☆ CIENTO DIECISÉIS
Minho largó un estornudo por quinta vez, y Jisung podía decir que era consecutiva.
Estaba haciendo todo lo que podía, todo lo que tenía a su alcance para que la fiebre bajara. Nunca pensó estar agradecido de haber tenido fiebre veces pasadas, porque sino, no sabría cómo tratar en este momento. Y como ese no era el problema, Jisung estaba bastante feliz por cómo lo estaba manejando, ya que el termómetro, horas antes, le había marcado treinta y nueve, y ahora, le marcaba cerca de los treinta y siete. No le había dejado que se tapara con nada, y le dijo que se duchara, pero ni bien terminó, comenzó a pasarle un paño frio sobre su cuerpo.
Lee se había dormido profundamente, dejando que el menor literalmente jugara con sus abdominales, porque antes de pasar el paño, estaba pasando inocentemente sus deditos, viendo como subían y bajaban, a lo largo del six pack. El rubio se dio cuenta de lo que estaba haciendo e inmediatamente sacudió su cabeza, borrando cualquier pensamiento que le dijera que era adictivo. Hundió en agua el paño y lo escurrió, para volver a pasarlo, esta vez sobre su frente, viendo la reacción del mayor, quien frunció su ceño y comenzó a despertarse.
—Lo siento —susurró, ni bien terminó de quejarse, el agua debía estar muy fría, así que siguió por su cuello y clavículas. Se acercó un poco más, para dejarle un besito sobre la mejilla—. Que se recupere, hyungcito.
Minho sintió aquel beso, el que lo despertó por completo, pero ni siquiera tuvo que abrir sus ojos para señalar su otra mejilla.
—A-aquí, otro —ordenó, aunque su voz sonara débil.
Jisung se rió y no tardó en obedecer, dejando otro dulce besito, para luego abrazarlo. Escondió su rostro como pudo, en la curvatura del cuello ajeno, percibiendo como la temperatura iba bajando, así que una sonrisa se plantó en sus labios, siendo agrandada un poco más, con el simple hecho de que Minho se acomodó un poco mejor, para que pudiera esconderse en aquél lugar que tanto le gustaba, a la vez que el mayor pasaba su brazo alrededor de la cintura ajena.
—Qué lindo me cuidas. Si mañana me recupero, no te alegres, que la semana que viene vuelvo a enfermarme.
—No diga esas cosas, hyungcito, enfermito o no, yo lo puedo cuidar.
Minho abrió sus ojos y se hizo un poco para atrás, para ver el rostro del menor y poder buscar sus orbes brillosos.
—Eres tan lindo.
—¿Va a empezar a repetir eso?
—Siempre.
—Duerma hyungcito, tenemos toda una vida para decirnos esas cositas.
—Eres tan lindo —repitió, obteniendo el ceño fruncido por parte del rubio—. Aw, eres tan... Ya, ya me callo —dijo ni bien sintió que movía sus brazos, de seguro quería cruzarlos como siempre lo hacía—. Pero no vale enojarse por decirte cositas que son verdaderas.
—¿La fiebre se le fue? Voy a traer el termómetro, creo que me lo olvidé en la cocina cuando fui por más agua.
—No importa la fiebre, otro besito —y señaló su mejilla.
Jisung largó un suspiro, se había perdido en su propia escuela. En realidad, se perdió de sus amigos, que no los encontraba y eso lo estaba frustrando un poco, agregando el hecho de que nadie le contestaba, ni siquiera su hyungcito.
Estaban en la escuela ya que hicieron una cena de despedida con todos los estudiantes de último año, solo que cierto grupo que lo molestó y lo torturó en cierto grado, no estaba, ya que todos quedaron sancionados: nadie recibiría su diploma y repetirían de año en distintas escuelas.
Sin embargo, por todo lo dicho por parte de Jisung al director y a la policía, desde lejos, Yuri, su madre, se encargó de que una denuncia, difícil de que los padres de Wonwoo pudiesen quitar. Así que no solo repetiría, sino que pasaría varios años en la cárcel por cometer abuso, no solo a él, sino a un montón de otros chicos, que eran autistas.
