24 "Solo unos días"

Inhalo el frío aire de un día nublado desde el balcón, bebiendo un sorbo del delicioso café que acabo de comprar solo para verlo unos minutos.
En mi cuerpo invadía una necesidad de ver su rostro, escuchar su voz, ¿cómo es que se extraña a una persona con tanta intensidad?

¿Cómo es que se puede amar a una persona con tanta intensidad?

Miro la hora en el reloj de mi muñeca izquierda, tan solo faltan dos horas para verte.

Mierda, Minho, ¿con qué clase de flecha me has disparado?

Las hojas de los árboles se mueven con el viento junto a mi cabello.
¿Por qué los días nublados son los más relajadores? Con el simple ruido de la lluvia cayendo, es simplemente perfecto.

Tú, yo, una película, en la cama y el cielo a punto de caerse por la tormenta, es un plan jodidamente encantador.

También podríamos follar, pero creo que lo dejo para otra ocasión.
¿Tú eres mi cielo? ¿Eres mi lluvia tranquilizadora? ¿Eres mi paz?

Porque es lo que siento cuando estoy contigo, una jodida paz.

Odio que tengas ese efecto en mí, pero a la vez me encanta.

Tan solo fueron unos días que ya caí ante tí.

¿Cómo lo has hecho? ¿A caso sabes como me haces sentir?
Estar contigo, con tan solo ver tu sonrisa, me dí cuenta que eres la persona correcta que nunca he buscado.

Pero no en las circunstancias que quisiera.

¿Qué pasará si voy y te digo ahora mismo la verdad? ¿Cambiará algo? ¿O solo lo empeorará?

Mierda, te amo tanto.

¿Tan solo fueron unos días? ¿En los que trataba de convencerme de que eras mi juguete cuando nunca lo fuiste? ¿O en los que creía que tú no me gustabas y me parecías patético?

A veces pensaba que yo era tu juguete, porque no sabía que diablos ocurría con mis sentimientos.

¿Qué es lo que te tengo que decir? ¿Gracias por aparecer en mi vida y darme un motivo por el cual ser feliz y luchar? ¿Luchar por tí por que en cualquier momento puedo cometer otro error estúpido?

Sí, mierda, me das motivos para tenerte en mí vida.
Más bien, me das motivos para yo estar en tú vida.

—¿Te has vuelto adicto al café? —Hyunjin se sienta en la silla a un lado de la puerta de vidrio.

Bebo un sorbo. Apoyo ambos brazos en la barandilla, cruzo los pies y dejo el vaso en mis manos al aire.

—Me he vuelto adicto a su café, no a cualquiera —volteo un poco mi cabeza para verlo de reojo—. ¿Qué haces aquí?

—¿No puedo visitar a mi hyung, mejor amigo, hermano favorito?

—¿Qué es lo que quieres?

—Nada, solo me aburría, ¿por qué tan callado?

Miro hacia abajo, pegando la vista en mi auto, recordando como sostenía sus hombros y lloraba por mí culpa. ¿Por qué no puedo olvidar? Él ya me ha perdonado.

—¿Hyung? ¿Qué sucede?

—Aposté —suelto, luego de varios segundos en silencio.

—Todos lo hacen, ¿por qué tanta preocupación?

—Aposté a acostarme con él, si ganaba, Soobin se me quitaría de encima y...

—¿Y, qué?

—Dinero.

Bebo el último sorbo de la bebida y lo dejo sobre la barandilla. Vuelvo mis ojos hacia los árboles, sintiendo un poco más el viento.

—Te enamoraste de él, por eso no lo has dejado —asiento—. ¿Se lo has dicho? —niego—. ¿Piensas hacerlo?

—Yo... No lo sé, de las dos formas, creo que lo perdería.

—Pensé que eras menos idiota, ¿sabes como se sentirá Minho si se entera de otras personas y no de tí? —asiento—. Sabía que habia algo raro en tí, ¿enamorarte de la nada? ¿novio? ¿de un día para el otro? Mierda, Jisung ¿cómo puedes jugar así?

—No estoy jugando, nunca lo hice —me acerco a él para sentarme en la otra silla—. Al principio había jurado que sería así...

—¿Así, cómo?

—Enamorarlo, follarlo y tirarlo.

¿Por qué pensar en esto se me contrae el corazón?

—Te enamoraste de verdad —Hyunjin mira a sus pies, tratando de procesar lo que acabo de decir.

Mientras que yo, me muerdo el labio fuertemente al pensar las ideas que tenía antes.

