09; 𝑰𝒏 𝒀𝒐𝒖𝒓 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘 𝑰 𝑪𝒂𝒏 𝑺𝒉𝒊𝒏𝒆

He estado esperando por algo para vivir o morir. Vamos a correr y escondernos, fuera de tacto, fuera de tiempo, solo perdernos sin ninguna señal mientras tú te quedas a mi lado. En tu sombra puedo brillar.

— Tokio Hotel

Así era diario, minuto a minuto, no importaba si era de día o noche, si hacía calor o hacía frío, pero siempre tenían que estar juntos. Juraría que incluso iban al baño juntos, tanta era su cercanía que apostaría mi vida a ello, pues estuviéramos donde estuviéramos siempre estaban ambos, poco les faltaba para tomarse de la mano y ante aquel pensamiento mis ojos se ponían en blanco automático.

— ¿Ustedes no se separan jamás o qué? — el mayor de los hermanos preguntó cuando llegaron a la piscina.

— ¿Celoso de que tu hermano ahora pasa más tiempo conmigo o qué Ran? — preguntó mientras abrazaba a Rindou por la cintura.

— Parece más tu novio que otra cosa — al parecer no era el único que le prestaba atención de más a ese tema — ¿Tú no tenías esposo o qué? — ante ese comentario Gianna soltó a Rindou para reincorporarse.

— Sólo somos buenos amigos, no pienses mal. Aparte, solo es por este tiempo, después todos volveremos a nuestras aburridas rutinas, ¿Verdad Rin, Rin? — preguntó tomando la botella del bloqueador solar.

— Así es, Gian — el menor de los Haitani tomó una cerveza y comenzó a disfrutar del sol como todos lo hacíamos.

La piel de Gianna lucía limpia, como si todas esas marcas que le había visto hace unos días hubieran desaparecido en su totalidad y jamás planearan aparecer nuevamente, lo cual era bastante extraño teniendo en cuenta que día y noche estaba con el autor de ellas. De cierto modo mi mente pudo descansar de esos pensamientos con los que siempre me bombardeaba de ellos dos disfrutándose en la cama, sólo de volver a imaginarlo sentía nauseas.

— En la noche vamos a salir ¿Van a venir con nosotros?

— ¿Quiénes irán? — Sanzu preguntó.

— ¿No crees que tu pregunta es muy pendeja teniendo en cuenta con quien se la pasa todo el tiempo, Sanzu? — Kokonoi contestó antes de tomar de su bebida.

— Cierto, tal vez deba comenzar a dejar las pastillas — dio una profunda calada a su cigarro — O no — una enorme sonrisa se le dibujó en el rostro mientras exhalaba el humo, haciendo que todos pusiéramos los ojos en blanco, incluso Gianna.

— Yo pasó esta vez — contesté sin siquiera voltear a mirarla.

— ¿Esta vez? Nunca vienes, pero, en fin, no es como que te necesitemos para divertirnos, ¿Verdad? — y los mismos estúpidos de siempre asintieron, hasta que sintieron mi mirada asesinándolos.

¿Quién necesitaba salir con ellos? ¿Para estarlos cuidando como los niños que son? Prefería mil veces quedarme encerrado, aparte, esta noche es cuando tendría que actuar pues definitivamente no pienso dejarla ni un día más en sus brazos.

Cada noche que pasábamos fuera era mejor que la anterior y afortunadamente Kokonoi ahora no había tomado tanto como para no poder manejar de regreso, por lo cual nos subimos al deportivo esperando llegar finalmente al hotel.

Desde hacía un rato había estado tonteando con Rin para provocarlo, había comenzado rozando mi pie contra su pierna, y, afortunadamente, nos habían dado una de las mesas que estaban en el rincón lo que me permitía realizar mi travesura con éxito. Conforme el tiempo pasaba, más jugueteaba mi pie con su pierna rozando el bulto que poco a poco iba formándose entre sus piernas, su cara sonrojada y nerviosa era lo mejor del momento.