El rubio se quedó contento con el resultado, había empezado la preparatoria mal, pero al menos la acabaría feliz, como se merecía. Y no solo eso, sino que ninguno de sus amigos sufriría y su hyungcito, ya no tendría el rostro lastimado y sus nudillos. Aún así, habría besitos, solo que ahora se estaba dificultando por el hecho de no poder encontrar a nadie, decidió dar un paseo y sobre todo, un último recuerdo de cómo comenzó su historia. Rápidamente fue a ver el salón que casualmente siempre estaba vacío, sin embargo, ni bien se asomó al umbral, alguien lo tomó fuertemente del brazo, y cómo era de noche, no podía ver muy bien, ya que solo iluminaban las estrellas y el brillo de la luna.
—Casi salgo a buscarte, pensé que no vendrías nunca —habló Lee, con su voz dulce, tranquilizando el corazón asustado del menor.
—Lo perdí por minutos, no fue lindo eso... —Jisung se quejó, cruzándose de brazos.
Minho sonrió y no tardó en dejar sus manos a los costados de la cintura para dejarlo sobre la mesa, sintiendo como los bracitos del ajeno rodeaban el cuello, deshaciéndose de cualquier enojo, o al menos, por ahora.
—¿Puedo darle un besito?
Los ojitos brillaron más que cualquier estrella en el oscuro cielo, y Minho, estaba encantado con poder compararlo con aquella luz; Jisung le ganaba a todo.
—Claro —aceptó sin más.
Ambos unieron sus bocas, pero no fue como Jisung pensó, sino que el pelinegro introdujo su lengua en la cavidad bucal, encontrándose con la contraria, para enredarse entre sí, finalizando el besito con una mordida de labio, por parte del mayor.
—Eso fue besote —confirmó el menor, negando un poco aturdido.
—Si, lo sé... ¿otro? —inquirió con las cejas levantadas y una sonrisa más que pícara, pero el rubio no lo tomó así, sino que lo pensó, para finalmente terminar asintiendo. Solo que este sí que le dio un besito, como para balancear los pedidos por ambas partes.
—Lamento haberte dejado solo por minutos, y no contestarte las llamadas, era parte del plan —aquello logró confundir al menor un poco, lo cual terminó por bajar sus brazos del cuello.
—¿O sea el no encontrar a Lix o a Innie, Changbin o a Hyunjin, era parte del plan?
Lee tomó un poco de aire y se mordió el labio inferior, cayendo en que el plan no era muy bueno. Asintió levemente, obteniendo una conclusión de que pudo haber hecho algo mejor, como para que no se asuste, pero como actuó tan impulsivamente, porque no pensaba hacer algo como eso, sino lo hubiese planeado mejor.
Sin embargo, le salió así porque era una cena de despedida, y ellos debían despedirse de la escuela por como empezaron, pensó que seria adecuado que Jisung pase voluntariamente y luego secuestrarlo, así como él lo llamaba.
—Eres malo, me preocupé —el rubio apoyó su cabeza en el pecho ajeno, sintiendo enseguida las caricias en su cabello.
—No pasó nada, terminaste encontrándome.
—¿Y si no?
—No pienses en cosas que no pasó.
—Pero sí pudo haber pasado, hyungcito idiota, sabe que me da miedo la oscuridad.
—Fíjate como me hablas
—Idiota —espetó.
—Ese insulto era cuando hiciera algo malo, y no lo hice, solo fue un pequeño plan. Ya estás aquí conmigo, como nuestros comienzos. Un recuerdo se asomó por la mente del menor, el cual lo asustó mucho más que el plan, así que no tardó en salir de su escondite y mirarlo a los ojos.
—Falta que diga "me voy" y me deje ilusionado como siempre —hizo un pequeño pucherito.
—Me voy.
Ambos se miraron a los ojos, la tensión era tanta que no sabía como romperla. La voz salió tan seria, tan ronca y sólida que a Jisung le dio escalofríos, teletransportándolo a aquellos días en donde solo sabía decir eso, y no se animaba a ir por lo que verdaderamente sentía. Odiaba a ese hyungcito, pero sabía que era parte del proceso, y sobre todo, desarrollo.
