04; 𝑨 𝒍𝒂 𝑮𝒖𝒆𝒓𝒓𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆 𝒂̀ 𝒍'𝑨𝒎𝒐𝒖𝒓

Suavemente, siento que todo se hunde a mi alrededor. Que las hermosas sabanas de satén se ahogan en la arena. En la guerra como en el amor, tú siempre ganarás. 

— Juliette Armanet

Estábamos llegando al club, yo iba en la camioneta con Massimo al volante y cinco de ellos en los asientos traseros, mientras que Enzo venía en otra camioneta detrás de nosotros con los tres restantes de Bonten.

Después de los cumplidos gracias a mi vestimenta la cual intenté que fuera lo más provocativa posible para ver si esta noche Enzo volvía a olvidarse un poco del trabajo y se le antojaba arrancarme el vestido en color rojo sangre que dejaba muy poco a la imaginación, fue que partimos a nuestro destino.

— Enzo me va a matar si alguien intenta aprovecharse de ti con esa vestimenta ¿Sabes? Y lo más probable es que más de uno lo intente — Massimo dijo sin dejar de ver la carretera.

— Tranquilo, estaremos en uno de los cuartos VIP ¿No es así? Así que no tienes de que preocuparte — dije encendiendo un cigarrillo — Aparte, no sería la primera vez que me visto de esta manera.

— Y todas las veces que lo has hecho he tenido que defenderte de los que intentan propasarse, Gianna — dijo burlón.

— ¿En verdad? Tiene tanto que no salgo que ya ni siquiera lo recuerdo.

— Solo muero por ver la reacción de Enzo cuando te vea.

— Ayúdame a cruzar los dedos para que reaccione como quiero, y sabes que te conviene, pues si mi plan funciona tendrás el resto de la noche libre y podrías ir a buscar a Antonella para pasarla bien — ambos comenzamos a reír.

— Puede que tal vez hasta me ponga a rezar lo que queda de camino — dijo antes de recibirme el cigarro que le tendí y le dio una profunda calada.

Después de pequeñas risas y falsos rezos finalmente habíamos llegado al club y todos comenzaron a bajar de la camioneta, a excepción mía, que di un retoque a mis labios en aquel rojo carmín que tanto gustaba a Enzo, aunque...

¿Alguna vez se han arreglado tanto para alguien esperando que otra persona sea quién las admire?

Creo que ese era mi caso esta noche, aunque la situación era ¿Realmente por quién quería ser admirada? Es como si algo dentro de mí estuviera exigiendo la atención que Enzo no me brindaba desde hace ya un tiempo y estuviera buscándola en cualquier hombre que se cruzara en mi camino.

La puerta del copiloto abriéndose me sacó de mis pensamientos. Era Enzo quien me veía con la boca entreabierta y los ojos como platos.

— Cierra la boca, guapo, estás babeando — dije burlona impulsando su mandíbula con mi dedo índice y bajando de la camioneta.

— Gianna... — intentaba hablar, pero las palabras no salían con claridad de su boca — Te ves... te ves increíblemente preciosa.

— ¿Sabes cómo me vería mejor? — rodeé su cuello con mis brazos — Desnuda sobre ti — susurré sensualmente en su oído y automáticamente ambos sonreímos.

— Entonces empecemos esta noche para volver lo más pronto posible a casa — dio un rápido mordisco en mi cuello para comenzar a caminar hasta la entrada.

El lugar era tan exclusivo que únicamente gente de mucho dinero y rangos importantes en el gobierno eran los clientes que frecuentaban el lugar, a veces me preguntaba como es que no se aburrían de visitar el mismo lugar siempre, pero la calidad y belleza de mujeres que trabajan en este lugar, todas por voluntad propia claro, era incomparable con ninguna otra.

La música nos envolvió en cuanto pisamos el enorme lugar que era decorado por luces led y las mujeres bailaban al ritmo de la música mientras los hombres las admiraban embobados.

— Hay más gente que otras veces — Massimo me dijo al oído.

— ¿Pues cuántas veces has venido? — comencé a reír.

— No sé, pregúntale a tu esposo — soltó burlón y se adelantó un poco logrando evitar mi golpe, no pude retener la risa ante su comentario.

De hecho, ahora que lo pensaba, ni en nuestra relación como novios ni ahora como matrimonio habían existido los celos. Siempre nos habíamos tenido la confianza suficiente como para poder salir el uno sin el otro, aunque claro, él salía más que yo, y ahora que sabía que frecuentaba más de lo que creía este lugar no me molestaba en lo absoluto, pues no tenía nada de malo que viera a mujeres preciosas bailar semidesnudas y desnudas, finalmente, quien disfrutaba a ese hombre era yo.

