001➽❛𝑾𝒆𝒍𝒄𝒐𝒎𝒆 𝒕𝒐 𝑯𝒐𝒈𝒘𝒂𝒓𝒕𝒔❜

❛❛Bienvenidos a Hogwarts❜❜

━━━AVALON SE CAYÓ SOBRE MÍ CUANDO NOS BAJAMOS DEL TREN.

El viento fresco de la noche acariciaba mi rostro mientras nos poníamos de pie.

—Lo siento —dijo Avalon entre risas.

—Voy a empujarte al lago.

—Quiero verte intentarlo.

Rowan bajó de un salto y casi se cae de cara, al menos nosotras la alcanzamos a sujetar. 

Mis pasos resonaban en el sendero empedrado mientras seguíamos a un hombre gigante hacia el lago. Nos había dicho que los de primer año iban por una entrada diferente a los demás. 

Avalon y Rowan no paraban de hablar desde que descubrieron que ambas tenían una enorme pasión por las novelas de romance. A mí también me gustaban, pero no tanto como a ellas.

Las torres del castillo se alzaban majestuosas contra el cielo estrellado, sus ventanas iluminadas parpadeaban como luciérnagas en la oscuridad. La luz de la luna teñía el paisaje con un brillo plateado, iluminando nuestro camino hacia el gran vestíbulo.

Nos hicieron subir por varias escaleras hasta un corredor con una puerta enorme. Éramos unos cincuenta niños, todos ya con nuestros uniformes, esperando a ver qué nos decían.

Una señora alta con un sombrero de punta y mirada seria, quién se presentó como Profesora McGonagall, nos dijo que al pasar las puertas, sería nuestra Ceremonia de Selección. Recordaba poco sobre ello, Jacob había escrito una carta cuando fue su primera vez, pero yo era demasiado pequeña para recordar todo lo que había contado.

En filas, pasamos al Gran Comedor, siendo observados por todos los demás alumnos.

—¡Mira el techo! —exclamó Rowan emocionada—. ¡Es hermoso!

Nos apretamos en la parte delantera donde todos los profesores cenaban. Había un taburete en medio con un sombrero.

—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la Profesora McGonagall—. Antes de comenzar el banquete de bienvenida, los nuevos alumnos deberán ser elegidos para sus casas. La Ceremonia de Selección es muy importante. Mientras estén en Hogwarts, sus casas serán como su familia. Las cuatro casas son: Gryffindor, los valientes y caballerosos; Hufflepuff, amables y diligentes; Ravenclaw, ingeniosos y sabios; y Slytherin, astutos y ambiciosos. Cada casa tiene su propia noble historia y ha producido brujas y magos notables. Espero que sean una buena adición para sus casas. Por ahora, vamos a empezar. 

Se adelantó con un gran rollo de pergamino y empezó a llamar uno a uno, y por cada nuevo alumno seleccionado, la mesa a la que había sido designado, aplaudían emocionados.

—¡Leerstrom, Aries! 

Tragué nerviosa cuando escuché mi nombre, me temblaban un poco las piernas y Avalon me dio un empujón para que me adelantara.

Caminé hacia el taburete sintiendo las miradas de todos sobre mí. Lo último que vi, antes de que el sombrero me tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente y el grupo de primer año frente a mí, principalmente, un chico de cabello pelirrojo y con pecas, mirándome con atención.

Al momento siguiente, miraba el oscuro interior del sombrero. 

—Mmm...muy interesante —masculló una vocecita en mi oreja—. No había encontrado a alguien así en mucho tiempo. Mmm...entonces, ¿dónde te pondré? —Me aferré a los bordes del taburete, esperando la respuesta—. Por supuesto, ahora lo veo...el mejor lugar para tí es...¡Gryffindor!

La mesa de los leones estalló en vítores, me bajé del taburete, dejé el sombrero sobre él y corrí hacia ellos.

El resto de la ceremonía pasó rapidísimo, Rowan y Avalon quedaron en Gryffindor conmigo.