—Pero tú, te vienes conmigo —agregó, con una bella sonrisa que volvió a enamorar a Jisung.
—¿Gruñosito y Revoltosito también pueden venir? —preguntó totalmente interesado, devolviéndole la sonrisa.
—Ellos también, todos tus peluches si quieres.
—Muy linda respuesta, pero todavía no me olvido de lo que hizo hoy, pude haberme perdido en serio —realizó un pucherito, el cual Lee no tardó en besar.
—¿Perdonas a este idiota entonces? —preguntó convencido de la respuesta.
—No, tiene que hacer otra cosita por mi si quiere ser perdonado.
—Así que además de precioso, aprovechador...
—Eso lo aprendí de ti —Minho abrió su boca y llevó la mano hacia su corazón, fingiendo que estaba realmente dolido.
—Realmente me ofende.
—De todas las cosas de las que se puede ofender, lo viene a hacer con una verdad. Así no funcionan las cosas, hyungcito —esta vez, si se cruzo de brazos y frunció su ceño.
—¿Ah, no? ¿Y cómo funcionan?
—Pues... Sé que hoy era mi turno de abrazarlo al dormir, pero mamá está en casa... ¿puedo ir a quedarme en su casita? —ladeó su cabeza, quedando totalmente más tierno de lo que ya era.
—A ver... Déjame pensar... Sí, si solo le avisas a tu madre.
—Si siempre lo hago, no soy irresponsable.
—Yo tampoco.
—No le dije que usted lo era.
—Pero lo piensas, y lo hiciste en este momento.
—Está equivocado, hyung, pero si te nombras irresponsable, yo ya no puedo decir lo contrario —levantó sus hombros, en señal de indiferencia.
—Claro, ahora lo niegas —elevó una ceja, tratando de descifrar como haría para que caiga en el pequeño juego que estaba creando.
—No dije que fuese irresponsable... Al menos no ahora... Fue usted solito, y ahí yo no puedo hacer nada.
—¿Qué te pedí que hicieras? —pregunto, observando como verdaderamente, Jisung sí estaba pensando.
—Que diga si pensé en ti al decir eso —Jisung comenzó a jugar con sus deditos, en señal de nerviosismo, algo que Minho podo captar enseguida, claramente estaba tratando de sostener una mentira.
—¿Y lo hiciste?
—Sí... —Jisung bajó la vista brevemente, para pensar en lo dicho y la volvió a levantar ni bien se dio cuenta—. Ay... —Minho largó una carcajada, para luego observar el rostro preocupado del menor.
Lee pasó sus manos de nuevo por la cintura ajena y hundió su boca en las mejillas rojas, para dejar varios besos, en señal de que todo estaba bien y no había de qué preocuparse.
—Lo amo, hyungcito —confesó, y por una parte estaba pidiendo perdón.
—Lo sé, sé que me amas. Te amo también, realmente lo hago.
—¡Yo también lo sé! —y le sonrió contento, saltando de alegría por una cosaque parecía simple de decir, pero no de sentir, ni de demostrar.
Y Minho solo pudo pensar en por qué diablos aquel ser tan precioso, recibía el odio por casi todos en esa escuela, sin embargo, debía olvidarse eso, porque había acabado.
Estaba listo para ver a su niño ser completamente feliz.
Ambos ingresaron a la casa del mayor, obviamente, al departamento. Agradecía que Changbin entendió el disimulado guiño que le dio, y dijo que no estaría en toda la noche, que se quedaría con Felix.
—¿Todavía queda juguito de manzana? —preguntó al entrar a la habitación, notando como Minho le entregaba una muda de ropa, más bien un pijama que era suyo—. Con que aquí lo dejé... no se me ocurrió pensar —el mayor rio.
—Si Changbin no se lo tomó, debe estar en el refrigerador.
—Voy a retarlo si no hay —dijo al dirigirse a donde le dijo su novio, mientras escuchaba su carcajada.
—Por favor, hazlo, ya le dije muchas veces que no beba —básicamente imploró para que suceda eso, pero no recibió respuesta, así que supuso que no le había escuchado.
