DELICADO
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
Delicado,
— ¿Para qué me llamaste? Debo de ir a trabajar en media hora. — Recordó Ryo mientras tomaba la taza de café y la llevaba a sus labios, dándole un sorbo.
— No te preocupes por el tiempo, Sanzu vendrá pronto por nosotros. — El hermano menor miró a la mayor con curiosidad.
— ¿Y bien?
— Ryo... Es un tema delicado. — Avisó la castaña, el hombre asintió comprendiendo. — Además, quizá no te guste.
— Desde ya no me está agradando esto. — Ryo suspiró. — Solo dime una cosa, por favor.
— ¿Qué cosa?
— No estás embarazada de Sanzu ¿Cierto? — Las mejillas de Kyomi se pintaron de rojo.
— Idiota. No, claro que no. — Ryo suspiró aliviado. — Es peor.
— ¿Se van a casar?
— No, aún peor.
— ¡Suéltalo! — La mujer no sabía cómo decírselo, jugaba con sus dedos nerviosa, mirando a todos lados buscando una manera de comenzar. Ryo tomó una de las manos de su hermana, dándole un suave apretón. — No me enojaré, lo prometo.
— Bien... — Kyomi apretó sus labios, segundos después comenzó. — Hace unos días fui con Sanzu a una reunión que tendría su organización con unos negociantes.
— ¿No te hicieron daño?
— No. Es cierto que en algún momento se descontroló la situación, pero Kakucho estuvo cuidándome todo el tiempo, él resultó herido, pero ahora está recuperándose... Los dos hombres que llegaron estaban a punto de hacer una locura en contra de Haruchiyo y Mikey, y yo... Yo asesiné a uno de ellos.
Ryo se atragantó con su café, mirando a su hermana mayor con gran sorpresa.
— ¿Estás bien? ¿No necesitas un psicólogo o algo similar? — Kyomi rio por lo bajo.
— Estoy bien, el hombre muerto no tanto. — Ryo negó. — No es solo eso.
— ¿Qué más?
— Estoy del lado de Sanzu... No de su organización, es solo... Sí él llega a necesitar mi ayuda en algún momento, estaré totalmente dispuesta a dársela.
— ¿¡Qué!? — La castaña golpeó la mano de su hermano, llamando su atención para que no fuera ruidoso, después de todo se encontraban en un local público.
— Sí, hablé de eso con él, al principio no estaba segura, pero ahora lo estoy. — La mayor suspiró. — Espero que respetes mi decisión, Ryo, no la cambiaré... Realmente me gusta Sanzu.
— Respeto tu decisión, Kyomi. — Aseguró el menor. — Después de todo, yo también te oculté que era chef de criminales como ellos, estamos en las mismas.
— No lo estamos. — Ryo elevó una ceja. — Yo estoy dispuesta a hacer lo que sea por él... Tú no.
— Dios mío, Omi. — El menor suspiró. — ¿Qué pasará si se dan cuenta? ¿Qué pasará con tu trabajo?
— Estaba teniendo problemas con él y con el rector, ya renuncié.
— Ya veo. — Ryo miró la taza en sus manos por unos segundos antes de asentir. — Si es lo que quieres no interferiré. Solo prométeme algo.
— ¿Qué?
— Cuídate y no mueras. — La mujer sonrió con diversión.
— Tengo a tres hombres cuidándome la espalda, estaré bien.
Ambos observaron a través del gran ventanal a su lado un vehículo negro detenerse y de este bajar a un hombre de rosadas hebras. Una sonrisa se estiró en el rostro de Kyomi, Ryo lo notó y no supo si sentirse mal por permitir a su hermana amar a un criminal o sentirse igual de feliz tal como se sentía la mayor.
Ambos se pusieron de pie y salieron del sitio, la castaña se acercó a Haruchiyo, uniéndose los dos en un lento beso antes de entrar los tres al vehículo, la mujer entre ambos hombres.
— ¿Hablaste con tu hermano? — Preguntó Sanzu, la mujer asintió.
— No me agrada la idea en lo absoluto. — Agregó Ryo, sin mirarlos. — Pero es su decisión, que sea su hermano no significa que decidiré por ella.
— Conoces tu lugar, eso es bueno. — Ryo miró con molestia al otro hombre, este solamente sonrió con diversión mientras atraía a la mujer más a su cuerpo.
— Lo que sea.
El resto del camino los tres se mantuvieron en silencio con un Ryo incómodo y una pareja dándose muestras de afecto entre sí, por no llamarlo 'casi tragándose' frente al hermano menor.
Kyomi se alejó de Haruchiyo, mirándole por unos segundos antes de sonreír.
— Podrían evitar hacer eso frente a mí. — Soltó Ryo, Sanzu frunció su ceño.
— Es mi auto, puedes irte caminando si quieres. — El menor chasqueó la lengua.
— Llegamos. — Avisó Kyomi, el auto se detuvo segundos después. El peli-rosa descendió del vehículo, ayudando a la mujer a bajar también. — Te veo en un rato, Ryo.
— Está bien. — El castaño se separó de ellos dos, yendo a la cocina para realizar su trabajo.
Sanzu, por su parte, guio a la mujer hasta la sala de estar, sentándose ambos en el sofá, la mujer sobre el regazo del mayor.
— Tengo un regalo para ti. — Susurró el hombre, Kyomi le observó con curiosidad.
Inclinándose un poco, Haruchiyo tomó una pequeña caja que había en la mesa frente a los sofás, entregándosela a la mujer quien la tomó agradecida.
— ¿Qué es?
— Ábrelo y descúbrelo. — Watanabe hizo lo que pidió el mayor, abriendo la caja.
Fue una sorpresa para la menor encontrarse con una nueva y reluciente arma que le sacó una risilla.
— Ya que estás indirectamente involucrada en esta mierda ¿Qué mejor que tener una buena arma contigo?
— Te lo agradezco. — Ambos volvieron a fundirse en un beso. — Aunque prefiero cuando me las das tú.
— Qué sucia eres.
— Es tu culpa. — Kyomi sacó el arma de la caja, mirándola por unos segundos antes de sonreír y apuntar a la cabeza de Haruchiyo quien le miró con una sonrisa en su rostro. — Darme un arma podría ponerte en riesgo ¿Lo sabes?
— No eres capaz de dispararme.
— ¿Eso crees? — Kyomi bajó el martillo del arma, Haruchiyo elevó una ceja, la mujer rio por lo bajo. — ¡Bam!
— Ah, joder. — Sanzu le acercó más a su cuerpo. — Me pones tan duro si haces eso.
— ¿Te prende una mujer con armas? — Watanabe se inclinó, uniendo sus labios en un lento beso.
— Me prende cualquier cosa de ti.
— Lo tomaré como un alago, Amore mio. — Haruchiyo sonrió.
— Estás aprendiendo.
Ambos cayeron al sillón, la mujer sobre el hombre, continuando con aquel beso desesperado. Sanzu tomó el arma en manos de la castaña y se separó de sus labios, rozando la boquilla del arma por el cuello contrario. Los ojos de Kyomi se cerraron mientras una sonrisa se estiraba en su rostro.
— ¡Bam!
______________________________
💦 Un voto y un comentario se agradece.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top