando.
— No, te queda muy bien. — Respondió. — Sabes que si está pasando algo malo puedes decírmelo, soy tu padre, y quizás hay cosas que no entienda, pero en algo podré ayudar.
— Lo haré, padre. Gracias, de nuevo. — El padre del castaño se retiró. Oikawa se sentó en la cama y, con manos temblorosas, abrió la caja.
Dentro de la caja había una caja más pequeña con chocolates, y debajo de la misma, una camisa.
Frunció el ceño, y desdobló la prenda de ropa. Era una simple camisa con un estampado de alienígena, Oikawa rió por lo bajo mientras negaba.
— Esto no será suficiente, pero he de admitir que la camisa se ve bien. — volvió a doblar la prenda de vestir y la guardó en su armario. Los chocolates los dejó sobre su mesa, probablemente después los devoraría.
Bajó a la cocina y se acercó a su madre quien ya había comenzado con el trabajo. Le ayudó a preparar una deliciosa cena, que después todos juntos comieron.
Todos fueron a dormir felizmente esa noche, y a la mañana siguiente al despertar, Tōru ya no estaba en casa. Su madre se preocupaba por la salud de su hijo, durante más de cuatro años había trabajado duramente hasta el punto de colapsar en un par de ocasiones. En una de ellas, Hanamaki la llamó desesperado, Oikawa se había desmayado en el trabajo, por suerte no frente a los clientes, pues eso habría sido un escándalo.
El doctor dijo que fue a causa de exceso de trabajo, Oikawa necesitaba descansar como era debido, también debía de comer más, por lo que desde ese día, tanto su madre como Hanamaki obligaban al castaño a comer bastante.
Oikawa se detuvo al observar a cierto bicolor acercarse, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, saludando a Koutaro quien sonreía alegre como siempre.
— ¡Hey, Tōru! ¿Qué tal?
— Todo ha estado bien. ¿Cómo están tú y Akaashi? — Bokuto guió a Oikawa hasta su auto y le invitó a subir.
— Estoy bien, pero Akaashi no tanto. — Oikawa le observó preocupado. — Hace poco comió algo que le hizo daño, ha estado sintiéndose mal desde entonces, el doctor le ha recetado medicamentos y estará mejor en un par de días.
— Espero que se recupere, envíale saludos de mi parte.
— Por supuesto. Iba a la cafetería y te vi. ¿Vas a la universidad?
— Sí, hoy entraba un poco más tarde de lo usual. — Koutaro asintió. — Oh. Puedes dejarme aquí, pasaré por algo de comer.
— Muy bien. — El ojiamarillo se estacionó al lado de una pequeña tienda. — Nos vemos luego, Tōru.
— Hasta pronto, y gracias. — Se despidió Oikawa.
Al entrar a la tienda, saludó amablemente a la mujer que atendía, esta le devolvió el saludo. Simplemente tomó un sandwich y una botella de agua, que pagó en la caja, después de eso, agradeció y salió del sitio.
Le quedaban unos minutos antes de entrar a clases, por lo que no se apresuró en llegar, se tomó su tiempo, disfrutando del frío aire de la mañana golpeando su rostro.
— ¡Oi! ¡Oikawa! — Se detuvo en seco, frunció el ceño y se giró un poco, notando a lo lejos a un muchacho de su edad, azabache y de cabello desordenado. A su lado venía un muchacho más bajo que él, entretenido con su teléfono.
— Oh. Kuroo. ¿Qué tal? — Oikawa esperó a qué se acercaran para continuar su camino junto a ellos.
— Todo ha estado bien. ¿Qué tal estás tú? Te desapareces y vuelves diferente.
— Sí, bueno, sucedieron cosas. — Rió nervioso.
— ¿Cosas? — El azabache se mostró confundido antes de restarle importancia. — Bien, dense prisa, las clases están por comenzar. Kenma, rápido.
— Voy rápido, Kuroo. — Se quejó el más bajo de los tres.
Había conocido a Tetsurō gracias a Hanamaki, ambos estaban en el mismo salón, en cambio, a Kenma lo conoció gracias al azabache, ambos eran una especie rara de pareja, Oikawa no estaba del todo seguro si realmente estaban saliendo.
Al llegar a la universidad, los tres fueron por caminos diferentes, Oikawa se despidió de ambos amablemente, acordando verse para el almuerzo.
Antes de entrar a su salón sintió su teléfono vibrar, se ma mantuvo afuera y contestó la llamada.
— ¿Hola?
— "Tōru, soy yo". — Oikawa elevó una ceja.