Antes de conocerlo.
Antes de conocer su sonrisa, sus labios y sus ojos. Antes de conocer su cuerpo, acariciar su piel, su cabello.

Antes de volverme adicto a él.

Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás, regresar a esos días, a aquella noche y no meterte en mi vida, creo que sería mejor.
Dejarte tan solo como una loca y hermosa fantasía dentro de mi mente cuando ví de cerca tus carnosos y suaves labios.

—No digas nada, ¿sí? Necesito tiempo para pensar que hacer.

—Mientras tú piensas, alguien más lo larga de su boca —bebe un poco de su vaso.

Maldición, ¿por qué tiene siempre la razón?

—Lo siento, no tengo que ser tan duro contigo, es tú problema.

—¿Cómo pasó con Mina? —me mira—. Quiero decir, ella le confesó tus sentimientos a Jeongin, ¿Tú crees que Soobin dirá algo?

—No lo sé, pero no se quedará de brazos cruzados mientras tú eres feliz con alguien más, recuerda lo que hizo aquella vez.

—¿Los rumores que inventó?

—No, te rompió el parabrisas solo porque una rubia se te colgaba del hombro.

—Mierda, amaba ese auto.

—No me has dicho que harías si perdías —vuelve a beber.

—Ser un prostituto —Hyunjin escupe el contenido de su boca.

—¿Te iba a follar? —larga una carcajada—. ¿Y tú que le dijiste?

—Que nadie se resiste a mis encantos.

—Y fuiste tú quién mordió el anzuelo.

—No me arrepiento.

Claro que no lo hago.
No me arrepiento de conocerlo. No me arrepiento de ir ese día a la cafetería. No de besarlo, de acariciarlo, de nada.
Me arrepiento de mentirle todos los días en la puta cara porque al principio no fui para nada sincero. Qué lo que me llevo a acercarme a él, solo fue un juego que iba a durar solo unos días.

Ahora lo quiero conmigo, para toda la vida.

—Es tarde Hyunjin, tengo que irme —me levanto de la silla y salgo de la habitación, con mi menor detrás mío.

Tomo mi abrigo. Cuelgo las llaves del auto en el dedo índice para abrir la puerta, pero la voz de Hyunjin me detiene.

—Hyung, no soy quien para decirle que hacer, pero si lo ama, tiene que decirle la verdad, tarde o temprano lo sabrá —ni siquiera lo miro.

El frío viento pega, pero esta vez en todo mi cuerpo mientras camino hacia el auto.

¿Qué debo hacer?

Enciendo el motor y pongo el vehículo en marcha.

¿Por qué diablos lo dije? ¿Y por qué diablos tiene razón?
No me arrepiento en lo absoluto de enamorarme de tí. Pero si me arrepiento de haber pactado la apuesta.

¿Por qué tienes que hacerme esto?
Cuando no estás, me hundo en mis pensamientos, los que podría matarme, pero cuando estás junto a mí, alivias mi corazón, ¿por qué, amor?

Aparco el auto justo en frente de la cafetería. Minho se despide de Changbin, quién me mira un poco serio, pero sonríe.
Abre la puerta, dejando entrar un poco de frío, pero la cierra de inmediato.
Me acerco a él, tomándolo de las mejillas para besarlo.
Lo miro a los ojos, pasando mis manos hacia su cuello un poco descubierto.

—Estás congelado, ¿no te han enseñado a esperar adentro cuando hace frío?

—Ya, lo siento, cerramos temprano —vuelve a besarme.

—Solo quiero que no te enfermes —sonríe.

Vuelvo a acomodarme en mi asiento para poner el motor en marcha.

—¿Quieres ver una película?

—¿Qué si quiero follarte? —lo miro y él golpea mi brazo—. Auch, solo bromeaba, ¿qué tienes en mente?

Dejo el auto en la entrada y él sale como un niño a punto de entrar al parque.

—¿¡Por qué siempre corres!? —le sigo el paso rápido, adentrándome en la casa—. ¿Por qué tan apresurado?

—Ven —toma de mi mano con fuerza y me lleva hacia las escaleras para ir a la habitación.

—No pensé que tomarías tan en serio lo de follar.

Se acuesta en la cama, alzando el control remoto, así encender el televisor.

—La película está a punto de empezar, acuéstate —deja el control de lado, encontrando el canal del film.

—Por lo menos, déjame preparar palomitas —me levanto pero el alcanza a tomar mi mano.

—Luego, ven —me tira hacia él para que vuelva a acostarme.

