Cuarta parte
A eso de las 4 de la madrugada, habían, sin ser muy conscientes del cómo, llegado hasta la parada del bus. Estaban rendidos. Zemo estaba sentado sobre la acera y Bucky apoyado contra un poste de luz.
— Zemo, no vendrá el bus…vamos caminando.
— Para empezar, ¿a dónde estamos yendo?
— Me estás acompañando a mi…
— A tu casa, sí.
— En realidad vivo en una especie de edificio sin ascensor.
Zemo se levantó y se dispuso a caminar.
— Entonces vamos caminando, tú dime por dónde.
A menudo se echaban a reír, era lo único que podían hacer. Bucky abrazaba a Zemo rodeándolo con su brazo y diciendo cualquier cosa para que no dejara de sonreír.
Siguieron vagando por las calles, hasta que llegaron a la esquina del edificio donde vivía Bucky. Zemo se quedó atrás y se contuvo de espaldas contra otro poste de luz.
Bucky se percató de que Zemo ya no estaba a su lado y se volteó para encontrarlo apoyado (clavado) contra el poste, con las manos sujetas tras su espalda, la barbilla levantada y una sonrisa satisfecha.
—¿No…no vendrás conmigo?— le preguntó Bucky con las manos en los bolsillos.
— ¿Sabes que si entró allí, es posible que nunca más vuelva a salir?
Bucky, sonriente, bajó su cabeza. Sí, lo sabía. Entonces se acercó a Zemo, tenía planeado decirle algo dulce para convencerlo o para despedirse de él y su magia; pero, al ver su facciones adorables, y tener su presencia así de cerca, se dejó llevar por su instinto. Lo sujetó rudamente por la solapa de su camiseta y lo atrajo hacia sí para plantarle un beso apasionado.
Zemo cerró sus ojos, ya no sabía qué más hacer. Los besos de Bucky se habían vuelto su droga, y la necesidad de sentir la calidez de su piel se apoderó de su ser. Sostuvo la cabeza de James y le acarició frenéticamente el cabello desordenándoselo, mientras Bucky rodeaba su cintura sujetándolo con fuerza hacia su propio cuerpo. Con sus caderas tan juntas, sus entrepiernas se rozaron, y pidieron sentir el producto de su mutua excitación. Zemo besó el cuello de Bucky con desenfreno hasta que éste último le dijo en una súplica:
— Ah… dios, por favor…ven conmigo…
Bucky apartó a Zemo de un solo movimiento y tomó su mano con firmeza conduciéndolo hasta el interior del edificio. Subieron las viejas escaleras corriendo y echándose a reír como un par de dementes.
Bucky hizo caer las llaves dos veces antes de poder abrir su puerta con mucha dificultad, le temblaban las manos y estaba sumamente ansioso.
— Eres un tarado, James. — le dijo Zemo riendo, apoyado contra la pared mientras lo veía introducir torpemente la llave en la cerradura de su puerta.
— Cállate, pedazo de mierda sokoviana. — le dijo Bucky sonriendo, mientras lo tomaba por el cuello para besar su quijada.
— Oblígame, imbécil.— le dijo Zemo en un susurro.
Bucky se apartó y le echó una mirada fulminante antes de plantarle un rudo beso en los labios que hizo chocar la cabeza de Zemo contra la pared. Lo besó hasta dejarlo sin aire, cuando supo que lo tenía, Bucky se apartó repentinamente de él para ver su expresión.
Zemo tenía los labios un tanto hinchados y rojos por la brusquedad del beso de Bucky y no se movía de su lugar; sin embargo, lo miraba fijamente, como si quisiera asesinarlo y comérselo con la mirada.
— Jódete, James.— le dijo Zemo finalmente.
— Tú jódete.— lo señaló Bucky. Ahora estaba sudando.
— Y por qué no lo haces tú.
Bucky se fue sobre Zemo y lo besó con desenfreno, sujetando firmemente su cabeza contra la suya. Zemo deslizó una mano debajo la camiseta de James y acarició su espalda, mientras su otra mano sujetaba el cinturón de Bucky con firmeza atrayendolo hacía sí.
Bucky empujó a Zemo dentro su habitación, cerrando apenas la puerta tras de sí, mientras intentaba quitarse la chaqueta torpemente sin dejar de besar a Zemo ni por un instante. Éste último lo ayudó a terminar de quitarse su chaqueta deslizándosela por sus hombros, y Bucky hizo lo mismo. Sin chaquetas, ambos, se sintieron un tanto más libres, y se sujetaron mutuamente el rostro, deslizando sus dedos por la sien, besándose a más no poder.
