☆ CIENTO VEINTIUNO
Minho largó un suspiro completamente pesado.
Su corazón palpitaba a un ritmo errático cada vez mas elevado por cada escalón que subía de las escaleras, camino hacia la habitación donde pensó que estaría Jisung. Pasaron unos cinco minutos desde que lo perdió de vista, porque literalmente sus piernas no correspondían con sus ganas de salir corriendo detrás de él, sino que se quedaron plantados en el césped, y con su cabeza dando mil vueltas, centrándose en una sola pregunta: ¿qué dijo mal?
Repasó hasta dos veces cada palabra y no hallaba el error, a lo que llegó a la conclusión de que, o dijo algo verdaderamente hiriente, pero con otras palabras y no sabia como, o el menor lo malinterpretó.
La pesadez en el ambiente se podía sentir. Había pasado de uno relajado, a uno en donde pensaba que por un simple pensamiento, pudo tirar todo a la basura. Parecía como si el aire se acabara, ¿no estaba exagerando, acaso? pero no sabia qué pensar o qué sentir, porque no le quedaba otra opción.
Llegó a la habitación y comprobó que la cerró con llave. Largó otro suspiro y golpeó la madera blanca con sus nudillos, los golpes fueron suaves, para llamar su atención sin que se asustara, pero le dolió como el infierno.
—Soy hyungcito, ¿me abres?
Jisung escuchó la voz dulce y cálida de su novio, se levantó de la cama, agarrando sus dos ositos con fuerza y se acercó a la puerta, mas no abrió.
—Ya le dije que no quiero escuchar esa respuesta... n-no ahora —y la suya había sonado baja, débil y entrecortada.
—Pero así no podemos hablar, y debemos hacerlo. Las piernas del menor poco a poco fueron debilitándose, así que no le quedó otra sentarse en el suelo.
—Puede hablarme por aquí... si la respuesta no me convence, se que podré taparme mis oídos sin que usted me aparte las manitos.
Minho le terminó sonriendo a una madera pintado en blanco, que era lo que los separaba, y se molestó un poco por el hecho de no haber actuado con rapidez antes, sino, le estaría sonriendo a él.
—Es que no sé si tengo una respuesta en concreta, porque no sé que fue lo que dije mal.
Jisung hizo un pequeño pucherito, sintiéndose aun peor porque Minho no estaba allí para que lo besara. Reemplazó aquellas ganas con garabatos sinsentidos que hacia con su pequeño dedo sobre la puerta.
—No estoy mal por lo del niño... somos muy jóvenes para pensar en eso. Además, por ser autista, no creo que nos dejen adoptar, porque el niño soy yo. Me puse mal porque... porque dijo que seremos tú y yo, por uno o veinte años mas... entonces... si el niño... si el niño soy yo, ¿no se cansará de mi actitud infantil? ¿no se cansará de verme dibujar y que se los regale, o tener que comprar infinitos libros de princesas para pintar? ¿no se cansará de hacerme el desayuno y la merienda? ¿o de mirar conmigo los Ositos Cariñositos u otras cosas parecidas? como ya dijo que estaba harto de Song Kang... ¿cuánto falta para que se canse de las otras cosas... de mi? Usted es un chico muy fácil de entender, y sobre todo de amar, en cambio yo... si cambio me altero, si no me entienden me altero, si no siguen las reglas... me altero... en resumen, soy muy difícil, y no sé por cuanto tiempo a usted le gustará eso. ¿No es mejor terminar ahora? porque luego dolerá el doble, hyungcito.
—No lo se Ji... lo único que has dicho son las cosas que me gusta hacer contigo. Verte dibujar y que luego dibujemos juntos, o que termine pintando lo que tú te cansas de hacer, para luego recibirlo como un precioso regalo. Nunca me cansaré de hacer el desayuno, ni la merienda, es un placer hacerla para ti y para mi, no voy a negar que es mejor cuando la hacemos juntos, pero es la misma magia, ¿entiendes?. Y sí, por ahí me canso de ver a Kango, pero es porque ya no tengo tu atención, recuerda que yo también soy un niño que disfruta del cuidado, o sea, el tuyo. Si no me gustara ver esas cosas, no cantaría las canciones de la introducción o cosas así, además, me encanta mucho cuando tú también quieres ver cosas que a mi me gustan, para terminar fascinándote, como las series de investigaciones. Eres todo un detective, bebé, siempre terminas adivinando todo.
Y ambos sonrieron, solo que ninguno lo pudo ver.
El silencio se volvió intérprete de la situación, y Jisung aprovechó para levantarse del suelo y sacarle el pestillo, para abrir la puerta. Y entonces lo vio, con su pelo largo a pesar de que fue a la peluquería a rebajarlo un poco, y esa sonrisa que hacia resaltar sus pómulos. No aguantó, y lo abrazó. Rodeó el torso del mayor con fuerza, a pesar de que no llegaba a unir sus manitos, y ahora mucho menos con la presencia de Gruñosito y Revoltosito en el medio.
