☆ SETENTA Y TRES

Lee largó un suspiro y apartó todos los mechones de su rostro, totalmente frustrado. Su corazón comenzó a latir y no sabía qué hacer. En este momento se odiaba tanto. 

¿Por qué carajos no era bueno con las palabras? Su niño lo necesitaba, pero él allí estaba, sentado en el sofá, pensando en qué diablos hacer, cuando no sabía ni manejar su vida. ¿Así le prometía pasar una vida juntos? 

Pensó, pensó y pensó. No sabía qué decir, pero estaba tardando tanto y percibía que Jisung probablemente esté llorando a mares. Entonces, las ganas de llorar se instalaron en él; si no podía controlar sus palabras, cuando expresarlas correctamente, siendo Jisung un chico que necesita mucha paciencia, comprensión y comunicación, ¿cómo diablos iba a cuidar de él. 

Echó todas esas inseguridades hacia atrás y se levantó con todas sus fuerzas del sofá, para ir hacia la habitación del menor. Cuando estuvo al frente, golpeó la madera blanca suavemente, leyendo por milésima vez en el día, su nombre tallado en el mismo material, lleno de brillos. 

—Bebé... —trató de abrir la puerta cuando no recibió respuesta—. ¿Me abres? Quiero estar contigo. 

—¡No! ¡Solo quieres convencerme de hacer esos análisis! 

Minho cerró sus ojos e inhaló profundamente para tratar de tranquilizar sucorazón. 

—No me dejaste terminar, tenía algo para decirte... —mintió, su mente aún estaba en blanco—. Yo solo quiero que estés bien... 

—¡Estoy bien! —gritó desde el otro lado, quitándose todas las mantas de encima, a la vez que limpiaba sus ojos por las lágrimas—. ¿No confía en mí, hyung? Yo me conozco y sé cuando estoy bien. Estoy sanito. 

La preocupación y el miedo inundaron su sistema, logrando que recorra cada rincón de su cuerpo y que detuviera por completo su corazón. ¿Por qué se sentía así de repente? ¿Por qué le tenía tanto miedo? 

—Bebé... 

Su voz tembló por completo. Tomó aire y lo expulsó en cuanto sus pulmones se llenaron. Hace mucho no se sentía así, pero recordaba la primera vez, que fue cuando intentaba solucionar las cosas con Jisung. Buscaba las palabras en un océano. 

Esa vez lo consiguió y todo resultó bien, consiguió lo que deseó, pero, ¿ahora? ¿qué diablos le iba a decir? Ni siquiera sabía que exámenes tenía que hacerse, porque aún no recibió la lista. Tenía serios problemas que resolver en si mismo, pero desde que lo besó por primera vez, Jisung era más importante que cualquier cosa. 

Se sentía culpable por no ser bueno con las palabras, en no poder expresarse con la dedicación y precisión que Jisung necesitaba... No tenía nada eso. Por un momento pensó en echarle la culpa a sus padres, quizás no tuvo una buena crianza como la de Jisung, Felix, Jeongin, incluso como Changbin o Hyunjin. 

El amor había sido reemplazado por la violencia. El agua por el alcohol. Las caricias por golpes. Los besos por insultos. 

Todo había sido diferente. Sus creencias no eran normales, a lo que estaba acostumbrado, no era digno para un adolescente, algo que Jisung cambió por completo desde su primer beso. Fue el golpe que más le gustó, porque no dolió. 

—Bebé, ábreme, ¿si? Quiero estar contigo. 

Al escuchar aquello, el rubio puso su mejor cara de molesto, sabiendo que eso no haría nada, pero aún así, se levantó y le abrió la puerta. Pero antes de decir algo, estiró sus brazos, indicando que lo cargara. 

—Lléveme a la cama —hizo un puchero que Minho imitó, antes de tomarlo por la cintura y cargarlo. 

No lo dejó sobre la cama, sino que lo dejó sobre su cuerpo, de esta manera afirmaba la teoría de que Jisung era liviano y calentito. Así como su mantita de ositos, la cual la colocó sobre él para que no tuviese frio, mientras que el rubio se acomodaba a gusto sobre el pecho fornido. 

—¿Es mucho si te pido que me cuentes por qué no quieres ir? 

—Sí, es mucho, hyungcito. 

Contuvo sus lágrimas, pero Lee se dio cuenta enseguida de aquello, así que no tardó en colocar sus manos sobre su cabello, para brindarle caricias. Estaba allí, con él. Dándole apoyo para que pueda desahogarse. Solo esperaba poder hacerlo bien, porque sino, sus inseguridades saldrían a flote, con más fuerzas. Y no sabía cuantas les quedaban. 