—¡Bienvenidos! —exclamó el director Dumbledore atrayendo toda la atención—. Bienvenidos a otro año en Hogwarts. Esta institución es más que un lugar de aprendizaje; es un hogar, una comunidad donde cada uno de nosotros encuentra su lugar y su propósito. Y en los años venideros, enfrentaremos desafíos y triunfos, pero superaremos cualquier adversidad que se nos presente —continuó Dumbledore, su mirada recorriendo el Gran Comedor—. Así que, queridos estudiantes, que este año en Hogwarts sea un período de crecimiento, descubrimiento y amistad. Por otro lado, recuerden que mientras estén en Hogwarts, sus triunfos los harán ganar puntos, pero si rompen las reglas, los perderán. Al final de cada año, la casa con más puntos ganará la Copa de la Casa, uno de los mayores honores en Hogwarts. Espero que todos trabajen para el beneficio de sus casas. Ahora sí, disfruten.

Con un gesto de su mano, la mesa se llenó de delicias culinarias, y el bullicio de la conversación y el sonido de los cubiertos llenaron el aire. 

La cena pasó demasiado rápido y cuando menos lo esperábamos, la profesora McGonagall volvió a hablar:

—El banquete ha terminado. Alumnos de Gryffindor diríjanse a la Sala Común de Gryffindor —ordenó.

Nos pusimos de pie y nos encaminamos siguiendo a nuestros prefectos. Rowan iba un paso delante nuestro.

—¡Qué bien que somos de la misma casa! —exclamó.

—A mí me hace ilusión ver qué tal es nuestra Sala Común —comentó Avalon.

—Yo... —pero lo que estaba por decir quedó ahogado por un pequeño grito cuando el pie se me resbaló mientras subíamos las escaleras.

Unas firmes manos me sujetaron antes de que cayera. El corazón me latía como loco por el susto. Miré hacia atrás, a quién me había salvado. 

Me encontré con unos amables ojos azules, los mismos que había visto unas horas antes cuando el Sombrero me seleccionó. 

—¿Estás bien? —preguntó. Tenía una voz suave, baja y cálida. Como una manta en invierno.

Me miraban con preocupación, pero también con una chispa de diversión. Me di cuenta de que aún estaba agarrándome.

—Sí, gracias por salvarme —musité, sintiendo cómo el calor se extendía por mis mejillas, mientras me enderezaba.

Me sentí un poco avergonzada por mi torpeza, pero su sonrisa me hizo sentir un poco más cómoda.

Él sonrió con amabilidad y soltó su agarre, pero sus ojos aún permanecían fijos en los míos.

Abrió la boca para decir algo, pero el grito de los prefectos apurándonos, nos sobresaltó. Nos habíamos quedado atrás, así que corrimos para poder alcanzarlos, justo a tiempo antes de que el retrato en la pared se cerrara.

Quedamos ocultos en las sombras del pequeño pasillo que daba a la Sala. Apenas podía ver su rostro tenuemente iluminado por las antorchas.

—Soy Charlie, por cierto, Charlie Weasley —se presentó, extendiendo la mano hacía mí.

—Aires —respondí, correspondiendo el gesto—. Uhm...Leerstrom. Aries Leerstrom. 

Su mano era cálida, algo raspada y callosa, pero muy cálida. 

—Aries Leerstrom, un nombre interesante —comentó Charlie, su voz resonando suavemente en el aire tranquilo del pasillo. Me tensé, esperando que no mencionara a mi hermano—. Es bonito, ¿como la constelación, no?

Su pregunta me tomó por sorpresa. La mayoría siempre se quedaba en el apellido manchado, no en mi nombre.

—Sí —murmuré.

—Genial. —Desvió la vista hacia la zona llena, donde los prefectos estaban explicando todo sobre los dormitorios.

—Es... —dije asintiendo, pero el grito de Avalon me interrumpió.

—¡Aries, somos compañeras de dormitorio! ¡Ven!

—Será mejor... —apunté hacia mi amiga, y una risa nerviosa se me escapó—, bueno...

—Sí, yo también... —murmuró por lo bajo.

—De nuevo, gracias por salvarme —repetí antes de salir corriendo hacia las escaleras. 

Los dormitorios de las niñas estaba al final de una escalera de caracol, en el ala derecha de la torre. La nuestra era redonda y bastante acogedora, había cinco camas con sus baúles. 

—¡Esta es mía! —gritó Avalon, saltando hacia una de las literas cercanas a la ventana.

—¿Cuál quieres tú, Aries? —me preguntó Rowan.