—Te amo mucho como para cansarme de ti. De lo único que estoy inseguro, es de si tú no te cansarás de mi.
Jisung le propició algunas caricias mientras friccionaba su mejilla contra el pecho ajeno, como si estuviese buscando una posición mas cómoda de la que ya tenia.
—¿Por qué lo haría? si lo amo con todo mi corazoncito, desde el primer día en que supe que me gustaba mucho. Yo no me aburro contigo, cada día, por mas que tengamos una rutina, es una aventura nueva. Cuando salimos agarrados de la manito y caminando, me ayuda a contar a los perritos y gatitos que nos encontramos, lo mismo cuando vamos en el auto, suele manejar despacio para que no pierda a ninguno. Inconscientemente, creamos un grupo maravilloso, porque todos somos amigos, Changbin y Hyunjin hyung, me aceptan como tal, hasta se preocupan por mi. Le gusta hacer cosas que yo hago, si no fuese porque me abruma mucha gente, lo iría a ver jugar en los partidos de básquetbol, por eso me ocupo de decirle que siempre tendrá mi apoyo, para que sepa que yo estoy ahí. Quiero protegerlo del mal, porque es una persona que no se merece eso, sino mucho amor, y yo estoy dispuesto a dárselo... también, me ayudo creer que valgo mucho, y que le puedo agradar a las personas, por mas que hubo un par que se quiso entrometer. Creció como persona, no por mi, sino por usted, el primer paso lo dio cuando se fue de su casa, buscando un lugar mejor. Nuestro amor solo le dio un empujoncito, porque decidió amar, aceptar y crecer, mientras que otros amores solo se basan en las mentiras y en el retroceso, y se que todo lo que sentimos, no se basa en eso. Estoy feliz y enamorado de lo que tenemos. Solo eso —finalizó, sintiendo el beso que Minho dejó sobre su cabeza.
—Y luego andas pensando en que creo que tienes mentalidad de niño... si tan solo te vieras con mis ojos, o te escucharas con mis oídos, te dirías a ti que eres de todo, menos alguien que piensa como alguien infantil. Pero siempre, siempre voy a mantener, que eres mi niño, por mas maduro que seas.
—Oh, está bien, ya no tiene sentido que diga que no soy un niño.
—No, no lo tiene.
—¡Usted también es un niño! —se separó, y emocionado, pegó un par de saltos.
—¿Quién dijo?
—Tú —y lo señaló como pudo con el dedo.
—Jamás —dijo, negando completamente aquellas palabras que rondaban por su cabeza.
—Ahora es un niño mentiroso. Lo escuché, dijo que era uno y que necesitaba de mi atención.
—Lo de la atención sí, pero lo de niño, me niego. Tú eres el pequeño aquí.
—Esas sí que son acciones de niño infantil —replicó, recordando alguna que otra pelea.
—No sé de que hablas —frunció sus hombros, totalmente indiferente.
—Y negador. Yo no voy a estar con un hyungcito como ese —se dio la vuelta y fue directo a sentarse en la cama, pensó que el mayor lo seguiría, pero se quedó allí, mientras apoyaba su hombro sobre el marco de la puerta.
—Pero me amas.
—No.
—¿No? —Jisung negó mientras cerraba y abría sus ojos, en un intento de dejar ordenadamente sobre la cama a sus dos peluches—. Pues, adiós.
El rubio quedó sorprendido, porque literalmente había desaparecido de su vista. Se levantó rápidamente y salió casi corriendo en busca de su novio.
—Hyungcito, hyungcito. Era bromita.
Aquello hizo reír a Minho, quien se dio la vuelta, sin esperar el repentino abrazo del rubio.
—Sí, lo amo y mucho.
—También te amo, enano.
Llevó sus manos hacia el cuello ajeno y lo alejó de su pecho, para luego unir ambas bocas.
Jisung revisó el reloj de su celular, el cual daban las nueve de la noche en punto, estando en camino hacia el restaurante que Minho se moría de ganas por enseñarle. No sabia muy bien que podía ser, o qué podía haber para que sea tan especial, lo único que supo es que no era un restaurante tan elegante como los que habían en Seúl, los que obviamente, no concurría muy seguido por cuestiones de horario: todos tardaban en traerle la comida que ordenó. Y si bien ya debería estar sentado y comiendo para terminar a las diez, estaban caminando en silencio hacia aquel lugar.
La brisa del viento cálido, era muy bonita, pero aun mas, disfrutaba de la sensación que le recorría todo el cuerpo al tener ambas manos unidas, era algo de lo que nunca se iba a cansar, porque cada vez que eso ocurría, le encantaba mas. Pero algo hizo clic en su cabeza y recordó que no le había dicho algo que era importante, y mas que nada, para aclarar cosas.
