xxv. AAARRRGGHH
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Capítulo Veinticinco| AAARRRGGHH
Después de que los dos chicos se reunieran en el Mercado Troll junto al resto del grupo, Jim comenzó a narrar lo sucedido con Angor y cómo logró escapar.
—Luego le quité la roca muerte y no miré atrás ni un segundo —concluyó su relato. Blinky, que estaba al lado de la pelirroja, inspeccionaba minuciosamente la gema.
—Un acto valiente para conseguir la segunda roca triúmbrica —comentó su mentor, claramente orgulloso—. Pero, ¿dices que el anillo de Angor Rot fue destruido?.
—Sí, y no le hizo mucha gracia perder su alma.
—Entonces, seguramente estará preparando su venganza —añadió la pecosa, cruzándose de brazos con una expresión de preocupación.
—Razón de más para encontrar la última roca antes de que aparezca —la voz de Clara resonó en la biblioteca, captando la atención del grupo. A su lado estaba Toby mientras que Kiko aparecia segundos después, trepando ágilmente a los brazos de su dueña con una sonrisa satisfecha.
—Es bueno verte de vuelta, Blinky —dijo el castaño, aliviado al ver al troll de seis ojos—. Ya estaba empezando a extrañarte.
—Lo único que lamento es que no tuve la oportunidad de conducir uno de esos automóviles —se lamento Blinky
—¿Cuál era la leyenda, exactamente? —preguntó Clara, tomando un par de libros del estante y hojeándolos con rapidez.
—"Tres fuerzas elementales debeís buscar, en pantanos, cavernas profundas y picos de montaña" —recitó Bridget con facilidad, sorprendiendo al grupo. Ante sus miradas, alzó los hombros con indiferencia—. Si puedo recordar cuatrocientas líneas de Shakespeare y los siete horrocrux de Harry Potter, esto no es nada.
—Ya revisamos los pantanos y las montañas —intervino el de frenos, colocando un libro sobre su cabeza—. Eso solo nos deja las cavernas profundas... —Su tono se volvió más dubitativo y su expresión mostró una clara preocupación.
—El problema, Toby, es que todos los trolls viven en cavernas —señaló la pelirroja, coincidiendo con Blinkuos—. Buscar en todas nos tomaría toda una vida.
—Alguien ha visto a AAARRRGGHH? —preguntó con cierta inquietud—. Si planeamos encontrar la última roca, necesitaremos toda la ayuda posible.
El celular de Bridget vibró en su bolsillo. Al sacarlo, vio el nombre de Logan brillando en la pantalla. Suspiro, ignorando la llamada por el momento. Tendría tiempo de responderle después.
Salieron de la biblioteca en dirección al Mercado Troll, sumidos en sus pensamientos sobre la roca perdida.
—La última roca te dio las navajas —comentó Bridget, dirigiéndose a Jim con curiosidad—. ¿Qué crees que hará esta?.
—No lo sé... —murmuró, frunciendo el ceño—. Tendremos que encontrarla primero y luego...
Se vio interrumpido por el sonido estridente de trompetas que resonó en la distancia. Las luces del Mercado Troll parpadearon, disminuyendo su intensidad ante la llegada de un grupo de troles desconocidos. Su piel rocosa y musculatura robusta les daba un aire feroz, pero lo que más llamó la atención fue su parecido con AAARRRGGHH.
Kiko abrió los ojos de par en par y, al notar las miradas hostiles de los recién llegados, se apresuró a esconderse detrás de Bridget.
—Todos se parecen a AAARRRGGHH... —susurró la pelirroja con un déje de sorpresa, lo suficientemente bajo para que solo sus amigos la escuchen.
—La reina Usurna de los Krubera —explicó Blinky en voz baja, posicionándose a su lado—. Su pueblo reside en las cavernas más profundas del manto terrestre. Rara vez se aventuran tan cerca de la superficie.
Bridget cruzó miradas con Jim y luego con Clara.
—¿Cavernas profundas? —susurró la de ojos azules, comprendiendo la coincidencia—. ¿No pensarán que...?
—Es muy posible... por no decir conveniente —afirmó con gravedad.
Aprovechando el revuelo, Bridget se escabulló discretamente entre los presentes hasta acercarse a Farah. La mujer, notando su intención, la mantuvo apartada de la vista de Usurna. Sin embargo, la reina Krubera no tardó en reparar en su presencia.
Los ojos de la troll se posaron en la joven con detenimiento, fijándose en su brillante cabellera rojiza y una expresión inescrutable cruzó su rostro antes de dar un paso al frente.
—Permítanme presentarles a nuestros Cazatroles, verdugo del hijo de Gunmar —anunció Blinky con orgullo, posando una mano sobre el hombro de su pupilo—. Ah, ya la hija del Rey Oritel y la Reina Marion.
