COMPROMISO
CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE
Compromiso,
< Final Alternativo 2/5 >
Reiko soltó un grito de sorpresa logrando hacer reír a Kyomi quien enseñaba su mano al grupo de mujeres.
— ¿¡Cuándo pasó!?
— Ayer por la noche. — Watanabe sintió sus mejillas colorarse al recordar los hechos. — Fuimos a cenar y me lo propuso formalmente.
— Felicidades, Omi. — Sonrió Narumi, mirando de cerca el anillo de la mujer.
— Se ve terriblemente lujoso. — Añadió Mika.
— Le dije que no exagerara. — Comentó la castaña. — Pero nunca hace caso, es como hablar con la pared.
— Bueno ¿Cuándo será la boda? — Pregunto finalmente Ikeda, curiosa por la próxima ceremonia de su mejor amiga.
— Haruchiyo es algo desesperado... La boda está planeaba para dentro de tres meses.
— ¡Dios mío, Kyomi! ¡Eso es en nada! — La pelinegra se puso en pie de golpe. — ¿Qué harás?
— No seas desesperada tú también. — Kyomi rio. — Por eso las llamé... ¿Puedes ser mis damas?
— Es innecesaria la pregunta. Por supuesto que sí. — Respondió Furukawa, colocándose en pie también.
— ¿No debemos de buscar qué vestir, entonces? — Recordó Yasuda, Watanabe asintió.
— Les tengo una sorpresa.
La campanilla del local sonó avisando de la llegada de nuevos clientes, las cuatro mujeres giraron sus rostros, notando a dos hombres altos entrar al sitio y buscar con la mirada a cierta castaña de ojos claros.
— ¿Les apetece ir de compras?
— Diablos, sí. — Se apresuró Reiko.
— Kyomi. — Rindo sonrió. — Sanzu nos envió por ustedes ¿Están listas?
— Lo estamos.
— Andando. — Habló Ran, saliendo los seis del establecimiento.
Juntos subieron a aquella lujosa limusina, tres de las cuatro mujeres parecían encantadas con el vehículo.
— No exageren. — Watanabe sonrió. — Es solo un poco de metal con llantas.
— A Kokonoi no le gustaría escuchar eso. — Rio Ran. — ¿A dónde quieren ir primero?
— Al centro comercial, elegiremos los vestidos para nosotras tres. — Respondió Narumi mientras tecleaba algo en su móvil, Ran elevó una ceja.
— Es cierto. — Watanabe sonrió. — Dirígete al centro comercial más cercano.
El chófer asintió a las órdenes de la castaña, comenzando a conducir hacia el sitio indicado.
Los dos hombres se sintieron excluidos por aquellos minutos de viaje, sólo escuchaban a las cuatro mujeres hablar sobre qué se pondrían o qué planearían para la despedida de soltera.
Rindo codeó a su hermano llamando su atención.
— ¿Qué haremos para la despedida de soltero de Sanzu?
— ¿Mujeres? — Propuso Ran, el menor le miró obvio. — No lo sé ¿Qué le gusta a ese sujeto?
— ¿Le preguntamos a Kyomi? — Ran negó.
— Lo pensaremos después.
El vehículo se detuvo indicando su llegada a su destino. Los seis descendieron, adentrándose al gran centro comercial.
Ran y Rindo suspiraron con cansancio, sabían que ir de compras con Kyomi era agotador, no querían imaginar qué sería eso multiplicado por cuatro.
— Ve con ellas dos. — Señaló Ran. — Yo iré con esas otras.
— Bien. Suerte con Kyomi.
Los hermanos se separaron, siguiendo cada uno a una pareja diferente de mujeres en su salida de compras.
Por supuesto las horas pasaron rápidamente para las féminas, quienes al darse cuenta ya eran las seis de la tarde y habían gastado todo su día allí, comprando ropa y calzado.
— Omi. — Reiko miró a la castaña. — ¿Quién demonios paga todo esto?
