13; 𝒈𝒉𝒐𝒔𝒕𝒊𝒏
Sé que me escuchas cuando lloro. Intento resistir por las noches mientras duermes a mi lado. [...] Sé que te rompe el corazón cuando lloro de nuevo por él.
— Ariana Grande
La tela del vestido de aquella noche deslizó por mi piel hasta quedar en su lugar. Definitivamente era uno de los vestidos más hermosos que había utilizado alguna vez y el color era simplemente impresionante por la manera en cómo relucía mi piel.
— ¿No crees que el escote en la espalda y pierna son algo digno de admirar? — susurró Enzo a mi oído, mientras terminaba de abrochar el collar en mi cuello, el cual pesaba como el infierno, pero era el regalo de aquella noche.
— En definitiva es lo más bello de este vestido pues llega justo a dónde debe — le devolví una sonrisa cuando nuestros ojos se cruzaron en el espejo.
— Estás perfecta como siempre, cariño — un ligero beso se posó en mi mejilla— Vamos o se nos hará tarde.
Dicho aquello nos dirigimos al lugar en donde se realizaría la reunión de aquella noche, la cual no era más que la celebración del cumpleaños número dieciséis de una de las hijas de sus mayores socios.
Al llegar al sitio pude percatarme que la fiesta estaría repleta de adolescentes que, seguramente, lo único que harían sería gritar, reírse y hacer tonterías durante toda la noche, lo cual, en cierto modo era bueno, ya que al menos así tendría algo con que divertirme mientras Enzo se perdía con la multitud.
Una vez en nuestra mesa las copas de aquel líquido espumoso no se hicieron esperar al igual que los aperitivos.
Las demás mesas ya estaban repletas de caras conocidas y eso era algo que definitivamente me aburría sobre este mundo. Los negocios se mantenían entre la misma gente de siempre.
La pista estaba repleta de adultos bailando las mismas canciones aburridas de siempre, imitando los pasos del contrario, moviéndose de manera idéntica.
— Ya regreso, cariño.
Ya se había tardado.
— Seguro — le ofrecí una sonrisa fruncida y en cuanto abandonó su lugar Massimo se me unió.
— ¿Cuánto tiempo tardaremos esta noche? Apuesto unas seis horas — tomó mi copa y le dio dos tragos.
— ¿No hay más copas? Aparte no puedes beber, estás en horario laboral — dije arrebatándosela y él sólo me imitó con una mueca — Espero que sea menos que eso, anoche no pude dormir bien y en serio estoy que me muero de sueño.
— ¿Pensando lo mismo de siempre?
— Sí, en verdad no puedo dejar de pensar en que es lo que haré, ha pasado poco menos de tres semanas y... — me detuve y no pude evitar soltar un gran suspiro.
— ¿Lo extrañas?
— No solo a él, sino a todos, y las actividades que hacíamos en Japón, juro que jamás me aburría estando allá, incluso las fiestas eran más divertidas que esto — señalé nuestro alrededor con la copa.
— Es porque no tienes amigos — pronunció burlonamente — Sólo me tienes a mí y me ofende que no te diviertas conmigo — jugaba su lengua dentro de su boca.
— Massimo Ricci, ¿Estás coqueteando conmigo? — mi sorpresa era evidente gracias a la "o" que mis labios formaron.
— No lo sé, tú dime — volvió a tomar mi copa y antes de beberla me guiño el ojo provocándome una pequeña carcajada.
— Estás completamente loco, no es algo que debería recordarte, pero tienes novia — sílaba por sílaba pronuncié la última palabra.
— ¿En serio? Que yo recuerde terminé con ella ayer por la noche.
— ¡¿QUÉ?! — todas las miradas de las mesas continuas que alcanzaron a escucharme por sobre la música voltearon a vernos, a lo que ambos ofrecimos una pequeña sonrisa a modo de disculpa — ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Cuánto tiempo me fui?
