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ꮼ ִ ࣪ . ◦ ⸺HEREDEROS DE HOGWARTS ○ ˚ ✧

AÚN QUE MI CUERPO HAYA MUERTO, MI ALMA ENCONTRARA LA MANERA DE VOLVER


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CAPÍTULO CERO

PROFECÍA

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LA VIDA EN HOGWARTS ERA HERMOSA DESDE EL INSTANTE EN QUE SUS PUERTAS FUERON ABIERTAS A TODAS LAS PERSONAS DEL MUNDO MÁGICO. Aquellos cuatro fundadores, se encontraban reunidos en el despacho del director, discutiendo sobre el futuro que tendría la escuela, como también la manera en que podrían mantener el mundo mágico en paz. Pese a estar algunas horas hablando sobre lo que podrían hacer, ninguno había llegado a ningún acuerdo que fuera de su agrado, la única persona que no había dicho ni una sola palabra era Rowena Ravenclaw, quien se encontraba perdida entre sus pensamientos, intentando recordar aquel sueño de la noche anterior sin percatarse de la conversación de sus compañeros; en ese sueño pudo ver una figura encapuchada vistiendo una túnica oscura, varios flashbacks aparecieron en los cuáles notó el caos y destrucción que estaría llevando en el mundo mágico.

—Nosotros no seguiremos vivos para poder ayudar al mundo mágico, cuando eso suceda. —comentó Godric Gryffindor caminando a un lado a otro por toda la habitación. —Necesitaran de nuestra ayuda.

—Tiene razón, Godric. Hay que hacer algo. —mencionó Helga, observando a los magos presentes. —Si no hacemos algo pronto, todos perderán lo que más aman.

Rowena estaba a unos escasos metros de sus compañeros, con la mirada perdida. De repente recordó algo, una noche en la que buscaba ampliar su conocimiento con una lectura ligera, encontró en la biblioteca familiar, en donde los tres magos compartían una gama de diversos libros de muchos temas. Un libro que le pertenecía a sus antepasados, tal vez con aquello tendrían una oportunidad de poder ayudar.

—Se cómo podríamos ayudar. —les informó Rowena rompiendo la discusión. Los tres magos presentes se miraron entre ellos y la observaron. —Si en algún momento el mundo se encuentra en un completo caos. El libro de familiar podría ayudarnos, porque nuestros antepasados fueron mejores que nosotros, este libro tiene hechizos que ningún otro mago sabe excepto por nuestras familias.

—¿Y cómo saber cuál de todos esos hechizos ayudará? —preguntó Salazar ante la respuesta de su compañera.

—En el libro hay una página donde viene un hechizo de reencarnación. —explicó Rowena.— Una noche mientras buscaba algo ligero de lectura, lo encontré. Hay una página que habla sobre reencarnaciónes, y como las personas que lo usaron en algún punto podrán nuevamente reencontrarse.

—Eso podría servir. —decia Helga, con una sonrisa de alegría en su rostro.

Godric movió su varita, un libro salió de la estantería encantada que conectaba con la biblioteca familiar, este cayó sobre la mesa de madera. El enorme título de oro que poseía se podría leer “FAMILIA REAL”. Los demás magos sacaron sus varitas, y los cuatro apuntaron en dirección al libro; recetaron una palabras que al escucharlas parecían una melodía, aquello provocó que se abriera revelando un holograma de cuatro Dragones oscuros con púas de distintos colores, escarlata, amarillo, verde y azul, estos se entrelazaban entré si, sin llegar a tocarse. De un momento, el holograma empezó a moverse ligeramente dejando ver cómo una energía caía de cada uno de los dragones, cada energía era diferente; el primero era escarlata como sus púas, el segundo era un amarillo muy brillante, el tercero un verde muy oscuro y el cuarto azúl electrizante. Rowena tocó ligeramente el libro con su varita, las hojas se hojearon hasta llevarla a un apartado de diversos hechizos únicos e extraños para cualquier otro mago. La mujer pelinegra cambio de página, en donde un símbolo de cráneo era acompañado con el título “Alma” en letras negras, abajo estaba el hechizo que buscaban.

—Es esté. —mencionó Rowena, apuntando con su dedo en el hechizo.

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó Salazar, observando a su compañera a los ojos.

—Repitan después de mí. —Los tres magos asintieron al mismo tiempo. —¡Aunque mi cuerpo haya muerto, mi alma encontrará la manera de volver!...