Se terminó de vestir con algo más cómodo y fue directo a la cocina, donde estaba el menor. Al hallarlo de espaldas, bebiendo el jugo que había encontrado, silenciosamente se acercó al rubio, colocó sus manos en la cintura y ni bien dejó el vaso del que estaba bebiendo, logró dejarlo sentado sobre la mesada.
—¿Lo haremos? —pregunto casi en un susurro, observando la sonrisa delado que el mayor esbozó enseguida.
—No lo sé, ¿tu quieres? —Jisung asintió, dejando sus brazos alrededor del cuello ajeno.
—Por eso quise... venir aquí —susurró, ahora Minho había levantado su ceja.
—¿O sea que el querer abrazarme era solo una excusa? —no sabia por qué, porque el hecho de que Jisung tome la iniciativa le excitaba, pero también, le ofendía un poco.
—No... también quiero abrazarlo, eso nunca seria una excusa, solo que luego pensé, en que podíamos hacer... cositas.
Minho sonrió, totalmente lascivo. Descendió poco a poco sus manos hasta dejarlas sobre las piernas y empujar del cuerpo ajeno, logrando que las mismas rodearan su torso, para alzarlo y unir ambas bocas, en un deseoso beso, mientras, se dirigía a la habitación.
La televisión prendida en uno de los canales de música, era la única luz que alumbraba, y por ende, las voces del grupo femenino se escuchaban, a la vez que los chasquidos morbosos por los besos que ambos se estaban dando, con la excesiva saliva. Lo dejó cuidadosamente sobre la cama, debajo de él. Le dio un par de besos en sus mejillas, bajando lentamente hacia su cuello, mientras que con sus manos, subía lentamente la camiseta, acariciando su abdomen con necesidad.
—Hoy... vas a montarme, pequeño —susurró cerca de su oído, volviendo a besarle el cuello.
—¿Y cómo hago eso, hyung? ¿Va a enseñarme? —Minho sonrió, adoraba la confianza que le tenia.
—Claro que sí, te enseñaré todo lo que quieras hacer —le dejó un beso en la mejilla y prosiguió a quitarle la camiseta, observando como los ojitos brillaban, y una mirada confusión fue expresada, Lee estaba seguro de que quería decir algo, pero no sabia cómo.
—Oh... Min... yo quiero hacer... oh —su boca se planto contra la piel del menor, esta vez en el centro de sus pezones, mientras iba bajando lentamente, hasta ocasionarle cosquillas cuando besaba cálidamente el estómago.
—¿Qué quieres hacer, eh? —hundió sus dedos en el borde del pantalón, para comenzar a deslizarlo por sus bellas piernas, hasta quitarlo por completo, junto a la ropa interior.
Tomo la hombría ajena y comenzó un vaivén que prácticamente hizo estallaren gemidos al menor. Iba desde la base, hasta el glande, jugando con él y embarrándolo del liquido preseminal. Lee tomó ambas piernas para llevarlas un poco más atrás, así tenia vista directa a la linda y totalmente estrecha entrada. Con un dedo lleno de liquido preseminal, fue introduciéndose lentamente, arrancándole un gemido desprevenido al menor.
El ritmo que llevaba era lento, pero parecía ser sumamente agradable y placentero para el menor, quien se deshacía en gemidos. Apartó su mano del pene, para llevarla al muslo, así mantener sus piernas abiertas, sin embargo, no pudo evitar llevar su boca para besar algunas zonas.
—¿Qué quieres hacer, eh? —volvió a preguntar, introduciendo otro dedo para comenzar a prepararlo realmente, con penetraciones un poco mas aceleradas, sin dejar de prestarle atención a su rostro.
Sin embargo, decidió que seria buena idea jugar el glande, con su lengua. No tardó en hacer realidad aquello, lamió toda la extensión, para luego succionar y lograr que las manitos ajenas se enreden en el cabello negro. Sintió su cuerpo temblar, o sea, se estaba aproximando su orgasmo.
—Hyung... hyung... no pare... por favor, se siente bien.