— Uhm. ¿Quién es yo, exactamente? — La persona del otro lado de la línea rió.
— "Akaashi. Lo siento, he cambiado de número. ¿Estás en clases? Discúlpame, fue irresponsable de mi parte llamar a esta hora".
— No, no. — Negó Tōru sintiendo sus mejillas picar. — Estaba a punto de entrar.
— "Entiendo, no te molestaré más, suerte con las clases. Pasaré por la tarde a la cafetería".
— Muy bien, nos vemos, Akaashi.
Al colgar la llamada, entró a su salón de clases, tomando asiento en un sitio desocupado.
Durante las clases, Tōru se mantuvo centrado, pero en ocasiones su mente se trasladaba a otro sitio, aun así, su rendimiento no disminuyó. Cuando fueron las dos de la tarde, las clases culminaron, ese día su horario sería más corto gracias a reuniones del personal, por lo que tendría más tiempo para hacer sus cosas.
Claro, eso hubiese hecho cualquier persona, no Tōru. Ahí estaba, entrando en la cafetería. ¿Qué hacía allí antes de su horario? Es lo que se preguntó su jefe al verle entrar por la puerta.
— ¿Oikawa?
— Buenas tardes. ¿Puedo comenzar? — El hombre asintió algo confundido, Oikawa fue a los camerinos y se cambió. Su vista se posó por unos segundos en los casilleros del sitio, un recuerdo pasajero llegó a su cabeza, se sintió avergonzado y melancólico al recordar aquello. — He salido temprano hoy, decidí que recuperaría el tiempo perdido. — Habló Tōru al salir de los camerinos.
— ¿La semana pasada? — El castaño asintió. — Entiendo. Muy bien, puedes comenzar, por ahora no hay mucho que hacer, pero la cocina es toda tuya.
— Encontraré que hacer. — Entró a la cocina, comenzando a hacer el trabajo de siempre.
Limpiar, lavar, preparar algunos bocadillos y ordenar los ingredientes en sus respectivos sitios. A las cuatro de la tarde, Takahiro se hizo presente, el mismo se sorprendió al ver a Oikawa preparando un café para llevar de un cliente, usualmente el ojimarrón era el último en llegar.
— Esto debe ser obra de un milagro. — Bromeó mientras entraba a los camerinos.
— Oh, vamos, no es la gran cosa. — Respondió Tōru lo suficientemente alto para que Hanamaki le escuchara. — ¡Un café americano para llevar!
— Tōru. ¿Te apetece ir de fiesta? — Oikawa le miró sorprendido. — Olvida que será como esas fiestas a las que ibas antes. Un primo lejano está de cumpleaños y hará una fiesta para festejar sus dieciocho, ya sabes, lo típico de los jóvenes, habrá mucho alcohol, pero estarán sus padres así que no será la gran cosa.
— Uhm. No lo sé, sabes como me pongo con el alcohol, y mañana tengo clases.
— Yo también tengo clases. — Ambos se miraron cómplices. — Sí moriremos, que sea juntos.
— Oh por Dios, Hanamaki Takahiro se está volviendo tan rebelde. — Lloriqueó con drama Oikawa, escuchando a su amigo quejarse. — Muy bien, pero debo de ir a casa por algo más decente para vestir.
— No hay problema, pasaré por ti.
— ¿Issei irá? — El castaño claro asintió. — Genial, terminaré solo.
— Lleva a alguien contigo, dudo que mi primo se moleste. — Oikawa llevó una mano a su mentón, pensando en quién llevar.
Llevaría a Hinata, pero Kōshi se sentiría dolido al ser olvidado, lo mismo sucedería si llevaba a Kōshi. Tōru sacó su teléfono y pensó en todas las personas que podría llevar. Kuroo era demasiado social, Kenma era un aburrido en las fiestas, definitivamente él no, y... ¿Akaashi?
— Nunca he visto a Akaashi ebrio. — Rió por lo bajo. — Dijo que vendría por la tarde, le preguntaré cuando venga, debe de ser pronto.
— Muy bien, ya tienes pareja. Espera. ¿Akaashi no es...?
— No seas idiota, Takahiro, Akaashi tiene pareja, jamás me metería con él. — Se quejó el castaño, ordenando los bocadillos del mostrador. — Además, no le voy tanto a los omegas.
— Pero no los descartas del todo. — Oikawa rodó los ojos, Hanamaki rió. — Bien, da igual, llévalo, de seguro la pasarán bien juntos.
— Buenas tardes.
— Hablando del rey de Roma. — Takahiro se giró, yendo a preparar café.
