Gran Hotel
2018
Ahí iba de nuevo. Sólo Dios podía saber todo lo que había atravesado para llegar hasta allí; y de pronto su teléfono móvil detuvo su trote.
— ¿Hola?
"Bucky ¿qué estás haciendo?"
— Ah… ¿Negocios?
"Estás tras Zemo, ¿cierto?"
James se llevó la mano tras la nuca y miró al cielo con fastidio. ¿Qué ahora todo el mundo lo sabía?
— Tú no crees que soy patético, o sí ¿Steve?
"Sam me lo dijo, y no creo que seas patético, es sólo que él está preocupado…y si él está preocupado yo también lo estoy, y entonces… todos terminamos preocupados."
Bucky forzó una sonrisa, debía estar agradecido al final de todo, pues tenía todo un grupo de personas que se preocupaban por él.
— Entonces creo que soy el tipo más afortunado del mundo…
"Dónde estás"
— En Cozumel —respondió James retomando su marcha.
"¿Cozu…? Eso es… ¿México?"
— Caribe, sí es propiedad México.
"Sí, recordé geografía. ¿Qué se supone qué hay allí relacionado con Zemo? Creo que allí sólo arrivan los cruceros".
— Buceo…
"¿Qué?"
— Yo tampoco lo sé. Quiero entenderlo. Se supone que viene aquí cada fin de semana de mayo, no se sabe por qué, pero lo hace. Intenté el año pasado pero no lo pillé. Esta vez debo lograrlo y estoy casi seguro de que estoy muy…muy cerca… Es más, creo que ya puedo respirarlo…
"¿Cuánto tiempo estarás allí?"
— Hasta que lo encuentre que, estimo, no pasará de hoy… Lo presiento.
James escuchó a Steve reírse. Claro, podía reírse lo que quisiera, al final todos verían que él siempre tuvo razón. Aceptó los buenos ánimos y continuó con su búsqueda implacable.
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Estaba buscando su caja de cigarrillos, de seguro se le había caído de la repisa del tablero del auto porque no estaba ni en la guantera. Agachó su cabeza para mirar en el suelo hasta que una voz y un golpe abrupto sobre la ventana le asustaron terriblemente.
— ¡Helmut! ¡Helmut!
Y Helmut no podía creer que realmente estuviera viendo a James Buchanan Barnes golpeando la ventana de su auto como un desquiciado.
— ¡Helmut, ábreme!
Helmut se pasó rápidamente la mano sobre los ojos y, frunciendo el ceño, giró la palanca para abrir la ventana.
— ¿James? —preguntó Helmut incrédulo.
— Ábreme.
— Qué caraj…
— Ábreme… —le advirtió Bucky señalandolo firmemente con el dedo índice.
— Cielo santo… —bufó Zemo abriendo la puerta del auto de mala gana.
Bucky se metió dentro de un solo movimiento y empujó a Zemo a sentarse en el asiento contiguo. Cerró la puerta tras suyo y se inclinó al contrario para saludarlo con una sonrisa, aunque en el fondo estuviera controlando sus emociones y no saltar sobre él en un abrazo.
— Hola Helmut.
Zemo lo miró con sosiego tratando de procesar su presencia allí mismo y finalmente le contestó, entonando suavemente cada palabra:
— Buenas tardes, James.
— Hola… —rió Bucky, sintiéndose algo bobo— Te encontré.
— Oh, entonces…¿Estabas buscándome?
— ¡Claro! Digo… —Bucky se acomodó en su asiento y miró al frente— No puedo creer que estés aquí, que estemos… aquí —tomó aire—. Pasó mucho tiempo, yo… Después de lo que pasó, lo siento…No supe más de ti; estaba preocupado por ti…yo…
— Sí —suspiró Zemo dejando caer su cabeza contra el respaldar—, tienes razón, me disculpo sinceramente. Debí haber dicho algo, no lo sé, dejarte alguna nota aunque sea, tal vez, perdona…
— No, no, no —se apresuró a interrumpir Bucky—. Olvida eso, no te estoy reclamando por eso, claro que no; es sólo que, pasaste por algo muy duro…solo, y yo…yo sólo quería… Yo quería estar contigo, quería apoyarte.
