Take me home
Advertencias: Consumo de alcohol irresponsable, no se aprueban estás conductas.
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Realmente nunca me di cuenta de que tenía que decidir
Para jugar el juego de alguien o vivir mi propia vida. -Get Free, LDR.
Los vasos de vodka brillaban por las luces neón que cegaban los ojos zafiro de Akiko. El ruido del club era tan alto que ya estaba mareada, de reojo veía a la gente tropezar mientras reían por su estado de ebriedad, el olor a tabaco le provocaba asco. Pero la linda sonrisa en sus labios no había desaparecido.
—¿Me dirás por qué llamaste tan tarde para salir? —preguntó Naoko tan cerca de su oreja que podía sentir su aliento—. Me dijiste que era urgente salir.
La rubia lo miró desde su asiento—. Nunca es malo estar contigo —el pequeño sonrojo en sus orejas debido al alcohol ya era visible—. Te lo digo todo el tiempo, eres mi mejor amigo, me gusta tu compañía.
Naoko arqueó la ceja—. Estás rara, no logró descifrar si estás feliz o deprimida.
—Murió —respondió a secas centrando la vista en su vaso.
—¿De verdad? —Naoko parecía incrédulo—. ¡¿Cuándo?!
—Hoy, me avisaron hace unas horas, eres al primero que le cuento —dió un sorbo a su bebida y pidió otra ronda—. Tuvimos suerte ¿No? puedo decir que lo ví morir antes que a la gente que quiero. Aún no creo que haya muerto, siempre pensé que si había un apocalipsis, él y las cucarachas serían aliados
El de cabellos negros frunció el ceño mientras observaba beber. Si pudiera describirla diría “Inquietantemente bella” o “Etéreamente espeluznante”—. ¿Cuándo es el funeral? Prometimos bailar en su tumba.
—Mañana. Al parecer la ceremonia será temprano —dijo con lentitud antes de acabar de golpe el trago—. No quiero ni siquiera pisar su casa, ni el santuario familiar.
Naoko acarició su cabello suavemente—. No irás, ¿cierto? —intentaba seguir su ritmo bebiendo, pues siempre estuvo acostumbrado a verla alternar con agua durante las borracheras—. No podemos bailar en su tumba, al diablo, ven conmigo —le quitó el vaso antes de poder llevarlo a su boca y la arrastró a la pista de baile. Sonaba “Dancing Queen” de ABBA.
La rubia se movía siguiendo a Naoko, quien rápidamente se vió rodeado de personas animandolo, él siempre atraía a la gente con su actitud extrovertida y agradable. El mundo daba vueltas mientras sostenía a Akiko en sus brazos.
Akiko sonreía mientras las lágrimas caían de sus mejillas, pero rápidamente las limpió y siguió bailando con un montón de chicas que coreaban la letra “You're in the mood for a dance, and when you get the chance, you are the dancing queen, young and sweet” no importaba el vacío en su estómago ni el peso en su pecho en ese momento.
Siguió bebiendo incluso si Naoko le aconsejó no hacerlo.
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El teléfono de Gojo lo despertó, luego de haber logrado dormir cuarenta minutos. De mala gana tomó el teléfono revisando que eran las 12: 44 am, era Akiko.
—¿Estás bien? ¿Por qué hay tanto ruido? —preguntó al tiempo que se puso de pie y buscó sus zapatos deportivos—. ¿Dónde estás?
“¡Está muerto! Por fin murió”
—¿Quién murió? Y dame de una vez la dirección —esas palabras no dejaron más tranquilo a Gojo, quien parpadeó preocupado mientras alcanzaba sus llaves, odiaba manejar el auto él mismo, pero debía hacerlo—. Akiko, no te muevas y dime ¿dónde estás?
“No necesitas venir por mí…Pero ya podemos divorciarnos” Su tono era mucho más lento y menos conciso.
—¿Divorcio? ¿Hablas del compromiso? —ya estaba prácticamente subiendo al vehículo, cuando pudo escuchar como Naoko la regañaba “Maldición, nunca ruegues borracha”. Se alivió un poco de saber que él estaba con ella—. Kimura, ¿Dónde están?
“Eso no importa, lo que sea que Akiko te haya dicho no tiene tanto peso si está ebria. Además, la llevaré a casa”.
—Quiero, no, necesito saber que está bien, habló de alguien muerto —espero unos segundos hasta que el de cabellos negros le envió la dirección.
“Solo porque tampoco estoy en las mejores condiciones de cuidarla”.
Verla sentada junto a la acera apreciando detenidamente un camino de hormigas le pareció tan tierno como decepcionante. Al menos no parecía tan borracha como para vomitar. Satoru bajó del auto y se acercó a los jóvenes. Naoko fumaba un cigarrillo sentado en la banqueta junto a la rubia, no parecía más feliz que Gojo por esa extraña versión de Akiko, y lo demostraba con las intensas miradas que le daba a la menor.
—Akiko, ¿Estás bien? —preguntó Gojo acercándose a ella, tuvo que hincarse pues la joven estaba ignorándolo.
—Sí, no hacía falta que vinieras para firmar los papeles…no los tengo conmigo —dijo centrando su atención en el albino—. ¿Viniste por eso?
El de lentes sonrió tomando su mano para enderezarla—. ¿Pasó algo malo?
Naoko se rió, y Akiko negó—. Pasó algo bueno, mi abuelo murió.
—Aleluya —agregó Kimura divertido—. Solo está ebria, quisiera ver que llegará bien a casa, pero como ves también estoy ebrio.
