08; 𝑩𝒂𝒃𝒚 𝑮𝒊𝒓𝒍

¿Eres feliz, mi pequeña? ¿No me has hecho suficiente daño? Bueno, tú me hiciste lo que soy.

— Aegexan

Si al menos la manera de trabajar de Enzo fuera como la de estos ocho, yo con gusto lo acompañaría a cada reunión que tuviera de ahora en adelante. Ellos entendían que debía prestársele atención al trabajo, pero también a lo que era la vida fuera de los intereses laborales.

Desde que habíamos aterrizado se enfocaron en mostrarme como es que los cargamentos llegaban y como los distribuían a sus diferentes destinos en la isla, pero eso sólo nos tomó cuatro días del mes que se supone estaríamos en este hermoso lugar. Había visto imágenes y videos, pero definitivamente no le hacían justicia en lo absoluto.

¿La vida nocturna? Era mucho más tranquila que en la ciudad, restaurantes-bares que se prestaban para unas platicas amenas y pasar un buen rato, pero definitivamente nada a lo que estábamos acostumbrados, pero eso no era problema mientras estuviera con ellos, pues lograban convertir de estos pequeños lugares en una enorme fiesta.

Hoy habíamos salido a uno de los pequeños bares más famosos de la ciudad y después de algunos tragos que lograron calentar nuestra sangre, nos dispusimos a cantar en el karaoke. Ran y Rin parecían de verdad ser inseparables pues hasta la canción que eligieron debía cantarse a dueto, mientras que Kokonoi y Sanzu escogieron una canción que iba acorde a sus personalidades, en especial Sanzu, quien logró emocionar al público hasta el punto de hacerlo cantar al ritmo de Ich will de Rammstein, fue increíble que la gente se supiera los coros de la canción teniendo en cuenta como es catalogado.

Después de nuestras increíbles presentaciones y las de otras personas que decidieron ser igual de valientes que nosotros para pasar al frente y cantar, decidimos, o, mejor dicho, el alcohol que había invadido nuestras venas decidió salir del lugar en dirección a la playa. Al primer auto nos subimos Ran, Rin, Sanzu, Kokonoi y yo, mientras que, en el segundo automóvil, se fueron los restantes, pero en dirección a casa, ya que Manjiro no era mucho de salir y enfiestarse, así que irían con él para cuidarlo como si se tratara de un niño chiquito.

En cuanto Kokonoi aparcó el auto salí disparada en dirección a la playa con los tacones en mano. Escuchar, apreciar y oler el mar es uno de esos pequeños placeres que la vida te regala, junto a la sensación de la cálida arena arropando tus pies sin importar que tan molesta fuera después.

Las olas rompiendo en la orilla empapando mis pies y humedeciendo la arena era algo que necesitaba desde hacía ya mucho tiempo, pues tenía siglos sin salir de aquella finca en Italia, en la que seguramente, Enzo estaría recién despertando o alistándose para un día más de trabajo.

— ¿Está fría el agua? — el menor de los Haitani se sentó a un lado mío sobre la arena, dejando que el mar mojara sus pies y trasero — Ay, sí está fría — exclamó con la boca abierta y fingiendo que temblaba, aquello me hizo reír.

— ¿Por qué eres tan exagerado? — pregunté con una enorme sonrisa en labios.

— No lo sé, tal vez ya me contagiaste el querer hacer drama por todo — soltó burlón e inmediatamente abrí mi boca fingiendo indignación.

Estaba a punto de responderle cuando escuché como Kokonoi comenzó a maldecir el nombre de Sanzu y Ran, quienes lo habían cargado y comenzado a mecer con todas las intenciones de lanzarlo al mar.

— SUELTENME PAR DE IMBECILES O LES JURO QUE NO LES TRASFIERO SU PARTE DE ESTE MES — gritaba y pataleaba en un intento fallido de soltarse, pero fue imposible, pues antes de que pudiera seguir peleando, lo lanzaron en cuanto la siguiente ola rompió.