— James —le dijo Zemo girando su cabeza hacia él—, estuviste más presente de lo que crees…
Bucky le correspondió la mirada y sonrió al saber que, de alguna forma, su propia presencia estaba en la mente y el corazón de Helmut, de la misma forma que la de él estaba en sí mismo.
— Entonces…
— Entonces estuviste buscándome…
— Sí.
— ¿Mucho?
— Lo justo —sonrió Bucky apoyándose contra el asiento y cruzandose de brazos—. Supe que venías aquí cada fin de semana de mayo, entonces intenté dar contigo el año pasado pero no tuve suerte; así que, está vez, si le puse un poco más de empeño y… aquí estamos, Barón.
— Oh, soldado, usted es implacable…
— A su servicio, Señor.
— Maldición, Sargento Barnes, usted se merece una medalla al mérito.
Bucky se llevó la mano a la frente y le susurró:
— Mi coronel, a sus órdenes.
Ambos sonrieron en silencio, aunque Helmut lucía algo apagado.
— Cómo te sientes —le preguntó Bucky.
— No lo sé…
Bucky frunció el entrecejo y le observó:
— Te ves algo desganado…Es decir, como si estuvieras enfermo o algo así.
— Me duele la cabeza…
— Ah, otra vez, no has estado durmiendo bien.
— No, usualmente tengo muchas pesadillas por las noches; además, hay días en los que simplemente no quiero hacer nada, absolutamente nada…sólo dormir; pero cuando lo intento me cuesta demasiado, comienzo a tener pesadillas, me despierto mal y a veces ni siquiera puedo despertar por la parálisis de sueño…
Helmut se detuvo, entonces fue consciente de que no había tenido oportunidad de expresar lo que le sucedía hasta ahora.
— Helmut… —le llamó Bucky en voz baja.
— Lo siento, James.
— Por qué.
— Por todo, siempre.
Bucky quiso intentar un abrazo pero entonces fue interrumpido por Zemo.
— ¿Tú crees que estoy deprimido? —le preguntó a Bucky, pero no esperó su respuesta— A veces creo superarlo, hago de cuenta que todo puede estar bien de alguna forma, cambio mi percepción de lo que me rodea, cambio de mentalidad…Y está bien; está bien hasta que una noche todo retorna a mí, entonces no puedo dormir, entonces me digo a mí mismo "por qué", "por qué" todo: "por qué hago esto" "por qué pasó esto" "por qué estoy aquí" "por qué no" "por qué…" —entonces le sonrió—. ¿Terrible, no lo crees?
— Angustiante.
— Tal vez sólo ridículo.
— No lo es.
— James, dicen que el que busca encuentra. Tu me has encontrado…
— Sí…
— ¿Qué harás ahora? —le preguntó Zemo mirando a los lados.
— Bien, pues… ¿Oye tú estás buscando algo?
— Mis cigarrillos…
Bucky comenzó a ayudarlo a buscar su cajetilla dentro el auto hasta que finalmente la hallaron detrás del asiento del copiloto.
— El que busca encuentra —sonrió Bucky.
— Sí —le respondió Zemo colocando un cigarrillo entre los labios— ¿Quieres uno?
— No, no soy de fumar.
— ¿En serio? Vaya, había olvidado tu particular decoro.
— Es que no le encuentro tanto sentido ahora; se supone que prácticamente estás pagando por tener cáncer o algo así…
— No has cambiado —rió Helmut.
— Tú tampoco, bueno, no tanto, en lo escencial…tal vez sólo si añadimos la depresión…
— "Estoy limpio"
— ¿Qué?
— Siempre quise decir eso —volvió a reírse desganado Zemo—. Sabes lo que significa.
— ¿No más drogas ni excesos hasta el amanecer?
— Sólo Vodka y cigarros, lo cual no es precisamente mejor.
— Entonces deberías dejar de fumar.