—Son exámenes de rutina, te lo hacen cada tres meses, ¿no? —asintió lentamente—. ¿Entonces por qué no quieres? 

Insistió, pero no recibió ninguna queja por parte del pequeño, así que largó todo el aire que estaba conteniendo. 

—Porque son malos. Todos ellos que dicen cuidar a las personas, son muy despiadados. La única buena es Jeongyeon, ella sí cuida de mi. 

—¿Por qué dices eso? ¿Qué fue lo que pasó? 

Jisung formó un piquito con sus labios, indeciso si contarle o no. No era que no tenía confianza, porque era Minho, su hyungcito, la persona que más confiaba. Pero ni siquiera su madre lo sabía, ¿cómo iba a contar algo que pasó sin llorar? 

—Me encerraron, en un tubo gigante y me ataron las manos y pies para que no me moviera. Querían ver mi cabecita, ¡pero lo hicieron sin mi consentimiento! ¡Yo jamás dije que sí! —las lágrimas comenzaron a brotar nuevamente. Miraba a un punto fijo, recordando lo que estaba diciendo, sin poder pestañear—. Pedía ayuda y nadie iba. No podía respirar y mi corazoncito palpitaba mucho. Sentía como el tubo se iba encogiendo y yo me 4quedaba sin aire. ¡Yo no quiero volver ahí! ¡Haga algo hyung, por favor! 

Sus labios temblaron y estalló en llanto, siendo abrazado enseguida por Lee,quien trató de tener un perfil calmado, a pesar que estaba más que asustado. 

—Tranquilo, bebé —trató de sonar lo más sereno posible, sabiendo que podía ponerse a llorar junto al rubio, porque tampoco podía aguantar lo mucho que estaba sufriendo su niño—. Pero... ¿Sabes por qué tienes quehacer esto? —y con esa pregunta, pudo tener al menos un poco de la atención de Jisung, quién levantó sus ojos—. Porque quieren saber que tan brillante es tu cabecita y para estar asegurados de que estás bien. Sé que por lo que pasaste es algo horrible, pero esta vez te prometo, que no va ser así. 

—No... 

—Jisung, es solo para saber que... 

—¡Yo me conozco! —las lágrimas caían como cascadas y su voz ya ni se oía—. ¡Estoy bien, hyungcito! 

Minho largó un suspiro, su paciencia había mejorado con el paso del tiempo, algo que agradeció y aprendió, desde aquella vez que explotó con Jisung solo porque no le gustaba el jarabe. 

—¿Tuviste un ataque de pánico? ¿por eso te ataron? 

—Si... Fue la primera vez que me hice los estudios. Pedía auxilio y nadie iba. Se acercó alguien, pero solo para tomar mis manitos y piecitos para atarlos a la camilla. ¡Ellos son malos, ¿por qué nadie lo ve?! 

—Lo veo. Ji, te estoy escuchando. 

—No... Porque usted quiere que vaya y no iré. 

Jisung se aferró al cuerpo de Minho, pensando en que esos doctores vendrían y lo llevarían para atarlo. No, nadie me va a hacer daño al lado de mi hyungcito. Pensó, cuando sintió los brazos del mayor rodearle el cuerpo. Estaba a salvo. 

—¿Quieres saber algo de cuando era un niño? —preguntó cuando un recuerdo de su infancia se hizo presente. 

—Si... También quiero ver fotitos, ¿las tiene, no es así? ¡Quiero ver como era cuando niño! ¿Era tan lindo como...? 

—Igual de guapo que ahora. 

—Si, si, como diga. Cuente —trató de ignorar los latidos de su corazón. 

¿Acaso leyó sus pensamientos? Jisung quedó asombrado, tanto, que lo miró fijamente, por varios segundos. Pero todas sus teorías de que Minho sea algún superhéroe como en las películas, con algún poder en especial, se esfumaron. 

—Tú sabes por lo que pasé cuando era niño, contables veces. En varias ocasiones fui al hospital para que me cosieran la herida... Por eso tengo muchas cicatrices en los hombros y brazos, debido a las caídas y unas en las mejillas y barbilla... —señaló con su dedo índice—. Fui muchas veces al hospital, tantas, que hasta me dieron miedo las agujas, cualquier tipo, pero iba igualmente. Cerraba mis ojos y me decía a mi mismo que no era nada, que me ayudaba a sanar... —largó un suspiro, toralmente extrañado al sentimiento de alivio que estaba sintiendo en este momento. Jisung era la primer persona que sabía esas cosas—. Claro que no se compara a lo que te pasó, bebé, y a lo que voy es que, no tuve una infancia como la tuya, y sé que cada uno tuvo sus respectivos traumas... —rió para aliviar la tensión de sus palabras—. Mi padre me golpeó muchísimas veces, y en cada uno de esos golpes, el dolor iba desvaneciendo. Cuando me hizo el corte en la mejilla, ya no sentía nada, ¿sabes por qué? —Jisung negó y sus labios temblaron, no sabía por qué le estaba contando esto—. Porque me enamoré de un enano y el único dolor que podría sentir es si a ti te sucede algo. Jisung, hagamos un trato, ¿si? 