—Si quieres toma la otra, a mí no me gusta tener tan cerca las ventanas —respondí, encogiéndome de hombros y sentándome en otra—. No me gusta que el sol me despierte.

Rowan asintió, y se giró hacia la otra niña allí.

—Hola, soy Rowan.

—Hola.

Era rubia, y tenía un corte de duende que marcaba sus rasgos y lentes redondos. Parecía querer encogerse en su lugar, sin atreverse a pronunciar su nombre.

—¿Quieres esa cama? 

—N-No...lo sé...

Ok. Tímida. Está bien. Estaba por decirle que podía quedarse con ella, cuando la puerta se abrió bruscamente y una niña de cabello negro entró, tenía tal soltura y equilibrio al caminar que me dio la impresión de estar viendo una modelo, pero más ruda.

—Yo tomaré esa cama —sentenció parándose delante con los brazos cruzados, una actitud que delataba que esperaba que alguna la contradijera.

Avalon y yo nos miramos, y rodamos los ojos. 

—Como quieras —dijimos al mismo tiempo. 

—Soy Skye Parkin —agregó. De nuevo, esperando una reacción específica de nuestra parte.

Solo nos limitamos a presentarnos.

Me giré hacia la niña rubia y le di una sonrisa.

—¿Cómo te llamas?

—Elora...Elora Dunn —murmuró tan bajo que apenas se escuchó.

—Es un placer, Elora, yo soy Avalon —se presentó mi amiga y luego a nosotras dos.

Elora asintió y se acomodó en la cama más cercana sin decir nada más. Rowan y yo nos acercamos a Avalon.

—¿Qué le pasa? —cuestionó Rowan mirando a la última llegada.

 Me encogí de hombros.

—Déjala, no importa.

—Eso, no importa, importa que nos cuentes sobre tu príncipe azul —dijo Avalon mirándome con burla.

—¿Quién?

—El que te rescató de las temibles escaleras —respondió haciendo un gesto exagerado como si se desvaneciera.

—Oh, cállate —espeté, golpeándola con la almohada. Las tres nos reímos—. Solo estaba siendo amable.

—Uy sí, muy amable.

—Avalon, basta, sólo es un chico —dije rodando los ojos—. Se llama Charlie.

—Ay, ¿La escuchaste, Rowan? Charlie.

—¡Oigan, algunas queremos dormir! —se quejó Skye.

—Eres una pesada —gruñí por lo bajo, poniéndome de pie y caminando hacia mi cama, mientras ellas se reían.

No entendía qué tenía de malo que me hubiera ayudado. 

La mañana de nuestro primer día amaneció soleada, con un ligero aire otoñal. 

Skye y Elora se habían marchado temprano, así que éramos solo nosotras bajando las escaleras.

—¿De qué trata? —preguntó Avalon mirando por encima del hombro de Rowan, quien iba leyendo un enorme libro.

—Sobre la historia de nuestra casa, incluye una biografía detallada de nuestro fundador. ¿Quieres que te lo preste cuando termine?

Avalon hizo una mueca de disgusto.

—No, por placer solo leo romance.

—No encuentro mi pluma—dije mirando mi bolso.

—Yo te presto una.

—Vaya, Rowan, sí que estás preparada —comenté viendo como saco un estuche con cinco plumas de su bolso.

—Estoy muy motivada, quiero que todos en Hogwarts piensen que soy una chica intelectual, lista para convertirse en prefecta.

—Apenas vamos llegando y ella ya quiere ser prefecta —dijo Avalon, negando con la cabeza. 

—¡Sí! Es tan emocionante, y más importante, se verá genial en mi currículum, luego seré Premio Anual, me servirá para escribir un libro sobre mis aventuras en Hogwarts, lo cual me convertirá en una escritora famosa, y podré comenzar mi prestigiosa carrera política, y finalmente, seré Ministra de Magia.

—Vaya, sí que tienes toda la vida resuelta —comenté mirándola                                                                                                                                                                                                                                   con asombro. Ella estaba realmente orgullosa de su plan de vida. 

—Yo ni sé que quiero desayunar en cinco minutos —agregó Avalon.

—Agh... —Nos giramos hacia el sonido de disgusto que un chico de tercero hizo. Me miraba con desagrado de arriba a abajo—. No puedo creer que te aceptaran luego de que el loco de tu hermano fuera expulsado y arruinara la reputación de Gryffindor. 