— Tranquila reina, pregunta por pregunta — y con eso fue que se terminó mi bebida — Resulta que era yo quien sobraba en su relación — chistó.
— ¿Estás diciendo que tenía a alguien más? — no podía evitar mi intriga, chisme era chisme.
— Iban a cumplir un año de relación, ¿Puedes creerlo? — elevó ambas cejas mientras sonreía enorme.
— Te juro que no puedo creerlo, tan buena que se veía — un pequeño puchero se formó en mis labios. Realmente me caía bien — Pero oye, ¿cómo es que no pareces triste o traicionado?
— Meh, creo que simplemente era algo que ya sospechaba ante su falta de tiempo para salir y resultó de que un tiempo para acá no podía pasar las noches conmigo, jamás daba explicaciones y yo no las pedía por no querer invadir su privacidad — se encogió de hombros.
— Totalmente increíble, pero venga, ya vendrá algo mejor. Eres un excelente hombre, y eres bastante apuesto — di un ligero sorbo a la nueva copa que dejaron frente a mí.
— Gianna Salvatore, ¿Estás coqueteando conmigo? — preguntó en el mismo tono que yo lo hice hace un rato.
— No lo sé, tú dime — ambos soltamos una carcajada antes de cambiar totalmente de tema.
Durante un tiempo lo único que hicimos fue burlarnos de todo lo que las personas hacían, desde los bailes hasta las pocas pláticas que alcanzábamos a escuchar a nuestros alrededores. Podías enterarte de cosas terriblemente difíciles de creer.
La noche pasó tan amena en su compañía que cuando caí en cuenta, ambos estábamos ligeramente ebrios debido a la cantidad de alcohol que entró en nuestro sistema sin percatarnos.
— Necesito ir al tocador, ya regreso.
— Quieras o no sabes que mi trabajo es acompañarte a todos lados — comenzó a caminar a la par mía ofreciéndome su brazo el cual tomé sin rodeos.
Camino al baño pude localizar a Enzo, quien logró alcanzar a ver hacia dónde nos dirigíamos y me lanzo una fugaz sonrisa antes de volver a su platica con aquel rubio.
— Te esperaré aquí — dijo una vez llegamos al baño y asentí sonriente antes de entrar.
Una vez terminé de lavarme mis manos saqué el móvil para contestar los mensajes de Manjiro que tenía sin leer.
La sonrisa jamás se hacía esperar en mi rostro cuando leía sus mensajes, de igual manera el alborotado latido de mi corazón, y las cosquillas en mi intimidad eran esa sensación que extrañaba fuera provocada por sus labios y manos sobre mi cuerpo.
Estaba por contestar en cuanto la puerta del baño se abrió de golpe asustándome.
— Enzo — exclamé con sorpresa bloqueando instintivamente el móvil — ¿Qué haces aquí? Es el baño de damas — susurré esperando que no hubiera nadie dentro.
— Lo sé — dijo sonriente acercándose a mí — Por eso le encargué a Massimo que cuide la puerta por un rato — sus manos viajaron a mi cintura y su boca a mi cuello.
— ¿Te volviste loco? — lo miraba a través del espejo.
— Por ti— exclamó contra mi oído.
Su aliento era alcohólico y su melena que antes estaba perfectamente peinada ahora tenía cadejos de cabello cayendo por su frente, haciéndolo lucir terriblemente atractivo.
— ¿Qué dices si esta vez nos escapamos antes de la fiesta y nos ocupamos de algunos asuntos pendientes que tenemos en la cama? — sus manos me apretaron contra su pelvis permitiéndome rozar contra el creciente bulto.
— Hmm, no lo sé, necesito un poco más de incentivo para abandonar esta increíble fiesta de cumpleaños. En verdad me estoy divirtiendo — sonreí de manera burlona y el únicamente frunció el ceño.
Me giré para quedar frente a frente con él y mis manos viajaron hasta las suyas para dirigir una a mi cuello, el cual, automáticamente apretó con fuerza ocasionando que el aire entrara con dificultad en mí, mientras con la otra me tomó por los cabellos dejándome a pocos centímetros de él.
