☆ CIENTO TREINTA Y DOS
Minho despertó con un dolor horrible en el cuello, y como no, si tenia como almohada la pierna de Hyunjin, que ni siquiera viendo el video las cámaras de seguridad en la sala, comprendería como fue que llagaron esa pose y que ambos pudiesen dormir.
Así que allí estaba, con un café amargo entre manos, mientras se masajeaba la parte posterior del cuello. Se sorprendió cuando vio a sus dos amigos, bueno, eran mas zombies que personas, pero allí estaban, sirviéndose el desayuno, emitiendo quejas, mientras él, se reía.
—¿Es posible que hoy, justo cuando tengo resaca, sea el día mas soleado desde que llegamos? —se quejó Changbin—. Sentí el sol en mi cara, y eso que la ventana estaba cubierta por las cortinas, no me imagino lo que seria si salgo afuera. Pero bueno, como dije, te acompañaré para ver como sufres.
—Eso, exactamente es lo mismo que pienso —agregó Hwang, colocándose los lentes de sol—. Gritaste como un bebé cuando te hiciste un par en el otro brazo, o eso es lo que dijo Seo y no quiero perderme esta vez.
—A veces me replanteo si son mis verdaderos amigos —dijo en broma, bebiendo el último trago de café que le quedaba.
—Nos burlamos, pero te apoyamos —apuntó Changbin.
Minho largó un suspiro, sonriendo.
Hace unos minutos que había despertado, y nuevamente lo hizo solo.
Aunque no se quejaba, recordaba que se había dormido junto a sus amigos, ellos a veces solían despertarse un poco antes que él, pero solo a veces, y dado al hecho de que sus novios estaban borrachos y se durmieron en la sala, seguramente se despertaron antes para saber como se encontraban.
Se levantó de inmediato, porque Minho también estaba allí, así que salió de la habitación luego de vestirse y peinarse un poco. Sin embargo al bajar las escaleras, notó que solo estaban sus amigos trayendo el desayuno.
—¡JiJi, despertaste! Iba a buscarte, te preparamos un té, porque Minho dijo que nada de azúcar... —habló Jeongin.
—Gracias... —le sonrió y se dirigió hacia la mesa de la sala, para sentarse allí—. ¿Solo nosotros tres? ¿y los demás?
—Oh... fueron a comprar unas cosas, llegaran en un rato... mientras...
—Pero si fue ayer que fuimos al supermercado... ¿o de qué cosas hablan?
—A Hyunnie se le antojó un pastel que no recuerdo el nombre, así que fueron a buscar, calculo que van a demorar por eso... —intervino el menor de todos, con una justificación que en realidad era verdad, hasta pensaba que su novio solo fue porque aceptaron ir en busca de ese pastel y no para acompañar a Minho para traer la sorpresa a Jisung—. Tenemos juegos de mesas... ¿quieres jugar al monopoly? prometo seguir todas las reglas, JiJi —lo tomó del brazo y lo sacudió levemente.
—No le creas, solo miente para jugarlo. Mejor desayunemos —Jeongin lo miró con su cara seria y Jisung rio levemente.
—¿Podemos jugarlo con los demás? me gustaría jugar al uno, pero no sé, me pone nervioso perder siempre.
—Tranquilo JiJi, cuando sientas que es así, lo dejamos y hacemos pulseras —Jeongin le acarició el hombro, viendo como el rubio asentía.
Y así pasaron los minutos, hasta que en el reloj se hicieron las once.
La preocupación se instalo en su cuerpito, reviso varias veces su celular, pero no había mensaje alguno de Minho, algo que lo puso nervioso, por la hora que era. Sin embargo, decidió escribirle algo, al menos preguntarle si estaba bien, no le importaba si estaba de compras o en otro lado, solo si estaba bien.
No hubo respuestas de su parte, al menos el timbre sonó y eso le provocó un alivio, pero por instantes, necesitaba verlo para estar tranquilo. Escuchó la voz de Changbin y luego la de Hyunjin, por ende Jeongin salió corriendo de su asiento dejando todas las cartas desparramadas por toda la mesa. Pero no escuchaba nada de su novio.
Decidió levantarse e ir a ver. Cuando se acercó a la puerta, lo pudo ver entrar, mientras se quitaba los lentes de sol, junto a una bella sonrisa, pero a él no le gustaba para nada lo que veía, a pesar de que si se veía bonito, como siempre.
—No lo apruebo...
—¿No apruebas qué, enano? —se acercó al rubio, lo tomó de la cintura y lo besó.
—Se cortó el cabello... ¡volvamos a esa peluquería y dígale que se lo devuelva!
Minho largó una carcajada.
—Solo lo rebajé un poco, ni que fuese corte militar.
—Pero yo hacia trenzas... —hizo un puchero inconscientemente, que Minho no tardó en besar.
—Las puedes hacer igual, no te pongas mal.
Jisung dejó las manos en el pecho ajeno, tocando levemente una zona que no debía, notando la expresión de dolor en el rostro de Lee, y fue algo que lo preocupó.
—¿Qué sucede? ¿Por qué le duele?
