Tower Bridge
El clauricaun intento safar su camiseta de la daga de Anna pero ella ya había llegado hasta él.
Los clauricaun eran hadas de estatura pequeña que les gustaba montar ovejas o perros como caballos. Solían ser hostiles y siempre estaban ebrios.
Anna lo agarró por su camisetita sucia, el clauricaun intentaba sacafarse y rasguñarla con sus pequeñas uñas filosas.
— ¿Que andas haciendo aquí, pequeño amigo?— le dijo Anna, en tono de sarcasmo.
— Bajame, asquerosa nefilim!— le replicó él clauricaun.
Anna hizo destellar la cuchilla de su daga sobre la garganta del clauricaun, este dejó de moverse.
— ¿Sabes lo que sucedió aquí?— le preguntó ella.
— Tal vez haya pasado por aquí montando un perro.— le respondió. Mostró sus pequeños dientes afilados.
— ¿Quién le hizo eso?— Anna estaba señalando el cuerpo de la mujer lincantropo.
— ¿Así de fácil? ¿Sin ninguna recompensa? Tal vez yo haya visto quién lo hizo...—
— La única recompensa que te daré, será rebanar tu garganta si no nos dices.—
— Bueno, pero si me matas... no sabrás quien le hizo eso y que dijo cuando estaba aquí.—
— Tal vez te demos una botella de licor si nos dices.— era Steve.
Los ojos oscuros del clauricaun brillaron por la tentacion.
— Primero mi botella y después su información.— les dijo el clauricaun.
Steve metió la mano a su bolsillo de la chaqueta, era el bolsillo más grande, ahí había guardado su último consuelo.
Anna vio sacar una botella de tequila de esas de las pequeñas. Puedo haberse molestado con él, pero no lo hizo, tal vez le hizo sentir mal y se preguntó si Steve había estado bebiendo y lo de hace unos segundos solo había sido nada importante, pero dejó pasar ese pensamiento. Tenía cosas más importantes que pensar por él momento.
— Bueno, ahora dinos...— le dijo ella.
El clauricaun se tomó un tiempo en contestar. Ella volvió a acercar de nuevo su daga, el clauricaun gimoteó— Eran dos chicos, igual que ustedes... Una chica y un chico...— dijo. — Trajeron a la chica lobo y le despedazado el vientre. Después de eso estaba muy ebrio.—
Anna hundió parte de la daga en la piel del clauricaun, este empezó a gritar.
— Sabes más que eso... ¡Cuéntanoslo todo!— le replicó ella.
— Escuché que dijeron que irían a Tower Bridge, ellos dijeron algo así cómo "A la luz de la luna llena, será la ceremonia...". No recuerdo lo demás, lo juró.—
Anna lo dejo caer de su mano, después de todo, las hadas no podían mentir. El clauricaun molestó, le gruñó y Steve le extendió la botella para que se fuera. Se la arrebató.
— sucios nefilims.— les dijo para después salír corriendo.
— Hoy cae la luna llena, Steve. No nos queda mucho tiempo...— le dijo ella, ya había guardado su daga.
— ¿Cuál es el plan?— le pregunto él.
Se supone que debería estar molesto contigo, pensó él. Las palabras se le habían salido sin que se diera cuenta. Quería decirle algo más, quería que ella le rogara para que se quedará pero no quería verse como un tonto frente a ella, sería ridículo para ella si lo viese molestó por qué ella no lo quería, después de todo esa había sido la elección de Anna. Tal vez con él tiempo ella lo olvidaría. Pero él no. Él jamás lo haría pero por ahora tenía que ponerse con la frente el alto por la derrota de su corazón.
Anna estaba mirando el cuerpo tirado en el suelo.
— Tenía un bebé, lo arrancaron de su vientre.— le dijo ella, agachadose.
— ¿La dejaremos aquí?— le pregunto él.
— No podemos llevarnosla a Londres.— dijo ella. — Este es el plan.— se levantó de nuevo. — Yo iré a informar esto al Instituto y tú irás con Magnus y le pedirás que habrá un portal a Londres, te veré en la casa de Magnus en una hora. Además, tengo que ir al Instituto por algo.—
Anna sabía que no era todo lo que tenía que decirle, quería disculparse por haber sido tan cruel. Pero él parecía estar normal, tal vez ya no lo recordaba, tal vez no la quería y solo había sido el impulso de su amigo el alcohol, pero se limitó a no pensar más.
Steve solo asintió y salió del almacén. Cada uno se fue por un camino distinto.
Cuando llegó no esperaba encontrar a Jace sentado en el piso de la biblioteca.
— Esa una configuración Malachi.— le dijo Anna.
— Si, bueno... Tu abuela me metió aquí. Sigue creyendo que soy el malo.— dijo Jace aburrido.
— Vamos Jace, no te quedaras ahí mucho tiempo. Ya te las ingenearas para salir.—
Ella vió ver sus comisuras levantarse en una sonrisa.
— Me conoces tan bien, Herondale.— le dijo.