— Kokonoi. — Ikeda elevó una ceja. — Es un compañero de trabajo de Haruchiyo, dijo que sería mi regalo de bodas.
— Pues vaya regalo de bodas tan costoso. — Watanabe rio.
— Fue muy amable de su parte.
Kyomi sonrió nerviosa, por supuesto omitiría el hecho de que el hombre de cabellos blancos había sido amenazado por su prometido a no cobrarle nada después si decidía darle ese regalo a su mujer, Hajime no tuvo más opción que aceptar al tener un arma en su sien a punto de ser disparada.
— ¿Terminaron? — Ran miró todas las bolsas en sus manos. — Me duelen los dedos ¿Saben?
— Tú te ofreciste. — Kyomi se acercó al más alto tomando un par de bolsas. — Bien, andando.
— ¿Es el asistente de tu prometido? — La castaña soltó una carcajada al observar el rostro ofendido de Ran.
— No lo es, es mi ex novio.
— ¿Tu ex? — Ikeda miró al hombre quien sonrió con diversión. — ¿Cómo atraes a tantos hombres guapos?
— Ellos vienen a mí. — Repitió la castaña, subiendo al vehículo en donde los otros tres faltantes se encontraban. — Siento la demora.
— Deberías de pagarme por esto, Kyomi. — Se quejó Rindo, cerrando sus ojos.
— ¿Me dirás que él también es tu ex? — Bromeó Reiko. Su sonrisa se borró al notar a Rindo observarlo con diversión. — Kyomi, dime que no.
— ¿Lo siento? — La castaña rio con diversión. — Conduce a casa de Haruchiyo.
El vehículo se puso en marcha.
Kyomi miró por la ventana durante todo el camino, ahora sus amigas habían entablado conversación con los hombres y realmente no le molestaba no prestarles atención o no ser parte de aquella charla.
Sus ojos observaron el camino en silencio mientras sonreía como toda una mujer tonta enamorada. Era increíble pensar que pronto contraería matrimonio con ese joven de rosados cabellos que había conocido cuando tan solo era una mocosa inmadura.
Pero aún había alguien que no estaba enterado de todo aquello, y quizá sería la persona que peor reacción tendría.
Así es, aún había alguien faltante por saber de su matrimonio.
Y era su hermano menor.
Kyomi suspiró pensando en diferentes situaciones y reacciones con su hermano, necesitaba hallar una manera de decírselo sin alterarlo demasiado, después de todo el hombre era un celoso de primera al igual que su prometido y la idea de que su hermana mayor fuera a contraer matrimonio con un criminal buscado como lo era Haruchiyo probablemente no le gustaría mucho.
— Kyomi. — Narumi chasqueó sus dedos un par de veces frente a la castaña, llamando su atención. — Llegamos.
— Oh, lo siento, no me di cuenta. — Ambas bajaron del vehículo, mirando a los demás quienes les esperaban afuera.
Los ojos de las tres mujeres volvieron a brillar con sorpresa al ver la enorme construcción que tenían al frente.
— Ni una mierda. — Reiko se giró. — No puedes vivir aquí.
— ¿Quieres que te lo demuestre? —Kyomi caminó a la entrada.
No debió decir absolutamente nada para que los hombres que vigilaban los enormes portones abrieran los mismos, permitiéndole el total acceso a la castaña.
— No se queden ahí, quiero presentarles a Haruchiyo... Pero antes déjenme revisar que no esté haciendo alguna locura adentro.
— ¿A qué te refieres con locura?
— Probablemente estar volándole los sesos a algún idiota. — Respondió Rindo.
Las mujeres soltaron una carcajada creyendo que aquello era tan sólo una broma.
Watanabe también rio, entrando primero y asegurándose de que el sitio fuese seguro.
— ¡Pueden entrar!
La castaña se giró, mirando a sus amigas adentrarse a la enorme residencia, observando todo con detalle.
Esa casa parecía una obra maestra digna de admirar.
Kyomi se sobresaltó al sentir unas manos deslizarse por su cintura, seguido de un suave toque de unos labios sobre su cuello.