Bridget, un poco nerviosa, asomó la cabeza junto con Kiko, que la imitó sin entender de toda la situación.
Faradonga notó la intensa mirada de la Krubera sobre la joven pelirroja y, con el ceño fruncido, decidió apartarla sutilmente, lanzando una mirada de advertencia a la reina Usurna.
—Bridget Amber Hart, su alteza —se presentó la pecosa con una reverencia desde su escondite. Kiko, con una confusión, hizo lo mismo.
—J-James Lake Jr., su majestad —agregó algo rígido.
—El Cazatroles humano y la portadora de la Llamarada —murmuró, fijando sus ojos en el azabache con intensidad—. He oído historias... pero nunca las creí.
Bridget, al ver la oportunidad, codeó a su compañero con insistencia.
— ¿Qué esperas? Pregunta por la roca.
—Te está mirando a ti, no a mí —susurró el azabache, entrecerrando los ojos.
—¿Quién es el Cazatroles?.
— ¿Quién pertenece a la familia real?
—¡Eso no tiene nada que ver! —protestó ella, cruzándose de brazos—. ¡Tú eres el que debe responder todas las llamadas!
—¡Y esto es una llamada!?.
—¡Me da pena! —se quejó Bridget, dejándose caer sobre su hombro.
El chico suspiró, claramente derrotado por su súplica. Con una sonrisa divertida, revolvió el cabello de la pelirroja antes de apartarse un poco.
—Está bien, está bien, hablaré con ella. Pero la próxima vez, te toca a ti, ¿entendido?
Bridget se movió rápidamente, con una sonrisa nerviosa.
Lake se acercó a Usurna y, con un carraspeo, intentó mostrarse más confiado.
—Su alteza... señora... eh... hace poco escuché una historia —balbuceó—. Sobre cuevas profundas y una roca mágica...
—¿Una roca? —repitió la Krubera con interés.
—De la especie trilogía —agregó Jim, intentando sonar seguro.
—Algunos la llaman triúmbrica —corrigió el de frenos en un murmullo, ganándose un leve codazo de su amigo.
Antes de que la reina pudiera responder, Vendel se interpuso entre ambos, golpeando suavemente el suelo con su bastón.
—Así no se le habla a una reina.
Para su sorpresa, Usurna sonrió con diversión.
—Su informalidad me resulta entretenida —comentó—. No, Cazatroles, no la tenemos. Pero la roca que buscas estuvo en nuestro poder... hasta que nos la robaron hace años.
Bridget frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—Si no la tienen, entonces... ¿por qué están aquí?.
—¡Para celebrar! —anunció Vendel con entusiasmo, haciendo que algunos troles vitorearan—. Dado que esta es una visita rara e importante, propongo un partido de Pyrobligst.
—¡Ah! ¡Es como el Quidditch! —exclamó Bridget, saltando un poco con Kiko sobre su cabeza—. ¡¿Puedo jugar?!.
Faradonga suspiro con resignación.
—No creo que te guste la manera en que los Krubera juegan Pyrobligst...
—Por eso fue sabio traer a nuestros troles más fuertes —comentó Usurna con una sonrisa enigmática.
—¡AAARRRGGHH nos representará, acompañado de nuestros Cazatroles y la descendiente de Oritel! —declaró Vendel con orgullo.
Farah abrió los ojos con sorpresa. Bridget, en cambio, festejó en silencio, chocando los cinco con Kiko.
Usurna no protestó por la inclusión de la heredera, pero la supervisará con cautela. Oritel fue uno de los guerreros más legendarios que la historia troll conoció... y si su hija había heredado su talento, las cosas en el juego podrían volverse muy interesantes.
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Se arrepintió, y vaya que lo hizo. Farah se había tomado el tiempo de explicarle en detalle de qué trataba el juego en cuestión, y, sin lugar a dudas, no guardaba ninguna semejanza con el Quidditch, salvo por el hecho de que debían encestar una pelota a través de la boca de la verdad.
Bridget no pudo evitar imaginar lo peor. En aquel juego todo estaba permitido, incluso la muerte. A pesar de ello, decidió armarse de valor y prepararse mentalmente. Sin embargo, al cruzar el umbral de la forja, una oleada de nerviosismo y miedo volvió a apoderarse de ella, como si nunca hubiera intentado enfrentarlos.
A su alrededor, los trolls murmuraban con entusiasmo mientras Vendel se esforzaba en mantener el orden. La multitud se aglomeraba alrededor del campo improvisado de Pyrobligst, un deporte tradicional que despertaba el espíritu competitivo de los presentes.
—El objetivo es simple: ustedes y AARRRGGHH deben evitar que el gorb caiga en manos del otro equipo y asegurarse de que atraviese la Boca de la Verdad.