En camino a la sala VIP todas las mujeres del lugar me saludaban muy alegres y con mucho entusiasmo, ya fuera con un enorme beso y un fuerte abrazo o con la mano y una enorme sonrisa en el caso de las que estaban ocupadas con los clientes, pues hacía mucho tiempo que no las veía y a todas les tenía un gran aprecio.

Todas estas mujeres tenían historias diferentes por contar y yo me sabía todas y cada una de ellas, de hecho, la mayoría de las mujeres que están aquí era porque necesitaban ayuda para salir de sus países de origen, ya fuera porque tuvieran parejas que las maltrataran, gente peligrosa que las perseguía o porque necesitaban dinero urgente. A todas se les ofrecieron varias opciones para laborar, pero al darse cuenta de que trabajar bailando para hombres dejaba más que cualquier otro empleo no dudaron ni un segundo en aceptar trabajar en un lugar como este, aunque no era el mejor de todos, pero al menos así ya no tenían la necesidad de vivir con preocupaciones y miedo, y a las que tenían familia en otros países las ayudamos a traerlas consigo, supongo que es por eso que todas estaban demasiado agradecidas con nosotros y nos trataban siempre con mucho amor y cariño, así como nosotros a ellas.

Nada nos costaba ayudar a la gente que lo necesitaba.

— Gianna, cariño — Pia se abalanzó sobre mí dejando un enorme beso en mis labios en cuanto llegamos a la sala VIP — Te ves divina.

— Hola, Pia, que bueno es volver a verte — la abracé con mucha fuerza.

— Gianna, que te ves preciosa, que vestido tan hermoso — Gabriella me envolvió en un fuerte abrazo dejando un beso en mi mejilla.

— Y ustedes como siempre luciendo hermosas, cada día se ven más jóvenes, díganme su secreto.

— Le robamos el colágeno a nuestros clientes — Stella contestó burlona antes de abrazarme con mucha fuerza. Todas comenzamos a reír ante aquel comentario o así fue hasta que nuestros acompañantes comenzaron a entrar a la sala.

— Mierda, pero vaya que estos si son guapos eh — Pia los vio de reojo mientras se acomodaban en la sala del lugar.

— Y todos solteros — les guiñé el ojo — Así que ya saben, lúzcanse.

— A trabajar se ha dicho, y tú te nos tienes que unir en un rato eh — Stella dijo antes de que las tres se subieran a la pista para comenzar con el espectáculo que amenizaría nuestra noche.

Más mujeres comenzaron a entrar a la habitación, pues ellas serían las encargadas de llevar las bebidas y las charolas con todo tipo de droga por si a alguno nos apetecía algo más que solo alcohol en esta noche, otras eran las asignadas para acompañar a los caballeros que esta noche nos acompañaban.

El tiempo seguía pasando y yo sentía como el alcohol comenzaba a hacer efecto en mí, no de manera agresiva, sino que apenas estaba comenzando a sentirme ligeramente en ambiente.

Habíamos dejado de requerir los servicios del traductor todo el tiempo, pues Enzo comenzó a comunicarse con ellos en inglés hacía unos días, resultó que todos lo entendían y hablaban mejor de lo que creíamos al menos para entablar una conversación fluida.

Me levanté de mi lugar y me coloqué frente al enorme ventanal que me permitía observar lo que sucedía fuera de esta habitación. El lugar estaba a reventar, al parecer hoy la gente había decidido llegar tarde al lugar, sin duda sería una buena noche para todas.

Dio un sorbo a mi vaso sintiendo como el frío liquido quemaba mi garganta, mientras escuchaba las risas de fondo las cuales se mezclaban con la música obligándome a voltear a ellos. Es como si me hubieran enterrado una cuchilla en el pecho con todo el coraje del mundo.

— Oh vamos señorita Salvatore, ¿No le hablas, pero te encela verlo con alguien más? — no pude evitar sobresaltarme ante aquel comentario tan repentino.

— Por todos los cielos señor Akashi, que susto — dije llevando mi mano al pecho.

— Perdón, no era mi intención asustarte, pero es algo ilógico ¿No crees? — dio una calada a su cigarrillo.

— No tengo idea sobre a que te refieres.

— ¿No estás celosa de verlo con esa hermosa pelinegra sentada en piernas?

— No, para nada, creo que estás muy confundido.

— Gianna, cariño ven — Alaia, una de las mujeres más hermosas del lugar la cual podría pasar como una verdadera Diosa me llamó interrumpiendo mi conversación con Takeomi.