— Lo he intentado —balbuceó Zemo tratando de encender su cigarrillo—; pero, simplemente, no puedo dejar de hacerlo.
Bucky suspiró y, dudando, se llevó la mano al bolsillo interior de su chaqueta para sacar su billetera. Helmut apenas reparaba en él, pero aún así pudo ver claramente cuando Bucky colocó sobre la repisa del tablero del auto la foto de Karl que había recibido de su parte.
Ambos se quedaron mirando la fotografía un par de segundos en silencio —la sonrisa de Karl era eterna—; hasta que Bucky le dijo con voz suave:
— Es tuya. Quise buscarte antes para entregártela.
Helmut tomó la fotografía Polaroid y muchos recuerdos de ese entonces llegaron a su mente. Sonrió tristemente. Deslizó la fotografía entre sus dedos y se la ofreció a Bucky de vuelta.
— Qué… —titubeó Bucky confundido— N-no, es tuya, es su última fotografía…es especial; tú deberías tenerla, no yo.
— Sí, es especial —asintió Zemo con tranquilidad—; por eso debe estar bajo tu cuidado —sonrió mirándolo fijamente—. Mira a tu alrededor, a mí, no estaría más segura conmigo que contigo. Ten —se la volvió a ofrecer con un gesto elegante y decidido—, cuídala por mí… "Cuidámelo" James, por favor.
Bucky, dudoso aún, recibió la fotografía y, ya con más decisión, la sostuvo con firmeza entre sus dedos, miró a Helmut con una expresión de lealtad y guardó la fotografía de nuevo en su billetera.
Helmut tornó su mirada al frente y siguió fumando con tranquilidad.
— Bueno, Helmut —suspiró James, después de todo, abriendo la otra ventana del auto para dejar escapar el humo—, por mi parte tengo una propuesta para ti.
— Bien, para lo que me buscaste.
— No es sólo por eso, es parte de algo más. Tengo un plan, ¿está bien?
— Está bien —rió Helmut expulsando algo de humo por la nariz—. Dime.
— Bien, primero —se serenó Bucky—, creo que deberíamos ir a tomar algo por ahí, no sé… Acomodar los ánimos.
— Oh, mírate, en serio pareces todo un hombre de negocios.
— Sin burlas, pedazo de chimenea andante —dijo Bucky con una sonrisa forzada—. Luego, te planteare un pequeño negocio…
— Uf, hombre de negocios…
— Y quiero que lo aceptes.
— James —le miró Helmut de reojo con diversión—, cómo logras intrigarme tanto.
— Lo aprendí —respondió Bucky levantando el dedo índice—…en un curso.
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Bucky condujo el auto de Zemo por las calles de Cozumel hasta dar con su hotel, que para su sopresa, no se trataba de un lujoso Resort de verano; era más bien, un modesto hotel de apenas 3 estrellas; ni malo ni bueno, sólo lo escencial.
— ¿Quieres beber un jugo aquí o…? —le consultó Bucky cuando pasaron delante la pequeño restaurante al lado del Hotel.
— Mejor compremos algo y vamos arriba.
Bucky asintió y fueron a la pequeña tienda de la esquina para comprar agua, una botella de refresco, un par de latas de cerveza y galletas integrales; lo necesario para pasar la tarde, ya después verían qué harían para la cena.
— ¿Tienes frutas? —le preguntó de pronto Bucky— Podemos comprarlas…
Zemo se echó a reír con modestia; había diversión tras sus gafas de sol.
— James, tú realmente no cambias.
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— "Gran Hotel".
— ¿Hm? —cuestionó Zemo al escuchar la voz de Bucky desde la cama donde estaba sentado con las piernas cruzadas.
— Tu hotel, se llama así, "Gran Hotel".
— Ah, es gracioso, ¿eso crees?
— Es… caricaturesco —sonrió Bucky—. Como un cuento, tal vez —finalizó, ladeando luego su cabeza para ver a través de la ventana. Sentado sobre una silla escueta de madera, creyó haber vivido ya un momento así.