01 DE ENERO DEL 1980

La mañana en Hogwarts era tranquila a pesar del tiempo en que estaban pasando a manos de Quien no debe ser nombrado junto con otras personas que lo habían estado ayudando a obtener más seguidores. Ese día el profesor Albus Dumbledore se encontraba hablando con la profesora Mcgonagall en su despachó, sobre la manera de cómo podrían vencer a Al-que-no-debe-ser nombrado, su discusión fue interrumpida ante el sonido de la puerta siendo abierta dejando ver a una mujer que tenía el cabello alborotado de color castaño, sus ojos eran esmeralda haciendo que combinaran con su piel pálida, se podrían notar atreves de sus gafas redondas los cuales resaltaban sin hablar de su vestimenta un tanto llamativa que capturo más su atención.

—Disculpé por interrumpir, pero me mandaron aquí para poder hacer la entrevista para el puesto de profesor de adivinanza —mencionó con timidez.—Mí nombre es Sybill Trelawney—saludó con una leve sonrisa de timidez en su rostro.

La profesora Mcgonagall se despidió del profesor Dumbledore como de la señorita Trelawney para dejarlos a hablar a solas, una vez que escucharon que la puerta se cerró la entrevista dio comienzo. Toda la entrevista paso normal hasta que en un segundo que  Trelawney quedó paralizada por unos instantes cerrado sus ojos tragándose solos un par de segundos antes de volverlos a abrir de un golpe provocando toda la atención de Dumbledore en ella. En su mirada se notaba que parecía perdida en una especie de trance hasta que abrió su boca en donde una voz más ronca salió recitando:

"El único con poder para derrotar al Señor de las Tinieblas se acerca ... Nacido de aquellos que lo han desafiado tres veces, y nacerá cuando el séptimo mes muera ... y el Señor de las Tinieblas lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Oscuro no conoce ... y uno deberá morir a manos del otro, ninguno podrá vivir mientras el otro viva"

Una vez que terminó de hablar Trelawney quedó callada nuevamente aún manteniendo su al frente, para luego mirar a Dumbledore que mantenía una expresión seria mientras que desde el inició mantuvo su mirada en la mujer de cabellos castaños había estado analizando todo lo que ocurrió en su despacho en su mente. Cuando pensó que al fin ya estaba por terminar Trelawney una vez más volvió a abrir su boca para que su voz ronca saliera a recitar una última vez:

Las cuatro casas renacerán,

Coraje y Valentía,

Lealtad y honestidad,

Ambición y liderazgo,

Inteligencia y sabiduría,

la magia más antigua se volverá uno solo estos se destacarán por sus maravillosos poderes únicos, una lucha se evitará o una nueva comenzará tiempo difíciles llegarán, amigos como familia se perderán; nacidos de aquellos que traicionaron por amor y venganza, los cuatro Herederos de Hogwarts llegarán en el quinto año antes de que este muera.

Trelawney quedó nuevamente callada por unos pocos segundos para luego volver regresar a la normalidad sin tener conciencia de lo sucedido.

—¿Está bien señorita Trelawney? —preguntó algo preocupado el profesor.

—Le dije algo, Profesor Dumbledore.

Albus Dumbledore negó levemente moviendo la cabeza antes de poder decir algo.

—Señorita Tralawney, usted está contratada para ser la profesora de adivinanza.

—Muchas gracias profesor Dumbledore —dijo parándose del asiento dirigiéndose a la salida de la oficina.

A los pocos minutos la profesora Mcgonagall volvió a entrar al despacho del director con algo de nervios. Cuando Dumbledore le contó lo que había pasado hace algunos minutos atrás la profesora Mcgonagall  aún no podía creerlo tuvo que nuevamente preguntar para que no fuera una ilusión de su mente.

—Profesor Dumbledore —hablo nerviosa la mujer usted cree que aquellos futuros descendientes puedan ayudar a quien usted... a Voldemort.

—Me temo que tendremos que esperar, profesora Mcgonagall — respondió entrelazando sus dedos, al mismo tiempo sus codos se recargaban en su escritorio. —Solo podremos esperar a ver lo que sucede.

La profecía no tardó en llegar a los oídos del Ministerio de Magia como a las Familias de las cuatro mujeres poderosas que últimamente estaban dando terror al mundo mágico, sus familias llegaron a ser conocidas por casar a sus descendientes con personas de altos niveles como también con grandes influencias en todo lo que pasaba en el mundo mágico y más en el Ministerio de magia. No pasó mucho tiempo para que las mujeres de aquellas familias se dieran cuenta que estaban  embarazadas concluyendo que aquella profecía pudiera estar hablando de sus hijos aún no nacidos, al temor de que realmente así fuera las llenos a ellas y a sus esposos decidiendo separarse entre ellos para así poder evitar lo que llegaron a escuchar.

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