Bridget y Jim asintieron, aunque la pelirroja frunció el ceño al notar algo extraño en la composición del equipo.
Draal intercambió una mirada con Vendel, pero el anciano troll ya había notado la ausencia del grandulón.
—¿Blinkuos? —llamó con severidad, volviendo su atención al erudito de seis ojos—. ¿Dónde está AARRRGGHH?.
Blinky miró a su alrededor con una sonrisa tensa, tratando de ganar tiempo mientras pensaba en una respuesta convincente.
—¿No está aquí? Vaya... No lo había notado.
Vendel dejó escapar un suspiro exasperado antes de dirigirse a Toby.
—Tú, el de la gran cabeza —señaló el anciano—. Le agradas, ve a buscarlo.
El castaño no lo dudó ni un segundo y asintió. Antes de partir, sintió un ligero tirón en su hombro y vio a Kiko que saltó al suelo para seguirlo. La criatura parecía compartir la misma preocupación que todos los presentes.
Mientras Toby y Kiko desaparecían entre la multitud, Vendel volvió a tomar el control de la situación.
—Draal, entrarás en su lugar.
—Para mí será un honor competir en la Forja de nuevo.
—¡No competir, ganar! —corrigió Vendel con un tono áspero.
Bridget arqueó una ceja, notando un matiz de tensión en la voz del anciano. Se suponía que el Pyrobligst era solo un juego, una celebración más entre tribus, y aunque era bien sabido que Mercado Troll no siempre ganaba, nunca antes había parecido importarles demasiado. Entonces, ¿por qué ahora era tan crucial?.
—Es solo un juego, Vendel —intervino Farah, con una expresión de leve desagrado.
—Esto no es un juego —replicó él con gravedad, lo que solo avivó las sospechas de la joven.
La pelirroja intercambió una mirada con el azabache, pero el chico parecía más concentrado en otra cuestión.
—Muy bien... —suspiró, cansado de tantos rodeos—. Vendel, ¿pueden devolverme mi amuleto?
El anciano desvió la mirada por un segundo antes de responder.
—¿No le dijiste al muchacho?.
Bridget sintió un ligero escalofrío al notar la expresión divertida en el rostro de su mentora.
—En Pyrobligst, los combatientes deben ganar sus armas —explicó Farah—. Incluyendo tu amuleto.
Lake cerró los ojos y dejó escapar un suspiro profundo antes de rodar los ojos.
—Genial.
Bridget, sin embargo, aún estaba atrapada en sus pensamientos. Algo en la actitud de Vendel y en la seriedad de los Krubera no le encajaba. Se suponía que esta era una simple competencia... pero cada vez tenía más la sensación de que algo mucho más grande estaba en juego.
Draal, por su parte, ya estaba preparado para participar.
—Ustedes quédense con el pequeño, yo me encargaré del grandote —les aseguró, dirigiéndose a los dos trolls Krubera.
La pecosa tragó saliva al notar que la mirada de Draal se tornaba más seria.
—¿Y cuál es cuál? —susurró, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta.
Sin esperar respuesta, dejó escapar un leve suspiro y murmuró para sí misma:
—Sirius, ahí te voy...
El juego estaba por comenzar, pero las reglas ya no parecían tan simples como antes.
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El sonido del cuerno de inicio retumbó en el Mercado Troll, señalando el comienzo del juego. La multitud rugió con entusiasmo cuando la Boca de la Verdad se abrió, liberando el gorb. En un parpadeo, uno de los Krubera lo atrapó, preparándose para avanzar, pero su carrera fue interrumpida por un embate certero de Draal.
—¡Sujétenlo, sujétenlo! —gritó, asegurando su dominio sobre la esfera metálica.
Los dos jóvenes reaccionaron al instante, corriendo tras el gorb. Bridget llevaba la delantera, sus piernas se movían con agilidad sobre la arena irregular del campo. Sin embargo, su ventaja la convirtió en el blanco perfecto.
El segundo Krubera, fijó su atención en la pecosa y se lanzó hacia ella con brutal golpe. Bridget apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de sentir la enorme mano del troll cerrarse alrededor de su cintura.
Un grito agudo rasgó el aire cuando la levantó con facilidad y la arrojó sin miramientos hacia el vacío del campo.
—¡ME LLEVA LA PITUFI...!
Su voz se perdió en el espacio justo cuando un portal se abrió un tiempo, tragándola en el último segundo.
James sintió un escalofrío de terror recorrer su espalda al verla desaparecer, su mirada salto frenéticamente de un lado a otro, buscando cualquier rastro de su compañera. Su corazón martilleaba en su pecho hasta que un peso arrepentido cayó sobre él, tumbándolo al suelo.
