Madrugada

Ambos se encuentran con la mirada fija en el techo de la habitación. De poco a poco, manchas de colores tiñen la visión de ambos, dando forma cada uno a sus propios pensamientos, a los escenarios que tenían en mente uno con el otro.

¿Por qué seguían así? Se encontraban acostados en la misma cama, a pocos centímetros de que sus costados se tocara, pero no se sentían cómodos del todo.

Kuroo y su corazón intentaban tranquilizarse para que el cerebro pudiese tomar las decisiones más convenientes en ese difícil momento.

Oikawa no podía dejar de cuestionarse las razones por las que Kuroo y Kenma continuaban siendo tan cercanos. Eran amigos, sí, pero ¿tanto como para hablar durante la madrugada? Era eso o ¿traían algo más? ¿Ocultaban algo más?

Ahora, estando ambos solos, a oscuras, durante la fría madrugada, Kuroo solo podía pensar en que debía hablar con Oikawa, quisiera o no, sobre su súbita confesión por teléfono.

─¿No sientes un poco irreal este momento?─ pregunta, escondiéndose detrás de la máscara de falsa confianza.

─La madrugada siempre se siente extraña─ Oikawa hace el primer movimiento, girando sobre su costado para poder acercarse un poco a Kuroo─. Tú te sientes irreal a mi lado.

─Siempre estuve a tu lado─ las palabras se deslizan de entre sus labios, guiadas por el errático corazón. Esas palabras se repiten en la mente de Kuroo, una y otra vez, sumergiéndolo en la vergüenza.

El amor es un sentimiento puro, fuerte, descontrolado, que rompe las barreras y las antiguas ataduras por unas nuevas.

─Lo sé─ el susurro se Oikawa lo toma desprevenido, por lo que toma ventaja de eso para acercarse de forma lenta─, perdón por no notarlo hasta ahora.

La máscara que cubría su rostro se desvanece por el efecto de encontrarse cubiertos por la oscuridad. La madrugada podía causar eso. Poco a poco cada uno se va dejando caer cómodamente entre sus ocultos deseos, las palabras quieren salir de sus bocas con total libertad, confesar esos sentimientos a esa hora podría resultar más fácil.

─Todo lo que dije por teléfono es cierto─ comienza a soltarse Kuroo, los sonidos son bajos pero lo suficientemente fuertes como para que Oikawa capte cada una de sus palabras.

En lugar de hablar, el cuerpo de Oikawa se desliza más cerca del de Kuroo, quedando ambos muy cerca el uno del otro. No pueden verse, pero pueden sentir la respiración del otro chocando contra trozos de su piel, el calor corporal del otro también es un claro signo de su cercanía. En lo que a Kuroo le resultó como una eternidad, Oikawa se acurruca contra él, pasando sus brazos por la cintura del contrario.

No se encuentra listo para decir lo que siente, mucho menos durante esa madrugada, porque sabe que la mayoría de sus sentidos se encuentran bloqueados y que puede terminar diciendo algo de lo que se arrepentiría luego.

Él necesita las palabras adecuadas.

Él necesita el momento perfecto.

Él sabe que Kuroo es el chico indicado.

─Hablaremos de eso en unas horas─ Oikawa susurra el veredicto─, siento que no puedo decir nada coherente y me estoy muriendo del sueño.

Kuroo suspira porque no sabe qué le esperará cuando salga el sol y borre el mágico momento que se encuentra viviendo con Oikawa bajo el manto de la madrugada. No quiere que eso se termine tan rápido.

Necesita una confirmación, pequeña, con un asentimiento de cabeza podría quedarse tranquilo, pero lo necesita antes de dejarse caer entre los brazos de Morfeo. Se arrepentiría si no lo decía ya.

─Dime si me rechazarás─ suplica, ocultando el rostro en el cuello ajeno.

Sus manos tiemblan, por lo que decide aferrarse a Oikawa con las pocas fuerzas que le quedan a esa hora. Está desesperado por una pequeña señal, y es por eso que su corazón se rompe instantáneamente cuando se encuentra al chico separándose unos pocos centímetros de él.

Me rechazará, es lo único que piensa Kuroo, fui muy lejos y dirá que es heterosexual.

Pero la sorpresa se dibuja en todo su rostro cuando, de forma lenta, Oikawa se inclina hacia él, presionando suavemente sus labios. No es un beso de más de dos segundos, pero a Kuroo le resulta más significativo que uno apasionado y repetitivo.

Con ese gesto se sella su promesa de hablar luego de descansar unas horas. O eso creen ellos.

‡🌸‡

─¡Maldita sea, arriba, perezosos de mierda!─ son las primeras palabras que logra escuchar Kuroo al despertar, solo sintiendo el agua helada crear un choque de temperatura contra su piel.

No se detiene allí, porque lo siguiente que logra percibir es que el suave colchón debajo de su cuerpo ya no se encuentra más en su antiguo lugar. Cuando abre los ojos por fin, puede ver a Iwaizumi con un balde en las manos y a Ushijima y Bokuto sosteniendo el colchón de su cama contra una de las paredes de sus habitación.

─¿Qué demonios creen que están haciendo?─ la pregunta aturde a Kuroo, que busca rápidamente con la mirada a Oikawa. Lo encuentra riendo en el suelo, totalmente acostumbrado a la forma de ser de su mejor amigo.

─Iwa-chan, ya vamos.

─El entrenamiento comienza en quince minutos─ ambos chicos se levantan como resortes en ese momentos.

Iban tarde al entrenamiento matutino.

─¡¿Por qué no nos despertaron antes?!─ es lo que atina a preguntar Kuroo mientras saca ropa limpia del armario y empezar a llenar su maleta.

─Era divertido ver a los tórtolos en su nido de amor─ se burla Daichi, entrando en la habitación con dos tazas de café humeando─. Oikawa, tienes que ir por tu bolsón.

─¡Demonios!

Así fue como el romance quedó en segundo plano para Kuroo y Oikawa, dado que ahora debían correr para que no los sacaran del equipo. Era un muy buen inicio de día.

Iwaizumi sale del lugar con una ligera sonrisa plasmada en el rostro.

Debía hablar con Kenma sobre el plan.

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