𝟎𝟏𝟑. pensamientos dañinos
CAPÍTULO TRECE
✧・゚: *✧・゚:
ALINA ☾
Mi corazón no podía con todo. La felicidad de el momento me envolvía por completo: el sol, la suave brisa y el cuerpo que se encontraba encima del mío.
Pedri estaba aún tirado sobre mi cuerpo, sus brazos agarrando mi cintura y su aliento chocando contra mi cuello.
Desde que lo he sorprendido apareciendo en el entreno, no se ha soltado de mi. La verdad es que no me quejo, me encanta sentirlo cerca, y aún más sabiendo lo mucho de menos que me ha echado.
Aprovecho de que lo tengo tan cerca para pasar mi mano por su pelo, acariciándolo. Pedri suelta un leve gruñido, refregando su cara en mi piel, a la vez que posa un beso sobre mi cuello el cual me provoca un escalofrío.
Abro los ojos, encontrándome con las figuras de Eric y Ferran mirándonos desde arriba, sonriendo burlonamente.
— El niño está feliz por fin — bromea Eric, ampliando su sonrisa
— Ya era hora de que aparecieras Alina — continúa Ferran — lleva toda la semana dando por culo con a ver cuando venías a Barcelona- AY Pepi! Ten cuidado con la espinilla que me vas a acabar lesionando — pronuncia el moreno, sobándose el gemelo después de que el canario lo pegase con el pie
Una risa sale de mi boca a la vez que niego con mi cabeza. Le doy un toque en la cabeza al chico que me tiene engatusada, notando como sonríe contra mi cuello.
— Te alegras de verme Pepi? — le pregunto al moreno. Este, al escuchar mi voz, levanta levemente la cabeza mientras se apoya con los brazos alrededor de mi cuerpo, encerrándome entre sus extremidades. Sus ojos recorren mi cara lentamente, memorizando todas mis facciones. Al final sonríe, y acerca su nariz a la mía para darme un beso de esquimal
— Ya sabes que si Lina — dice sobre mis labios. Yo por inercia, también sonrío y le devuelvo el beso de esquimal. El se ríe, a la vez que se deja caer para atrás para volver a sentarse en el césped, tirando de mis brazos para acabar entre sus piernas. Me acomodo, dejando mi espalda pegada a su pecho, notando como el canario me da un beso en la cabeza y se apoya con las manos para mantenerse.
Esta paz es la que he buscado: el sol de mañana, las risas que se oyen entre los compañeros y los gritos de Xavi para que no se distraigan. La suave brisa que me recorre de vez en cuando y la sensación de plenitud.
Definitivamente iba a conservar este momento para siempre. Gavi, Ferran y Ansu que se encuentran también sentados a nuestro lado, aprovechan para hacer conversación conmigo y de paso soltarle alguna pullita al canario que tengo detrás, el cual ni se inmuta por responderles. En cambio, se dedica a apoyar su cabeza encima de la mía, dándome suaves besos de vez en cuando en esta.
La verdad no tengo ni idea de lo que va a pasar con Pedri. Desde aquella noche en mi piscina donde nos tocamos, no sé por donde tirar. Es cierto que en el aeropuerto nos prometimos que nos conoceríamos y nos daríamos un tiempo para ver si podíamos hacer funcionar lo que sea que estuviese pasando entre ambos.
Y yo la verdad no me quiero separar de él. Quiero seguir descubriendo más sobre su vida, que me enseñe Barcelona, sus amigos, sus hobbies, sus restaurantes favoritos. Que me enseñe lo que le gusta y lo que no y poder amarlo por encima de todo.
Pasamos un rato más tirados al sol, charlando con los demás y disfrutando de ese descanso, hasta que Xavi los llama y Pedri, perezosamente, se levanta y me da un beso en la frente mientras se encamina a seguir con el entrenamiento.
Yo me levanto y me dirijo a las gradas, donde me siento y los observo hacer deporte. La verdad es que Pedri sudado y con las mejillas rojas se ha convertido en uno de mis momentos favoritos: lo guapo que está con la boca entreabierta respirando hace que se me pasen pensamientos obscenos por la cabeza.
Cuando terminan, Pedri se acerca para decirme que lo espere a la salida en el parking, así que asiento con la cabeza y me dirijo hacia allí. Estoy nerviosa, no sé qué esperar de todo esto, si me dirá que me puedo quedar o que no tiene tiempo para mi. Esto último no me sorprendería, al fin y al cabo es un futbolista profesional y debe de tener su vida ya de por sí bastante ocupada, por lo que hacer un hueco para mi no parece muy probable.
Y ahí vuelven mis inseguridades. Durante esta semana solo le he dado vueltas a eso, a que se canse de mi y un día no reciba un mensaje de buenos días de él o que no me responda. Que al día siguiente vea que está con otra chica y no nos volvamos a ver. Me aterra pensar eso porque lo que siento por él es tan grande que si llega a hacerme algo así, no lo soportaría. Porque soy de esas que se enamoran con simples gestos, con que me presten atención y me manden un mensaje preocupándose por cómo esté. Y eso es lo peligroso, que al final Pedri tiene todas las armas para romperme en mil pedazos, y si lo llega a hacer, no sé si podré seguir adelante.
Y tengo claro que hay muchísimas otras mujeres más atractivas que yo, con mejor físico y mejor personalidad. Así que si, tengo miedo de que Pedri vea algo en mi que no le guste y se eche para atrás, o que vea que no soy lo que él se esperase y me acabe dejando por otra. No paro de comerme el coco con estas cosas, soy una persona muy insegura que necesita que le recuerden que la quieren y que es suficiente. Puede sonar mal, pero he dado tantas segundas oportunidades que al final una acaba protegiéndose con miedo de que le vuelvan a hacer daño.