—¡Estamos bien! —exclamó Bridget con los brazos extendidos en señal de victoria.
El azabache parpadeó, aturdido por la repentina caída, pero al verla intacta, solo pudo sonreír con alivio.
El marcador cambió en un instante. Un pequeño gnomo con una gorra roja fue lanzado hacía la tapa de un basurero, indicando el primer punto para los Krubera.
Draal se acercó a ellos, ofreciéndoles una mano para levantarse.
—Voy a necesitar ese amuleto —exigió
Bridget aún trataba de recuperar el aliento cuando su expresión se tornó en una mezcla de incredulidad y enfado.
— ¿Cómo es legal ese golpe? —soltó Clara—. ¡Casi los mata!
—Por desgracia, matar es legal en Pyrobligst —respondió Blinky con naturalidad.
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La segunda ronda dio comienzo con un nuevo giro en la estrategia de los Krubera. Uno de ellos había logrado tomar un arma, golpeando la pelota mientras su compañero respondía al movimiento con otra arma que había conseguido. La coordinación entre ambos fue impecable y, con un último golpe certero, lograron anotar otro punto a su favor.
Jim resopló, sintiendo el sudor perlar su frente mientras miraba a su equipo con frustración.
—¿Por qué nunca tenemos el gorb?—inquirió, tomando un respiro profundo antes de rodar los ojos—. Adivinaré, tenemos que ganárnoslo.
Draal soltó una carcajada y asintió con aprobación.
—¡Ya estás aprendiendo, Pyrobligst!—festejó el troll de piel azul con entusiasmo. Luego, dirigiendo su mirada hacia el amuleto, decidió intervenir—. Ganaré tiempo.
Se giró hacia Bridget quien sacudía el polvo de su chaqueta.
—Frambuesa, es hora de calentar las cosas.—Le guiñó un ojo con confianza.
La pelirroja suspiró con cansancio, acostumbrada a los apodos de sus compañeros, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa. Su mirada se volvió más seria mientras asentía.
"Es hora de jugar con fuego"
Cuando la siguiente ronda comenzó, los Krubera se apresuraron a obtener la pelota, confiados en su ventaja. Sin embargo, no contaron con las llamas que, de repente, se alzaron en su camino como una barrera infranqueable. El fuego los envolvió obligándolos a retroceder con rostros aterrados. Aprovechando la distracción, Draal se lanzó al ataque sin titubeos.
—¡Ahora, Cazatroles!—exclamó mientras noqueaba a uno de los Krubera que trataba de liberarse del fuego.
James no perdió el tiempo. Con rapidez, comenzó a correr en dirección al amuleto, esquivando obstáculos en el camino. El primer Krubera, aún en el suelo, rodó para atravesar las llamas en un intento desesperado por alcanzarlo. El azabache aprovechó el momento y, con un salto ágil, utilizó el cuerpo del troll como plataforma para impulsarse más alto. Sus dedos se cerraron alrededor del amuleto cuando lo alcanzó.
—¡Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando!.
La armadura se activó al instante y los vítores de los troles de Mercado Troll retumbaron en el aire, celebrando su transformación. Jim no perdió la concentración. Se vio seguido de cerca por ambos Krubera, quienes intentaban cerrarle el paso. Con rapidez, calculó sus movimientos y tomó impulso sobre una cuchilla cercana. Draal, anticipando la jugada, lanzó el gorb y Bridget, por su parte, abrió un portal en el momento exacto, redirigiendo la pelota en dirección al Cazatroles. El chico se giró en el aire y, con un golpe certero, anotó su primer punto.
Desde las gradas, Farah sonrió con orgullo y su mirada se deslizó con satisfacción hacia Usurna.
—Son la viva reencarnación de Marion y Oritel, ¿no lo cree?—comentó con aire triunfal.
Usurna permaneció en silencio por un momento, pero la sombra de una sonrisa macabra apareció en sus labios.
"Alguien estará satisfecho de tenerla en sus garras"
Mientras tanto, en el campo de juego, Bridget celebraba con entusiasmo. Se giró hacia los Krubera con una sonrisa burlona.
—¡Tomen eso, hijos de...!
Antes de que pudiera completar la frase, Jim se apresuró a cubrirle la boca con una mano, mirándola con diversión y nerviosismo. Luego, le dedicó a los Krubera una sonrisa forzada antes de alejarse, arrastrando consigo a la pelirroja.
—Los insultos para después, Bree—murmuró en su oído, su aliento cálido rozando su piel—. Ahórratelos para cuando ganemos.
Le guiñó un ojo antes de separarse.
La pecosa sintió cómo el calor se expandía por su rostro en cuestión de segundos. Sus mejillas adquirieron un tono carmesí, y de inmediato trató de cubrirlas con sus manos.