Satoru soltó un suspiro—. No soy niñera tuya, Kimura —ayudó a la menor, y esperaba que el de cabellos negros subiera al auto, pero no lo hizo, por lo que se acercó para regañarlo.
—Akiko no está feliz, se supone que debería estar muriendo de alegría pero no es así —explicó el joven hechicero—. Evidentemente no quiere hablar de eso conmigo, supongo que cree que va abrumarme por la reciente muerte de mi madre.
El albino volteó rápidamente al auto, donde la joven jugaba con el cinturón de seguridad—. ¿Crees que me dirá a mí?
—No lo sé, intentalo al menos, idiota —Naoko apagó su cigarrillo en la banca de concreto—. Mira, no te conozco a tí lo suficiente, pero sí a Akiko, y si ella te quiere tanto es por alguna extraña razón. Cuidala por hoy, y si me entero que la tocaste, ni los seis ojos ni Dios te salvarán de que rompa cada uno de tus dientes.
El de gafas arqueó las cejas ofendido—. No lo haría con alguien ebria, mucho menos con alguien que me importa tanto —le dió una última mirada a Naoko—. ¿Seguro que puedes llegar bien?
—No soy una de tus obras de caridad, ya pedí un taxi.
Gojo subió al auto y arrancó apenas pudo ver el taxi estacionado. Puso música mientras la joven asomaba la cabeza por la ventana.
—¿Y Nao-chan? —preguntó visiblemente preocupada.
El más alto pensó una buena respuesta—. Se lo comieron las hormigas que viste.
La rubia casi se pone a llorar—. ¡¿Qué?! No, debemos volver por su cuerpo, le prometí poner una canción en su funeral —sujetó el brazo del mayor—. Por favor no dejes que se lo coman.
Satoru estalló en risas—. No se lo comieron, se fue a casa —agradeció internamente poder verla así, esta cara de la persona que más le importaba era fascinante—. Descansa, te llevaré a casa.
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Cargarla a su recamara no fue difícil, al contrario, le encantó llevarla en sus brazos como si realmente fueran una pareja. Y por muy tentado que estuvo, no besó sus labios mientras la joven dormía.
Akiko abrió los ojos cuando Gojo la dejó en la cama, viendo de reojo su despertador, ya eran casi las 2 am—. Lamento haberte despertado a esta hora, no quería darte molestías, solo deseaba avisarte las buenas noticias.
Él sonrió sin darle mucha importancia a sus disculpas—. No me molesta recibir llamadas en la madrugada, pero me preocupa si son tuyas.
La rubia señaló una carpeta transparente—. Esos son los papeles para anular el compromiso, ahora que mi abuelo está muerto nada te obliga a seguir fingiendo estar unido a mí.
El de ojos azules contuvo la respiración antes de abrazarla firmemente—. ¿Quieres que lo haga? ¿De verdad quieres que los firme? —Gojo jadeaba abrumado por la incertidumbre de recibir una respuesta que no quería.
Una Akiko ebria y somnolienta rodeó su nuca con sus brazos—. Solo si tú quieres firmarlos —se quedó quieta al ver que Satoru no lo haría—. ¿Puedes acompañarme a mi clan mañana? Debo ir por algo que es mío…pero me da miedo ir sola.
—Akiko, me quedaré a tu lado hasta que quieras que me vaya —hundió su cara en su cuello disfrutando ese momento tan personal, escuchando el llanto de la joven.
—No sé por qué estoy llorando —murmuró con una risita nerviosa—. No debería sentirme así pero se siente mal…es una estupidez.
—No hay una forma correcta de sentirse ante estas cosas—el albino susurró sobre su cuello—. Es solo una hipótesis, pero sospecho que deseabas más que solo su muerte, querías darle un cierre y poder verlo a la cara y decirle “Sigo aquí pese a todo”.
La femenina soltó unas lágrimas más aferrándose a Gojo hasta quedarse dormida.
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Juju-corto:
Naoko vió de reojo a Akiko hablar por teléfono y se lo arrebató rápidamente—. Maldición, nunca ruegues borracha.
—No estoy rogando nada, hablo con Satoru —intentó quitarle el celular pero el joven habló en su lugar y después lo guardó—. No es justo, es mío.
El de cabellos negros la miró fijamente, tentado a besarla por lo fragil que lucía así con la cara sonrojada y los ojos perdidos. Apretó sus hombros suavemente antes de inclinarse hacía ella, estaba tan cerca cuando la joven estornudo en su cara—. Me lo gané por idiota ¿cierto?
La rubia lo miró mientras se disculpaba una y otra vez—. Lo siento, lo siento, me dió cosquillas tu cabello. No te acerques así, podría ser un malentendido.
—Akiko, si solo fuéramos tú y yo, no hechicería ni esas mierdas ¿Qué seríamos?
—Mi madre decía que en otra vida fuí una hormiga —nuevamente no entendió su respuesta vaga.
*En la cultura japonesa, la hormiga es símbolo de determinación, fortaleza y delicadeza combinadas con paciencia y humildad.
Por Dios, que linda es Akiko, la amo. Ella borracha pensando que Gojo es su esposo, no puedo, quiero darle un abrazo.
Ahora sí banda, ya pasó lo culero, ahora sigue lo peor y el verdadero desarrollo de personaje.
Miren, una foto del arte del manhwa "La villana es una marioneta", por Dios, de verdad son fotos que Akiko tendría con Naoko.
-Honey
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