— Gracias al cielo — pensé — Permiso.

Comencé a caminar hasta ella quien estaba frente a Enzo con aquella charola de donde Haruchiyo había tomado una pastilla la cual elevó ligeramente para después dejarla caer en su boca.

— ¿Lo de siempre? — la pelirroja me cuestionó y yo asentí — ¿Enzo o yo?

— Hm... — comencé a ver a Enzo quien me veía con una enorme sonrisa y a Alaia quien me observaba del mismo modo — A mí esposo lo veo diario, así que mejor tú.

Ante mi respuesta Enzo soltó una gran carcajada y Alaia tomó uno de los comprimidos que tenía sobre la charola, de reojo pude ver como Takeomi volvía a tomar asiento sentando a aquella preciosa castaña en sus piernas.

— Kendra ¿Me sostienes esto? — Alaia dijo en dirección a la rubia quien le recibió la pequeña charola.

— Esto se va a poner bueno — Enzo dijo cruzando las piernas y mordiéndose el labio — Pia, Gabriella, Stella ¿No van a ver a su novia? — ante esas palabras las tres detuvieron su baile y nos prestaron atención.

— Oye Enzo que tu esposa es novia de todas aquí, no solo de ellas — Bianca mencionó y Enzo comenzó a reír.

Todas las miradas estaban puestas sobre nosotras, y las de aquellos ocho no demostraban otra cosa más que curiosidad. Alaia abrió la boca colocando la píldora en su lengua y yo di un gran trago a mí vaso antes de acercarme a ella.

La tomé de la cadera permitiéndome sentir su cálida piel desnuda y comencé a besarla de modo que la píldora pasase a mi boca. Nuestras lenguas comenzaron esa pequeña guerra que lo único que estábamos seguras de estar logrando era provocar a todos los hombres presentes en la habitación y era algo que yo quería hacer, provocar no a uno, sino a todos por pura maldad.

Bajé mis manos a su trasero el cual comencé a acariciar y ella hizo lo mismo con el mío levantando mi vestido dejando a la vista mi tanga del mismo color de mi vestido y automáticamente ambas sonreímos. 

Mordí su labio inferior con sutileza y nuestras lenguas se rozaron una última vez antes de separarnos. La sonrisa de nuestros rostros era imborrable y más lo fue al ver la cara de todos los hombres que nos veían anonadados.

— Cierren la boca caballeros, no fue para tanto — la pelirroja gritó y todos reaccionaron mientras todas comenzamos a reír.

— Ven aquí, cariño — Enzo estiró sus brazos hacía mí en cuanto todas volvieron a lo que hacían.

Sin pensarlo me senté sobre sus piernas y comenzó a besar mi cuello, mientras yo veía a Alaia, Kendra y Marena tomar el lugar de Pia, Gabriella y Stella quienes inmediatamente tomaron asiento sobre las piernas de Sanzu, Kakucho y Rindou, este último cruzó su mirada con la mía y me guiñó un ojo con una enorme sonrisa, no pude evitar devolverle ambas acciones.

Era atractivo, no podía negarlo y claro que llamaba mi atención, pero era obvio que no pensaba cometer otro error como el que cometí con Manjiro con quien desde hace mucho no cruzaba palabras como para sostener una conversación, pero bueno, tampoco era como si le importara, eso lo estaba dejando muy en claro hoy.

El tiempo seguía pasando y la píldora había comenzado a hacer efecto hacía poco más de una hora, aunque justo ahora el calor de mi cuerpo paso a niveles indescriptibles y mi deseo sexual aumento hasta su punto máximo, estaba en mi apogeo.

Aquellos ocho le comían la boca a quienes estaban sobre sus piernas mientras que Enzo hablaba no sé que tanto con Massimo, seguramente la noche estaba por terminar y estaban poniéndose de acuerdo sobre como regresaríamos a casa, o en donde seguir la fiesta, yo qué sé.

Bailaba entre Pia y Alaia mientras las demás estaban a nuestros alrededores, el alcohol y las drogas nos tenían sumisas bajo sus efectos y nosotras estábamos más que contentas por eso.

— Permiso señoritas — la voz de Enzo se escuchó — ¿Hoy no me vas a bailar, mi reina?

— ¿Hoy? ¿No crees que tenemos muchos invitados?

— Ese para mí no es problema, al contrario — acercó sus labios a mi oreja — Me excita saber que otros te desean y solo yo puedo tenerte.

No pude evitar sonreír ante aquel comentario y él se apartó para regresar a su lugar junto a Kakucho.

— ¿Lista, guapa? — Pia me tendió la mano y yo la acepté sonriente.