— Oye…
— Dime —dijo Bucky distraído.
— ¿Crees que me veo muy mal?
Bucky volteó para verlo de nuevo y lo supo.
— No —sonrió en respuesta—. Aún eres el tipo hecho mierda más guapo del mundo —y volvió a ver por la ventana.
Zemo sonrió de lado y se llevó el vaso de agua a la boca.
Después de medio hora de charla escueta, Bucky terminó echado de espaldas al pie de la cama. Perder su mirada en el techo de un insufrible color pastel fue buen momento para hacerle notar a Zemo que había pasado ya dos años desde que se vieron por última vez; no parecía creíble, porque cuando estaban juntos era como si nada hubiera sucedido, todo se retomaba de forma tan natural que era desconcertante verlo desde otro ángulo.
— No sé qué decirte, te aseguro que yo tampoco lo comprendo totalmente —le dijo Zemo apoyándose contra el respaldar de la cama, cruzando desganado sus brazos.
— ¿Por qué vienes cada fin de semana de mayo aquí?
— Bueno —suspiró Zemo—, tal vez vez es predecible, pero es por un recuerdo. La última vez que viajamos, junto con Karl, pasamos por aquí, sólo de paso; pero, aquí fue que le hice muchas promesas, hicimos muchos planes…planificamos lo que haríamos en adelante; mudarnos a España, la escuela secundaria, dejar de trabajar tanto, pasar más tiempo juntos, todo eso fue planificado aquí.
— Entiendo… —musitó Bucky con la mirada aún perdida en ese techo color pastel.
— Daría todo por estar allí.
Bucky, de pronto, al escuchar esas palabras giró su cabeza sobre el edredón para fijar sus ojos azules en Zemo, en ellos le planteó una cuestionante. Éste último no lo veía, tenía la mirada elevada a algún lugar más allá de sí mismo, con un anhelo triste y una sonrisa dulce.
— Pero aquí estoy y lo veo en todas partes —susurró Helmut con un nudo en la garganta—. Lo veo en todo; es Karl, en todas las cosas.
Helmut, entonces, se acercó a Bucky en silencio y, muy despacio, se echó a su lado manteniendo su mirada fija en él.
— James… —le susurró.
— Hola Mut —le respondió Bucky extendiendo su brazo para poder abrazarlo—. Tranquilo —le consoló al oído—, a veces hay cosas que suceden sin que estén bajo nuestro control…
— Sí pude, fue mi culpa, trabajaba tanto, ya no lo iba a recoger…yo…
— Lo siento tanto —le dijo Bucky cerrando los ojos con fuerza y presionando sus labios contra su cabello—. Lo que sea que estés sintiendo, y de la forma que lo hagas, está bien. Te amo tanto… Helmut, yo te amo y nunca te dejaré. Me tienes a mí, para lo que necesites, cualquier maldita cosa, te lo juro…ahí estaré.
James lo abrazó con fuerza y no quiso soltarlo, quiso que desahogara un poco de su dolor en él porque no podía hacer otra cosa. La impotencia le consumía y la tristeza de Helmut le dolía en el fondo de su alma como si fuese suya propia.
Al final del día, después de que vieron a todos los minutos pasar indiferentes ante sus ojos, Bucky le planteó a Helmut su propuesta.
— Mira Helmut, ahora estoy trabajando en esta revista; quisiera que tomarás un par de fotos para el próximo número.
— ¿En serio? —se burló Helmut con desgano.
— Sí y… No sería a cualquiera. Quisiera que tú tomes fotos… mías. Mis fotos…tus fotos… —un risa breve—… Nuestras fotos son las mejores. Ya sabes, tú y yo…
— Podemos hacer lo que sea…
— En cualquier…parte —dubitó James.
— En cualquier realidad, espa…
— Espacio y tiempo —sonrió James bajando la mirada con aceptación.
— Por siempre… —continuó Helmut.
— Y para siempre —finalizó James, levantando la mirada, con firmeza… con profunda creencia.