Y cuando Minho también sintió como Jisung tiro de su cabello, supo que el orgasmo estaba a la vuelta, y fue comprobado cuando largas tiras de semen dispararon, cayendo sobre las sábanas. El mayor se colocó arriba del rubio, básicamente se apuró a presenciar los dos estornudos que largaba luego de un orgasmo demasiado fuerte, y sabia que el que tuvo recién fue uno de ellos, porque sus piernas aun temblaban. Y como si lo conociera como si fuese la palma de su mano, pudo escuchar dos estornudos.
—Abre un poco tu boca y chupa, como si fuese un dulce, solo debes tener cuidado con los dientes —dejó a la vista dos de los dedos embarrados un poco en semen.
Jisung acató a todo lo que le dijo y dejó que los dedos se introdujeran en su boca. Ahuecó sus mejillas y pudo chupar como le indicó, teniendo cuidado de que los dientes no rozaran, observando como Lee asentía.
—Así es, lo haces bien.
Retiro los falanges y procedió a quitarse su camiseta, para luego quitarse de encima y colocarse a un lado.
—¿Eso quieres hacerme, no? —Jisung asintió, sin vergüenza alguna—. Pues ven —ordenó, antes de inclinarse hacia la mesa de noche que tenia al lado, en busca del lubricante y un preservativo.
Jisung ladeó su cabeza, totalmente pensativo. Se acercó despacio y se puso de rodillas al lado del objetivo que tenia en mira, teniendo unas inmensas ganas de tocarlo y llevarlo a su boca, como lo había hecho Minho consigo. Pero lo que le aterraba era hacerlo mal, porque se había dicho a sí mismo ver videos, básicamente informarse un poco más para darle el mismo placer que su novio le otorgaba, pero la realidad es que se había olvidado. Con tantas cosas que le pasaron, no pudo llevar a cabo lo que quería.
Sin embargo, confiaba en su hyung, y estaba seguro de que él le enseñaría mejor que cualquier video o página. Por ende, hace minutos estaba recreando el mismo vaivén que Lee, solo con su manito, embarrada de lubricante, como él le indicó al principio, yendo hasta el glande y jugando con él. Los gruñidos y suspiros que su novio largaba, le hacían saber que lo estaba haciendo más que bien.
—Mételo a tu boca —ordenó, queriendo sentir la delicadeza de su lengua, pero se dio cuenta de que sonó un poco brusco—. Lo siento... quiero decir, hazlo si quieres.
—Es que quiero, pero... no sé cómo —se sinceró en un susurro, sin quitar la vista del pene, ni su mano, sabiendo que luego se pondría más que tímido ante Minho.
—Exactamente lo mismo que haces con tu mano, lo haces con tu boca. Solo tienes que tener cuidado con los dientes y de no ir tan profundo, sino te ahogarás.
Jisung se alejó un poco del cuerpo y fue acercando lentamente hacia la hombría que tenia entre manos, la cual, sacó una sola para sostenerse. Dejó la que ya estaba sobre el falo en la base, sorprendiéndose de que aun quedara bastante, así que no sabia como el resto iba a caber en su boca, ni siquiera sabia como el suyo cabía en la boca de Minho.
Dejó de pensar, porque ya se estaba enredando bastante, así que solo llevó su lengua hacia la punta y supo rodearla, succionando, literalmente como Lee hacía consigo. Lo hundió un poco más en su boca, hasta el punto en que le dio una arcada, fue cuando supo a lo que se refería
—Menos mal que ibas a prestar atención a lo que te en se... ah, carajo —gimió cuando comenzó con un vaivén, junto a su boca y la mano, la cual masturbaba.
El ritmo era lento, pero matador. Tanto que no tardo en llevar una de su mano para también hundirlas en las hebras doradas, y hacer un poco de fuerza hacia abajo y hacia arriba, imponiendo un nuevo ritmo, uno en el que el menor supo acostumbrarse.
—Lo haces demasiado bien —Jisung chupó una vez mas, logrando aquel ruido que provocó en Lee algo más que excitación, sin embargo, fue el mismo sonido el que le dio pie a que detuviera al contrario, porque sino, acabaría pronto y eso no era la idea.
