Trash magic

Advertencias: Violencia típica del canon.

~•~
——
P

ara el informe:

La aparición de una maldición se da por sentimientos negativos a un lugar o objeto. No es de extrañar que las escuelas y prisiones sean el principal escenario donde nacen maldiciones de grado especial. Pero el reciente caso de abuso sexual a niños de la guardería "Las primeras sonrisas" fue la excepción.

No se sabe cómo se originó una maldición tan poderosa en tan poco tiempo. De hecho fue clasificada como una menor, así que el elemento asignado: Gojo Satoru la rechazó, y así fue que se les reasigno a los estudiantes de primer año.

Akiko Katō y Naoko Kimura fueron los hechiceros encargados de exorcizar la maldición clase especial. Aún si eso les costaba la vida.

__

El auto negro se estacionó frente a la guardería abandonada, ambos adolescentes de primer año parecían impacientes, pues era en realidad su primer misión sin un profesor vigilando. Akiko bajó del auto, su falda del uniforme no era muy cómoda, pero ya lo atendería después con el director. Su compañero cargaba el mango de una espada, era raro que no tuviera hoja para cortar, pero dadas sus técnicas malditas ya suponía el porqué.

—Vamos, tenemos que volver temprano —el de cabellos negros se despidió del chófer y puso el velo sin dificultad—. ¿No es emocionante? Ambos estamos aquí, listos para patear maldiciones, como si fuéramos hechiceros reales.

La menor asintió. Realmente no se necesitaba a ambos estudiantes, pero su profesor insistía en mantenerlos juntos para que aprendieran el uno del otro. Al llegar a la puerta principal, el aura cambió radicalmente. Podían escuchar los gruñidos de una maldición, sin dudarlo, el joven de cabellos negros activó su técnica, haciendo que una cuchilla negra apareciera en donde iba la cuchilla metalica.

—No te separes, Akiko-chan —a pasos firmes entraron, y la pequeña guardería se transformó en una superficie del doble de tamaño—. Activó su dominio, está incompleto pero por eso distorsiona la realidad, no tardará en completarse.

—Eso quiere decir que podría estar en cualquier lado —la menor buscó alguna puerta, pero no había nada—. Nos quiere confundir.

El más alto asintió—. De acuerdo, solo debemos buscarla y…—de repente bajó sus pies apareció una sustancia viscosa—. ¡Akiko! —fue inútil, se hundió.

"No es una maldición de clase especial, eso decía el informe" La muchacha siguió caminando en busca de la maldición, tratando de ignorar los múltiples juguetes del piso que la hacía tropezar. Encontró una bola de pelo pequeña, que asemejaba una pelota de felpa.

—Divino y alto, técnica maldita: sangre del salvador —un pequeño hilo de sangre salió de la nariz de la maldición, hasta que fue bastante, estaba debilitándose. Akiko sintió la estructura cimbrar por un grito de dolor—. ¡¿Hay más de una?

Del techo salieron un montón de manos—. ¡No toques a los niños! —la figura de una mujer humanoide se asomó—. ¡Los niños no se tocan! —el ente gimió.

"Esa maldición puede hablar" Akiko no podía hacer nada con tal rango de distancia—. ¡Naoko! —llamó a su compañero, pues sus planes cambiaron y ahora debía buscarlo y salir para llamar refuerzos. Los juguetes del piso se derretían al igual que la única puerta, que fue por dónde entraron.

La rubia pudo ver cómo todo se volvía negro, y sus ojo se cerraron por la conmoción.

.
.
.

El ruido de una espada chocar con otra cosa la hizo abrir los ojos. Su cabeza sangraba y su cuerpo dolía. A unos metros, Naoko evitaba las tantas manos que trataban de alcanzarlos. Estaban en el dominio de la maldición, todo lleno de colores brillantes, asemejándose a un salón de juegos infantil.