Todos soltamos la carcajada, mientras que el pobre peliblanco luchaba por salir del alcancé del agua salada. Tosía con fuerza seguramente porque el líquido había invadido sus fosas nasales, y no dejaba de asesinar a los mayores con la mirada, me sentía mal por reírme, pero en serio se veía tan pequeño e indefenso queriendo librarse de esos brabucones que no hacían más que reírse como tontos.

— OLVIDENSE DE SU PARTE, EN SERIO — gritó a como pudo mientras seguía carraspeando la garganta y de vez en cuando tosiendo — LOS VOY A MATAR — amenazó y en ese momento se levantó para comenzar a perseguirlos.

La escena era digna de recordarse, por lo cual, saqué mi celular y comencé a grabar como el peliblanco corría tras de ellos para lo que supuse sería golpearlos por la maldad que le hicieron, parecían unos inocentes niños disfrutando de la maldad que acababan de hacerle, cosa que absolutamente no eran, pues sus verdaderas maldades eran dignas de reinar el infierno.

Después del pequeño drama de Koko, sin saber cómo, ni de donde, Ran llegó con tres botellas de champagne las cuales bebimos hasta la última gota deseando que jamás se hubiesen terminado, definitivamente la resaca que tendríamos al despertar sería de lo peor.

— Yo manejo — Sanzu balbuceó, pero ni de chiste alguno de nosotros manejaría, porque borrachos, pero responsables.

— Tú crees que todos somos igual de irresponsables que tú, pero no — lo regañé — Kakucho seguramente está a nada de llegar por nosotros.

— Tengo un doctorado en conducción bajo el estado de ebriedad — el pelirrosa seguía peleando como si con eso fuera a convencernos de dejarlo llevarnos a casa.

Siguió peleando a pesar de que ya ninguno le prestaba atención, o así fue hasta que se quedó dormido sobre la arena y en cuestión de unos minutos más, llegó Kakucho acompañado de Mikey quien no parecía muy feliz en cuanto nos vio tan ebrios.

Diría que fue una exageración de su parte, pero no era consciente de que tan mal estábamos hasta que vi como Ran y Rin se tambaleaban de un lado a otro al caminar como si fuesen unos bebés que recién estaban dando sus primeros pasos. Por otro lado, Kakucho se encargó de cargar a Sanzu, pues por más que lo movió para despertarlo, éste jamás reaccionó, y en cuanto su cara dejó el suelo pudimos ver como la arena le había empanizado la mitad de la cara haciendo que los más ebrios de la noche estalláramos en carcajadas que seguramente escucharon hasta el bar en donde estábamos, y en cuanto a Kakucho, él trató de aguantarse la risa apretando los labios. Las fotos que tomé, si es que no salieron borrosas, mañana serán su peor pesadilla.

Ran había caído dormido junto a Sanzu ocupando la parte trasera del auto, Rin, quien venía con todas las intenciones de subirse con Mikey y conmigo fue interrumpido por Kakucho quien llamó su atención antes de que lograra su objetivo.

— Rindou, tu hermano acaba de caer muerto así que necesito que los cuides en el asiento trasero.

— ¿Cuidarlos? No tienen tres años — protestó.

— Entonces si vomitan el asiento te juro que te pondré a ti a lavarlo con un cepillo de dientes — lo amenazó haciendo que Rin, sin más opción, tomará asiento junto a los semimuertos.

Yo me quedé junto a Manjiro viendo como Kakucho peleaba con Rin antes de arrancar y emprender el camino a casa, sentía como si me hubieran hecho a un lado, pues yo aún cabía en el asiento del copiloto.

— Vámonos Gianna, me muero de sueño — dijo caminando en dirección al carro en donde veníamos con las manos dentro de sus bolsillos.

A como pude intentaba seguirle el pasó, a pesar de que el alcohol me lo impedía, pero tampoco era sencillo, pues realmente sentía como me daba vueltas e incluso mi vista se estaba volviendo borrosa.

— Sube, quiero hablar contigo — dijo abriendo la puerta del copiloto y ayudándome a subir.

— Sinceramente no creo que esté en condiciones de hablar, Manjiro — hablaba lo más despacio que podía para que así, lo que saliera de mi boca, fuera sin errores.