Me acomodo en su pecho para escuchar el latido de su corazón.

Mierda, cada vez me gusta más el sonido de sus latidos.

¿Cómo es que alguien te tranquiliza sin hacer nada? ¿Cómo diablos lo haces? ¿Cómo te volviste mi paz? ¿Cuando te convertiste en mi todo? Si comenzamos siendo nada.

—Hannie —alzo un poco la camiseta para sentir la piel cálida de su abdomen.

—¿Qué sucede? ¿Por qué el silencio de repente?

—Tengo que decirte algo —apoyo mi mentón sobre su pectoral, frunciendo el ceño.

—No me digas que estás embarazado —golpea levemente mi cabeza.

—¿Algún día me vas a decir como inventas cada cosa? —larga una carcajada—. Solo me quiero quedar unos días contigo.

—Me asustas, Minho —largo un pequeña risa y hundo mis manos a los costados de su cuerpo para verlo a los ojos y sonreír—. ¿Quieres practicar para cuando vivamos juntos?

—¿Quieres vivir conmigo? —sonríe—. ¿Piensas en un futuro conmigo?

Me acerco a sus labios para besarlos lentamente, así disfrutar de ese cosquilleo que se produce en mi interior.

—No, no quiero solo un futuro contigo, lo quiero en esta vida y en las que están por venir o la mierda que sea, pero contigo —tira de mi camiseta.

—Te amo —su aliento pega en mi boca.

—Te a...—fuí interrumpido por sus labios sobre los míos—. Ya, hay que ver la película.

—Pero yo quiero besarte —trato de unir nuevamente nuestros labios, pero me detiene apoyando su mano sobre ellos.

—Esperé todo un año a qué se estrenara, no me la pienso perder, ¿entiendes? —dejo un beso sobre su palma para luego pasar la lengua—. ¡Que asco, Jisung! —pasa la mano por mi camiseta mientras largo una carcajada.

—Minho te he lamido hasta el...

—La película, Hannie.

—De acuerdo —vuelvo a acomodarme en su pecho.

Con tan solo sentir sus latidos, todas mis preguntas obtienen su respuesta.

Eres mi día lluvioso, con aroma a tierra mojada en el aire. Las gotas de lluvia golpeando por la ventana, haciéndose cada vez más fuerte.
Eres mi día soleado, con olor a primavera. Con los rayos del sol atravesando la ventana y el viento revolviendo mi cabello.
Lo que quiero decir, es que en cualquier momento, relajas mi corazón y mi mente.
¿Es absurdo lo que digo? Sí, pero así lo siento yo.

Ahora es su sonrisa la que alumbra mis días.

¿Cómo es que dejé que me hagas esto? Te has convertido en mi todo de un día para el otro.
¿Esto significa que no puedo vivir sin tí?

Mierda, aterra la idea de vivir sin tí.

¿Cómo es que te amo tanto para querer una vida contigo? Porque estoy decidido a tenerla.

Ahora no hay Han Jisung sin un Lee Minho.
Y creéme, tengo miedo de que seas perfecto para mí y yo un desastre para tí.

—Hablando de futuro, ¿te casarás? —la voz ronca de Minho se hace presente.

—Tal vez sí, eso depende con la persona con la cual esté —deja de acariciarme el cabello—. ¿No me preguntarás quién es esa persona?

—¿Cómo sabes que persona se casaría contigo?

—Tú —vuelvo a hundir mis manos en el colchón para mirarlo a los ojos—. ¿Qué no has escuchado? Te quiero conmigo para toda la vida, y sé que suena loco, pero me gusta —su sonrisa aparece

—Mmmh, buena respuesta.

—Lo sé, lo he estado practicando desde que me enamoré de tí.

—¿Cómo estás tan seguro de que me casaría contigo?

—Porque tengo la certeza de que no puedes vivir sin mí —asiente.

—Acertaste muy bien —me besa.

Vuelvo a acomodarme en su pecho.
Su corazon golpeando contra mi oído, es lo único que quiero escuchar. Además de ver tus ojos rojos cuando recién despiertas o tu voz ronca.

Oh mierda, es tan excitante.

Tú sonrisa. Nunca me enamoré tanto del sonido de una carcajada. Jamás me volví adicto a sonidos así, tan hermosos.

Además de volverme adicto a tí.

No me arrepiento, claro que no lo hago.

Hay algo de lo que estoy seguro por primera vez, yo no te quiero solo unos días conmigo, te quiero para toda la vida.

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