Tenia que ver con la discusión que tuvieron, aunque no sabría si llamarla así... no, lo titularía como "conversación de sentimientos lindos y mutuos". Asintió a su propia idea, siendo observado por el mayor, quien pensó en qué diablos se le habrá ocurrido, para asentir tan energéticamente y con una sonrisa. Alzó una ceja, y lo ignoró, pronto se enteraría, estaba seguro.
—Hyungcito... —lo llamó y detuvo el paso, observando como las otras parejas iban adelante a un ritmo despacio. Se puso de frente y cuando tuvo los ojos confusos de su novio sobre los suyos y negó con su cabeza—. Hay algo que no le conté... —cerró sus ojos, como queriendo darle un poco de dramatización.
Los abrió de nuevo levemente, para ver que cara tenia Lee, y cuando vio que solo era una ceja levantada, volvió a cerrarlos para seguir negando con su cabeza.
—¿Qué cosa? ¿Qué hiciste?
—¿Cómo que qué hice? Si soy un ángel —le sonrió y pestañeó varias veces, a lo que Minho pensó que era un guerrero fuerte, porque siguió con su postura.
—Jisung...
—Es que... hyungcito... yo no quiero niños tampoco porque voy a tener que compartirlo a usted, a mis peluches y a mis cositas... seré egoísta, pero son las cosas que mas me hacen feliz, ¿está mal?
—¿Así que no me quieres compartir con nadie, eh? —se acercó con esa sonrisa que Jisung sabia diferenciar desde el primer momento en el que se vieron, como una coqueta y con interés.
—Y de todo lo que le dije, se fija en eso. Es como el dicho de "el mono baila por el dinero", le queda, solo que usted baila por lo que le interesa...ay, no se si me explico —se confundió él mismo, así que comenzó a rascarse la cabeza, hasta que Minho impactó su boca con la suya, en otro dulce beso.
—No me compartirás con nadie... ni a tus cositas. Así como yo no te compartiré con nadie, ante todos, eres mío.
Jisung asintió con esa sonrisa característica de él. Minho también le dio una sonrisa, colocó su brazo al rededor de los hombros del menor y se pusieron en marcha hacia el restaurante, que no quedaba mucho en realidad.
Cuando llegaron, una joven les dio la bienvenida, Jisung no supo que fue lo que pasó, pero le había sonreído a su novio, pero a él no, ni a los demás, ni siquiera por amabilidad. ¿Qué significaba? ¿debía decirle o quedaría como alguien celoso? pero si no lo hacia, ¿qué sucedería? Los seis se sentaron en la mesa correspondiente, y por aquel detalle que observó no pudo ver el lugar.
Era rústico, tranquilo y sin música fuerte. Estaba separado como por dos secciones, una para almorzar, merendar o cenar, y la otra para leer, dibujar, pintar o simplemente estar tranquilo. Y Jisung lo único que pensó, fue que en el día de mañana estaría ahí, dibujando algo que quería hacer hace algunos días, pero no había tenido la inspiración suficiente.
—¿Te gusta? Ni bien pisamos Jeju, pensé en este lugar y en ti.
—¡Me encanta, hyungcito! ¿podemos merendar aquí mañana? —sonrío, y Minho pudo ver esa sonrisa llena de felicidad.
—Claro que si, las veces que quieras.
El menor se acercó un poquito mas, y tomó la mano del mayor para llevarla a su regazo y así jugar con sus anillos... pero ahora que lo pensaba, nunca pidió permiso para sacárselos y dejarlos en diferentes dedos, hasta una vez llegó a dejar todos en uno solo, pero su novio jamás se enojó, así que desde esa vez, simplemente tomaba la manito y jugaba, era entretenido, al menos para él.
Sin embargo, elevó sus ojos por inercia hacia la chica que venia para entregarle los menús, tenia una sonrisa y su vista clavada en su hyungcito, como si lo estuviera devorando con la mirada. Se enojó, y acercó su rostro a la mejilla del ajeno, para dejar un beso allí.
—Bebé, si quieres marcar territorio, es mejor un beso en los labios. Vamos, que ahí viene, beso, beso.
Jisung no entendía, ¿cómo se había dado cuenta de que se puso un poco celoso? no era para marcar territorio, ni siquiera sabia a qué se refería, pero no le gustaba para nada la mirada en la chica, y menos que fuese su novio a quien miraba. Y ni siquiera fue él quien le dio un beso en los labios, sino Minho, para luego ver a la chica totalmente sorprendida. Dejo los menús y se retiró.
—Así, otro besito —pidió el mayor en un susurro.
—¿Usted no desaprovecha la oportunidad, verdad?
—¿Y por qué debería? Es mas, deberíamos venir todas las noches a cenar aquí.
No respondió, sino que negó con su cabeza y le presto atención a lo que Jeongin le preguntaba, con una duda en su cabeza.
¿Cómo se dio cuenta que estaba celoso?
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