Arrastrándome

Advertencias: Ninguna, pero yo lloré escribiendo esto.

~•~
———

La joven de ojos zafiro se despertó cuando la voz de Naoko se escuchó más cerca—. Levántate ya Akiko, iremos a él acuario de Toronto.

La rubia negó mientras se tapaba con las sábanas—. Pero hace mucho frío…

—Esas son excusas de mierda…mira, sé que estás triste y aunque no quieres decirme por qué, no te dejaré arruinar tus vacaciones y las mías —dijo el de cabellos oscuros—. Recuérdalo todo el tiempo, soy tu mejor amigo, y siempre cuidaré de tu llorón y débil corazón, tonta.

La menor se levantó un tanto sorprendida por sus palabras—. Te voy a acusar con tu mamá por insultarme —salió de la cama usando una pijama abrigadora pero rápidamente fue sujetada por Naoko.

—No le digas, de por sí quiere golpearme por no darte mi postre ayer…

—¡Susan! ¡Tu hijo me llamó tonta! —hasta para ella era extraño ser tan alegre y extrovertida, pero era el resultado de ser tan bien recibida y amada en esa entrañable familia.

Naoko palideció antes de arrojarla a la cama y envolverla en las sábanas justo cuando su madre abrió la puerta—. Me temo que Akiko-chan está enferma, vayamos sin ella.

Susan se acercó a su hijo dándole una mala mirada—. Oye, tratala con más delicadeza, yo eduqué a un buen hombre —mostró una cámara digital y les tomó una foto, dejándolos incómodos—. La primera fotos de ustedes peleando, parecen gatos bebés.

El más alto siguió a su madre tratando de hacer que borrará la foto, pues estaba muy avergonzado.

—Oigan…por favor ayúdenme —murmuró Akiko aún atrapada en las sábanas hecha rollo.

.
.
.


Ambos adolescentes descansaban en una banca, pues aún estaba nevando cuando salieron del acuario.

—Oye Naoko, quiero darte las gracias por invitarme a pasar las vacaciones con tu familia…la verdad es que no quería volver a Japón por un pequeño disgusto…

—Era por Gojo Satoru, lo sé —al ver la cara de la más baja sonrojarse y estar confundida habló nuevamente—. Aún recuerdo que todos hablaban de cada uno de sus cumpleaños, casi lo convierten en hecho histórico —soltó una risita—. ¿Qué hizo para que no quisieras verlo?

La rubia suspiró profundamente—. Estaba con alguien cuando lo llamé para desearle un feliz cumpleaños, y darle la noticia sobre nuestras vacaciones, creí que estaría contento…creo que él estaba haciendo eso.

—Los hombres somos repugnantes a veces ¿cierto? —El de ojos oscuros palmeó su espalda suavemente—. Vamos, llora, no lo hiciste ese día, supongo que te dió vergüenza hacerlo frente a mí.

—No voy a llorar —dijo tímidamente, aguantando la pena y bochorno.

—Sé que quieres llorar, él te gusta, hasta un ciego se daría cuenta —su expresión se volvió más seria.

La menor asintió mientras pequeñas lágrimas se acumulaban en sus ojos—. Él me sacó de mi clan, lo hizo por una vía extraña: nos comprometimos…y yo no sé cuando arruiné todo.

El más alto abrió los ojos sorprendido, y entonces todas las bromas de Gojo tuvieron sentido, no era un extraño sentido del humor, eran comentarios literales—. ¿Cómo carajos dejan que dos adolescentes se comprometan?

—El punto es que Gojo no me quiere de esa forma, y yo…bueno, soy una tonta —dijo limpiando sus lágrimas—. Está esperando a que cumpla la mayoría de edad para cancelar el compromiso, así el clan Katō no podrá llevarme a vivir con ellos otra vez. Me odio tanto por confundir su amabilidad, porque fue la primera persona en ayudarme y sentí que me debía algo.

El joven acarició su espalda—. Mierda, Akiko de verdad eres la mujer más fuerte que conozco…nunca volverás a ese feo lugar.