"Creo que me voy a desmayar"
Otra ronda se inició, esta vez con una ventaja inicial para su equipo. Sin embargo, los Krubera no se quedaron atrás y rápidamente retomaron el control. Con una ofensiva, empujaron a Jim con fuerza, enviándolo al suelo. Bridget apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que uno de los trolls la lanzara a través del aire una vez más.
—¡¿QUÉ TIENEN CONTRA MÍ?! ¡MALDITOS HIJOS DE...!
Su grito se perdió en el aire cuando desapareció dentro de un portal.
Lake, aún en el suelo, se cubrió el rostro con una mano y suspiró con cansancio.
—¿Ya acabó? Por favor, di que acabó.
Bridget apareció a su lado justo en ese momento, extendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse.
—Es la hora de escaldar—mencionó Draal
El azabache parpadeó, confundido.
—¿Es la hora de qué?.
—Cerramos nuestras heridas con metal ardiente para prepararnos para la segunda mitad—explicó el troll con total naturalidad.
—Nah, yo paso.
Cuando se reunieron con Blinky y el resto, fueron recibidos con una mezcla de aprobación y humor.
—Bien hecho, Maese Jim. Joven Bridget, estuvo magnífica—los felicitó Blinky con entusiasmo—. Y por bien hecho, me refiero a que no se han avergonzado totalmente, ni murieron.
Los dos jovenes se miraron con incredulidad antes de soltar un suspiro.
—Gracias, Blinky.
Farah se acercó a Bridget con una sonrisa y colocó una mano sobre su hombro.
—Lo hiciste bien, Bridget.
La pecosa sonrió levemente y se encogió de hombros.
En ese momento, Vendel se giró con expresión impaciente.
—¿AAARRRGGHH aún no está aquí?
Clara revisó su celular con preocupación.
—Llamé a Toby, pero no contesta—explicó—. AAARRRGGHH tal vez no llegue.
Vendel golpeó su bastón contra el suelo.
—Debemos ganar—exigió con severidad.
—Lo sé. ¡Por la gloria de Mercado Troll!
—¡Los tontos juegan por gloria, aquí estamos jugando por AAARRRGGHH!—soltó de golpe.
Jim y Bridget lo miraron, incrédulos.
—¿¡Qué?!
—Si ellos ganan, se van a llevar a AAARRRGGHH para siempre.
—¿¡Ellos pueden hacer eso?!—exclamó Bridget, horrorizada—. ¿¡Por qué?!
—Eso no importa. ¡Solo ganen el partido!.
—No vamos a ganar—admitió el Cazatroles pasando una mano por su cabello.
—Estamos caídos, pero no estamos fuera—interrumpe Draal, tomando a ambos jóvenes por los hombros—. Esta es la forja, donde nacen los héroes.
—A excepción de Unkar—murmura la pecosa, recibiendo un codazo disimulado por parte de su mejor amigo—. Pero vamos cuatro a uno.
—Y vamos a tener uno menos si abandonamos a AAARRRGGHH, mi padre nos observa desde arriba—Bridget alzó la mirada, tratando de ver hacía donde miraba Draal—. Hagamos que los Cazatroles del pasado estén orgullosos, que Mercado Troll esté orgulloso, mostrémosle a los invitados la humildad que merecen.
—¡Los tontos juegan por gloria, pero nosotros jugamos por AAARRRGGHH!.
—¡Por AAARRRGGHH!.
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El tiempo de descanso se había acabado. El grupo de tres volvió a entrar a la forja, pero esta vez el nivel se elevó drásticamente: las plataformas ascendieron y las armas comenzaron a moverse en contra de los jugadores.
—Por AAARRRGGHH —mencionó Draal, mirando a sus dos compañeros.
—Por AAARRRGG —repitieron ambos al unísono.
La pelota fue lanzada nuevamente, iniciando la ronda.
—¡Concéntrense en el gorb! —ordenó el de piel azul antes de lanzar a ambos.
Los dos cayeron sobre las plataformas justo a tiempo para ver a los Krubera obtener la pelota. Bridget invocó aureolas de fuego y las lanzó en dirección al gorb. Uno de los Krubera intentó atraparlo, pero un escudo se materializó desde la armadura de Lake, interceptando la jugada.
Draal anotó el punto mientras el azabache examinaba su nueva arma con emoción en el rostro.
—Genial —expresó, maravillado.
—Un escudo de guerrero. Te lo ganaste —celebró Draal al llegar junto a él—. Ahora hay que probarlo.
Ambos chocaron los puños antes de soltar un grito de batalla.
—¿Desde cuándo Jim tiene un escudo? —preguntó Clara, sorprendida.
—Liberó el poder de la segunda roca —respondió Farah con una sonrisa.
