AYUDA
CAPÍTULO QUINCE
Ayuda,
Correr en tacones era una tortura, los dos hombres detrás de ella estaban por alcanzarle y sus pies dolían como el infierno.
Intentó acelerar su correr, pero simplemente su cuerpo ya no tenía fuerzas. Kyomi giró, adentrándose a un callejón oscuro, perdiendo de vista a los dos hombres. Suspiró con alivio antes de sentir unos brazos tomando sus hombros, el sobresalto le hizo caer al suelo, doblándose un tobillo en el proceso.
— Mira qué linda chica tenemos aquí. — Watanabe tembló mirando a los tres hombres frente a ella, estaban mal vestidos y olían a alcohol y drogas.
— ¡Aléjate! — Quiso vomitar al sentir las ásperas manos de uno de ellos recorriendo sus piernas de abajo hacia arriba, tomando sus caderas. — ¡Suéltame, imbécil!
— No seas terca, lindura, apuesto a que lo disfrutarás tanto como nosotros.
— No quiero, idiota. — Con una patada la mujer alejó al hombre, colocándose de pie.
Gimió con dolor al sentir su pie izquierdo doler a causa de la torcedura, y con esfuerzo intentó alejarse de esos hombres. Uno de ellos tiró de sus cabellos, pegándole a una pared de frente, colocándose detrás suyo después.
Los ojos de Kyomi se cristalizaron al sentir las manos del otro sujeto recorrer su cuerpo de esa manera mientras susurraba obscenidades en su oído.
Fue entonces que un disparo resonó por todo el sitio.
Los ojos de Watanabe se movieron rápidamente hacia su derecha, notando al hombre caer al suelo, sin vida.
— Kyomi. — La mujer se giró, notando a Sanzu acercarse a ella y revisar su rostro y cuerpo en busca de alguna herida. — ¿Qué te hicieron esos bastardos?
— Sanzu... — La castaña sollozó antes de abalanzarse hacia el hombre, aferrándose a su cuerpo.
— Dime qué fue lo que te hicieron. — Haruchiyo apartó a la mujer, notando como esta se tambaleaba, cojeando un poco. — ¿Te lastimaron?
— Me lastimé el tobillo, lo siento. — El peli-rosa se acercó a la mujer tomándole en brazos. Kyomi se aferró una vez más a Haruchiyo, este pudo sentir como el cuerpo de la menor temblaba, probablemente ante el temor vivido hacía unos segundos atrás.
— No debiste de haber huido así, idiota. — Regañó el hombre. Kyomi no respondió. — Te llevaré a mi casa... Por favor no vuelvas a huir.
— No lo haré. — Respondió en un susurro la castaña.
Sanzu sacó su teléfono con una mano y marcó el número de Rindo quien contestó a los pocos segundos. Haruchiyo le informó de la situación mientras caminaban. Watanabe pudo ver cómo conforme salían del callejón los cuerpos de aquellos tres sujetos se encontraban en el suelo, pintando el asfalto de un tono oscuro a causa de la sangre regada. Al contrario de los primeros hombres en ser asesinados, Kyomi no sintió pena por ellos, intentaron hacer algo terrible con ella, no podía tenerles compasión.
— Rindo volvió a la casa. — Avisó Haruchiyo. — Ran y él se quedarán esta noche en casa, tú también.
La castaña no reprochó, no tenía ganas de pasar aquella noche sola tampoco, y aunque fuera acompañada por tres asesinos, uno de esos asesinos era su amigo de infancia y los otros dos los hombres que se le insinuaban desde hacía rato.
— Sanzu. — El hombre respondió con un 'hmm', afirmando que la escuchaba. — Aunque hayas asesinado a esos hombres... Gracias por salvarme, en serio te lo agradezco.
— No podría permitir que nadie te haga daño... Eres mía, nadie más puede tocar lo que es mío. — Watanabe cerró sus ojos, apoyando su cabeza contra el pecho del mayor. — Llamaré al doctor mañana temprano para que revise tu pie.
— No es necesario, es una simple torcedura.
