MENOS UNO

CAPÍTULO CINCUENTA Y SEIS

Menos uno,

< Final Alternativo 1/5 >

Los dos hermanos miraron el sobre que el hombre de rosados cabellos tiró sobre la mesa, después elevaron la mirada, encontrándose con los ojos de Sanzu.

— Me casaré con ella.

— Ajá ¿Y? — Ran cruzó sus brazos por detrás de su cabeza, apoyándose en estos.

— Aléjense de ella.

Haruchiyo frunció su ceño cuando ambos hermanos comenzaron a reír.

— No seas egoísta, Sanzu. — Rindo sonrió. — Ella fue quien quiso esto, no debes hablarlo con nosotros. — El menor de los hermanos señaló el pasillo que llevaba a la habitación principal. — Háblalo con ella.

— Imbéciles. — Sanzu miró hacia el pasillo, notando a la castaña acercándose mientras llevaba en sus manos una bolsa grande de frituras.

— Muchachos. — Kyomi sonrió, acercándose a ellos.

— Kyomi, déjalos. — Pidió Sanzu, Ran sonrió.

— Qué directo. — Watanabe observó a los tres hombres con confusión.

— ¿De qué hablas? — La menor tomó asiento sobre el regazo de Rindo quien no dudó en tomarle de la cintura.

— Digo que los dejes a ellos dos y te cases conmigo.

Los tres hombres se alertaron al notar a la mujer atragantarse con una fritura, golpeando su pecho en un intento por liberarse. Rindo le ayudó, palmeando su espalda un par de veces hasta que la menor dejó de toser.

— ¿Casarnos? — Kyomi miró a Rindo, notando a este encogerse de hombros. — ¿No es demasiado pronto para pensar en bodas?

— Quiero casarme contigo. — Aseguró Sanzu. — Y lo haremos, nos vamos a casar.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso? — Ran miró a Sanzu. — ¿Cómo sabes que ella no se casará primero con alguno de nosotros?

— Porque es mi mujer. — El peli-rosa miró a Kyomi quien se sonrojó. — Hemos estado juntos desde hace mucho más tiempo de lo que ustedes la conocen.

— Paren con esto. — Watanabe soltó un pesado suspiro. — Haruchiyo... El matrimonio es algo delicado para mí.

— ¿Prefieres seguir con esta mierda informal? — Kyomi hizo una mueca.

— No seas tan duro con ella. — Rindo se quejó. — ¿Así quieres que acepte casarse contigo?

— Está bien, Rin. — Kyomi dejó la bolsa de frituras a un lado, cerrando sus ojos pareciendo pensar las cosas.

— Creo que es momento para que ustedes dos, imbéciles, hablen seriamente con ella. — La menor abrió sus ojos confundida.

— ¿Hablar sobre qué? — Ran chasqueó la lengua. — ¿De qué debemos hablar?

— No es nada importante.

— Claro que lo es. — Sanzu parecía comenzar a molestarse. — Ya es hora de que paren con esta mierda de juego, si no la desean realmente deberían simplemente dejarla ir.

— ¿Chicos? — Ran miró a Kyomi quien parecía comenzar a molestarse también.

"Tal para cual". Pensó Rindo observando a Haruchiyo y Watanabe.

— Kyomi... — Ran hizo una mueca. — Sabes el tipo de hombre que soy, yo... No veo realmente lo nuestro como algo duradero... Es solo algo pasajero.

Sanzu apretó la mandíbula al notar la expresión dolida de la castaña, detestaba ver a su reina sufrir.
Kyomi giró su rostro, mirando esta vez a Rindo quien frunció el ceño.

— No pienso igual que Ran. — Aseguró el hermano menor. — Linda, si quieres irte con él... Yo no me opondré, desde un comienzo he sabido que de nosotros tres hay alguien que está en la cúspide de tu corazón.

Watanabe se puso de pie. — Necesito pensar un poco. — Sanzu notó a la mujer acercarse a él y sacar de uno de los bolsillos de su pantalón un cigarro y un encendedor, saliendo después de la residencia.

Los tres observaron sorprendidos a la castaña, nunca antes la habían visto fumar, debía de estar realmente molesta y estresada con la situación.