Helmut asintió sin mirarlo, aún recordaba esas palabras… mágicas, sí, él y James las habían creado y ni siquiera recordaba el cómo ni el dónde pero eran suyas y eran su promesa eterna.
— Me daré una ducha —dijo Helmut de pronto— y luego veremos si accedo a tu propuesta.
— Ah… ¿Bueno?
— ¿Vienes?
— ¿Qué? —frunció el ceño Bucky.
— A ducharte ¿No quieres ducharte conmigo?
Entonces Bucky se echó a reír más por nerviosismo que por otra cosa. Hasta que vió que Helmut no estaba bromeando y serenó su rostro.
— Ah… bueno, yo…no lo sé…
— Sí, definitivamente no has cambiado, James —finalizó Helmut con indiferencia—. El particular decoro… —casi se burló.
— Oye, espera —rió Bucky—, cálmate quieres.
— A menos que seas inducido por el exceso de alguna bebida alcohólica ¿Verdad? —se burló Zemo finalmente, desde la puerta del baño.
— Helmut…
Pero Helmut ya se había encerrado en el baño y ya no saldría de ahí hasta que su ducha finalizara.
Bucky circundó sus ojos y se pasó la mano por el cabello.
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Durmieron juntos, obviamente; primero, porque por las noches hacía mucho frío como para que uno durmiera en el suelo o algo así; dos, por la simple costumbre; y tres, dios, eso era algo que simplemente no se podía evitar.
Helmut, tan cansado de todo, por primera vez pudo dormir con algo de tranquilidad. James le observaba su serenidad acariciándole de rato en rato el cabello, tratando de adivinar sus sueños, tratando de estar allí por si lo necesitaba. Con cuidado, acercó su rostro al de Helmut y le besó suavemente la comisura de los labios, sintiendo que algo se resquebrajaba en su interior. Por qué se sentía tan triste… Oh, Helmut… "No estés triste" Le decía James en su mente y le acariciaba de nuevo el cabello "Eres más fuerte de lo que crees; y te amo con todo mi corazón" Se quedaría con él, se quedaría toda la vida de ser necesario, estaba dispuesto a ello.
— James… —le susurró de pronto Helmut.
Bucky se percató que aún no había abierto los ojos, Helmut le estaba hablando entre sueños, tal vez.
— Helmut —le respondió Bucky con suavidad.
— James, lo siento…
— Está bien, está bien…
— Lo siento…
Y tal vez estaba llorando. Bucky no dudó en aferrarlo a él para abrazarlo y tranquilizarlo con cuidado.
— Shh… —lo arrulló, una y otra vez hasta que Helmut volvió a recuperar su sueño tranquilo.
James recordó que hacía lo mismo con Morgan cuando ella tenía pesadillas. Ahora le salía de forma natural, como un instinto paternal.
**********
Y así fue cómo Bucky se llevó consigo a Zemo por Londres y varias partes del mundo de vez en cuando —aunque podría ser al revés— y justamente cuando las cosas no terminaban con Helmut esfumandose a mitad de la noche.
Un mal hábito.
Helmut le tomaba fotografías, claro que sí. No le constó retomar ese oficio con toda las alabanzas del medio, como siempre.
— ¿Dónde estuviste todo el tiempo en el que nadie sabía de ti? —le preguntó una vez, James.
— Navegando.
— ¿Qué?
Destello.
Helmut bajó la cámara fotográfica para mirarlo, por supuesto que James se vería hermoso y gentil a su vista por todos los siglos y los siglos amén…
— Sí —respondió Helmut retomando su labor con la cámara—, me uní a un club de navegantes; ya sabes, de esos que se embarcan una vez cada dos años para navegar por una ruta oceánica por un periodo de casi seis meses…
— Espera… ¿Estuviste… literalmente, navegando en uno de esos botes con ese grupo de dementes aficionados por…?
— Sí, así es…
— ¿¡…Medio año!?
— Tal vez un poco más, llegamos hasta La Isla de Pascua.
— Helmut… Qué hiciste —se burló Bucky.