En la siguiente partida, un Krubera intentó anotar, pero Bridget apareció de repente a través de un portal.
—Hola, ¿qué tal? —saludó con una sonrisa juguetona. Detrás de ella, la silueta de un dragón llameante se alzó.
El troll retrocedió, aterrado, justo cuando la criatura se abalanzó sobre él. Aprovechando la distracción, la pelirroja se apoderó de la pelota antes de que su otro oponente reaccionara.
Bridget atravesó otro portal, apareciendo al lado de la forja. Sonrió divertida al ver al Krubera sorprendido y, con un movimiento ágil, anotó el siguiente punto.
—Esa es mi chica —dijo el de ojos azules con una sonrisa orgullosa, observándola desde abajo—. ¡Empatamos! —anunció, mirando el tablero de puntuaciones.
—El próximo que anote gana —Draal lo tomó por los hombros—. ¡Hora de terminar esto! Sigue así, frambuesa.
Cuando Draal tomó la pelota, los Krubera lo persiguieron. En un movimiento rápido, se la lanzó a Jim, quien, con su escudo, notó que ahora era el objetivo principal. Sin perder el ritmo, esquivó a los oponentes y le pasó el gorb a Bridget. Justo cuando ella se preparaba para atravesar un portal, un Krubera cargó contra ella con la clara intención de golpearla.
Draal se interpuso entre ambos, recibiendo el impacto. Apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el otro Krubera lo embistió, haciéndolo caer pesadamente contra el suelo.
—¡Draal! —Bridget corrió hacia él, seguida por el resto del equipo.
—¿Draal, estás bien? —Jim se posicionó al lado de la pelirroja, preocupado. El troll azul solo balbuceó incoherencias.
—Llevará tiempo recuperarse del golpe —diagnosticó Blinky tras examinarlo.
—El problema es que no tiene tiempo —señaló Clara. Los Krubera ya tenían nuevamente el gorb en sus manos.
—No encontraremos un reemplazo adecuado —añadió el mentor del azabache—. Tendrán que enfrentarlos por su cuenta.
—¿Nosotros solos? —James sintió el pánico instalarse en su pecho—. Por todos los cielos...
—No por los cielos. ¡Por AAARRRGGHH! —corrigió Blinky con seriedad.
—Oye, mírame —Bridget lo tomó por los hombros, obligándolo a enfocarse en ella—. Un sabio dijo una vez: "No son nuestras habilidades las que muestran cómo somos, sino nuestras elecciones".
Jim parpadeó, sorprendido, antes de sonreír con diversión.
—Eso lo dijo Albus Dumbledore en "Harry Potter y la Cámara Secreta" —arqueó una ceja con una sonrisa ladina.
Bridget se quedó boquiabierta. Sus ojos brillaron de emoción.
—¡¿Te leíste el libro?! —saltó emocionada, aplaudiendo con entusiasmo.
El chico se encogió de hombros con fingida indiferencia.
—Bueno, si quiero intentar algo contigo, debo interesarme en tus gustos, ¿no crees? —recuperó su compostura y, antes de que ella pudiera reaccionar, le dejó un beso en la mejilla antes de pasar a su lado.
La respiración de Bridget se aceleró. Estaba segura de que su rostro estaba más rojo que su propio cabello. Cualquier inseguridad que la hubiera atormentado en un principio se disipó al instante. No había duda alguna: Jim era diferente de lo que había creído al principio.
"¿Puedo enamorarme mas de él?"
"¡Concéntrate en el juego!"
Los dos comenzaron a correr tras los Krubera, pero Bridget decidió tomar un ataque: creó un portal y apareció justo a su lado. Sin pensarlo, se abalanzó contra un Gorb, rodando por el suelo durante unos segundos.
—Tal vez no lo pensé muy bien... —murmuró al ver a sus contrincantes acercarse desde diferentes direcciones—. Ay, esto va a doler.
James llegó justo a tiempo, levantando su escudo para protegerlos a ambos. Pero antes de que los golpes les alcanzaran, AAARRRGGHH apareció de repente, agarrando a los Krubera por la cabeza y estrellándolos contra el suelo con fuerza.
—Gracias, Virgencita... —susurró Bridget, aliviada, llevándose una mano al pecho.
—Justo a tiempo, Tobias —intervino Blinky, acercándose junto a su robusto compañero—. Eljuego está a punto de terminar.
—No tengo idea de lo que pasa... ¿eso es bueno? —preguntó, acomodando a Kiko sobre su hombro.
—Si anotamos, sí. Si el otro equipo anota... no.
Jim estaba a punto de llegar a la boca de la verdad cuando un jugador del equipo contrario lo derribó, haciendo que soltara el objeto que llevaba. Este rodó por el suelo y llegó hasta AAARRRGGHH, mientras armadura del chico desaparecía en el acto.
