BIENVENIDA

CAPÍTULO UNO

Bienvenida,

11 años atrás

El ruido de los golpes llamó la atención de la castaña, quien se detuvo, dejando la bolsa con los ingredientes para la cena en el suelo. La curiosidad mató al gato, eso habría dicho de no ser porque aquella vez la curiosidad ayudó al gato a salvar a alguien.

Frente a ella había un grupo de cinco chicos, probablemente de su misma edad, el más delgado en el centro, siendo golpeado por los otros cuatro.

— Así que... Matones. — La chica estaba a punto de marcharse, pero al ver como la mascarilla que usaba el chico del centro era rota y este cubría su rostro con rapidez se quedó. La defensa del chico delgado desapareció, y si no hacía algo definitivamente lo destrozarían. La consciencia de Kyomi seguramente la atormentaría durante la noche, recordándole su poca ayuda al muchacho si no hacía nada así que, con valor, corrió hacia el sujeto que parecía ser el líder, dándole una fuerte patada a la cabeza que lo lanzó al suelo, tomando por sorpresa a todos los demás.

No se iba a suicidar, quería vivir un poco más, y si se enfrentaba a todos esos sujetos no podría hacerlo así que tomó la mano del chico delgado, arrastrándole consigo huyendo de aquel grupo.
Al pasar por la salida, tomó la bolsa con las compras rápidamente y continuó corriendo hasta perder de vista a los matones.

— ¿Estás bien? — El chico solo asintió, Kyomi le observó por unos segundos más antes de recordar la razón por la que el chico cubría aún su rostro, su mascarilla había sido rota antes. — Espera un momento.

La menor se agachó, sacando de su bolsa una de las dos mascarillas que había comprado, su hermano menor tenía tos, y prefería asistir a la preparatoria con una mascarilla para evitar contagiar a alguien más, así que como buena hermana mayor había comprado un par antes.

— Toma, las compré recién, puedes quedarte con ella. — El chico tomó la mascarilla, girándose y colocándosela rápidamente.

— Te lo agradezco. — Kyomi observó por unos segundos las características de su rostro superior, eran agradables a la vista.

— Oh, tienes unos lindos ojos. — Resaltó la castaña antes de darse cuenta de su descarado cumplido. — Lo siento ¿Seguro estás bien? Parecían estarte pateando el trasero.

— Estoy bien ¿Tú lo estás? No debiste de ser descuidada, pudieron golpearte de vuelta.

— No importa, de cualquier forma, huiría. — La menor sonrió. — Soy Watanabe Kyomi, es un placer... Uhm...

— Sanzu, Haruchiyo Sanzu. — El chico estrechó su mano con la de la menor. — Gracias por salvarme de esa, Watanabe.

— No fue nada, Sanzu. — Los ojos del mayor brillaron mientras observaba la hermosa sonrisa que se estiraba en el rostro de la castaña mientras sus cabellos eran sacudidos por el fuerte viento de la noche.

— ¿Me dejarías acompañarte a tu casa? Es tarde.

— Claro, gracias.

Ambos comenzaron a caminar, el chico de blancos cabellos no pudo evitar sorprenderse al notar lo sencillo y fácil que fue entablar una conversación con la castaña, era increíblemente difícil hacerlo con cualquier hora persona que no fuera cercano a él, la confianza y seguridad que la chica le trasmitía era sorprendente.

¿Acaso Sanzu podía llamarle a aquello amor a primera vista?

Pudo haberlo llamado así de no ser porque después de un año la chica desapareció y no volvió a verle nunca más rompiendo su enamorado corazón.

Actualidad

Kyomi salía del aeropuerto, mirando a su alrededor antes de sonreír y llamar a un taxi. Podía ser algo complicado de entender al comienzo, pero al escuchar toda la historia no lo era realmente.

Había sido su cumpleaños número quince cuando la chica debió de marcharse del país ¿La razón? Estudios, sus queridos padres le había obligado a salir del país e ir a estudiar a Inglaterra hasta volverse profesional en algún área. Así lo hizo, aunque sus padres nunca estuvieron realmente orgullosos de su esfuerzo y aquello enojaba terriblemente a la castaña, porque había sido su culpa haber abandonado sus raíces y amistades once años atrás, esperó al menos una felicitación, pero nunca llegó, aunque no le sorprendía del todo.

Japón era totalmente diferente a como lo recordaba, pero por supuesto lo sería después de pasar once años en el extranjero, estudiando como un esclavo hasta volverse una gran profesora de inglés. Había conseguido trabajo en su país natal, y aquello le emocionaba, no podía esperar por llamar a sus viejas amigas, con la mayoría había perdido el contacto, pero aún tenía a su hermano menor y a sus dos mejores amigas quienes le esperaban ansiosos por verle.

A diferencia de Kyomi, su hermano menor, Ryo, no fue obligado a estudiar en el extranjero, la castaña no entendía el porqué, pero no se rompería la cabeza intentando descifrar la razón.

El vehículo que tomó le llevó hasta una bonita casa de todos blancos y grises, la casa en donde se había criado toda su vida y ahora pertenecía a su hermano menor. Una enorme sonrisa se estiró en su rostro cuando, después de pagar y bajar, se encontró con su hermano menor en la entrada para recibirle. Sí, todo lo contrario a sus padres.

— Ryo. — Saludó la mujer, acercándose a su hermano para abrazarle con fuerza.

— Kyomi, ha pasado tanto tiempo, hermana. — Ambos se abrazaron con fuerza por unos minutos antes de entrar a la casa. — Puedes quedarte todo el tiempo que necesites.

— Te lo agradezco, Ryo. — Su hermano tomó la maleta en sus manos y la llevó a la que sería su habitación, la cual ya estaba ordenada y limpia para ella.

— ¿Cuándo comenzarás a trabajar?

— En tres días, debo de ir a la preparatoria al centro de Tokio, me dedicaré estos dos días siguientes a buscar una casa o un departamento, ahorré bastante para esto. — Su hermano asintió, comprendiendo.

— Tengo unos contactos que podrían ayudarte a conseguir un departamento o una casa en la que puedas vivir ¿Te envío sus números?

— Por favor. — Kyomi se dejó caer sobre su cama, mirando su móvil, pocos segundos después llegaron tres mensajes de su hermano, eran tres contactos diferentes:

👥 Takeomi Akashi y 2 contactos más

— Te lo agradezco, les escribiré más tarde.

— Avísame cuando lo hagas, a veces pueden ser un poco cascarrabias, así que diles que vas de mi parte.

— Claro. Descansaré un poco antes. — Su hermano asintió, saliendo de la habitación.

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