— Akaashi. ¿Cómo estás? — Saludó Tōru, apoyándose en el mostrador.
— Hola, Tōru. Podría decirse que está todo casi perfecto.
— ¿Qué tal sigues del estómago? — Oikawa rodeó el mostrador y se acercó al azabache, guiándolo a una mesa. — Bokuto me contó que no te sentías bien, pero parece que estás mejorando.
— Sí, ya no me siento tan mal como en la mañana. — Ambos tomaron asiento. — ¿Qué tal sigues tú?
— Podría decirse que bien. Takahiro me invitó a ir a una fiesta hoy. ¿Quieres venir? — Keiji lo pensó por un momento, no era la típica persona que asistía mucho a ese tipo de actividades, pero no las descartaba del todo.
— Supongo que no estaría mal. — Ladeó la cabeza. — ¿Quién más irá? — Tōru negó.
— Nadie más. Planeaba invitar a mis amigos, pero sólo puedo llevar a una persona, y probablemente harían una escena después si solo invitaba a uno de ellos, además, me gusta pasar tiempo contigo. — Akaashi se sonrojó.
— Oh. Me alegra escuchar eso.
— No me malinterpretes.
— Oh, no, no. Lo entiendo perfectamente. — Keiji tomó las manos de Oikawa entre las suyas. — También me gusta pasar tiempo a tu lado, es una lástima que tengas tanto trabajo siempre.
— Pronto terminaré la universidad, probablemente estos días de trabajo excesivo acaben. Solo me falta un año. — Comentó Tōru. — Estoy ansioso.
— Es tu penúltimo año, felicidades.
— Muy bien, "amiguitos", aquí está la carta del menú. — Hanamaki les dió una carta a cada uno.
— Solo un batido de piña para mí. — Pidió Keiji.
— Un americano. — Takahiro asintió, marchándose nuevamente.
— Dime, Tōru. ¿A qué hora es dicha fiesta? — Preguntó Keiji, sacando su teléfono celular. — Le pediré a Bokuto que nos lleve.
— No es necesario, la pareja de Takahiro nos puede llevar, pasará por mi casa a las siete, hoy la cafetería cerrará más temprano de lo usual.
— Entendido. — Tecleó un par de cosas en su teléfono antes de guardarlo y mirar a Oikawa. — Le avisé a Bokuto en donde estaré, no quiero que se preocupe demasiado.
— Cuánto pagaría por tener una relación así. — Se lamentó Tōru, Akaashi sonrió.
— Aún puedes tenerla. — Oikawa suspiró pesadamente. — Tōru, él está sufriendo por ti, ha pasado bastante.
— Sí, lo sé. — Oikawa miró a otro lado. — Pero no sé si esté listo para verlo de nuevo.
— ¿Por qué? ¿Temes enamorarte y salir herido?
— Exactamente.
— Él habló conmigo. Ni siquiera sé porqué lo hizo, no me interesa, pero... Conocí a su ex pareja. Es cierto cuando Iwaizumi dice que no le interesa ahora. — Keiji buscó la mirada de Tōru. — Ambos fueron una pareja incompatible. Iwaizumi es muy dedicado y cuidadoso con sus relaciones, su ex pareja era un tanto... Impulsiva y cruel con él.
Oikawa le miró. ¿Iwaizumi también había sufrido malos amores en el pasado?
— Iwaizumi terminó su relación con él, todos pensábamos que sería Kyōtani quien acabaría con esa relación primero.
— ¿Le puso el cuerno? — Preguntó Tōru, curioso.
— No, no era ese tipo de persona, pero siempre insultaba a Iwaizumi, era un malagradecido y se la pasaba quejándose del personal de su casa... Por que... Sí, vivió con él cierto tiempo. — Oikawa maldijo, no sabía que podían existir personas tan crueles.
— Comienzo a sentirme mal. — Dejó caer su cabeza contra la mesa, desanimado.
— Anda, no has hecho nada malo, necesitabas tu tiempo y él lo comprendió. — Oikawa apretó sus labios. No podía negarlo, seguía sintiéndose igual por Iwaizumi que antes, y en más de una ocasión tuvo que controlar sus impulsos por llamarle y pedirle que se vieran. Aun así, necesitaba estar cien por ciento seguro.
— Me odio a mí mismo... ¿Tan difícil es olvidar a alguien?
— Sí amas a esa persona es probable que sea difícil lograrlo. — Keiji sonrió. — Oikawa. ¿Por tu mente no pasó invitarlo a él antes que a mí?
Tōru se tensó.
Lo habían atrapado.
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