Ambos conocían el mejor momento. Bucky deslizó sus manos debajo de la camiseta de Zemo y se la subió acariciando su espalda. Se separó de él un momento para poder sacarle la camiseta por encima de la cabeza, lo hizo rápidamente y Zemo no perdió tiempo en hacer lo mismo.
Con el torso desnudo, se abrazaron y retomaron su beso apasionado. Bucky bajó su cabeza para besar el cuello de Zemo, empujándolo hasta hacerle perder el equilibrio y caer sentado sobre el borde de la cama. Zemo lo miró desde abajo y acercó el rostro a su torso, dejando suaves besos que Bucky sentía arder sobre su piel.
Mientras Bucky, anonadado, acariciaba su cabello, Zemo comenzó a quitarle el cinturón y bajó sus pantalones de un sólo tirón dejando en evidencia una erección que Zemo comenzó a besar aún sobre la tela de su bóxer. Bucky quería gritar, porque lo que estaba sintiendo era demasiado, pero sólo apretó los dientes con una expresión de dolor, es que así era…un placer maldito que hasta dolía. Zemo bajó poco a poco el bóxer de Bucky hasta liberar lo inevitable. Entonces levantó su mirada y le dijo:
— 15 cm.
Bucky ya no podía, sus piernas le fallaban y su cuerpo estaba temblando, además que sudaba a mares. Zemo tomó delicadamente su miembro con una mano y se acercó para deslizar su lengua por todo su largo. Bucky, que respiraba agitado, comenzó a emitir jadeos inevitables, no sabía lo que le ocurría, no sabía si quería llorar o morir. Zemo llegó a la punta del glande y se lo metió delicadamente a la boca succionándolo suavemente. Bucky estaba comenzando a sentir espasmos por todo su cuerpo, hasta que Zemo finalmente deslizó el miembro excitado de Bucky dentro su boca y comenzó a succionarlo a un ritmo acompasado, al comienzo lento y luego progresivamente rápido, mientras también lo estimulaba con ambas manos. Ésto definitivamente acabó con la lucidez de Bucky, con expresiones suplicantes en su rostro y jadeando hasta emitir uno que otro gemido quiso acariciar la cabeza de Zemo, pero sus manos estaban temblando sin control; sólo pudo llevárselas hacía su rostro, echando para atrás su cabeza y cerrando fuertemente los ojos. Estaba muriendo de placer.
— ¡Dios…! — exclamó Bucky con un tono suplicante.
Zemo sabía que Bucky estaba llegando al orgasmo, y se apartó repentinamente de él. Aún tenía ese sabor en sus labios, y lo miró severamente con esa intensidad dominante en sus brillantes ojos oscuros.
Bucky, sin poder ya sostenerse, se apoyó con ambas manos sobre la cama rodeando a Zemo. Quería preguntarle (exigirle) por qué se había detenido dejándolo con ese dolor placentero palpitando en su miembro; pero, antes de siquiera mirarlo, Zemo lo tomó por el cuello y lo atrajo hacia él para besarlo con vigor. Bucky sólo soltó un breve quejido y perdió los estribos cuando sintió cómo la mano de Zemo comenzaba a masturbarlo sin piedad mientras sus besos se volvían más rudos y desenfrenados sobre su boca. El placer que estaba sintiendo era extremo, gemía con cada movimiento de la mano Zemo sobre su miembro, y sus gemidos eran ahogados por esos besos hambrientos, se iba a venir…lo sabía, lo sabía… Y sucedió justo cuando Zemo mordió su labio inferior haciendo que emitiera un último gemido de dolor y placer. Zemo sintió una calidez sobre su propia erección, es que Bucky había acabado sobre su pantalón, y el semen había traspasado la fina tela de su Blue Jean.
Bucky dejó caer su cabeza sobre el hombro de Zemo, y percibió ese aroma seductor que éste tenía impregnado sobre su piel… no, no era así, era natural, era propio, exudaba ese aroma desde los poros de su tersa piel. Ésa era su condenada o bendita escencia.
Zemo se dejó caer sobre la cama y Bucky cayó con él aprisionándolo entre sus brazos. James comenzó a besar su clavícula, haciendo un recorrido devoto sobre su cuello hasta llegar a lóbulo de su oreja. Desvió sus besos para llegar a esos labios finos que lo cautivaron desde el primer día que le dedicaron aquella sonrisa que cambiaría su vida. Amaba su sabor.