—Hey, no es nada malo, vamos a la habitación, te cuento allí, y luego nos vamos a almorzar, me muero de hambre.
—¡Lo extrañé mucho, hyungcito! —exclamó, alzando sus brazos en señal de que quería un abrazo.
—Y yo a ti, bebé —dijo, antes de dejarle un par de besos en la mejilla y en el cuello, para luego cargarlo entre brazos.
—Pero si le duele, no debería cargarme...
—Tú tranquilo.
Jisung se acomodó del lado donde no le dolía, pensando seriamente que se había lastimado, porque podía sentir que tenia vendado con gasas. No podía estar tranquilo, así como él dijo, pero el hecho de que su novio esté fuerte y sonriendo, alivia un poco sus malos pensamientos.
Al llegar a la habitación, Lee se acomodó en la cama, con el rubio sentado en su regazo como de costumbre. No podía dejar de ver el semblante lleno de confusión y su cabeza ladeada levemente, sabia que el tema del corte de cabello había pasado a segundo plano, y ahora lo que le interesaba era lo que escondía debajo de la camiseta, o qué le pasó en el hombro.
Se hizo para delante, trató de sacarse la camiseta, pero no podía. O sí, pero le dolía el brazo, y cuatro manos ayudando eran mejor que dos, así que dejó que los dedos de Jisung también lo ayudaran.
Y cuando vio la decena de tatuajes, ojeó el que mas le gustaba, el que describía por completo su triste pasado, pero sus ojos pasaron inmediatamente, donde claramente, tenia la venda.
—¡¿Qué le paso?! —gritó, asustando a Lee.
—Te amo —dijo luego de unos segundos, sin saber como dejar a la luz sus sentimientos.
—¿Eh? —preguntó confundido, no era lo que quería saber, porque a eso, ya lo sabia.
—Que te amo demasiado, eso me pasa.
Jisung negó y se cruzó de brazos.
—Yo confío en ti Min, pero no intentes mentirme. ¿Quién te hizo daño?
—Mi padre, pero tú supiste arreglarme. De alguna manera lo hiciste.
—¡No entiendo de qué hablas! —se cruzó de brazos, si ya antes estaba confundido, ahora peor.
Minho sacó un papel que llevaba guardado en el bolsillo del short, Jisung lo tomó enseguida y desdobló la hoja, sorprendiéndose de ver un dibujo que se había esmerado muchísimo, sobre todo, porque representaba la nueva historia de vida de su novio.
—¿No le gusta, por eso me lo devuelve? ¿Ya no le van a gustar mis dibujitos? ¿Qué hago con todas las ideas que tenia?
—Hey, estás hablando antes de pensar. Tranquilo, era una manera de empezar lo que te voy a mostrar. Pero tienes razón, tus dibujos no me gustan.
—¿Ah? ¿Por qué? ¿Qué le regalaré ahora? —casi entraba en pánico, de no ser por las leves caricias que Minho hacia sobre sus muslos.
—No me gustan, me encantan. Son dos cosas diferentes.
Jisung golpeó levemente el hombro que le dolía, para que tenga su merecido.
—Auch.
Lee sonrió, no era como quería comenzar esto, pero era lo que quería decir primero. Se fue retirando la gasa, dejando ver un nuevo tatuaje, con color, convirtiéndose el primero que tenia.
Jisung lo reconoció al instante. Abarcaba el hombro un poco la zona de la clavícula, pero tenia todos los detalles que pensó, para que fuera mas que perfecto. Las flores, los colores, la puerta.
Él ya no vivía un infierno, ahora estaba en el paraíso, en camino a la felicidad.
Sus ojos se aguaron.
—Cuando digo que me gustan tus dibujos, es por que sé que no lo haces solo porque sí, tienen un significado, un sentimiento que quieres demostrar porque con palabras no puedes... o sí, pero tú no lo ves así. El tatuaje que me hice para enfrentar a mi padre, no solo fue por eso, sino para demostrar como me estaba sintiendo, como si fuese a entenderme y solo me golpeó. Pude huir, y a pesar de que siempre pude volver y aguantarme todo, decidí ser egoísta y dejar a mi madre sola, pero fue porque sabia que no le iba a tocar ni un pelo o al menos no todos... papá necesitaba a mamá, pero no como yo te necesito a ti —Minho miró los ojos llorosos de Jisung y no tardó en limpiar las lágrimas-. Eres como mi vitamina, mi remedio de cereza -y aquello lo hizo reír—. Eres todo lo que está bien. Tú hiciste mucho mas por mi, de lo que pude hacer yo por ti, pero si hay algo que aprendí en lo que llevamos de relación y en la promesa que te di, es que sé que vamos a tener toda una vida, para devolverte todo...
—No... no tienes que devolverme nada. Si hice algo, lo hice sin pedir nada a cambio, pero todo esto no fue por mi, sino por ti. Ambos cambiamos, porque así lo decidimos. No niego que cada uno tuvo efectos en el otro, porque es así, pero si hablamos de usted, el cambio empezó cuando decidiste salir del lugar en donde sentía tristeza, y poco a poco, encontraste tu camino, y yo el mío, hasta que ambos nos encontramos. Estamos destinados, hyungcito, siempre lo supe.