—¡Es todo tuyo, grando! —gritó Bridget, animándolo, antes de caer al suelo completamente exhausta—. Ahora sí... me voy a desmayar.
AAARRRGGHH, a pesar de los ataques de sus contrincantes, avanzó con fuerza bruta y logró zafarse de ellos. Con un último esfuerzo, anotó el punto final.
El gnomo del equipo azul saltó de emoción sobre el tablero, mientras que de la Boca de la Verdad brotaba llamas azules y rojas.
—¡AAARRRGGHH! —Jim y Bridget corrieron hacia él y lo abrazaron con fuerza.
—Lo lograste —susurró Jim.
—Lo logramos —corrigió AAARRRGGHH con una sonrisa.
Pero la expresión de Bridget cambió al notar algo en su mano.
—AAARRRGGHH... tu mano —susurró con horror.
Una parte de su extremidad se había convertido en piedra.
Antes de que pudiera decir algo más, Bridget sintió que algo se abalanzaba sobre ella. Soltó una risa al notar que se trataba de Kiko, quien se acurrucó en sus brazos con alivio.
—¡Mercado Troll salió victorioso! —anunció Usurna con voz firme. A su lado, Vendel y Faradonga observaban con solemnidad.
—Ha llegado el momento de despedirnos de nuestros amigos —informó Farah, dirigiéndose al grupo—. Pero primero, un último asunto que resolver.
La atención se centró en AAARRRGGHH cuando Usurna dio un paso al frente.
—Aarghaumont, hermano —dijo con voz solemne—. Sabemos que no estás bien, pero peleaste con honor. ¿Regresarás con nosotros, con tu familia, o preferirás pasar tus últimos días junto a tus amigos?
—¿Qué quiere decir con "sus últimos días"? —intervino Jim, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
Usurna no respondió de inmediato.
—La elección es tuya —añadió Farah.
Blinky entrecerró los ojos al examinar la herida en la mano de AAARRRGGHH.
—Tu herida... veneno de enredadera del sol —susurró con preocupación—. Ay, AAARRRGGHH... ¿por qué no nos lo dijiste?
Al intentar tomar su mano, el troll gris la apartó con dolor.
—No quería preocupar —confesó.
La pelirroja entrecerró los ojos, su mandíbula apretada.
—Ese maldito psicópata debió herirte... —murmuró entre dientes, con la furia reflejada en su mirada. Kiko, en su brazo, gruñó con desagrado al olfatear la herida.
—Esto es mi culpa... —susurró el de ojos azules, sintiéndose impotente—. Debí ser yo quien saliera herido.
—No es culpa de Jim —AAARRRGGHH apoyó su enorme mano en su hombro—. No quiero irme...
Pero su mirada se desvió hacia los Krubera.
—El único modo de que sobrevivas es con tu propia especie —intervino Farah—. Solo así podrías curarte.
—Podemos ir a visitarte... —intentó el chico, esperanzado, sin embargo su mentor negó.
—Me temo, Maese Jim, que solo los Krubera pueden resistir en las cuevas profundas.
El peso de la realidad cayó sobre el Cazatroles, quien bajó la mirada con un suspiro.
—Oh... bueno, si significa que vivirás...
Bridget notó cómo su mejor amigo apretaba los puños y, en un gesto silencioso, tomó su mano.
AAARRRGGHH miró a Blinky, quien lo observaba con un destello de tristeza en sus múltiples ojos.
— ¿Qué clase de amigo sería si te pidiera que te quedaras? —dijo el troll de seis ojos con pesar.
AAARRRGGHH respir hondo antes de tomar su decisión.
—Yo... me iré.
—Los momentos, las risas...
—Por primera vez no tiene palabras —murmuró Clara, con una sonrisa melancólica—. Y aquí yo, que acabo de conocerte... te extrañaré, grandote.
Bridget se mordió el labio, sintiendo un nudo en la garganta.
—T-Tú no fuiste un mal troll —balbuceó—. Eres un troll muy bueno... al que le han pasado cosas malas.
Se abrazó a él con cuidado mientras AAARRRGGHH le acariciaba el cabello con ternura.
—Extrañar a frambuesa —dijo con cariño, mirando luego a Kiko—. Y un amigo peludo.
Kiko gimió suavemente, frotándose contra su brazo.
—Adiós, viejo amigo... —susurró Draal, colocando una mano en su hombro—. Yo los protegeré en tu lugar.
—Copiloto... —AAARRRGGHH extendiendo su puño hacia Toby. Pero el chico, incapaz de soportarlo más, salió corriendo, dejando un rastro de lágrimas.
Bridget sospechó. Comprendía su dolor. Después de todo, AAARRRGGHH era importante para él.