— ¿Es que acaso no me extrañas? — su lengua recorrió mi labio inferior.
— Más de lo que puedes imaginar — hablé con dificultad debido al agarre.
Sus manos abandonaron su posición para dirigirse a la falda del vestido, la cual subió hasta mi cintura, para después cargarme y sentarme sobre el lavamanos, el cual, debido al frío roce del material con mi piel provocó que un pequeño gemido escapara de mis labios.
Por instinto mis piernas rodearon su cintura, pero con fuerza las separó y su cabeza viajó a mi rodilla. Sus ojos emanaban una oscuridad y deseo que hacía mucho tiempo no apreciaba. Sacó su lengua y comenzó a viajar por todo el interior de mi pierna hasta a mi intimidad, en donde una vez ahí, comenzó a lamer por sobre mi ropa interior, provocando que el roce de la tela en mi pequeño monte se sintiera exquisito.
Duro poco complaciéndome ahí abajo, pues nuestro tiempo era contado debido al lugar en el que estábamos, por lo que quitó mi panti rápidamente, guardándolo en el bolsillo de su pantalón, para acto seguido liberar su miembro, el cual, no tardó en invadir mi interior de una estocada, provocándome un fuerte gemido.
Mis manos viajaron a mis rodillas para mantener mis piernas bien abiertas para que él pudiera entrar y salir sin problema.
Sus manos apretando mi cintura con fuerza para obtener impulso; los cadejos de cabello cayendo sobre su frente la cual comenzaba a sudar debido al esfuerzo; sus profundos ojos penetrando los míos, y su boca entreabierta para permitir la salida de pequeños jadeos.
La imagen era algo exquisito de ver.
Los besos en mi cuello y labios no tardaron en llegar, pero menos tardó la voz de Massimo en sonar.
— Jefe — llamó.
— ¿¡QUÉ?! — gritó con dificultad.
— Ha ocurrido algo afuera y Lorenzo necesita de su presencia, lo está buscando con urgencia — se le escuchaba apenado por interrumpir la situación.
— No te atrevas a irte — amenacé mientras mis manos lo apretaron con fuerza hacía mí, y para sostenerse recargó sus manos en el espejo.
Soltó un gruñido y comenzó a embestirme a mayor velocidad, nuestro éxtasis estaba por llegar.
— Sólo unos minutos más — pedía en silencio.
— Señor, en serio está pasando algo — se escuchó fuera.
— Mierda — gritó separándose de mí con fuerza, dejando un gran vacío — Cariño, lo siento, prometo que lo compensaré — dejó un ligero beso en mis labios y me ayudó a bajar.
— Está bien — mentí lanzándole una pequeña sonrisa — Mi ropa interior — pedí estirando la mano, en lo que él terminaba de guardar su aún erecto miembro en su lugar.
— ¿No me la quieres dejar como amuleto de la suerte? — preguntó lanzándome un guiño mientras la sacaba del bolsillo.
— Me encantaría, pero la necesito más yo — reí ligeramente y la recibí.
En cuento estuve lista nos lavamos las manos y nos dirigimos a la salida, en donde Massimo sólo veía a lo lejos en la mitad del pasillo a un grupo de hombres que se encontraban a pocos metros de nosotros. Enzo miró al mismo lugar, pero su sonrisa desapareció inmediatamente.
— Llévala a casa, en definitiva esto no es bueno — terminó de acomodarse el traje y su semblante se endureció — Hoy no creo llegar a dormir cariño, te veo mañana temprano, te amo — acarició efímeramente mi mejilla y comenzó a correr al grupo de hombres.
¿De qué se trataba?
— ¿Sabes quién era el causante del problema? — pregunte soltando el humo por la ventanilla.