—Pero quiero volver por algo…mi abuelo me quitó algo importante —dijo mientras su amigo le ayudaba a secarse la cara pues el frío la había puesto totalmente roja.

Naoko ignoró completamente el tema de Gojo, después tendría tiempo para hablar de eso—. ¿Qué te quitaron?

—A mi madre.

“Si Gojo se siente más cómodo con mi amistad, se la daré, yo podría darle todo lo que él necesite”.

———
.
.
.

Gojo había marcado tantas veces el número de Akiko, y al menos una vez al día dejaba un mensaje corto, y hasta donde él sabía -gracias a Shoko- la menor había regresado de Canadá hace unos días.

Su celular timbró por una notificación "Estoy bien, gracias por preguntar".

El albino frunció el ceño confundido—. ¿Solo eso vas a responderme? —tecleó rápidamente una nueva pregunta "¿Vas a pasar navidad en algún lado?".

"Nuestras vacaciones fueron hace una semana, por eso no pude contestar. Pasaré navidad en la academia".

Gojo perdió el equilibrio levemente, mientras la maldición corría hacia él—. ¡No molestes! —activó su ritual rojo por puro enojo. "Tal vez debería visitarte"

"La universidad no permite visitas, pero gracias" Y luego se desconecto.

Satoru había fallado en su misión más importante, aunque su tarea de acabar con una maldición de primer grado fue sencilla.

Volvió al auto enfurecido, no con la muchacha rubia en realidad, quería disculparse por hacerla escuchar toda la escena desagradable cuando lo llamó el día de su cumpleaños, pero la menor no le daba oportunidad.

"De verdad arruiné las cosas con ella" pensó mientras se ponía unas gafas aún más oscuras para descansar su visión. Sus puños se apretaron firmemente mientras él auto avanzaba. "Está claro que ella ahora me tiene asco, ay soy un idiota".

Su chófer lo miraba de reojo—. ¿Necesita algo, joven Gojo?

El albino negó—. No es nada, solo odio a las personas.

El mayor asintió en silencio. Aunque por los suspiros del joven era evidente lo que había pasado—. No es el primero que rompe un corazón.

—Pero tal vez si el idiota que lo hace con alguien que no lo merece.

El señor habló concentrado en la carretera—. Uno aprende de sus errores, y si no lo hacemos, aprendemos a vivir con eso.


Las conversaciones y llamadas con Akiko eran cada vez menos frecuentes, a veces por lo ocupados que estaban ambos, pero a Gojo le bastaba saber que ella estaba bien, que era sobresaliente en su clase y tenía amigos.

Él estaba alegre con los pequeños y cortantes mensajes de texto que Akiko escribía al despertar…Satoru definitivamente podría ser feliz arrastrándose de vuelta a Akiko.

Los días pasaban, y sin darse cuenta quizás la podría ver de nuevo, ir al aeropuerto por ella con un ramo de flores y aquello que no pudo darle. Se la imaginaba sonriendo, buscando entre la multitud, con los ojos brillando de emoción.

Estaba de más decir que Gojo no se sentía particularmente listo para el matrimonio, pero el impulso de estar unido a ella era incontenible.

Era bonita, pero su belleza no era lo que más le gustaba de Akiko. Quería poder tocar su cabello cada mañana, verla reír por alguna de sus bromas tontas, y ser la mujer que estaba destinada a ser, alguien que está más allá de las metas banales. Quería ver su alma en cada ángulo, memorizarla y apreciarla todavía más.

Gojo necesitaba ser necesario para la rubia, deseaba que ella también lo quisiera.

La llamó durante sus siguientes cumpleaños, le decía que estaba ansioso por verla crecer aún más, y aunque él lo decía a un nivel personal, Akiko lo tomaba como una manera diferente de decirle “Crece para que puedas dejarme”.

Akiko la pasó estupendo durante lo que quedaba de ese año y el siguiente. Descubrió tantas cosas de sí misma que nunca habría sabido si se quedaba en Tokyo; ella se vió a sí misma, se reconoció y comenzó a amarse.