De prisa la menor se puso de pie, usando la pequeña cuchilla que su compañero cargaba en su muslo para cortar su palma. La sangre comenzó a gotear, pero no se impactó contra el suelo, formó una pequeña guadaña de sangre cristalizada. La muchacha ya estaba cansada por usar una de sus técnicas más difíciles, y la pérdida de sangre. Así cuidó la espalda del varón, colocándose espalda a espalda.

—Por fin despiertas —comentó el mayor—. Me hizo caer primero, y después a tí —el más alto lucía cansado—. No se aburre de hacer esto.

La rubia notó el patrón en los movimientos de la maldición—. Está jugando —declaró asustada—. Juega con nosotros, en su salón de juegos —siguieron así por varios minutos, aguantando el clima sofocante.

La figura más o menos femenina surgió de tantas manos en la retaguardia—. A los niños les gusta jugar, les gustan las atrapadas.

Las extremidades de la maldición se movieron más rápido, persiguiendo a los adolescentes por toda la superficie del salón. Akiko corría tan rápido como podía evadiendo las manos que la alcanzaba con su guadaña de sangre—. ¡¿Cómo salimos de aquí?!

El pelinegro frenó rápidamente para cortar las manos que casi sujetaban su cabeza—. ¡No tengo idea! ¡No sé nada de los dominios!

Akiko pudo sentir una mano deslizarse desde su tobillo hasta su rodilla—. ¡No me toques! —trató de apuñalarla, pero las otras manos sujetaron sus brazos.

—¡Akiko! —gritó su compañero.

La joven fue impactada contra la pared, sacándole un alarido de dolor.

La maldición tenía intenciones de perforar su estómago con las extremidades pálidas, pero Naoko lo evitó atravesando su hombro entre ambas. La sangre salpicó la cara de Akiko.

—¡Huye! —el mayor usó la espada negra para cortar a la maldición—. ¡Rompe una pared y vete!

La rubia se puso de pie notando que su pierna sangraba, aunque lo ignoró y corrió a un punto ciego del dominio que con ayuda de su guadaña golpeaba. “Huye. Huye. Corre a casa. Alguien ayúdenos. No quiero morir. No quiero que Naoko muera. Tengo miedo. Tengo miedo” todos esos pensamientos cesaron por el grito de su compañero, quien colgaba de cabeza en las manos del ente maligno.

“Los dominios son impenetrables desde dentro, es decir, una vez atrapado no puedes salir, claro que puedes entrar pero es difícil. Un amigo me dió un gran consejo: sobre pon tu dominio y tal vez tengas una oportunidad de salir” Gojo se lo dijo días antes de llevarla a la academia, y aunque en ese momento no supo lo que significaba, ahora sí.

Akiko juntó ambas manos, como si hiciera plegarias. Su mente se quedó en blanco, pues sabía que requería toda su concentración para lograrlo—. Extención de dominio…Bajo y profano —pese a tener las piernas débiles, se mantuvo firme—. ¡Extención de dominio, bajo y profano!

—¡¿Qué haces?! ¡Vete! —gritó Naoko tratando de zafarse de la maldición—. ¡Huye! ¡Salva tu vida!

—No te dejaré…no puedo hacerlo —se quedó quieta mientras las manos avanzaban hasta ella con rapidez—. Extención de dominio, bajo y profano.

La sangre comenzó a salir del piso a brotones haciendo que pronto todo fuera hundido. Naoko cayó a la sangre debido a que la maldición se ahogaba—. ¡Mis niños! ¡Mis bebés!

La rubia lo había logrado, pero no podía hacer más, solo mantenerlo—. ¡Naoko!

El de ojos marrones se recompuso inmediatamente—. Estoy bien, yo te cubriré —sujetó su espada con fuerza y perseguía con dificultad a la maldición para cortarla en dos. Era una pelea más equilibrada en la sangre, especialmente porque la maldición buscaba salir.

Una de las manos salió del techo y se estiró hasta alcanzar el cuello de Akiko. La estaba matando, y ella no intentaba defenderse, para Aki era más importante mantener el dominio activo, de otra forma morirían.