— ¿Todo ha sido un juego para ti? — Ran miró a su hermano, este fruncía su ceño. — Las cosas pudieron ser realmente diferentes para ella si no fueras un imbécil que quiere jugar con cada maldita mujer que ve.

— Rindo, no empieces.

Ambos hermanos salieron del sitio, discutiendo. Sanzu se dejó caer en uno de los sofás, acariciando sus sienes mientras esperaba que la menor volviera.

Los minutos comenzaron a pasar, Haruchiyo leía algo en su móvil hasta que el resonar de unos pasos acercándose llamó su atención. Sus ojos se alejaron del teléfono, observando a la castaña caminar hacia él con una expresión más relajada que antes.

— ¿Te sientes bien?

— Estoy bien. — Respondió la menor, tomando después asiento sobre el regazo de Haruchiyo quien no dudó en rodear su cintura con sus brazos. — Lo he estado pensando bastante.

— ¿Y?

— Ran me ha dejado las cosas en claro. — Sanzu asintió. — Pero Rindo... No sé qué piensa él realmente de esto.

— Dijo que si no querías continuar con esto él no tendría problema. — El hombre de rosados cabellos se inclinó, pegando sus labios a la clavícula de la menor. — Si fuera él yo sí tendría muchos problemas.

— Lo sé. — Kyomi sonrió, abrazando al hombre por el cuello. — Quiero pensarlo un poco más ¿Sabes? Así que... ¿Qué te parece si vamos a aquel sitio fuera de la ciudad?

— ¿A ese lugar? Dudo que siga igual que antes.

— Bueno, no perderíamos nada con ir a ver. — Haruchiyo aceptó, colocándose en pie junto a la mujer, caminando juntos a la salida.

Watanabe se tomó el tiempo de tomar antes una sábana en la cual se recostarían para disfrutar de las vistas al cielo nocturno.

No hubo un chófer esa vez, Sanzu se ofreció a conducir el vehículo y así tener una experiencia un poco más 'privada'. El viaje tardó un poco, después de todo el sitio que solían frecuentar durante su adolescencia se encontraba en las afueras de la ciudad, por lo que Kyomi cerró sus ojos y descansó unos minutos hasta sentir el vehículo detenerse en un gran terreno abandonado en las montañas.

— Sigue igual. — Comentó con sorpresa el mayor, Kyomi bajó del vehículo, Sanzu hizo lo mismo y tomando de sus manos caminaron juntos a lo más alto de esa elevación, acomodándose sobre aquella sábana que con antelación la mujer había llevado.

— Recuerdo que veníamos aquí siempre que tenía problemas en casa. — Kyomi rio avergonzada. — Te llamaba cuando tenía una pelea con mis padres y nos escapábamos por la madrugada a ver las estrellas.

— Sería aquí en donde te pediría ser mi novia antes de que te fueras. — Watanabe miró al mayor con sorpresa. — Planeaba hacerlo la noche siguiente, fue realmente difícil armarme de valor.

— Qué cursi. — La mujer sonrió, inclinándose a unir sus labios en un casto beso. — Lamento haber arruinado tus románticos planes.

— De cualquier forma, no te librarías de mí.

— Lo sé. — Ambos volvieron a unir sus labios en un lento beso. Al alejarse, Kyomi se sentó, mirando al cielo por unos momentos, Sanzu simplemente se dedicó a observarla desde su sitio.

Watanabe sabía que de los tres hombres con los que había estado anteriormente, Haruchiyo había sido el único que demostró ir totalmente en serio, dispuesto a lo que sea con tal de estar con la castaña, ya fuera por las buenas o por las malas.

Era aterrador.

Pero romántico a la vez.

Por supuesto que llegó a sentir algo por los hermanos, no era insensible y su actitud caballerosa le hizo caer totalmente rendida ante ellos, pero las confesiones de esa tarde habían sido demasiado sorprendentes y repentinas para la castaña al punto de llegar a ser dolorosas.

¿Que qué pensaba de Rindo? No era demasiado complicado, en realidad la castaña se encontraba totalmente encantada con el hermano menor, pero estaba segura de que los planes del hombre de hebras violeta no iban más allá de una relación seria, pero pasajera con la menor. Además, el saber que hubo una mujer por la que Rindo moriría antes y aún no podía superarla no le hacía sentir del todo cómoda, quería ser amada como era ella naturalmente, no ser el reflejo de alguien que ya no estaba en ese mundo.
En cambio, con tan sólo ver los ojos de Haruchiyo podía darse cuenta de todos los planes a largo plazo que el hombre había hecho a su lado.