Antes de que pueda echarme a llorar por mis pensamientos, el sonido de pasos llama mi atención. Son los chicos, que van saliendo en solitario o en pequeños grupitos. Veo a Eric y a Pablo Torre salir los primeros, los cuales me saludan con una sonrisa y me desean un buen día. También Lewan, Ter Stegen y Jordi Alba pasan al lado mia, el último guiñándome un ojo que hace que me sonroje.
A saber qué ha pasado en el vestuario
Otros jugadores se dirigen a sus coches para salir del parking hasta que por fin, Pedri acompañado de Gavi, sale por la puerta: va guapísimo. El pelo todo mojado aún de la ducha, las mejillas levemente rosadas del calor del agua, y va vestido con un jersey negro y vaqueros del mismo color, para terminar con unas zapatillas negras y blancas de Guess. Charla animadamente con su amigo y yo no puedo hacer otra cosa que quedarme mirándolo embobada.
Definitivamente daria cualquier cosa por este hombre.
Andan un par de metros hasta que Gavi se despide de su amigo y se dirige a un coche. Pedri le devuelve el saludo y su mirada se pasea por todo el parking hasta dar conmigo. Cuando por fin me ve, sonríe haciendo que se le achinen sus ojos y anda en mi dirección.
Cuando está lo suficiente cerca de mi deja caer su bolsa de entrenamiento y agarra mi cara para acto seguido besarme en los labios. Me quedo un poco sorprendida, pero reacciono en seguida y le devuelvo el beso, agarrándolo por los brazos mientras su boca se mueve contra la mía.
Es un beso lento pero desenfrenado, nuestras bocas se buscan entre sí, recordándose la una a la otra mientras que sus dedos acarician mi mandíbula. Había echado de menos sus labios, carnosos y dulces que me robaban el aliento y hacía que perdiese la noción del tiempo.
Pedri se echa para delante, empujando mi cuerpo hasta que choco contra su coche, apoyándome mientras el canario sigue con su tarea de dejarme sin respiración, aprovechando el momento en el que mi boca se abre ligeramente por el choque para introducir su lengua en mi cavidad bucal y agarrarme de la cintura con sus brazos.
Sabiendo que no puedo hacer nada, lo agarro por el cuello y lo aprieto más contra mi si es posible, provocando un leve gruñido de Pedri. Ambos nos quedamos así por unos minutos, disfrutando de nuestras bocas sin importar que estemos en el parking de la ciudad deportiva liándonos sobre el coche de Pedri y que en cualquier momento puede vernos alguien.
Cuando siento que si no paramos ahora esto pueda convertirse en algo más sexual, tiro de su pelo por atrás para separarlo de mi, haciendo que Pedri gruña sobre mis labios.
— Porqué paras? — susurra contra mis labios, besándolos de nuevo. Dejo que me bese unos segundos, volviéndolo a separar de nuevo.
— Porque estamos en mitad del aparcamiento y si no paramos ahora haremos algo que no es ni el momento ni el lugar para hacerlo — le respondo, dándole un beso corto.
Pedri me sonríe con una sonrisa de gato, volviéndome a besar, bajando sus besos por mi
mandíbula hasta llegar a mi cuello donde lo lame, provocando un escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Después lo muerde a la vez que aprieta sus manos en mi culo, haciendo que suelte un gritito.
— No te oí quejarte la otra noche en la piscina — pronuncia sobre mi cuello, haciendo que una oleada de calor me recorra todo el cuerpo. Recuerdos de esa noche en mi piscina provocan que se me pongas rojas las mejillas y doy gracias a que Pedri no me pueda ver ahora.
— No sé de qué me hablas — miento al no querer admitir lo que ocurrió — no pasó nada Pedri.
El nombrado besa mi cuello una vez más y noto como su boca recorre mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja donde lo muerde, hasta posar sus labios sobre este.
— Ah no? — susurra en mi oído. Una de sus manos manosea mi culo y la otra tira un pelín de mi pelo hacia atrás, dándole más acceso — porque yo recuerdo perfectamente como me pedías que no parase de meterte los dedos, y como tus gemidos parecían música en mis oídos — mis piernas tiemblan al oír sus palabras, recordando todo lo narrado. Cierro mis piernas en un intento de mantener la calma, pero ya noto como me falta el aire y como mi corazón va a salirme del pecho.
Pedri se echa para atrás para mirarme a la cara, sonriendo complacidamente. Se queda unos segundos recorriendo mi cara por completo, para besar mi mejilla y separarse de mi.
— Venga — dice, recogiendo su bolsa y dando la vuelta a su coche, donde abre la puerta del conductor y tira la bolsa a los asientos de atrás. Se apoya en la puerta abierta con un brazo, guiñándome el ojo — sube que tenemos mucho que hacer.
El canario se mete en el vehículo, y yo paso una de mis manos por mi frente para peinarme el pelo y respirar unas cuantas veces profundamente, mentalizándome que me voy a meter en el coche del moreno que me vuelve loca y no tengo ni la más remota idea de lo que me espera a su lado.
Pero sé a la vez que cierro la puerta del mini verde, que da igual a donde vayamos, con quien o qué vayamos a hacer. Porque con Pedri iría a cualquier parte sin dudarlo. Porque pasaría cada segundo de mi existencia a su lado si me lo permite. Porque igual que la luna busca al sol, daría todo lo que tengo con solo poder admirarlo de lejos.
oh no !
pensé que me iba a quedar más corto este capítulo, pero al parecer me he acabado enrollando un montón JAJAJA
espero que os guste, estoy más motivada y siento que escribí mejor? no sé, a lo mejor es cosa mía.
los niños ganaron ayer 1-0 y no puedo estar más feliz 💙❤️
que tengáis una buena semana <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top