2. 𝑨𝑳𝑰𝑨𝑵𝒁𝑨
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Cregan suspiró al terminar la carta, la propuesta resultaba ser muy tentadora. Si aceptaba esa unión, su sobrina en un futuro se convertiría en reina consorte.
Salió del salón donde se encontraba en busca de su sobrina. Por suerte la encontró rápidamente, llegaba de la colina donde se encontraba su dragón junto a Rickon en sus caballo, frunció en entrecejo al verlo con el cabello desordenado y lleno de nieve al igual que su traje.
—Ultima vez que te acompaño a ver a esa bestia —escuchó hablar a su hijo.
—Tu lo provocaste.
—¡La cosa esa me empujo con su cola e hizo que rodara por la colina!
—Tío —dijo Vaenerys ignorando a Rickon.
Él trató de darle una sonrisa, que más pareció una mueca. No tenía claro como reaccionaría su sobrina ante la propuesta que recientemente había llegado.
Si hijo tampoco reaccionaría muy bien, pero sabía que no haría una escena y respetaría lo que ella eligiera, como siempre había echo. Su primogénito dio un asentimiento de cabeza antes de retirarse a su habitación.
—Mi pequeña loba —dijo viéndola.— Quería informarte que una carta de tu tío, el príncipe Daemon, llegó esta mañana.
—¿Daemon? —habló con algo de confusión, la última vez que lo había visto fue en el funeral de Laena Velaryon.
—A mi también me sorprendió. Él solo envía una carta en el día de tu nombre. —dio un suspiro.— El motivo por el cual escribió es para pedir tu mano en matrimonio para el príncipe Jacaerys Velaryon.
Vaenerys frunció el ceño, a ella le disgustaba el tema del matrimonio, no le gustaba pensar que debería estar atada a alguien para siempre.
A ella no le agradaba la idea de tener que estar al lado de un hombre solo para darle herederos y ser una cara bonita que este junto a él. Vaenerys no era el tipo de mujer refinada, ella se la pasaba entrenando o volando en su dragón en lugar de aprender a bordar y estudiar cosas que una "señorita" debería de hacer.
—¿Las cosas siguen tensas entre la princesa Rhaenyra y la reina Alicent? —preguntó creyendo saber el porque de tan repentina propuesta.
Ella no era tonta, se había dado cuenta casi de inmediato de la fuerte tención que habían entre su prima y la segunda esposa de su tío. Además de haber escuchado por pura casualidad una conversación de la mano del rey y su hija.
Si Rhaenyra se vuelve reina matará a tus hijos, no puedes permitirlo. Aegon es el más indicado para ser rey.
Desde ese momento supo que un guerra por el trono se desataría en un futuro, el cual ya no parecía ser muy lejano.
Esa era la razón más probable por la cual Daemon pedía su mano en matrimonio para el hijo de su esposa. Para ir ganando aliados que apoyen la subida de Rhaenyra como reina.
En definitiva Vaenerys prefería a su prima como reina que al borracho de Aegon.
—No tengo una respuesta certera para esa pregunta, la princesa está establecida en Rocadragón desde hace años —respondió un poco confundido por la repentina pregunta.
Ella asintió viendo a Maelyx acercarse a ellos.
—Sabes que no te obligaré a nada, la decisión la tomas tu. Pero si me permites dar mi opinión —ella posó sus ojos bicolor en él.— Creo que la mejor opción sería aceptar —con esas últimas palabras se alejó de su sobrina.
La princesa acarició el pelaje blanco de Maelyx sin saber exactamente que hacer. Su mente vagó en los pocos recuerdos que tenía sobre Rhaenyra y su familia, en las conversaciones que tenía con su madre y como hablaba con tanto cariño de su sobrina.
También recordaba a Jacaerys, la única vez que lo había visto fue en el funeral de la segunda esposa de Daemon, con timidez él y su hermano se habían acercado a ella en la playa y entablaron una conversación por varios minutos, ambos fueron muy amables con ella.
—Lamentablemente el matrimonio es necesario en esta vida, Maelyx —murmuró viendo a su loba, amaba el gran tamaño que tenía, era mucho más grande que los lobos comunes.— El matrimonio solo es un acuerdo político, un acuerdo que apoyará a la verdadera heredera.