¿No se suponía que era el más loco de esos tres? ¿Cómo diablos entonces se había enamorado de esa manera?

O quizá solamente Kyomi había aceptado correctamente sus sentimientos, porque si no lo hubiese hecho ¿A qué punto habría llegado Sanzu? ¿Golpear? ¿Amenazar? ¿Asesinar, tal vez?

Una sonrisa se estiró en el rostro de Kyomi antes de suspirar.

— Casémonos.

Sanzu abrió sus ojos con impresión, girando su rostro velozmente hacia la mujer quien miraba las estrellas pacíficamente.

Una enorme sonrisa de victoria se estiró en el rostro de Haruchiyo.

Lo había conseguido.

[...]

— Oh, mierda. Sanzu.

Kyomi tiró su cabeza hacia atrás, tomando con fuerza de los hombros del peli-rosa, siendo duramente embestida por el mayor.
Haruchiyo sonrió, inclinándose a besar a la mujer con desesperación mientras sentían ambos como llegaban a otro delicioso orgasmo entre gemidos y jadeos.

La castaña se alejó de los labios contrarios, mirando a Haruchiyo por unos segundos antes de comenzar ambos a reír.

— ¿Cuántas van ya? Quedarás seco, idiota. — Sanzu sonrió.

— No me importaría quedarme sin nada si se trata de tomar a la mujer que amo. — Kyomi sintió sus mejillas picar. — Volvamos a casa, señora Sanzu.

— Alto ahí. — La castaña frunció el ceño. — Suena demasiado raro si comienzas a llamarme Sanzu Kyomi.

— ¿Por qué es raro? — Watanabe se encogió de hombros. — Cuando nos casemos automáticamente tomarás mi apellido... ¿O deseas mantener el tuyo?

— Déjame pensarlo. — La menor se inclinó, dejando un último y corto beso en los labios del mayor antes de comenzar a vestirse ambos y acomodarse nuevamente en los asientos delanteros. — Tomaré tu apellido, pero... Hace poco descubrí algo. — Watanabe se inclinó, susurrando al oído del hombre. — ¿Cuál es tu verdadero nombre, Haru?

Sanzu observó con sorpresa a la castaña, esta sonrió victoriosa.

— ¿Cómo te enteraste?

— Las mentiras salen a la luz siempre, sin importar si pasa poco o mucho tiempo. — Haruchiyo rio por lo bajo.

— Es cierto. — El peli-rosa soltó encendió el vehículo, comenzando a conducir. — Mi verdadero nombre es Akashi Haruchiyo.

— ¿Akashi? — El hombre asintió. — ¿Cómo Akashi Takeo-

Kyomi miró con gran sorpresa a Sanzu, notando su sonrisa burlona.

— ¡No me digas!

— No te lo diré entonces. — Bromeó el mayor.

— ¡Es un decir, tarado! — Watanabe soltó una carcajada. — ¿Cómo no me di cuenta antes?

— Fuiste poco observadora. — Haruchiyo suspiró. — Takeomi es mi hermano mayor.

— No me esperaba esto en lo absoluto. — La mujer sonrió. — Entonces ¿No debería realmente llamarme Akashi Kyomi?

— Así es. — Sanzu pisó el acelerador, Kyomi gritó con sorpresa al sentir el vehículo comenzar a desplazarse con gran velocidad. — Sostente, preciosa, no vayas a salir volando.

— ¡Idiota! ¡Excedes los límites!

— ¿Desde cuándo sigo las leyes? — Haruchiyo soltó una carcajada, saltándose varios semáforos hasta llegar a su residencia en menos tiempo que antes.

Watanabe sintió el alma volver a su cuerpo antes de girar su rostro y mirar con su ceño fruncido al peli-rosa. Sanzu solo sonrió juguetón.

— No me mires así y bájate, tenemos cosas que hacer.

— ¿Qué cosas? — Sanzu bajó del vehículo, ayudando momentos después a la mujer a hacer lo mismo.