De pronto se encontraba distraído mirando el techo, no se dio cuenta cuando Anna saco él pedazo de portal que se escondía cerca del estante donde se aproximaba el muro del portal.
— ¡Anna!— escucho la voz de su abuela llamarla.
Anna se levantó para encararla, seguramente la había visto, pero estaría dispuesta a enfrentarla.
— Quiero hablar contigo.— le dijo la Inquisidora, por primera vez no sonaba fría e imponente. — A solas!— le dijo mientras miraba con enfado a Jace. Anna estaba sorprendida, creía que seguramente su abuela le daría un sermón. Tal vez no se había dado cuenta...
Anna sólo siguió a su abuela al pasillo, había cerrado la puerta de la biblioteca. Todo parecía estar bajo control
— Yo también tengo que decirte algo.
Hubo un ataqué, encontré el cuerpo de una chica lobo, cerca de Manhattan.— le dijo ella un tanto nerviosa.
— Anna!— la llamó su abuela. — Yo quería hablar contigo por qué...—
— ¿...Por qué...?— odiaba la intriga.
— Creo que ya debes tener la edad suficiente para adquirir la herencia Herondale, todas las riquezas. La casa en Idris de los Herondale. Todo.—
Anna la estaba mirando con sorpresa, sea lo que fuese, en ninguna escena en su mente imaginaba a su abuela diciendole eso, y mucho menos sin que su voz sonará dura como una piedra. De hecho, jamás había pensado en una escena con su abuela que durará más de dos palabras ya que Imogen solo prefería ignorarla. Pero ahora la manera en que se dirigía a ella era distinta.
— Es tuya, toda la herencia Herondale.— termino su abuela.
— Yo...— Anna no sabía que responder, era claro. — No se que decir.—
Su abuela la estaba mirando.
— Volveré a Londres hoy.— le dijo Anna.
— Jamás te había dicho esto, pero te pareces mucho a tu padre. Él estaría muy orgulloso de ti, Anna.— la cara de Imogen parecía haberse suavizado.
Y mucho menos Anna esperaba a su abuela decirle la palabra orgullo o padre. Seguramente esta no era su abuela y era otra extraña persona. ¿Su abuela había sido reemplazada por un demonio o algo así? Pero y si ese fuera él caso ¿por qué un demonio le diría que todas las riquezas Herondale eran suyas?.
— Él también estaría orgulloso de ti.— fue la única respuesta de ella. La comisura de los labios de su abuela se habían ablandado.
— Pero ahora tengo que irme.—
Y era muy cierto. Quería quedarse en New York y tener otra charla con su abuela. Pero debía ir a capturar gente horrenda que creaba organizaciones demoníacas.
Imogen solo asintió, su rostro ya había cambiado a el de La Inquisidora de nuevo, rígido e inescrutable.
Anna le dió una sonrisa sincera, antes de irse.
.
.
.
.
— ¿Ah sí que tú y ella...?— le estaba preguntando Magnus.
— Nada.— fue la respuesta de Steve.
— Nada como... "La amó pero no la presionare" o más como "La amó pero ella no lo hace"—
— Fue algo así como "Steve eres un idiota y jamás podría amarte"— él estaba cruzado de brazos.
Pero Magnus no pudo hacer otra pregunta por qué Anna había aparecido. Ya no llevaba más la blusa de flores. Llevaba una blusa negra que dejaba ver una vista completa de sus hombros y su clavícula, la llave de oro destellaban en su cuello.
— Apenas volviste y ya te vas tan pronto.— le dijo Magnus, mientras su mano destellaban chispas azules de su magía.
— Prometo que volveré. Solo serán unos días.— le respondió ella. Estaba sosteniendo contra su pierna su espada de plata, que colgaba de su cinturón.
El portal ya se había alzado frente a ellos.
— Cuídate, y no hagas más contratos con mi abuela.— bromeó ella.
— Bueno, no te lo garantizo.— le respondió Magnus.
Anna se vio adentrar en el portal como si una gota de pintura cayera sobre agua y se difuminara.
Steve la siguió, pero antes de entrar sintió la mano de Magnus detenerlo.
— Ella también te quiere. No dudes de eso.— pero Steve no tuvo tiempo para procesar las palabras por qué fue empujado hacia el portal.
Desde este punto del Támesis se podía admirar el Palacio de Westminster frente a ellos, las luces amarillentas hacían brillar el cielo y el río.
Anna pensó que no había un lugar más hermoso que estar en el Támesis y admirar lo de alrededor. Los edificios antiguos llenos de historia.
Un lugar demasiado hermoso como para hacer ceremonias demoniacas, pensó Anna.
Pero Anna estaba admirando la vista del Támesis.
— Anna!— la llamó él. — Mira eso.— estaba señalando hacía el puente Tower. Anna no logro ver al principio lo que le estaba señalando Steve pero en una parte, debajo del puente. Cerca del río y la superficie había unas siluetas, en esa parte todo era oscuro pero podían vislumbrarse. Anna desvaino su espada mientras se aproximaba a ellos. Tal vez el puente se encontraba a unos 20 metros de ellos y ella se lanzó caminando rápido.