Aunque lo negara, Vaenerys estaba divida en dos. Muy en el fondo, a pesar de ser una guerrera y meterse en temas de política, había una parte dentro de ella que quería experimentar lo que era el amor, uno fuerte, bonito y sincero, como el de sus padres.
Solo esperaba que eso no la llevara a la muerte.
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Daemon y Rhaenyra leían la carta enviada por Lord Cregan Stark, en la cual aceptaba la propuesta de matrimonio de Jacaerys Velaryon y Vaenerys Stark.
El príncipe canalla sonreía ladinamente al estar un paso adelante de los Hightower. Sabía de buena fuente que Alicent buscaba comprometer al tuerto de su hijo con su sobrina, y así unirse al Norte, era una lastima que eso ya no sea posible.
—Puedo asegurar que mi querida sobrina es igual de testadura y orgullosa que mi hermana —comentó Daemon.— Y también que no le entusiasma la idea de casarse.
—Pensé que querías comprometer a Jace y Baela —dijo viendo como su esposo posaba una mano en su vientre abultado.
—En un principio —fue todo lo que dijo, el tenía otros planes para su hija.
—Mandare un cuervo al Norte pidiendo que Vaenerys parta hasta aquí —dijo Rhaenyra recibiendo un asentimiento de su esposo.
Todo iba según lo planeado, sin saber que en King's Landing el Rey Viserys se debilitaba día con día y como Otto Hightower ganaba cada vez más poder.
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Cregan apretaba sus labios para evitar reír al ver la expresión de su sobrina, sabía que la noticia de ir a Rocadragón no le agradaría ni un poco, pero debía admitir, que a él tampoco le agradaba mucho la idea, su hijo tampoco estaría muy contento y ahora tendría que lidiar con su dramatismo .
—Sabia que en algún momento tendría que ir, pero no imaginé que sería tan pronto —murmuró dejando la carta a un lado.
—Mírale el lado bueno, hay varios de dragones con los que Rhaekhar estaría y además conocerás el lugar que tu madre tanto amaba, a tu padre también le gustaba mucho Rocadragón, aunque solo haya estado pocas veces ahí.
Vaenerys sonrió ante la mención de sus padres, la muerte de ambos habían dejado marca en su vida, pero sobre todo la de su padre, Robb Stark, ella ya no era la misma desde su muerte. Esa niña risueña que sonreía por cualquier cosa ya no estaba. Vaenerys era realmente apegada a su él desde que era tan solo una bebé, no aguantaba estar con una persona por mucho tiempo si no era su padre, no podía dormir sin escuchar su voz cantándole, con dificultad, la única canción en valyrio que sabía, él era su héroe y de un momento a otro lo había perdido.
Alyssa solía bromear por la preferencia de su hija por su padre, no le molestaba, más bien le alegraba ver la fuerte relación padre e hija que tenían.
Una de las cosas que Vaenerys recordaba era como su padre moría de miedo cuando su madre se la llevaba con su dragón, Hydra, a volar por Winterfell. Vaenerys aún podía recordar al dragón de su madre, era una majestuosa dragona de color completamente blanco y con unos ojos de un potente azul.
Alyssa tenía una fuerte conexión con su dragón, cuando ella falleció, Hydra voló de Winterfell y nadie más la volvió a ver, pero Vaenerys aún tenía la esperanza de encontrarla y, si era posible, que la aceptara como su jinete.
—Este siempre será tu hogar, Vaenerys. Si no te sientes bien en Rocadragón no dudes en volver —Cregan acarició con cariño el cabello platino de su sobrina.— Si no logras sentirte cómoda con Jacaerys solo tienes que pedirlo y haré de todo para anular el compromiso.
—¿Enserio?
—Una vez le juré a tus padres que velaría por tu felicidad —sonrió con nostalgia al recordar a a su hermano.— Y un Stark no falta a un juramento.
Vaenerys sonrió y abrazó a su tío, nunca imaginó su vida fuera del Norte y menos lejos de Cregan, el hombre que no dudó en asumir el rol de un padre para ella.
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