— Siento la demora. — Susurró Watanabe, llamando la atención del grupo.
— ¿Son tus amigas? — La castaña asintió.
— Chicas, él es Sanzu Haruchiyo, mi prometido.
— Un placer. — Saludó Sanzu, las mujeres se presentaron y saludaron formalmente antes de sentarse en los sofás, notando al hermano de la castaña acercarse a dejar bocadillos sobre la mesa.
— Ryo. — Saludó Mika. — No sabía que trabajabas aquí.
El hermano de Kyomi miró a la menor antes de sonreír sintiendo sus mejillas colorarse.
— Hola, Mika. — El chico asintió. — Trabajo para Sanzu desde hace bastante tiempo.
— ¿Tu hermano ya está enterado de tu compromiso? — Preguntó sin disimulo el mayor de los Haitani.
Sanzu cerró sus ojos intentando mantener la calma. Kyomi miró a su hermano, notando a este mirarle también.
— ¿De qué compromiso habla, hermana?
[...]
Kyomi comenzó a preocuparse al ver los ojos de su hermano mayor enrojecerse mientras mantenía su ceño fruncido, siendo detenido por los hermanos Haitani y ella detenía a su prometido, evitando una tragedia.
— ¡Ya basta, ustedes dos! — La castaña miró a Sanzu, tomando sus mejillas. — Guarda el arma, Haruchiyo, no me hagas enojar.
— Nos casaremos, aunque él no quiera.
— Shh. Está bien. — El peli-rosa miró a su mujer. — Lo haremos de cualquier manera.
— ¡Kyomi! — Ryo forcejeó una vez más intentando soltarse de los dos mayores. — ¡No puedes casarte con ese bastardo!
— Basta, Ryo. — Kyomi se giró mirando a su hermano menor. — ¿Acaso no ves que tu actitud me hiere? Es lo que quiero... Quiero casarme con Haruchiyo.
— Es un criminal, es un asesino, Kyomi. — Ryo apretó la mandíbula con molestia. — Si te casas con él serás infeliz por el resto de tu vida.
— ¿Cómo estás seguro de eso? — La castaña se acercó a su hermano, mirándole a los ojos. — ¿Acaso ves el futuro? ¿Puedes ver lo que pasará y cómo pasará?
— Kyomi... Por favor.
— No, Ryo. — La mujer tiró de sus cabellos hacia atrás. — Me casaré con Haruchiyo en tres meses... ¿Irás?
— ¿Cómo quieres que vaya a esa mierda? Sería como estar celebrando tu condena de muerte.
— Ryo... — Los ojos de Kyomi se llenaron de unas pocas lágrimas antes de asentir. — Quería que fueras tú quien me llevara al altar. — Ryo se sorprendió, dejando de forcejear. — Después de todo no cuento con el apoyo de nuestros padres... Parece que con el tuyo tampoco.
Los presentes observaron a la castaña salir del sitio, Sanzu chasqueó la lengua siguiendo a la mujer.
— ¿Estás feliz? — Rindo soltó al menor con brusquedad. — Arruinas la felicidad de tu propia hermana por tu maldito egoísmo, ella está más segura al lado de Sanzu que a tu lado, imbécil.
Los dos hermanos salieron del sitio, dejando al castaño allí, sólo, con una gran cantidad de pensamientos y situaciones que procesar.
— Kyomi, espera.
La mujer se detuvo, mirando al peli-rosa acercarse a su lado, tomándole de la cintura.
— No puedo creer que reaccionara de esa manera, Haru. — La castaña miró al mayor, Sanzu no dudó en abrazarla con fuerza. — Es el único familiar que amo.
— Lo sé. — El mayor suspiró. — Cambiara de opinión, estoy seguro.
— No vayas a amenazarlo, por favor.
— ¿Acaso me veo tan malo? — Kyomi rio por lo bajo. — No le haré daño, no te preocupes por eso... ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta por ahí?