Sentí como si un cubo de hielo se hubiera instalado en mi pecho, congelando mis pensamientos y paralizando mis palabras. ¿Cómo podía alguien que ni siquiera me conocía hacer un juicio tan rápido y despiadado basado en los errores de mi hermano?

Las miradas de los demás comenzaron a ponerme incómoda, como si pudieran ver a través de mí, como si supieran toda la verdad sobre él. Traté de mantener la compostura, pero el nudo en mi garganta creció con cada segundo que pasaba.

Avalon y Rowan intercambiaron miradas llenas de indignación.

—¡Oye! ¡No tienes derecho a hablar así de Aries o de su hermano! —exclamó Avalon, su voz resonando en la sala—. No sabes nada sobre lo qué pasó, así que cierra la boca..

Negué con la cabeza, obligándome a responder.

—Lo siento —murmuré, sintiendo un nudo en la garganta—. No puedo controlar lo que hizo mi hermano, pero eso no significa que yo sea como él.

Mis palabras sonaron débiles incluso en mis propios oídos. Me sentía como si estuviera traicionando a Jacob al no defenderlo, pero al mismo tiempo, no podía negar el daño que había causado a nuestra familia y a nuestra reputación.

Avalon puso una mano reconfortante en mi hombro, mientras que Rowan me miraba con ojos llenos de comprensión.

—No tienes que disculparte por las acciones de tu hermano —dijo Avalon con firmeza—. Eres una persona diferente, y la gente debería juzgarte por quién eres, no por las acciones de alguien más.

Rowan me rodeó con un brazo, me dio un abrazo reconfortante y miró al chico con enojo.

—Hablas de la reputación de Gryffindor, pero tú no contribuyes en eso al molestar a alumnas de primer año.

—Da igual —dijo el chico rodando los ojos—. Las estaré vigilando. —Y salió por la entrada de la Sala Común.

—De igual, lis istarí vigilandi —repitió Avalon en burla—. Imbécil.

—Déjalo. Ya me hice a la idea de que esta no será la única vez que alguien mencione a Jacob.

—¡No! —exclamó enojada—. Estoy cansada de que todo el mundo culpe a tu familia por lo que pasó, tu hermano fue imprudente, pero sólo desobedeció normas escolares, no cometió un crimen.

Solté un suspiró, y puse mi mejor sonrisa.

—La gente creerá lo que quiera —dije repitiendo las palabras de mi madre—. Solo queda demostrar que soy quién limpiará el nombre de los Leerstrom. 

Ambas se miraron, dudando, y luego me sonrieron con pena.

—Cómo tu digas.

Salimos de la sala para poder desayunar, teníamos un día largo.

La primera clase fue Encantamientos, y tal como predije, no iba a escapar de las menciones de Jacob.

Me había acercado al profesor en cuanto entramos a su salón.

—Buenos días, profesor Flitwick. Su clase es una de las que más me entusiasmaba.

El profesor me miró y sonrió.

—Tú eres Leerstrom, ¿verdad? Si eres como tu hermano, entonces te irá bien. Él era uno de mis estudiantes más talentosos. —Se rió unos segundos, antes de ponerse pensativo—. Aunque también era uno de los más problemáticos. —Se inclinó hacia adelante, mirándome por encima de sus anteojos—. ¿Vas a seguir las reglas?

—Solo quiero aprender, profesor.

Y era verdad. No tenía ningúna intención de meterme en problemas.

—Mmm... —masculló dudando—. Muy bien, Leerstrom. Tomá asiento, la clase está por comenzar. —Obedecí, sentándome al lado de Avalon, a su otro lado estaba Rowan—. Bienvenidos a su primera clase de Encantamientos. Soy su instructor, el profesor Flitwick. Presten mucha atención a las instrucciones, y practiquen mucho los hechizos que aprendan. Hoy aprenderemos un hechizo muy importante que es Encantamiento de Iluminación. Es útil para...

Estaba tomando notas de todo lo que el profesor decía, cuando Avalon me dio un codazo. La miré molesta porque ahora tenía un rayón en toda la hoja.

—No deja de mirarte —masculló en voz muy baja.