Sin decir más, cerró la puerta y caminó hasta el lado del copiloto para ir a casa de una vez por todas. Yo intentaba mantenerme despierta, pero los ojos comenzaban a pesarme cada vez más, y al mirar por la ventana intentando distraerme, me mareaba más de lo que ya estaba.

— ¿De qué querías hablar?

Las palabras le bailaban exageradamente en la boca, de hecho, me costaba trabajo creer que aún siguiera despierta a pesar de todo el alcohol que corría por sus venas. Sus ojos se veían más pequeños que de costumbre y su respiración estaba comenzando a ser menos constante, en cualquier momento caería dormida.

— Tienes razón, estás muy ebria como para hablar ahora, será mañana — di un rápido vistazo en su dirección, y díganme, ¿Quién se duerme en un segundo?

Orillé el automóvil para poder echar el asiento hacía atrás y que pudiera descansar mejor, aunque el camino no fuera tan largo, pero yo sé lo que se siente estar así de ebrio en un lugar tan incómodo como un carro. Su cabello oscuro estaba lleno de arena, al igual que sus pies descalzos. El rímel que le daba ese enorme volumen a sus pestañas, ahora simulaba unas enormes ojeras, y el labial rojo con el que salió intacto, ahora estaba embarrado alrededor de sus labios y en su barbilla, ¿Se habrá besado con él? No entiendo porque estoy cuestionando eso porque es más que claro que sí. Sus mejillas estaban bastante coloradas, seguramente por el alcohol y...

— ¿Te enamoraste, Mikey? — las palabras que Takeomi dijo hoy cuando llegaron a casa volvieron a mi mente.

Es imposible, ¿Cómo voy a enamorarme en tres meses cuando son mínimas las palabras que hemos cruzado y lo que hablamos es específicamente trabajo? Nadie se enamora en tan poco tiempo, es una estupidez. Simplemente me preocupo por ella porque es una posible aliada y la necesitamos para cumplir con el plan.

— Mikey — la escuché susurrar. Ella jamás me llamaba así, siempre me hablaba por mi nombre y no ese apodo infantil.

— ¿Sí? — respondí colocando un mechón de sus cabellos detrás de su oreja.

— Extraño que me toques, extraño el cómo me hiciste sentir — pronunció con mucho trabajo.

— Sabes que no podemos, estás casada — contesté mientras acariciaba su mejilla con delicadeza, aunque sabía que ese era un pretexto que no tenía sentido para mí.

— Y no sabes cuanto desearía no estarlo — sus palabras cada vez se volvían más y más pesadas debido al sueño.

Esas palabras eran una de las señales que alguno de nosotros estaba esperando escuchar lo más pronto que se pudiese, teníamos el tiempo encima, pero hacerlo bajo las condiciones en las que se encontraba era imposible, eso debíamos decírselo cuando estuviera en absoluta sobriedad y con todos nosotros presentes. Esas palabras, eran la pequeña luz al final del túnel que nos daba esa pequeña esperanza de que todo saliera tal cual y lo hemos planeado desde un principio.

El timbre de mi teléfono me sacó de mi trance, en la pantalla se visualizaba el nombre de Takeomi e instintivamente rodé los ojos, pero, aunque no quisiera, tenía que responderle.

— ¿Qué quieres? — pregunté en cuanto contesté.

— ¿Dónde están? Kakucho acaba de llegar — de fondo se escuchaban las voces de Sanzu y Ran peleando con los demás, cosa que no era nada nuevo en ellos cuando estaban ebrios — No me digas que estás teniendo sexo con ella — habló con ese mismo maldito tono con el que llegó a cuestionarme hacía unas horas.

— ¿Y si lo estuviera qué? No es cosa que debería importarte, mejor enfócate en hacer que esos dos se duerman antes de que terminen asesinando a alguien en el hotel. Deja de meterte en mi puta vida si yo jamás me he metido en la tuya — sin esperar respuesta alguna colgué.