Elevó su torso como pudo y tomó el rostro del ajeno para devorarle la boca en un beso. Cuando fue atrayéndolo poco a poco hacia sí, logró pasar una delas piernas ajenas alrededor de su cadera, logrando que quedara un poco más arriba que la pelvis, el espacio perfecto para colocarse el condón, sin interrumpir sus besos.
—Saltarás sobre mi, ¿de acuerdo? Apoya tus rodillas a los costados —Jisung seguía cada palabra que le decía. Mientras tanto, Lee alineaba su pene a la entrada del menor—. ¿Lo sientes? —recibió una respuesta afirmativa—. Entonces te dejarás caer lentamente, a tu ritmo.
Dejó un beso en una de sus mejillas y se hizo un poco para atrás, para apoyar su espalda en el respaldar.
—Hyung, hyung —llamó, un poco asustado, y con sus manitos en el aire, buscando algo que Minho supo enseguida.
—Aquí estoy, bebé —ambos enlazaron sus dedos y Jisung se sintió seguro, de al menos, hacer algún movimiento que era obvio que estaba siendo copiado de alguno de los videos de que vio, pero estaba sirviendo.
Movía sus caderas hacia delante y para atrás, tratando de encontrar ese punto dulce que su novio había tocado tantas veces. Y cuando menos pensó, estaba dando pequeños saltitos, dejando que los gemidos hagan acto de presencia, inundando la habitación, al igual que el choque de sus pieles.
—Mierda, lo haces tan bien —elevó de nuevo su torso, llevando sus manos hacia la cintura ajena, dejando que Jisung se agarre de su cuello, pero lo que no pensó fue que fuese a gemir tanto, por ende, lo calló con sus besos.
Y es que Minho no sabía que por aquel movimiento, el rubio por fin había encontrado su punto, el cual fue penetrado y tocado varias veces, llevándolo a la cima del climax, de un nuevo orgasmo.
—Solo un poco más, bebé —susurró cerca de su oído, aterrizando sus dientes en alguna zona media invisible sobre las clavículas para chupar y morder, sintiendo como su orgasmo también se aproximaba. Sintió algo líquido caer sobre su abdomen, las manos apretando sus anchos hombros y las piernas temblar del menor.
—Mierda, Jisung... —gimió, cuando sintió su orgasmo. Respiró profundo, esperando a que su ritmo cardíaco se tranquilizara, cuando eso ocurrió, procedió a observar el rostro de su novio, y corrió un par de mechones—. Te juro que estoy esperando los estornudos —y ni bien terminó de decir aquello, Jisung estornudó, riendo enseguida.
—No sé porqué hago eso... —susurró, dejando caer su cabeza en la curvatura del cuello ajeno.
—Yo tampoco, pero es tierno —esbozó una sonrisa para su novio, lástima que no la pudo ver.
Sin embargo, Minho llevó sus manos hasta el trasero, para estamparlas con leve fuerza, moviendo el pequeño cuerpo, en el que aun estaba adentro. El gemido que largó Jisung, logró que le erizara la piel, hasta el punto de doler.
—¿Quieres ir a ducharte mientras yo cambio las sabanas? Luego me duchare también.
—No, quiero estar contigo —susurró, dejando entrar al sueño.
—Estoy contigo, no me iré, lo prometo. Toma un baño rápido, yo limpio aquí y luego iré a ducharme, rápidamente, y después nos dormiremos, tan juntitos como quieras.
—¿Lo promete?
—Claro que si... mira —condujo nuevamente su mano hacia la altura de los ojitos del menor, para mostrarle el dedo meñique, en señal de la pinky promise.
Jisung se alejó de su escondite para unir ambos dedos, junto a una sonrisa llena de sueño. Dejó salir lentamente el pene de su interior para luego envolverse en sabanas e ir hasta el baño, donde se colocó debajo del agua, para limpiar su cuerpito.
Y una vez finalizado toda la rutina al acabar de hacer cositas con su novio(nombre propio que le puso Jisung mientras Minho se duchaba), ambos ya estaban acostados, bien juntitos como los dos querían, pudiendo conciliar el sueño rápidamente.
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