— Planear nuestra boda, por supuesto. — La castaña rio tomando la mano de Haruchiyo para así entrar juntos a la gran construcción.

— Quiero hablar antes con los hermanos. — Sanzu elevó una ceja. — En especial con Rindo.

— Llámalos, entonces.

— Es tarde. — Kyomi señaló su reloj. — Son las tres de la madrugada.

— ¿Tan tarde? — Sanzu sonrió con inocencia fingiendo no haber sido el culpable de su retraso. — Escríbeles para que vengan mañana, cuando despiertes seguramente estarán aquí.

— Bien.

Ambos entraron a su habitación, preparándose para descansar lo que restaba de la noche.
La mujer sonrió sintiendo a Haruchiyo abrazarle por la cintura al acostarse juntos sobre la cama, su vida realmente era de película, nadie podía decir lo contrario, después de todo vivía como una reina en aquella enorme mansión, con un apuesto y mafioso hombre que se encontraba casi en la cúspide de la jerarquía criminal japonesa.

Aun así, vivía una vida feliz.

Con él.

[...]

— ¿Lo has pensado? — Preguntó Rindo mirando a la castaña sentarse frente a ellos.

El hermano menor soltó un suspiro mientras una pequeña sonrisa se estiraba en su rostro, no necesitaba escuchar las palabras de la mujer para saber lo que se venía a continuación.
Watanabe miró la taza de té en sus manos por unos pocos segundos, dejándola a un lado antes de mirar a los dos hermanos a los ojos.

Sanzu quién se encontraba detrás del sofá en el cual ella estaba sentada apretó los hombros de la menor, apoyándola en aquella decisión.

— Ran. — El mayor miró a la castaña. — Me dejaste las cosas claras, debes saber mi opinión al respecto.

El hermano mayor apretó sus labios arrepentido, asintiendo después.

— Rindo. — El mencionado observó a la castaña, notando sus ojos claros sobre él, mirándole con duda.

— Está bien. — Watanabe le miró confundida. — Está bien si quieres terminar con esto, no me quejaré ni me sentiré mal, sé que esto le hace daño a su relación.

Una sonrisa de estiró en el rostro de Kyomi quien asintió.

— Gracias por comprender, Rindo. — El hermano menor sonrió asintiendo. — He decidido esto porque esta relación informal no duraría demasiado viéndolo desde un punto de vista realista.

— Tienes razón. — Susurró Ran. — No debimos ni siquiera comenzarla.

— No me arrepiento de esto. — Los dos hermanos observaron con sorpresa a la castaña. — Fue increíble cada momento que pasé con ustedes, muchachos... Pero no funcionarían las cosas, aunque no podía nunca elegir entre los tres, Sanzu siempre ha estado primero. — El peli-rosa sonrió con superioridad. — Por eso me casaré con él.

— ¿Qué tú qué? — Rindo mostró sorpresa.

— Lo que escuchaste. — Kyomi sonrió. — Quiero casarme con Sanzu, lo he pensado bien y... Este capricho mío debe de llegar a su fin ahora, por eso elijo a Sanzu.

— Lo entiendo. — Ran asintió. — Respeto tu decisión.

— Gracias, muchachos.

Los dos hermanos de pusieron de pie, Kyomi imitó su acción, uniéndose a ambos en un fuerte abrazo.

— ¿Puedo besarte una última vez? — Susurró Rindo con un tono bromista al oído de la castaña, Kyomi sonrió.

— Claro.

Sanzu frunció el ceño al notar a Rindo tomar las mejillas de su mujer, inclinándose a unir sus labios en un corto, último y suave toque.

— Ahora no eres nada de mi mujer. — Haruchiyo sacó su arma. — Puedo felizmente matarte.

Rindo se alejó de la menor, mirando con una sonrisa a Sanzu.

— Ella se interpondría de cualquier forma. — Kyomi miró a los dos hermanos marcharse, despidiéndose de ella y de su ahora prometido.

Haruchiyo miró a Kyomi, guardando su arma nuevamente. Watanabe corrió a sus brazos, uniéndose en un nuevo beso, demostrando el uno al otro la felicidad que sentían.

— Te dije que consigo lo que quiero.

— Y que me quieres solo para ti. — Recordó la menor, sonriente. — Lo sé.

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