Señaló con la cabeza al otro lado de la sala, donde los pupitres de enfrente estaban llenos de chicos. Miré a dónde ella me decía y vi a Charlie, escribiendo en su cuaderno, sin interés en nada más que sus hojas.

Enarqué una ceja hacia ella, y negué con la cabeza.

—Sí lo hacía —se quejó—. Se debió dar cuenta que lo ibas a mirar.

—Ya basta, Avalon. 

—Leerstrom, Willows —llamó el profesor. Nos miraba con molestia y supe que ya había tirado por la ventana mi defensa de "no me meteré en problemas"—. Si ya terminaron su charla, queremos verlas intentar el hechizo.

Mis mejillas se encendieron de vergüenza ante la mirada reprobatoria del profesor y la atención de toda la clase sobre nosotras. Avalon y yo nos levantamos con rapidez, tratando de disimular nuestra incomodidad. Rowan nos lanzó una mirada de complicidad antes de volver su atención hacia el frente.

Con un suspiro resignado, tomé mi varita y me concentré en el hechizo que el profesor había estado explicando. Mis manos temblaban ligeramente mientras trataba de recordar los movimientos correctos y las palabras exactas.

Avalon fue primera, pero no pasó nada. Solo se quedó allí, esperando una luz que nunca se encendió. El profesor negó con la cabeza y mencionó que para empezar, ella había hecho el movimiento al revés.

—Ya saldrá —dijo ella encogiéndose de hombros y sentándose.

El profesor me miró, incliné mi varita hacia el frente, tratando de enfocarme en el hechizo. Respiré profundo e imité todo lo que podía recordar qué había dicho la última hora. Una tenue luz brillante resplandeció en mi varita, apenas un minuto y se desvaneció.

El profesor Flitwick asintió con aprobación, pero pude sentir la tensión en el aire a mi alrededor. Inhalé profundamente, tratando de calmarme.

—Nada mal, Leerstrom, uno de los mejores intentos que he visto en primer año —comentó el profesor, aunque había una pequeña mueca en la esquina de la boca. Una oleada de alivio y satisfacción me inundó mientras el profesor Flitwick asintió con aprobación y nos indicó que tomara asiento—. Diez puntos para Gryffindor.

Algunos de los chicos de mi clase festejaron por lo bajo, me senté y le di a Avalon una mirada burlona.

—Presumida.

—Envidiosa.

Nos reímos levemente, y Rowan se inclinó sobre el escritorio para mirarme.

—Eso fue increíble, Aries —dijo feliz—. Leí todo lo que pude sobre el encantamiento iluminador, pero verlo fue mejor. Tienes talento.

La siguiente clase era Pociones con el profesor Snape. Teníamos quince minutos antes de esa clase, así que Avalon y yo corrimos hacia el baño antes de empezar, Rowan se nos había adelantado para guardarnos un lugar.

Estábamos acercándonos al salón cuando vimos a Rowan hablando con una chica de Slytherin. Parecían estar discutiendo, más bien, la chica parecía estar intimidando a Rowan.

Nos acercamos rápidamente, y la vi mejor. Era alta para su edad, con el cabello corto despeinado de color castaño y ojos morados.

—¡Admítelo! —exclamó la chica con rudeza.

—No puedo —respondió Rowan retrocediendo.

—¡Admite que soy la bruja más poderosa en Hogwarts!—insistió.

—Ay por favor —masculló Avalon. Nos paramos a un lado de Rowan, tratando de entender bien lo que había pasado.

—Es que no puedo hacerlo —volvió a decir Rowan—. Hice varias listas de las brujas más poderosas en Hogwarts en base a diferentes factores. Eres menos poderosa que la profesora McGonagall, y la profesora Sprout, la Señora Hooch, la señora Pomfrey, las alumnas de séptimo...

—¡Agh...ya callate! —exclamó la chica dando un paso hacia Rowan, claramente con la intención de atacarla.

Avalon se metió en medio, cortándole el paso y empujándola.

—¡Ey, déjala en paz!

La chica frunció el ceño.

—¿Quién te crees que eres? —respondió con frialdad—. Esta no es tu pelea, Gryffindor.

Avalon apretó los puños, sus mejillas enrojecidas por la rabia contenida. Yo intervine, colocando una mano en su hombro en un intento de calmarla. Me giré hacia la chica, con expresión dudosa.