— En realidad no, sólo una cara conocida. Recuerdo que tuvo problemas con Lorenzo y desafortunadamente tu suegro quedó involucrado, pero en realidad jamás supe el porqué.
— ¿Estará bien? — pregunté volteándolo a ver.
— Más que bien, no hay nada de que preocuparse — sonrió y me miró rápidamente antes de regresar su vista a la carretera, y solo asentí.
Di por terminado el tabaco y subí la ventanilla. La noche había enfriado bastante provocando que un pequeño escalofrío recorriera mi cuerpo.
— ¿Tienes frío? — preguntó y yo asentí.
Una mano abandonó el volante y lo vi buscar algo en la parte trasera. Era su saco el cual me ofreció y acepté con una sonrisa.
— Gracias — dije mientras me lo ponía y él encendía el aire acondicionado.
— Por cierto, deberías intentar ser un poco más discreta — soltó una ligera risa — Hubieras visto la cara de esas mujeres en cuanto se alejaban, tuve que hacer mi mayor esfuerzo por no reírme.
El color me subió a la mejillas y no pude evitar reír.
— No mientas, ni siquiera fui ruidosa — la vergüenza se apoderó de mí.
— Mírate nada más esa cara, ¿Tan rápido entraste en calor? — se burló y yo ya no podía ni siquiera verlo.
— Cállate ya, por favor — en realidad sí, ya tenía calor — Ay no, que vergüenza.
— Es que te juro que a pesar del ruido te podías escuchar en todo el lugar — mordió ligeramente su labio sin dejar de sonreír.
— Se ve bastante sexy — Gianna diablito exclamó.
— No empieces, bastante tuvo con uno — Gianna angelito la regañaba — Confío en tu buen juicio — me sonrió, pero sinceramente, mi buen juicio había desaparecido desde que conocí a Manjiro.
— ¿En serio vas a quedarte con las ganas? — el pedacito rojo exclamó — Chica, yo tengo muchísimo calor — comenzó a soplarse con su cola.
— Gianna, por favor — mi ángel suplicó.
— Perdóname — pensé, y después de las risas y el llanto de sus respectivas desaparecieron.
— Ay no, que calor — comencé a quitarme su saco y el me miró fijamente los pechos — Al menos deberías disimular — le sonreí coquetamente.
Carraspeó volviendo su vista a la carretera — Perdón, no sé qué pasa conmigo el día de hoy — confesó ruborizado.
La presión de sus manos contra el volante era fuerte, pues a pesar de la oscuridad del camino podía ver sus nudillos de un color blanco pálido.
— Massimo — volteó a verme — ¿Me deseas? — velozmente regresó su mirada a la carretera.
— Por Dios Gianna — soltó entre una risa nerviosa — ¿Estás ebria? ¿Acaso el aire te pegó?
— No, estoy perfectamente bien.
Pude ver como tragó saliva y su mirada me evitaba por lo cual decidí no seguir insistiendo pues no quería incomodarlo de más.
El silencio reino un rato, pero a pesar de lo que demostramos, no era incómodo en absoluto. No faltaba mucho para llegar a casa cuando la lluvia comenzó a caer, el día se había vuelto loco.
— Gianna — me llamó sin dejar de ver la carretera.
— ¿Hm?
— Te deseo.
Holaaa, que milagro 🤭🫶🏻
Espero que se encuentren muuuuy bieeeeeen, lxs extrañe mucho, pero ya ando aquí ❤️🩹
Estaba haciendo cuentas, y oigan, cómo en tres capítulos tengo que terminar esto JAJAJAJA 🫠 El cap de hoy no tuvo mucho que aportar, pero es lo que salió, entiéndanme estoy saliendo de mi bloqueo 😭
Nos vemos despuesito con otro cap, el cual ya empecé a escribir jiji 🤭
Btw, el primer capítulo de Midnight Queen está listo, sólo que no sé si publicarlo ya o esperar a terminar esta, lo pensaré jiji
Los tqm, recuerden tomar agüita 💐❤️🩹
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