— Por eso amo venir aquí.

— Y nosotras amamos que vengas, ya te extrañábamos.

La música comenzó a sonar y yo no podía sentirme más viva. Todos mis sentidos estaban amplificados permitiéndome sentir como nunca me había sentido y creo que todas nos sentíamos igual, esa noche era diferente, era mejor.

Nuestras caderas y brazos se movían al ritmo de la música y de vez en cuando nuestras manos rozaban el cuerpo de la otra de manera provocativa para los hombres que nos apreciaban como si no existiera nada más en este mundo.

Seguí bailando con mis chicas hasta que vi a Manjiro parado frente a mí. Sus manos comenzaron a recorrer mis brazos con suma delicadeza e instintivamente le di la espalda para comenzar a rozar mi trasero contra su entrepierna, la cual con cada roce se endurecía más y más arrancándome una sonrisa de los labios.

Esa noche, di el mejor espectáculo de mi vida.

Cuando estaba en la cama con Enzo las imágenes de Manjiro tocándome llegaban como flashes a mi mente, los gemidos que escapaban de mi boca salían con mayor intensidad al imaginar que era él quien los provocaba, era inevitable no poder pensar en él después de la pequeña alucinación que tuve, porque sí fue una alucinación ¿Verdad?

— Buenos días — saludé a todos en cuanto llegué al comedor.

— Buenos días — todos me devolvieron aquel saludo y tomé asiento.

— Buenos días, amor, ¿Jugo?

— Por favor, cariño — sonreí  y comencé a devorar todo lo que pude servir en mi plato.

Todos desayunábamos en paz y de vez en cuando ellos hacían un recuento de todo lo sucedido ayer en la noche y en cuanto Enzo dejó el cuarto por una llamada que recibió fue cuando aproveché para preguntarle a Ran, quien era el que estaba a mi lado, sobre si mi pequeña alucinación había sido sólo eso, una alucinación.

— Ran — llamé su atención por lo bajo y él volteó con el vaso de zumo en la mano.

— Dime.

— Ayer que me subí a bailar... No baile con Manjiro ¿O sí?

— ¿Qué dices? Ninguno de nosotros y mucho menos Mikey se levantó de su lugar en cuanto te subiste a la plataforma, ¿Por qué?

El silencio reino entre él y yo, pero no entre los demás.

— ¿Alucinaste con Manjiro? — preguntó un poco más fuerte y emocionado.

— Shhhh, por algo te estaba hablando en susurros.

— Dios que envidia le tengo al enano justo ahora — soltó una carcajada fingida — Y por cierto, que bien bailas — la sonrisa coqueta de sus labios me obligó a sonrojarme.

— Cariño — la voz de Enzo me hizo erguirme inmediatamente — ¿Qué sucede?

— Nada, me espantaste.

¿Ahora entiendes la razón del porque los susurros y el tener que evitar comentarios como ese, Ran?

Seguíamos platicando tranquilamente cuando de un momento a otro escuchamos a Gianna comenzar a gritarle y maldecir a Enzo llamando nuestra atención, se levantó de golpe de la mesa y se fue hecha el enojo encarnado, de verdad que si no le salió fuego de la cara fue un milagro.

— ¿Qué sucedió?

— Le acabo de decir que ella los acompañara a Japón en mi lugar — contestó con la mano sobre sus ojos, se le veía estresado.

— No lo tomó muy bien por lo que vemos — Takeomi intervino.

— Es una etapa, no ha tomado muy bien las cosas últimamente.

— No queremos que eso afecte nuestros posibles negocios — amenacé.

— No te preocupes, ya se le pasará.

O se lo haré pasar, no te preocupes.

— Entonces no necesito buscar un hotel ¿Seguros?

— No te preocupes, la casa tiene las suficientes habitaciones para todos, ella tendrá su propio espacio e incluso, si ella lo desea, un cuarto lo destinaremos a su estudio.

Él comenzó a asentir nuevamente con la mirada pérdida, seguramente pensando en como le compensará esto a Gianna, yo qué sé...

En lo único que podía pensar es en el tiempo que pasaremos juntos intentando no caer en la cama del otro. 

Hola mis amores, ¿Cómo están? Espero que de maravilla💐💖

Este capítulo se veía mejor en mi cabeza JAJAJAJA, pero hice lo que pude, en fin, el caso es que en el próximo capítulo ya estaremos ubicados en Japón, más sencilla la cosa jiji, re emocionada ando 🙊

Nos vemos después en otro cap, tomen agüita y cuídense mucho 💕

Los amo infinito 🙊💕💐

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