—No comprendo por qué la bruja más poderosa de Hogwarts molestaría a una estudiante de primer año —comente haciéndome la tonta—. A menos...que se sienta insegura.

—¿Disculpa? —cuestionó irritada.

—Aries es probablemente la bruja más poderosa de nuestro año —dijo Rowan, me giré bruscamente hacia ella, haciéndole señas para que no siguiera—. El profesor Flitwick dijo que lanza Lumus mejor que nadie de primero.

La chica me dio una mirada desdeñosa, mirándome de arriba a bajo como evaluándome y no viendo nada impresionante. 

—¿Aries? Ya sé quién eres —dijo aburrida—. Eres Aries Leerstrom, tu hermano enloqueció, deshonró a su casa, lo expulsaron y no se volvió a saber nada más de él. Perteneces a Gryffindor. 

Puse los ojos en blanco.

—Otra vez —mascullé cansada.

—Cierra la boca —gruñó Avalon apuntándola con el dedo—. No hables de lo que no sabes.

—¿Quién eres tú de todas formas? —pregunté enarcando una ceja.

—Mérula Snyde. Slytherin de primer año. La mejor bruja en todo Hogwarts —dijo con tono altanero.

—Imagino que tienes tu cromo, ¿no? —se burló Avalon—. Quizá me lo puedas firmar, oh, poderosa bruja.

—¿Te burlas de mí? —cuestionó Mérula, dando un paso hacia ella.

—Sí el sombrero te queda —masculló Avalon, enfrentándola.

—No vale la pena, Avalon —murmuré, tratando de mantener la calma.

—Agh...escuché a los profesores hablar de tí en el banquete. Supongo que te crees mejor que yo. Debería matarte antes de que intentes arruinar Hogwarts como tu hermano.

Me crucé de brazos. Mérula era insoportable. 

—Me gustaría verte intentarlo —siseó Avalon.

—No quiero problemas.

—No tienes opción —dijo Mérula con una sonrisa ladina. Note que tenía la varita en la mano.

¿De verdad iba a atacarnos?

—Leerstrom. —Un hombre alto de cabello negro apareció detras de ella. Se paró a nuestro lado con las manos detrás de la espalda—. Sabía que serías problemática.

¡¿Qué?! Si yo no había hecho nada.

—¡Profesor Snape! —exclamó Mérula. 

—Mérula empezó —se quejó Avalon—. Estaba molestando a Rowan.

El profesor Snape nos miró a las cuatro con aburrimiento. 

—Vayan a la clase de Pociones y agradezcan que nos las voy a castigar —dijo antes de volver a entrar al salón. 

Mérula nos dio una última mirada de desprecio, dio media vuelta y se alejó, sus pasos resonando en el pasillo vacío. Avalon soltó un suspiro frustrada.

—No creo que aguante mucho a esa chica.

—Pues tendremos que hacerlo —dije igual de molesta—. Vamos.

Rowan nos siguió mientras jugueteaba con las correas de su mochila con nerviosismo. 

—Gracias por intervenir. No soy muy buena hablando con la gente y creo que lo empeoré con lo que le dije. 

—No hay problema, Rowan. Para eso están las amigas.

Avalon pasó un brazo por el hombro de la chica mientras entrábamos al salón.

—¿Escucharon lo que dijo Mérula? —pregunté por lo bajo sentándome en una de las mesas del fondo—. ¿Por qué los profesores hablarían sobre mí?

Ambas se encogieron de hombros sin saber qué responder. 

—Está es su primera clase de Pociones —dijo el profesor Snape llamando nuestra atención—, y por sus rostros de confusión, también podría ser la última. 

—Que alentador —bufó Avalon por lo bajo y le di un codazo. Lo último que necesitábamos es que Snape nos atrapará hablando.

—A diferencia de sus otras clases, aquí no toleraré el uso descuidado de varitas ni los conjuros mal pronunciados. Están aquí para aprender la sutil ciencia y arte exacto de preparar pociones. Utilicen sus sentidos, cautivan sus mentes y mantengan la boca cerrada —agregó mirándonos. 

«No, ya nos puso entre ceja y ceja» pensé suspirando resignada.

—Hoy prepararán una simple cura para forúnculos. Sepan que no toleraré menos que la perfección y que habrá consecuencias graves si fracasan y no cumplen mis expectativas. Comencemos.