Pero algo salto desde la sombras, un demonio Kuri con sus brazos de araña. Otro tres venían detrás de él, los colmillos les sobresalían de la cuencas. Una le cortó sus primeros brazos. Steve ya estaba a su lado con sus cuchillos serafines. Las personas del las sombras se sobresaltaron, parte de la luz de la luna la dejo ver que tenían túnicas largas y oscuras. Eran cinco personas.
El demonio acercó las pinzas de sus brazos a ella, pero no tuvo tiempo suficiente por qué ella lo partió a la mitad. Venían caminando como grandes arañas negras otros seis más.
Steve ya había matado dos, mientras se lanzaba a los demás. Anna estaba peleando con tres, intentaban picarla con sus brazos afilados ella intentaba esquivarlos mientras cortaba brazos y se esparcía icor. Más demonios Kuri se aproximaban.
Anna quería correr hasta los malditos que estaban enfrente ¿Cómo habían invocado tantos demonios Kuri? Pero fue demasiado pronto la pregunta de Anna por qué un grupo de demonios de cuatro venía, sus ojos brillando de fuego.
— Ve por ellos.— le gritó Steve mientras despedazaba dos demonios Kuri al mismo tiempo.
— Van a escaparse.—
Anna comenzo a correr hacia los malos de las sombras pero las pinzas del demonio le habían cortado la pierna, sintió el corte arder.
Anna le enterro su espalda al que se había lanzado hacia ella, el icor le había caído en la mano, estaba comenzando a quemar
— Son demonios, Moloch!— le dijo Steve. Los demonios se estaban aproximando. Anna quería correr hacia el puente, para enfrentar a aquellas personas. Pero vio a Steve pelear contra otros dos demonios Kuri. Corrió hasta él mientras enterraba la cuchilla de su espada en la cabeza de uno. Steve adentro si cuchillo sefafin en uno, desde su estómago cortandolo, haciendo salpicar icor.
— Van a escaparse.— le dijo él, su respiración estaba agitada.
— No voy a dejarte.— le dijo ella. Él tal vez podría abalanzarse hacia ella en este mismo momento y besarla con intensidad pero tal vez ella lo rechazaría. Los ojos de ella habían comenzado a sacar destellos de púrpura.
El primer demonio Moloch lanzó fuego hacía ellos. Steve pensó rápido y puso a Anna detrás de él. Tal vez el fuego estaría apunto de consumirlo pero cuando abrió los ojos por qué no sintió el calor se encontró con una pared casi invisible con una tonalidad púrpura. Giró su mirada hacia atrás.
Los ojos de Anna se había encendido en púrpura brillante, sus manos parecían sacar destellos del mismo color.
¿Ella había sacado está especie de escudo? Se preguntó él, jamás había visto a Anna hacer algo parecido, solo cuando la irá la consumía y dejaba fluir su magia, derribando todo a su alrededor. Pero el escudo ya se había caído y los ojos de ella ya habían vuelto a ser oscuros.
— ¿Cómo hisiste eso?— le pregunto él atónito.
— ...No tengo idea.— le respondió ella. Con una cara de que ni siquiera ella lo entendía.
Su corazón le martillaba a ella. Saco su daga y la arrojó hacia la cabeza del demonio que les había lanzado fuego.
El piso estaba sacando llamas y los otros demonios lanzaban llamas a todos lados.
Y corrieron hacia los demonios, Steve le hizo un corte en el abdomen a uno y este comenzó a sacar fuego de sus ojos. Él se hizo para atrás.
El fuego se estaba levantando, estaba quemándose aquella parte cerca del Tower Bridget y la siluetas que una vez había visto ahí. Ya no se encontraban.
Anna le enterro su espada en el esternón. El arañazo del Kuri le seguía doliendo, sospechaba que tal vez le punsaba.
Con fuerza le cortó la cabeza. Vio a Steve enterrarle un cuchillo a uno en la garganta y su otro cuchillo en su pecho. El demonio se desvaneció.
Tal vez él nuevo que estaba enfrentando a Steve estaba a punto de desbordar fuego hacía él pero Anna corrió lo más rápido que pudo aunque le doliera tanto su pierna y aquel demonio tuvo su fin cuando la espada de ella se enterró en su columna y el cuchillo de él en su pecho y las dos cuchillas se encontraron dentro del demonio. Safaron sus armas al mismo tiempo y el demonio se desvaneció.
El fuego se alzaba frente a ellos, unos tantos metros hacia arriba, el último demonio estaba armando una barricada de fuego. Detrás de ellos se encontraba en puente. Pero el humo estaba comenzando a rodearlos y la barricada de fuego frente a ellos se alzaba cada vez más. El demonio cruzó el fuego y con sus ojos naranjas comenzó a sacar más fuego de ellos hacia donde se encontraban.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top