Esta vez, fue Jisung quien limpió el rostro ajeno de las lágrimas, para luego dejarle un beso en la mejilla.
—También te amo, Min —le sonrió levemente, y se refugio en el cuello ajeno, sintiendo las manos de Minho en su espalda y en como estas hacían suaves caricias—. Yo también te necesito, mucho. Una vez leí una frase que describe nuestra relación... es muy diferente el "te amo, por eso te necesito" y el "te necesito, por eso te amo". Y yo lo amo mucho, por eso lo necesito. Necesito expresar mi amor por usted, mi confianza, hacerle saber que me siento protegido y que yo lo voy a proteger también.
—Por estas cosas me vuelves loco, te expresas tan bien y en modo tierno, que me dan ganas de abrazarte y secuestrarte.
—Hyung, creo que así no era —y ambos rieron—. Pero, volviendo al tema, y viendo que siguió mi teoría de colores, me alegra saber que eres feliz. En la vida nueva que tiene, con los amigos que tienes, con todo lo que ganó. Le costó, pero se lo ganó.
—Te amo, bebé. Ojalá algún día puedas verte con mis ojos, escucharte con mis oídos, y pensarte con mi cabeza... creo que es la única manera para que entiendas como te amo.
—Hyungcito, iba a decir algo parecido. Lees mentes, eso está confirmado —le sonrió, mientras asentía a sus propias palabras.
—¿Tú crees? entonces nos amamos de la misma forma, eso es lindo. Pero hay algo que faltó.
—¿Qué cosa? —dejó sus manos en los hombros ajenos, mientras sentía los dedos de Lee lentamente hacia la espalda baja, frunció su ceño.
—Que ojalá puedas tocar tu culo y sentir lo mismo que yo —acto seguido, apretó los glúteos ajenos, prestándole atención al rostro asustado de Jisung y sobre todo, al escuchar su queja.
—Renuncio. No puedes ser romántico por mas de cinco minutos —se cruzó de brazos, de esta manera, avisándole que estaba enojado, pero solo recibió una bella sonrisa de su parte.
—Peor seria que sea cero romántico. Tienes mis dos lados bebé, ¿no es eso bueno?
—Bueno tiene razón —admitió, elevando sus hombros con indiferencia.
—Siempre la tengo —y el hecho de que le haya guiñado el ojo, lo hizo enojar un poco mas.
—Mentiroso —espetó.
—No miento, ¿ves que si tengo razón?
—Si, si miente, no siempre tiene la razón, a veces su lado de terquedad gana —contraatacó.
—No me hables así, soy tu hyung.
—Irresponsable —hizo un leve asentimiento, como si lo que estuviese diciendo, fuese un haz debajo de la manga, y no la carta que juega siempre.
—¿Y eso que tiene que ver? —frunció su ceño, confundido.
—No sé, pero hace mucho no lo digo.
Iba a decir otra cosa, como parte de la justificación, pero decidió observar detenidamente el tatuaje, notando algo que lo hizo dudar.
—Ah, pero ayer era responsable —y como pudo, le pinchó la naricita, pero aquello logró que se moviera.
—Ayer, hoy es hoy, y vuelve a ser el mismo irresponsable de siempre... Min —el nombrado iba a retrucar, pero el hecho de que haya salido de su escondite para señalar algo en el tatuaje lo alertó un poco—. ¿Por qué está salido de la raya?
—Porque le dije al tatuador que lo hiciera tal y como está en la hoja —debía contener las risas, pero la expresión de sorpresa, combinada con indignación y enojo, no le ayudaba.
—¡No se vale, pudiste decirle que lo haga bien! —se volvió a cruzar de brazos y a fruncir su ceño.
Minho sonrió, y condujo sus manos hasta el rostro, lo acunó y luego dejó un par de caricias, alivianando aquella expresión.
—Es que ese es tu toque, y yo no voy a modificarlo.
Jisung aparto la mirada, pensando seriamente en su respuesta, sintiéndose orgulloso, porque sabia que lo había ayudado al menos un poco en esa cuestión.
—Sí que tuvo evolución en palabras y comunicación. Me iba a enojar pero no tengo con qué...
—Tú también, te enojas por todo.
—Ahora si que me enojé, y eso que no me conoce enojado. Adiós.
Salió de su regazo como pudo y sin mirarlo, se metió en el baño para intentar arreglar su maquillaje, sin importarle las quejas de Minho.
—Jisung lo decía en broma... Jisung... —lo siguió hasta el lugar y abrió la puerta. Cuando sintió la mirada de Jisung y una sonrisa oprimida, sabia que estaba fingiendo y que no se había enojado—. Bromita —lo dijo en diminutivo, ladeó levemente su cabeza e hizo un puchero.
¿Como no iba a estar enamorado?
El rubio sonrió enternecido y lo abrazó, no tan fuerte como le gustaba ni como estaba acostumbrado, para que no le doliese, pero lo estaba abrazando, y eso era lo importante.
—Te amo.
Dijeron al unísono, confirmando que todo era obra del destino.
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