Rowan tragó saliva y tomó el libro para empezar a leer la receta. Avalon volvió a bufar.

—Este profesor en serio sabe dar discursos motivacionales. 

Alguien me arrojó un papel a la cabeza, me giré y vi a Mérula en la mesa de al lado.

—Te crees muy especial, pero te garantizo que vas a fracasar, Leerstrom —dijo por lo bajo.

—¿Y ésta qué? —cuestioné confundida.

—Déjala vivir su alucinación, se ha creído que ahora son rivales —respondió Avalon rodando los ojos.

—Sí, es mejor ignorarla —agregó Rowan—. Además, después del regaño de Snape, esta poción debe salir perfecta. 

De verdad nos esforzamos, pero ni Avalon ni yo teníamos talento para esto. Una hora después, nuestras pociones fueron un desastre.

—El tiempo se ha acabado —dijo Snape paseándose entre las mesas—. Quiero ver qué tan mediocres son sus preparados.

Y como si fuera una señal, mi caldero empezó a burbujear.

—¿Qué está pasando? 

—He...¿agregaste polvos bulbadox? —preguntó Rowan preocupada—. Según mis estudios parece el comienzo de la reacción explosiva ocasionada por el uso de esos polvos. 

—¡¿Explosiva?!

El pánico se apoderó de mí al darme cuenta de que algo había salido terriblemente mal con mi poción. El calor se intensificó mientras observaba con horror cómo mi caldero empezaba a temblar y emitir un sonido ominoso.

Explotó con un fuerte estallido, destruyendo el caldero, me cubrí el rostro  con el brazo mientras los fragmentos del caldero volaban por todas partes. El humo y el olor acre llenaron el aire, haciendo que mis ojos ardieran y mi garganta se cerrara.

Observé anonadada el resultado.

—Ojalá hubiera una cura para lo que acabas de hacer —se burló Mérula. 

—Esa estúpida —gruñó Avalon—. Seguro fue ella.

Snape se acercó a nosotras con expresión enfadada. Miró mi desastre y luego el de Avalon, que no estaba mucho mejor pero al menos no había explotado.

—Jamás debí haberte dejado entrar a mi salon, Leerstrom —declaró con frialdad—. Incluso creo que eres peor que tu hermano. Diez puntos menos para Gryffindor. 

—¡Pero...!

—¿Tienes algo para decir?

Cerré los puños frustrada. 

—No, profesor. 

—Yo sí —gritó Avalon—. Mérula arruinó la posición de Aries.

Snape frunció el ceño, dirigiendo una mirada afilada hacia Mérula, quien devolvió la mirada con una sonrisa satisfecha. Estaba claro que ella disfrutaba de la situación y no tenía intención de admitir ninguna culpa.

—¿Es eso cierto, Snyde? —preguntó Snape con voz grave.

—¡Por supuesto que no! —respondió Mérula con desdén—. No tengo nada que ver con la incompetencia de Leerstrom y Willows.

—No le crea, profesor —intervino Avalon con vehemencia—. La vi burlándose de Aries y lanzándole miradas antes de que su poción explotara.

—Eso es ridículo, ni siquiera estoy en la misma mesa que ustedes —dijo cruzándose de brazos.

Snape miró a una y a la otra y al final se giró hacia Mérula. 

—Tu familia ha representado muy bien a Slytherin por generaciones, Snyde. Te estaré observando de cerca para asegurarme de que tú también lo hagas —dijo antes de alejarse.

Avalon contuvo un jadeo indignada.

—Ese hombre escucha solo lo que le conviene.

—Esto solo se pondrá peor, Leerstrom —declaró Mérula sonriendo.

—¡¿Acaba de amenazarte?! —exclamó Avalon furiosa—. ¡¿En serio acaba de amenazarte?! ¡Va a empeorar para tí, Snyde!

—Avalon, para —dije sujetándola antes de que se lanzara sobre ella—. Eso es lo que quiere, si la atacas vamos a perder más puntos.

—Ya pueden irse, ya tuve suficiente de ustedes —declaró Snape.

—Vamos.

Nos llevamos a Avalon antes de que cometiera un asesinato.

Aries y Charlie conociéndose

Avalon y Mérula conociéndose

¡Qué viva el amor!

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