Ahora, montados en el carro, mis manos jugaban con su regazo de manera discreta para que los otros no comenzaran a molestarnos como solían hacerlo. Acariciaba sus femorales con delicadeza, mientras observaba la enorme sonrisa que se dibujaba en su rostro, sin dejar de cantar la canción que sonaba por los altavoces del carro.

El enorme bulto de su entrepierna delataba lo ansioso que estaba por llegar, pero se notó aún más cuando Kokonoi estacionó finalmente el automóvil, pues me tomó de la mano para comenzar a correr en dirección a su habitación, dejando a los demás detrás.

Corríamos como si fuéramos unos adolescentes ansiosos, e incluso tuve que detenerme un momento para quitarme los tacones para que estos no resonaran por los pasillos y despertaran a los demás huéspedes del lugar.

Al llegar a la habitación de Rin, introdujo la tarjeta en la cerradura, pero no abrió, seguramente el tonto la había dejado cerca de su celular provocando que ésta se desconfigurara, aunque era raro, teniendo en cuenta que la luz se ponía en verde informando que funcionaba. Lo intentó una segunda vez, y el mismo resultado, sin duda necesitaría llamar al personal del hotel para que resolvieran ese asunto.

— Voy rápido a recepción, no tardo — dijo con todas las intenciones de correr, pero lo detuve tomándolo de la muñeca.

— Mañana lo haces, ahorita es más importante esto — con mi mano apreté su miembro fugazmente, arrebatándole una sonrisa, y comenzamos a correr en dirección a mi habitación.

Sentía como mi corazón comenzaba a latir con mayor rapidez conforme nos acercábamos a nuestro destino, y su mano apretaba la mía mientras soltábamos pequeñas risas de las cuales no sabíamos la razón, seguramente era el alcohol que nos hacía ser un poco más tontos, pero fuese lo que fuese las conteníamos intentando no dar señales de vida en los pasillos, lo cual supimos que fue un fracaso cuando escuchamos Kokonoi gritar un "¿Qué están haciendo?" cuando pasamos por su habitación, provocando que nuestras risas fueran más fuertes.

Cuando finalmente llegamos a la habitación rebusqué en mi bolso hasta dar con la llave y abrí sin problema alguno. Una vez dentro, Rin no esperó ni un segundo y comenzó a besarme como si no existiera un mañana, provocando que mi bolso cayera al suelo generando un pequeño estruendo y una pequeña risa por nuestra parte.

El tibio musculo recorría hasta el rincón más intimo de mi boca y podía sentir el sabor del whisky combinándose con el vodka de mi boca, sus manos jugaban traviesamente con mi trasero y cabellos generando que mi intimidad lo deseara más conforme me tocaba.

— Fuera de aquí, Rindou — una voz sonó entre el silencio, provocando que ambos nos separáramos y gritáramos del susto que fue escucharlo de repente.

— ¿Qué mierda? — pregunté mientras buscaba el interruptor para encender las luces.

Manjiro estaba sentado en el sofá de la habitación recargando sus antebrazos en sus rodillas, mientras que en la mesa de noche había una botella de whisky la cual se encontraba poco debajo de la mitad.

— ¿Qué coño haces aquí, Manjiro? Creo que estás muy lejos de tu habitación, y por si no lo sabías, mi habitación no es bar.

— Dije que te largaras de aquí, Rindou — repitió ignorándome.

— Pero ¿Por qué, Mikey? No sé si te diste cuenta, pero estábamos en medio de algo, y no podemos irnos a mi habitación porque por alguna extraña razón no abrió.

— Me di cuenta, y justo por eso estoy pidiendo que te largues, y tu habitación no abrirá hasta las ocho de la mañana, así que te sugiero vayas a dormir con tu hermano.