La “Universidad Nacional de hechicería de Ulán” estaba encantado con su desempeño, incluso le hicieron una oferta: ser institutriz de jóvenes hechiceros. Naoko por su parte se quedaría a terminar un diplomado unos meses más.

Unos días antes de finalizar su curso en Mongolia recibió una llamada, era Gojo, así que contestó con una pequeña sonrisa.

—Hola, Satoru —dijo con calma.

“¿Cómo te sientes al terminar con todo eso? ¿Vuelves en una semana cierto?” pudo escuchar esa atractiva voz que había escuchado cada vez menos.

La pregunta la hizo sentir levemente angustiada—. B-bueno, el curso terminó pero…

“Genial, me gustaría hablar contigo cuando vuelvas, sobre todas las formalidades del compromiso, claro” su risita hizo que Akiko suspirara.

—En realidad me quedaré, un año más —dijo nerviosa—. Me ofrecieron una plaza como institutriz y el contrato es de un año, después podría renovarse…pero solo si paso el examen.

La llamada se quedó en silencio unos segundos “Vaya, eso suena algo rígido, casi perfecto para tí” sus palabras sonaban agrias.

Akiko pensó una respuesta, si él mencionó el compromiso significaba que estaba ansioso por anularlo—. Ya que soy mayor p-puedo firmar lo que quieras para romper el compromiso ante los clanes…¡Puedo pedir unos días y viajar a Japón!

Gojo estaba aterrado por su gran disposición a algo que ni siquiera había pedido “Tranquila, no es necesario”.

—Pero si tú quieres puedo ir y-

“Esa es solo una formalidad, en realidad tú y yo no estamos en esa clase de relación” soltó un suspiro “Si vendrás a eso, entonces será mejor que no lo hagas. No te preocupes por mí, mejor prepárate para tu exámen, eso sí es importante”.

La de ojos zafiro suspiró cansada—. De acuerdo, es verdad, tú y yo no nos debemos tantas formalidades. Debo hacer algunas cosas, hasta luego.

Akiko prendió la televisión de su cuarto y abrazó el cojín que la abuela de Naoko le había dado.

“Entonces así se siente perder a tu primer amor” pensó mientras veía un reality show bastante malo, solo para tener algo en que pensar.

Por su parte el albino frunció el ceño y con su mano temblorosa arrojó su celular al sofá.

.
.
.
Juju-corto:

—Akiko, llegó el momento de tener esta charla contigo —dijo Naoko—. Te enseñaré a cómo lidiar con el rechazo.

—Pero…—era demasiado tarde, su compañero ya tenía las cartulinas listas y como sujeto de prueba a Carol.

—Carol es mi asistente, así que este alemán de mierda será usado para mostrarte como aceptar el rechazo sin sufrir tanto daño —golpeó al joven mayor haciéndolo sonreír.

El joven pelinegro de ojos verdes—. Bueno, intenta besarme y yo te rechaz-

—¡Yo intentaré besar a Carol y verás lo que hace para rechazarme! —Kimura tomó la cara de su compañero acercándose suavemente, hasta que el otro se alejo—. Oh, Carol no quiere besarme, entonces ¿Debo insistir otra vez? ¿O debo alejarme y ser respetuoso?

Akiko alzó la mano emocionada—. ¡La segunda!

Naoko sonrió ampliamente—. ¡Muy bien! Ahora te enseñaré qué hacer cuando un tipo se propase y estés indefensa…Carol, quítate la camisa.

Carol sonrió falsamente disimulando su aberración por el más alto—. Quiero morir.

Vieron que jujusanpo más divertido mientras el corazón de los Protas se cae a pedazos, soy simplemente increíble.
Me destrozó el hecho de que Naoko sabe que Akiko ama a Gojo, y aún así lo acepta con dignidad y se hace a un lado.
El siguente capitulo se centra en un personaje que para mí es un enigma (la madre de Akiko) y después ¿Regreso a Tokyo? Idk.
-Honey

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top