— No me juzgues —argumento Zemo con voz seductora, acercándose a él de imprevisto—. En ese entonces sólo quería perderme del mundo, antes de que éste me perdiera a mí.
— No estás perdido —casi susurró Bucky, sintiendo esa electricidad recorrer su cuerpo cada vez que tenía a Zemo así de cerca—. Nada aún lo está.
Zemo elevaría un poco su cabeza y, tan rápido como intenso, le besaría dejándole un rastro húmedo en los labios… Sí, sabía a frutos secos y un ligero toque de vino…Tan dulce.
Y destello.
Otra fotografía, la última de aquella jornada. Dormirían juntos después, cuando, al cerrar al puerta, Zemo lo abrazara por la espalda hundiendo su cabeza en su hombro y las manos en sus bolsillos delanteros.
— ¿Puedes acompañarme a tomarme una ducha? —preguntó Zemo; la pregunta de siempre.
— Sólo al baño o dentro la regadera…
— Tú ya sabes…
Claro, ya lo sabía, pero era divertido ver esa expresión incrédula de nuevo en su rostro.
Era fácil caer en ello. Simplemente lo atrapaba entre sus labios y se deslizaba dentro con un deseo insesante que lo hacían terminar durmiendo sobre su boca con medio cuerpo aferrándose a él; sin embargo, nunca era seguro, porque tarde o temprano Helmut se escabullia a mitad de la noche y no volvía a aparecer en días, inclusive semanas.
Entonces Bucky se levantaba desganado, sin saber si tenía algo con Helmut o simplemente era una efímera distracción, tal vez un suplemento de cariño, tal vez sí, o tal vez nunca.
James seguiría haciendo las cosas de siempre ya no tratando de encontrar a Helmut, sólo esperándolo con paciencia, sin querer saber si lo que hacía estaba bien o estaba mal. Sólo así.
Un día, Helmut lo llamaría y él contestaría el teléfono. Sabría que Zemo tenía problemas, porque nunca podía dormir bien, porque a veces se metía en líos que terminaban en alguna pelea física dejándolo hecho mierda. Su vida casi no tenía mucho sentido ahora, no quería nada ni buscaba nada, sólo se entregaba a la subsistencia.
— James, sobrevivir es morir con miedo.
Le habría dicho una de esas noches cuando Bucky finalmente lograra arribar a su departamento. Entonces, lo levantaría del suelo, le tranquilizaria y le prepararía un té reconfortante.
— Considero que es mejor que vengas a mi casa, por lo menos esta noche —le decía James, tratando de sonar comprensivo, aunque no quisiera perder algo de firmeza en su sugerencia.
— No; y disculpa por molestarte, me equivoqué de número, no tenías que venir...
— Helmut, me llamaste.
— ¡Me equivoqué de número!
— Helmut —Bucky ya se había entrenado en la virtud de la paciencia—, dijiste mi nombre.
Y era cierto, en su llamada la voz de siempre le preguntaba "James, no sé, me siento extraño..."
Y Bucky respondía como siempre "Voy en seguida, tranquilo, ya voy en camino"
¿Por qué había que negarlo?
Así que Bucky lo envolvía con un abrigo y una bufanda, lo sacaba de ese cúmulo solitario y se lo llevaba a casa, donde le ofrecía más bebidas relajantes y en algún momento:
— ¿James, podemos irnos a dormir?
Bucky entonces asentía sonriendo, presto a buscarle una pijama en su armario.
— Aunque, me daré una ducha antes... —le decía Zemo, mirándolo desde el otro lado de la habitación.
— Ah, bueno, adelante.
— ¿Me acompañarás?
— ¿Hasta el baño o dentro la regadera?
— Tú ya sabes...
Y claro que lo sabía pero, definitivamente, era un alivio ver esa expresión incrédula en su rostro. Era como recuperarlo una vez más.
Y una vez más, en medio de la noche, James no pagaría el ojo haciéndole prometer que no se iría esta vez...
— Es difícil, tengo pesadillas, muchas pesadillas...