El rubio sorbió su nariz, totalmente triste por lo que su hyungcito tuvo que vivir, prácticamente desde que nació. Feliz de ser ese enano del que se enamoró, pero nuevamente triste porque su hyungcito sufra por su culpa. 

—Sí, pero no. 

—¿Qué? 

—Que puede que sí, pero no —hizo un piquito con sus labios, pidiendo un beso inconscientemente, algo que Minho captó enseguida y se lo dio sin rechistar. 

—Escúchame, no me tienes por que contestar ahora, tendrás tiempo hasta la noche, ¿sí? 

—Mmh, bueno... 

—Me haré los mismos estudios que tú. Los haré primero para que sepas que no hacen daño y que no te harán daño, ¿de acuerdo? A demás, no me vendrían mal hacerme los estudios... 

—Verán una cabeza sin cerebro y será uno de esos casos especiales que salen por la televisión, ¡yo junto el dinero y luego compramos dulces! 

—Ja, ja, ja. Osito gruñón tiene sentido del humor. 

El rubio le dio una sonrisa llena de inocencia. ¿Era buen plan, o no? Lee le devolvió la sonrisa, pero esa estaba lejos de ser inocente. Era una llena de amor, que le gustaba lo que estaba sintiendo; expresando lo que sentía por el menor. Y le encantaba eso, poder expresar sus sentimientos sin problema alguno. 

—Acepto —dijo, sin saber que interrumpía los pensamientos profundos del mayor—. Iremos a hacer los estudios mañana, pero... Por la noche, me abrazará para dormir, porque usted me abraza por dos segundos hasta que se queda dormido y luego se da la vuelta, no es justo —hizo un puchero y Lee rio ante aquello. 

—¿Y por qué no me abrazas tú? 

—Porque yo quiero ser abrazado por ti. 

—¿Y quien te dijo que yo no quiero ser abrazado por ti, niño? —espetó, logrando que Jisung quede totalmente descolocado, pero segundos después recuperó la compostura para seguir peleando. Corrección, para llegar a un acuerdo. 

—Uf... ¿hacemos un trato? —Lee alzó sus cejas, expectante ante lo que iba a decir—. Esta noche, me abrazas tú y mañana lo abrazo, y así, ¿qué dice, hyungcito? 

—Me parece excelente. Ahora... —dejó sus manos sobre la cintura ajena y lo dejó sobre su abdomen—. Un poco más arriba que estás sentado en una zona peligrosa —susurró, esperando que no lo haya escuchado. 

—¿Dónde hay una zona peligrosa? —Minho quiso reír a carcajadas pero lo pudo contener—. En el parque, hay una rampa que da directo al rio, no sé para que es, pero perdí un juguete ahí cuando era un niño... Nunca más lo recuperé —frunció sus labios, totalmente triste ante el recuerdo. 

—Oh, bebé —Minho rió, mientras tomaba el rostro de Jisung para dejar un beso en su mejilla—. Te... —dejó otro beso en su otra mejilla—. Amo... —dejó un pequeño beso en sus labios—. Mucho, pero sigues siendo niño. Mi niño para ser exactos. 

—Soy un adulto, así que no puede niño —espetó. 

—Qué buenos chistes tienes, cuenta otro. 

—¡Si es verdad, no es ningún chiste! 

Minho no soltó el rostro del menor, por lo tanto, lo miró fijamente a los ojospara dejarle algo en claro. 

—Aunque cumplas, veinte, cincuenta, o cien años, seguirás siendo mi niño—aseguró. 

Jisung frunció su ceño y tomó el rostro del mayor de la misma manera que él lo hacía. 

—Aunque cumplas veinte, cincuenta, o cien años, seguirás siendo mi hyungcito. 

—Me parece estupendo. ¿Llegamos a otro acuerdo, entonces? 

Jisung asintió energéticamente y fue él quien soltó el rostro del mayor para poder acercarse y dejarle un dulce beso. 

Todo saldría más que bien. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top