— ¿Cómo qué hasta las ocho? ¿Por qué? — el mayor no entendía absolutamente nada de lo que Manjiro decía, pero no era el único, yo me sentía igual de confundida que él y no sabía si se debía al alcohol.

— Yo mandé a cerrar tu habitación para que no tuvieran opción y se vinieran a la de Gianna, así que, por favor, Rindou, fuera de aquí. Necesito hablar con ella, a solas — se había levantado del lugar en el que estaba y se había puesto frente al mayor, era notable la diferencia de estaturas, a pesar de eso, se notaba como Manjiro imponía a Rin.

— Por favor, ¿No puedes hablarlo mañana? Estás interrumpiendo nuestro polvo — sin darle tiempo de seguir protestando sacó un arma colocándola en su sien, provocando que ambos nos quedáramos fríos.

— Lárgate ahora mismo si no quieres que te asesine — soltó sin miedo, mientras cargaba el arma.

Rin se relamió los labios y pude ver cómo pasó saliva un tanto nervioso, mientras que el arma en su cabeza no pareció ser un impedimento para que una enorme sonrisa se dibujara en sus labios — Que lejos has llegado, Mikey. Tal vez Takeomi no estaba tan equivocado como creíamos, ¿Verdad? — Rin dijo con una pequeña risa.

— Lárgate ya — volvió a soltar frío el peliblanco.

— Buenas noches, preciosa, mañana te veo — dio un beso en mi frente y salió de la habitación.

— ¿Qué mierda sucede contigo, Manjiro? Sabía que tenías problemas, pero no tantos para llegar a estos extremos — estaba enojada porque me había arruinado mi próximo encuentro sexual y su necesidad de amenazar a Rin era innecesaria.

— ¿Por qué con él sí y conmigo no? — preguntó observando el arma que tenía en mano.

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

— No finjas que no entiendes de que hablo — el arma ahora estaba en mi vientre — ¿Por qué con él sí puedes llevarte bien y mantener relaciones cada que se te antoja? — su rostro estaba muy cerca del mío, tanto que podía sentir el calor y el olor alcohólico de su aliento.

— Estás loco, Manjiro, ¿Qué mierda sucede contigo? — intenté quitar el arma de mi vientre, pero él la apretó más a mi cuerpo.

— ¿No es claro, Gianna? ¿Tan estúpidos estamos qué somos los únicos que no nos damos cuenta? — el tono de su voz era ingenuo — Tanto tiempo observándote y no pude entender de que se trataba.

— ¿De qué estás hablando? Me estás asustando — intentaba alejarme de él, pero siempre mantenía la cercanía.

— ¿No está claro qué me tienes loco? Por favor sólo necesito que me digas porque con él sí y conmigo no, después de eso te dejaré en paz si me lo pides.

Estaba ebrio, pero la manera en cómo estaba siendo sincero provocaba que mi estomago se revolviera. Sabía perfectamente la respuesta a su pregunta, pero el arma en mi vientre me distraía y me impedía hablar tan sinceramente como él.

— ¿No recuerdas lo que me dijiste esa noche que fuimos por ustedes? — automáticamente negué — Me dijiste que extrañabas el cómo te hice sentir, que extrañabas que te tocara — y dicho eso comenzó a rozar el cañón del arma en mi brazo, provocando que el frío material de ésta me erizara la piel.

— La respuesta es clara, ¿No lo ves? — susurré — La razón por la que con él sí y contigo no, es simple. Tú me haces sentir cosas que ni Enzo, ni Rindou han logrado. Ellos no me hacen querer morir en sus brazos sin siquiera tocarme, y cuando tú lo haces, como ahora, quiero lanzarme a la cama inmediatamente y disfrutarte como si no existiera un mañana, quiero olvidarme del resto del mundo y encerrarme en una habitación contigo por el resto de mi vida.