Estaba harto, ¿Cuál era su maldito problema con Gianna? Era claro que no era tanto de su agrado, pero porque mierda estaba tan interesado en mi relación con ella, desde antes de viajar a Italia habíamos acordado todo como para que ahora viniera a ponerse en esa actitud que no está haciendo más que acabar con la poca paciencia que les tengo y no les convendría terminar con ella.

El camino a casa fue corto, no es como que estuvieran tan lejos y menos teniendo en cuenta que a esta hora las calles estaban vacías lo cual facilitaba poder acelerar como si no existiera un mañana.

— Estaciona el carro — le dije a Takeomi quien salió a vernos en cuanto saqué a Gianna del deportivo en brazos.

Venía profundamente dormida por lo cual supuse que le costaría mucho trabajo despertar para cambiar su ropa por algo más cómodo, así que opté por cambiarla como si fuese una niña pequeña.

— ¿Qué mierda sucede contigo, Manjiro? — hablé casi en un susurro mientras la recostaba en la cama.

¿Por qué sentía esta necesidad de procurarla tanto? ¿Qué es lo que cruzaba por mi mente cada que la veía? ¿Qué es lo que realmente sentía? Jamás había vuelto a sentir esta necesidad de cuidar tanto de alguien desde que era adolescente, pero no solo era el cuidar de ella, sino que cada que veía como sonreía o como el viento jugaba con ese cabello del color de la noche mi cerebro automáticamente segregaba la serotonina que mis labios necesitaban para dibujar una sonrisa en mi rostro.

¿Takeomi tenía razón? ¿Me enamoré de una pieza en nuestro tablero? Felicidades Manjiro, te enamoraste con un acostón y un pequeño intercambio de palabras, seguro tienes el récord mundial.

Cuando por fin tuve uno de sus pijamas comencé a desvestirla, incluso llegó un momento en el que debí verificar si seguía respirando, pues era imposible que después de tanto ajetreo no se despertara.

Su pálida piel tenía las marcas de mordidas, chupetones, rasguños, e incluso podían verse los dedos de Rindou marcados en distintas zonas, se veían recientes, seguramente de la noche anterior, pero había otros que se veían más antiguos, lo cual era raro pues cuando tenía traje de baño no se le notaban, seguramente usaba maquillaje.

El sólo imaginarme como las manos y boca de Rindou podían hacerle esto hizo que la sangre me hirviera, desde antes de venir a Japón ellos ya habían entablado esa amistad que seguramente con el tiempo se fue intensificando, porque claro, quien podría resistirse ante su belleza natural.

Los recuerdos de nuestro encuentro volvieron como balas, pero con la diferencia de que mis manos y mi boca, ahora, eran las de ese idiota que no podía ni cuidarse a si solo. Ese imbécil que podía disfrutar no sólo de sus gemidos y orgasmos, sino que también podía disfrutar de sus risas y llantos, ese debería ser yo.

— Quien debería disfrutarte de esta manera soy yo, no Enzo, no Rindou, no nadie. Solo yo — susurraba con tanto coraje que sin darme cuenta ella había comenzado a quejarse debido a que mi mano apretaba con mucha fuerza su brazo.

En cuanto me percaté de eso, la solté rápidamente y salí de su habitación para encaminarme a la mía. Los celos que estaba comenzando a sentir me hacían querer vomitar del coraje, ¿Por qué mierda permitía que alguien más la tocara?

Tenía que hacer algo para dejarle muy en claro que de ahora en adelante el único que podría tocarla sería yo y nadie más, ni siquiera Enzo. Y si para eso debía privarla de su libertad y adelantar el comienzo de la guerra, no me importaba, haría hasta lo imposible porque así fuera.

Hola mis amoreeeessss, me re' morí, pero todo fue culpa del semestre 😩

Afortunadamente ya terminó por lo cual estaré un poco más activa aquí jiji, en un ratito o mañana publico el siguiente cap jiji 🙊❤️

Espero que estén muy bien, recuerden tomar agüita y...

Hay grupo de WhatsApp para conocernos, por si quieren unirse me piden el link jiji 💐💖

Los amito mucho ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top