— Lo haré de cualquier forma. — Sanzu frunció su ceño, entrando finalmente a su residencia.
En el living se encontraban los dos hermanos, quienes al ver a la mujer en brazos de Haruchiyo se acercaron, Sanzu les apartó, continuando su camino hacia su habitación.
— ¿Estás bien, nena? — Preguntó Ran.
— Estoy bien. — Kyomi estiró su mano, la cual fue tomada por el mayor quien suspiró depositando un delicado beso en sus nudillos.
— Su tobillo está lesionado, contacten con el doctor para que venga lo antes posible mañana.
— Bien. — Rindo sacó su móvil, haciendo lo pedido.
Kyomi sintió como era recostada con cuidado sobre la cama del peli-rosa, quien le observó por unos segundos antes de inclinarse y unir sus labios en un desesperado beso, tomando de su nuca para que la mujer no pudiera alejarse, aunque de cualquier manera no lo habría hecho.
— Insistiré una última vez... ¿Esos hombres te tocaron?
— No hicieron nada grave, Sanzu. — Kyomi tomó una de las manos de Haruchiyo, señalando con esta cada zona por donde aquellas ásperas manos habían pasado, conforme descendía los ojos de Haruchiyo solo mostraban más y más rabia acumulada, hasta que la mujer se detuvo sobre uno de sus pechos.
Sanzu no dudó en abrazar a la castaña cuando sollozó y comenzó a llorar, aferrándose a su cuerpo con fuerza.
— Todos están muertos, desde ahora, si es necesario asesinaré a cualquier hombre que se te acerqué de más, nadie tiene derecho a tocarte... Nunca más. — El mayor tomó su mentón, mirándole a los ojos. — A mi lado prometo que siempre estarás segura y nadie te dañará.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo, amore mio. — Kyomi sonrió, acercando al hombre a sí misma para depositar un suave beso en sus labios.
— Sigo aquí. — Ambos se alejaron girando sus rostros, encontrándose con Ran apoyado en el marco de la puerta. — Traje esto para Kyomi.
— Gracias. — Sanzu tomó los vendajes, después se acercó a tomar uno de los pies de la mujer, mirándolo por unos segundos analizando la gravedad de la lesión. — No es muy importante, espero que te haya quedado de lección no correr con tacones.
— No volverá a pasar.
— Por supuesto que no pasará. — Ran se sentó a un lado de la mujer, acariciando su mejilla. — He contratado a un chófer para que te lleve y recoja de cualquier sitio al que debas ir o venir cuando nosotros no podamos hacerlo.
— No era necesario.
— Claro que sí. — Ran tomó la mano de la mujer, dejando suaves besos en su palma mirándole a los ojos mientras sonreía. — Es más ¿Por qué no vas a vivir a nuestra casa?
— Deja de soñar tanto. — Interrumpió Sanzu quién vendaba el tobillo de la mujer. — Si Kyomi vivirá con alguien será conmigo, no con ustedes.
— Oigan. — Watanabe frunció su ceño. — No ha pasado ni un día desde que acordamos esto y ustedes ya están planeando con quién viviré. ¿Por qué no dejan de soñar los dos? Continuaré viviendo en mi casa.
— Deberías de darme una llave de tu casa. — La mujer elevó una ceja mirando a Ran quien sonrió. — ¿Qué pasa si quiero darte una sorpresa en algún momento? No podría entrar sin romper una ventana.
— Lo pensaré.
— Dame una a mí también. — Ordenó Sanzu, Kyomi rodó los ojos. — Listo. Descansa por ahora.
— Gracias, Sanzu. — Watanabe miró sus manos por unos segundos antes de hacer una mueca. — Aunque preferiría ducharme y cambiarme a algo más cómodo.
— Pediré que traigan ropa para ti ¿Necesitas ayuda para bañarte? — Preguntó Haruchiyo, la mujer negó.
— Estoy adolorida, pero no invalida, aún puedo ducharme.
— Bien.
______________________________
💦 Un voto y un comentario se agradece.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top