El silencio reinó en estas cuatro paredes y el arma que antes rozaba mi piel había dejado de hacerlo. Esos orbes oscuros estaban intentando entrar en lo más profundo de mi ser a través de mi mirada, mientras que el arrítmico latir de mi corazón delataba el cuan sincera estaba siendo y lo nerviosa que estaba en ese momento.

— Por eso con él sí, y contigo no, porque sé que cuando se trata de Rin puedo dejarlo en cualquier momento y regresar con Enzo sin sentirme mal.

— Deja de preocuparte por eso — su mano ahora acariciaba mi piel — A partir de ahora no deberás preocuparte por ninguno de los dos, desde ahora, serás mía.

— ¿Qué coño estás diciendo, Manjiro? Tú mismo lo dijiste, estoy casada, así que borra de tu mente esos pensamientos de que seré tuya porque no será así — le di un manotazo para que dejara de tocarme, no me importaba cuanto lo deseara y como me pusiera, pero sabía que si se lo permitía no habría marcha atrás.

Con todas las intenciones de alejarme de él, di la media vuelta, pero él me aprisionó contra la pared colocando mis manos en mi espalda, me tenía arrinconada como si fuese una delincuente y él un policía.

— ¿QUÉ MIERDA PASA CONTIGO? ¿TE HAS VUELTO LOCO O QUÉ COÑO? SUÉLTAME — forcejeaba con todas mis fuerzas, pero era inútil. Él era más fuerte que yo.

— Sabes que lo deseas, estás intentando luchar contra tus instintos, pero no puedes — su nariz rozaba mi cuello provocándome esas cosquillas que viajaban desde la punta de mis pies hasta la raíz de mis cabellos — Sabes que quieres que te toque como ese día.

¿Lo peor de todo? Tenía razón, ansiaba tanto volver a sentir su piel rozando con la mía, deseaba escuchar su respiración agitada mientras movía su pelvis con fuerza chocando sin piedad contra mí, quería sus manos y lengua recorriendo hasta los rincones más íntimos de mi cuerpo.

— Dime que miento o que te mal interpreto — seguía susurrando contra mi oído — Dime que no me quieres dentro de ti — sentía como su miembro comenzaba a erectarse y comenzaba a rozarlo contra mí.

— Sabes que esto está mal — contesté intentando contener la calma.

— CONMIGO SIEMPRE ESTÁ MAL, PERO CON ESE IDIOTA NO — golpeó la pared con su puño provocando que me quedara fría.

— Mikey, por favor, no hagas esto — hablé en un hilo de voz con los ojos cristalinos.

— ¿No qué, Gianna? — me dio la media vuelta con fuerza, aún aprisionándome contra la pared.

Giré mi cabeza para no tenerlo de frente, podía sentir su respiración chocando con mi mejilla y su mano viajo por debajo de mi vestido en donde comenzó a acariciar mi trasero con fuerza, yo intentaba separarlo sin éxito.

— SABES QUE LO DESEAS, GIANNA, NO SIGAS RESISTIENDOTE — gritó mientras sus manos me apretaron con mayor fuerza — Mira, tú cuerpo no miente, ve como estás de mojada y ni siquiera te he tocado como quieres — su mano se había colado por debajo de mis bragas y comenzado a recorrer mi humedad.

El placer era innegable, no importaba cuanto saliera de mi boca negándolo, mi cuerpo siempre me traicionaría en todos los sentidos. No podía resistirme y eso lo sabía él a la perfección, sabía que por más que me negara, no podría detener su viaje por mi piel.

Mi cuerpo poco a poco comenzó a relajarse y a disfrutar de su boca devorando mi cuello, de sus manos acariciando mi cuerpo y de su rodilla rozando con mi sexo. Sentirlo era un verdadero placer que no podía comparar con nada, ni siquiera mi trabajo provocaba esta liberación de serotonina en mí, ni siquiera "el amor de mi vida" me hacía sentir así. Una de sus manos comenzó a apretar uno de mis pechos mientras su boca lo engullía, y la otra saciaba su necesidad de tocarme con desesperación.