Era la justificación de siempre, pero qué más daba. Bucky lo abrazaba con fuerza y se aferraba a él, en sueños lo hallaría de nuevo y juntos cruzarían el gran lago. Podía visualizarlos juntos, a él y Helmut, danzando como dementes en la orilla, en medio de la noche mágica, una jungla a sus espaldas, nada podía existir más que ello....Nada podía separarlos nunca más.
Y en momentos difíciles, aún recordaba aquel sueño: Echados en una pradera, con una montaña inmensa elevándose frente suyo, el cielo azul más limpio que nunca, la paz más inmensa y su mano rozando la de aquel hombre que jamás podría dejar de amar, cuyos ojos marrones brillaban con el destello de las luces del día mirándolo con una mirada sólo para él y una sonrisa vislumbrante en su rostro adorable. No, definitivamente jamás dejaría de amarlo, porque para empezar no quería dejar de hacerlo; inclusive en los tiempos difíciles y extraños, inclusive en los tiempos buenos.
**********
Hoy es un día diferente, sí, tal vez. Lo es porque hace dos meses que Bucky no ha vuelto a saber nada de Helmut, y no lo es a la vez porque él sigue sin aparecer como si el tiempo lo hubiera borrado definitivamente de su vida.
Bucky se sentía hastiado de esa situación, ir buscarlo ya no era una opción. Pero... qué podía hacer. Todos sus amigos le habían dicho que dejará a Helmut de una vez por todas, bien...tal vez debería hacerles caso por una vez siquiera.
Entonces termina de escribir la entrada de su blog, su exitoso blog por cierto, y se va en busca de Alpine para darle su comida de medio día. Pero, en medio de su afán, recibe una llamada de un número extranjero...claro, lo reconocía, Sokovia.
"Oh, Helmut, no sé si tengo ganas de volver a hablar contigo" Se decía molesto, aunque en el fondo no pudiera aguantarse la emoción de escucharlo de nuevo. Sin embargo, al responder, la voz que lo saludó fue otra:
— ¿Usted es Oeznik? —corroboró James, ya antes había conocido y tratado con el mayordomo leal de Zemo; pero incluso ahora dudaba que siguiera...vivo. "Demonios, es un vampiro" se decía James.
— Así es, señor Barnes, es un gusto volver a hablar con usted.
— Por supuesto... ¿Sucedió algo? ¿Helmut está allí?
Alpine se enredó entre sus piernas, Bucky la vió y supo cómo ella extrañaba a Helmut; tal vez podría llevarla esta vez con él.
— Sí, él está aquí. Yo lo llamo porque... quisiera, si no es mucho pedir, que viniera a verlo. Él no me ha pedido esto, se lo pido yo por iniciativa propia...
— ¿Está bien?
— Él estará mejor si usted viene.
Okey, eso era más que suficiente para que James Buchanan Barnes activara el modo Soldado del Invierno —o de verano, en este caso— y se lanzara en busca de su amado Barón.
"Pinche y condenado hombre" refunfuñaba Bucky minutos después mientras alistaba sus maletas con Alpine ronroneadole a diestra y siniestra "...me tiene a su voluntad"
Ordenó todos sus pendientes en su ciudad y preparó un viaje modesto a Sokovia. Se llevaría a Alpine con él, está vez todo sería muy práctico, además... definitivamente estaba dicidido a poner a Helmut en lugar, tendría una charla muy seria con él, porque ya era hora de que sintonizaran sus vidas y que sentara algo de cabeza sobre sus acciones. Helmut y él, habían nacido para vivir y morir juntos, eso ya no se podía renegar, sólo había que asumirlo con una mejor planificación y determinación.
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N.A.
Hey, por primera vez subí un video subtitulado por mí en la cabecera del capitulo 😎😆 Creo que me dedicaré a eso,e ayuda mucho con esto del vocabulario para Inglés. Aún recuerdo cuando se estrenó Gran Hotel, fue un gran día... Extraño mucho a alguien, espero que esté bien. Esa canción es triste, porque cuando pierdes a alguien para siempre... En fin, ya saben...
Saludos ✨
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