— Está bien. — Kyomi tomó la mano de Sanzu, dirigiéndose juntos a la sala de estar. — Chicas, debo de irme... Ran y Rindo las llevarán a sus casas pronto.
— ¿Todo está bien? — Mika miró a la castaña. — Escuché los gritos de Ryo desde aquí.
— Todo está bien. — Kyomi sonrió. — Solo está algo alterado, pronto se calmará.
— Andando. — Watanabe asintió, despidiéndose de sus amigas antes de retirarse de la residencia con Haruchiyo, subiendo ambos al vehículo del mayor.
El automóvil comenzó a moverse, la mujer bajó la ventanilla, disfrutando del aire frío que golpeaba su rostro durante el camino.
Sus ojos entrecerrados se abrieron bien al notar el vehículo detenerse por un momento frente al semáforo en rojo, notando al otro lado de la calle pegado contra una gran vitrina un boletín de 'desaparecido'.
Kyomi se sorprendió en demasía al leer rápidamente lo que en el papel decía.
Desaparecida
Tanaka Dina, 28 años.
Vista por última vez el 5 de agosto en el bar Las Estrellas durante su jornada laboral.
Kyomi giró su rostro, notando a Haruchiyo observar el mismo boletín con una expresión seria.
— Sanzu, tú-
— Sí. — Los orbes azules del mayor fueron a ella, mirándole con seriedad. — Fui yo... Intentó arruinar mi relación contigo, no podía permitir que algo así sucediera, tampoco lo permitiré ahora.
Watanabe soltó un largo suspiro mirando por última vez la fotografía de la pelinegra antes de que el vehículo comenzara a moverse nuevamente.
— Idiota. — Kyomi sonrió sacando del bolsillo del mayor una pequeña caja dejando caer a su boca una píldora, Sanzu sonrió orgulloso mirando a su mujer inclinarse a él y unir sus labios en un rápido beso, pasando con su lengua la píldora a la cavidad contraria.
— Qué rápido aprendes. — La menor volvió a su sitio, dejando caer a su boca otra píldora para su propio consumo. — Pero conducir drogado no debe de ser una buena idea.
Ambos rieron.
— ¿Cuántas veces no has conducido drogado? — La castaña ató sus largos cabellos en una coleta. — Estaciona ahí.
— Como órdenes, tesoro.
Haruchiyo detuvo el vehículo frente a un gran edificio, bajando juntos del móvil para entrar y pagar por una habitación de una noche.
Watanabe no dudó en abalanzarse sobre el hombre una vez estuvieron dentro de la habitación, uniéndose ambos en un desesperado beso caminando hasta la cama.
Sanzu rio tomando a la mujer en sus brazos, lanzándola segundos más tarde al colchón, colocándose sobre ella.
— Espero que los vecinos escuchen como te hago gritar. — Susurró Haruchiyo comenzando a deshacerse de las prendas de vestir que ambos llevaban puestas.
Kyomi enrolló sus piernas en la cintura del mayor, acercándole a su cuerpo uniéndose nuevamente en un beso mientras la castaña complacía al hombre tomando su falo y dando movimientos ascendentes y descendentes sobre el mismo.
Haruchiyo se quejó, imitando la acción de la menor al introducir dos de sus dedos en la cavidad de la contraria y así comenzar a estimularla.
Los ojos de Watanabe brillaron con deseo mientras notaba como los efectos de aquella píldora que momento atrás había ingerido comenzaban a tener efecto sobre ella.
— No perdamos más el tiempo. — Susurró el peli-rosa, alejándose de la menor para darle vuelta y de esa manera tener acceso completo a su trasero. — Practiquemos un poco para nuestra noche de bodas.
— ¿No crees que ya somos expertos en ello?
Kyomi gimió al sentir como su trasero era azotado por el cuero del cinturón de Haruchiyo. Una sonrisa se estiró en su rostro.
La dominación sexual por parte del peli-rosa simplemente lograba volverle loca, y ni hablar de lo que hacían las sustancias que en aquel momento circulaban por su cuerpo.
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