—¡No la toques! —El de cabellos negros apretó los dientes y arrojó su arma para interferir y así logró que la soltará.

Un sonido seco hizo que todos voltearan; Gojo Satoru flotaba frente a ellos, no tenía sus habituales lentes, y su expresión daba miedo.

El albino se estiraba mientras un bostezó se escapaba de su boca otra vez—. Que aburrido es no tener nada que hacer, hasta era mejor aceptar esa misión de bajo rango.

Su compañera sonrió divertida—. Eres un holgazán, seguramente no la hubieras hecho de todas formas —dijo Shoko.

—Soy demasiado poderoso como para eso —su atención fue captada por los gritos de Yaga al final del pasillo “¡Se supone que era algo menor!” El albino se encaminó hasta la oficina de su profesor—. ¿Algo que saliera mal?

El hombre colgó la llamada apresurado—. Debo irme, terminen de limpiar y váyanse…

—Nunca nos das clases libres, debe ser grave —dijo en una risita—. ¿Quién murió?

El mayor suspiró—. La misión que rechazaste por ser de bajo nivel fue dada a los de primero, y ahora resulta que no se comunican y al parecer hay avistamientos de una energía maldita enorme donde ellos están.

Satoru se quedó callado unos segundos, estaba procesando la información—. Debo irme.

—¡No es una tarea para estudiantes! —replicó el profesor, de reojo pudo ver que Shoko se asomó por la puerta—. Esto no es negociable.

El muchacho alto negó—. Era mi misión en un principio, debo arreglarlo.

La castaña interrumpió la discusión—. Irás porque la niña del clan Katō está en problemas, debes hacerlo.

El tutor soltó un quejido—. Ya veo, entonces nada puede detenerte ahora ¿Cierto? Solo espero que los mocosos no mueran frente a tí.

Así fue que en menos de quince minutos ya estaba dentro del velo que él mismo destruyó. Arrojó sus lentes y desesperadamente activó su técnica “rojo” que rompió el dominio desconocido. Al ver a la rubia cubierta de sangre la suya hirvió por todo su sistema circulatorio—. Ritual inverso: azul.

La maldición andrógina fue golpeada de lleno por la bola de energía azul que fue capaz de destrozar la mitad de su cuerpo—. ¡Tengo que cuidar a mis niños! ¡Los lastimaron!

El albino no dejó que terminaran sus gritos, pues le arrancó la cabeza con sus propias manos—. Muere —al salir del trance ocasionado por la ira pudo volver la mirada a la más baja. Las gruesas lágrimas comenzaron a bajar por la barbilla de Akiko, y su cara formó una mueca dolorosa—. ¿Estás bien?

La rubia sollozó abiertamente, y agachó la cabeza—. Íbamos a morir…y no pude hacer nada —su mirada se desvió a su compañero a unos metros—. Naoko está inconsciente.

—Ya vienen los refuerzos —explicó el mayor—. No llores, Akiko —sus pies se movieron antes que sus pensamientos, pues llegó hasta su prometida, y se hincó retirando los mechones pegados por la sangre a la pálida cara—. Lamento haber tardado.

Akiko apretó sus labios antes de aferrarse a Gojo con todas sus fuerzas—. No sabía qué hacer —escondió la cara en el cuello del más alto.

Con sus grandes manos, el mayor correspondió el abrazo hundiendo las yemas de sus dedos en los brazos descubiertos de Akiko—. No dejaré que nada te pasé, Aki-chan.

Era la primera vez que se apoyaba en un hombro, era la primera vez que Akiko se sentía tan protegida, y genuinamente adorada—. Gracias por venir, Satoru —dijo entre jadeos ruidosos.

El albino besó su sien con increíble delicadeza—. Está bien, de verdad me alegro que estés bien —su agarre se volvió aún más firme y evitó que la muchacha se separará por largos minutos—. No sabría qué hacer si te lastimas de verdad.


La verdad quería poner más loquito a Gojo, pero no me gustaría dar un mensaje tóxico de que Akiko le tiene miedo.
-Honey

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top