Era evidente la necesidad que habíamos acumulado el uno por el otro, pues la rapidez con la que llegamos a la cama fue como la de dos inexpertos que no sabían cuán importante es el juego previo, pero ¿Qué importaba ahora? Teníamos aún mucho tiempo por delante para hacer lo que no estábamos haciendo esta noche.

— Serás sólo mía de ahora en adelante — susurraba contra mi piel sin dejar de embestirme — Sólo mía.

Escucharlo decir aquello me arrancaba una sonrisa del rostro, el hecho de imaginarme con él sin importar qué era lo que me daba la alegría que desde hacía mucho tiempo no sentía. Anhelaba tanto sentirlo como cuando lo conocí, aunque esta vez era diferente, ya que, con el tiempo, mis sentimientos se habían desarrollado y por mucho, sin siquiera tener que tratarlo como a los demás.

Él era diferente a todos.

Su miembro entraba y salía sin clemencia como nuestros gemidos. La manera en cómo el calor había invadido la habitación, a pesar de que el ventanal estaba abierto dejando escuchar el mar y entrar el viento, hacía que el lugar fuera digno de llamarse el infierno.

Cuando él me tocaba no podía sentirme en este plano, me hacía volar fuera de los límites existenciales y eso era lo que más me gustaba de él.

Recostados lado a lado después de aquel encuentro íntimo, él acariciaba mi espalda con delicadeza, mientras yo jugaba con sus cabellos despeinados, ambos teníamos una sonrisa exorbitante que nada en el mundo podría quitárnosla.

La luz de la luna impedía que estuviéramos a oscuras total, y a pesar de que no podía distinguir a la perfección los colores que nos rodeaban, veía todo con un matiz diferente. Ese matiz que sólo él sabía y podía darle a mi vida.

— Y bien, cuéntame, ¿Qué plan traes entre manos? — busqué esos orbes entre la oscuridad y él soltó una ligera risa nasal.

— ¿Quién te lo dijo? ¿Rindou?

— No, pero no soy tonta, Manjiro. Mi trabajo era estar atenta a todo lo que hicieran y dijeran.

— ¿Era? — preguntó muy confundido e incluso dejó de acariciarme.

— Seré sólo tuya de ahora en adelante — repetí sus palabras y con esa sonrisa que me regaló confirmé que con él es con quien debía estar.

Manjiro me recordaba a todas las leyendas, mitos e historias de amor en donde se habla sobre que no importan las circunstancias o el tiempo que estés con una persona, algo muy dentro de ti sabrá cuando estás con la persona correcta. Yo creí estarlo mucho tiempo con Enzo, pero ahora que estoy con él, comprendo que con mi esposo no sentía ni la mitad de lo que ahora.

— Ahora estoy sólo contigo y para ti.

Cuando terminé de decir aquello se abalanzó contra mis labios, sabía que a partir de esta noche nada sería como antes. Habíamos decidido jugar con el diablo y tendríamos que aceptar las consecuencias que eso trajese consigo.

Si tan sólo en ese momento hubiera sabido lo que el destino nos tenía preparado no habría accedido por nada del mundo, pero bueno...

Todo se paga en esta vida.

Hola amorcitos, perdón, me atrasé un día, pero aquí estoy jiji 💐💖

Nos vemos después con otro cap jiji, y posiblemente, no aseguro nada, la próxima semana ya suba el primer capítulo del nuevo fic con el trío Bonten 🥰😈🥴

Que tengan un muy bonito día, cuídense mucho 🙊❤️

Los amo muchoooo 🥰

BTWWWW, QUE ONDA CON LOS SPOILERS, TAIJU POR FAVOR PALTEME PAPI COMO A CRAYOLA DE KINDEEELLLLL🥴😈😏🤤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top