—Las cosas que perdemos siempre acaban volviendo a nosotras —intervino Faradonga, con una sonrisa serena—. Aunque no siempre de la manera que esperamos.
AAARRRGGHH le devolvió la sonrisa antes de mirar al azabache.
—Vence a Gunmar... por mí.
—Que estés bien, grandote.
Bridget se recostó sobre su hombro, observando cómo AAARRRGGHH se alejaba con su "familia".
Justo antes de desaparecer en la oscuridad, el troll se giró una última vez.
—Dile al copiloto... que él familia. Yo familia.
—Adiós —susurró Kiko, moviendo una de sus manitas.
El silencio cayó sobre ellos cuando AAARRRGGHH desapareció en las profundidades.
Y con él, una parte de su hogar.
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Lo primero que al recibir llegar a su casa fue un regaño severo por parte de su madre. Su tono era duro, una mezcla de preocupación y enojo acumulado. No solo Logan había intentado comunicarse con ella varias veces, sino que también Rafaella había llamado sin obtener respuesta. Bridget evitó el contacto visual y apretó los labios, sin ánimo de discutir.
—¿Dónde estabas?—preguntó su madre con los brazos cruzados, claramente frustrada.
—Mi teléfono se quedó sin batería—respondió en un murmullo, sin muchas ganas de justificarse.
Su madre suspiro, claramente sin creerle, pero antes de que pudiera continuar con su discurso, Bridget ya se había encerrado en su habitación.
Con un suspiro pesado, dejó caer su mochila sobre la cama y sacó su teléfono. La pantalla seguía apagada. Lo conectó al cargador y, mientras esperaba, se acercó a la terraza. El aire nocturno le acarició el rostro, trayendo consigo una brisa fresca que ayudó a calmar su mente. Kiko trepó como pudo hasta el barandal, equilibrándose con una facilidad impresionante.
Las risas que flotaban en el aire captaron su atención.
Al girarse, sus ojos se encontraron con una escena que le robó el aliento. Ahí, en el patio de los Lake, Toby reía emocionado mientras AAARRRGGHH lo abrazaba con fuerza. El enorme troll estaba de regreso. Contra todo pronóstico, había cambiado de opinión y había vuelto por su amigo. Bridget sintió una calidez en el pecho al verlo. Era una imagen que jamás habría imaginado, una que irradiaba lealtad y afecto genuino.
Kiko, al ver la escena, comenzó a saltar de alegría, emitiendo pequeños ruidos de emoción. Sus ojitos brillaban de entusiasmo y miraba a Bridget como si pidiera permiso para unirse a ellos.
—Anda, salúdalo de mi parte, ¿sí?—le dijo con una sonrisa, acariciando suavemente la cabeza de la criatura.
Kiko no necesitaba más. Con un ágil salto, desapareció entre las ramas de los árboles, dirigiéndose al patio donde Toby y AAARRRGGHH compartían su emotivo reencuentro.
El momento de paz duró poco.
Un ruido proveniente de los arbustos detrás de la casa de los Lake hizo que la piel de Bridget se erizara. Su cuerpo reaccionó al instante, los sentidos agudizados por el peligro. Desde la distancia, pudo ver cómo Jim sacaba su amuleto, preparado para cualquier amenaza.
No lo dudó ni un segundo.
Con un movimiento rápido, conjuró un portal y atravesó la distancia en un abrir y cerrar de ojos. Cayó justo al lado del chico, quien, sin apartar la vista de los arbustos, se movió instintivamente para protegerla.
—Quédate atrás de mí—le ordenó en voz baja, con la mirada clavada en la maleza.
Bridget sintió el calor recorrer sus brazos cuando las llamas se encendieron en sus palmas. Su respiración se volvió más lenta, su mente enfocada en cualquier cosa que pudiera saltar desde la oscuridad.
Entonces, la figura surgió de entre los arbustos.
"Strickler".
—Por favor, Cazatroles—suplicó, con la voz teñida de urgencia.
James no bajó su guardia. Sus músculos estaban tensos, listos para atacar si era necesario. Bridget tampoco se relajó, pero la confusión se reflejaba en su rostro.
Strickler avanzó un paso más y, antes de que Jim pudiera apartarse, lo sujetó del brazo.
—Eres mi única esperanza—dijo, con un tono que no permitía discusión—. Si quieres salvar la vida de tu madre, tienes que protegerme.
Los dos jóvenes se miraron, el miedo reflejado en sus rostros. Todo rastro de tensión en sus cuerpos se convirtió en otra cosa: duda, incertidumbre, angustia.
Porque si había algo que ambos sabían con certeza, era que cuando Strickler hablaba de esa manera, significaba que lo peor estaba por venir.
Y que su noche estaba lejos de ser tranquila.
EDITADO.
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