Zemo sintió cómo esos besos quemaban su piel y sus labios. Cerró los ojos y se dejó llevar. Pronto sintió como ese recorrido ardiente descendía por su quijada, su pecho…su abdomen… Sus músculos se contraían con cada roce. Sabía hasta dónde llegaría, y estaba ansioso por ello. Bucky deslizó los labios por su pelvis, pegó el rostro sobre su piel y aspiró profundamente su aroma. Zemo percibió como Bucky le aflojaba el cinturón y luego cómo deslizaba su pantalón por sus piernas en un movimiento delicado y hasta cuidadoso, como si al verlo con los ojos pasivamente cerrados no quisiera despertarlo. Bucky se acercó de nuevo a él y besó su erección sobre la tela de su ropa interior, como si le estuviera pidiendo permiso para proceder a amarlo con toda su devoción.
Zemo le concedió ese permiso acariciando su cabello. Con los ojos cerrados adivinaba esas facciones perfectas. Bucky le bajó lentamente la ropa interior y liberó su erección.
— 15 cm.
Zemo escuchó esa voz, adivinó la expresión divertida que traía en el rostro, y sonrió. Bucky tomó aire, y besó el interior de sus muslos. Zemo sintió esos besos recorrer su piel, y luego sucedió lo que ansiaba; no pudo evitar jadear cuando sintió la calidez de los labios de Bucky rodear su miembro erecto, supo que estaba dentro esa boca encarnada y seductora que lo traía sin vida. La lengua de Bucky estimulaba sus partes sensibles, y sentía la caricia de sus manos sobre su alrededor.
Ese movimiento de la boca de James succionando afanosamente su miembro lo hizo estremecerse. Maldijo en voz alta cada vez que Bucky aumentaba el ritmo de sus movimientos, hasta que no pudo más y arqueó su espalda agarrándose fuertemente de las sábanas. Las venas en los puños de sus manos se traslucían, y la sangre le recorría el cuerpo como si fuese fuego ardiendo en su interior.
El desenfreno de Bucky hizo que Zemo se corriera en su boca. Él jamás había sentido el sabor de esa sustancia cálida en su paladar y, al contrario de lo que pudo esperar, ese sabor le fascinó tanto que saboreó hasta el último rastro. Siguió masturbando a Zemo hasta que él mismo se sintió excitado. Se arrodilló sobre la cama y quiso saber…
— ¿Puedo hacerlo?
Zemo se llevó las manos al rostro y luego se alisó el cabello castaño. Abrió los ojos y miró a Bucky. ¿Cómo había llegado tan lejos con él?
— ¿Sabes cómo?— le susurró.
Bucky se llevó dos dedos a la boca y los humedeció. Luego se echó sobre el pecho de Zemo y acercó su rostro para besarlo suavemente. Llevó sus dos dedos a la boca de Zemo, los deslizó por sus labios para introducirlos lentamente. Zemo humedeció esos dedos succionándolos suavemente, sin dejar de mirar fijamente a Bucky. Sus miradas estaban conectadas desde el primer día que se clavaron una en la otra.
Bucky lo miraba con adoración, como siempre, así que no pudo evitar besarlo de nuevo. Deslizó sus dedos húmedos hasta ese lugar en el que deseaba ingresar. Los introdujo lentamente haciendo que Zemo emitiera un gemido, y luego comenzó a moverlos suavemente de arriba para abajo, mientras acallaba los jadeos de Zemo con sus besos. Cuando sintió que esa área ya estaba dilatada, retiró sus dedos y condujo su miembro erecto hasta la entrada e ingresó con lentitud. Vió cómo Zemo se contenía aferrándose fuertemente a las sábanas, y deslizó sus manos por los muslos de las piernas que lo rodeaban con ansias sujetándose firmemente de ellas. Se acercó de nuevo a Zemo para besarlo, no había introducido su miembro por completo pero hasta donde lo había hecho era suficiente, entonces comenzó a moverse con suavidad en su interior. En sus besos sentía los jadeos de Zemo, el sudor que podría ser tan suyo como de él, y ese sabor delicioso de aquellos labios que tanto adoraba. Su movimiento aumentó en ritmo e intensidad. Zemo dejó de aferrarse a las sábanas para sujetar con una mano a Bucky por la espalda, y con la otra mano comenzar a masturbarse. Las arremetidas de Bucky se hicieron más rápidas y se acompasaron con los gemidos desbocados de Zemo, gemidos que Bucky apenas podía acallar con sus besos porque él mismo estaba comenzando a jadear por la excitación extrema que estaba experimentando. Arremetió con más rapidez a medida que se sentía llegar al orgasmo otra vez, la mano de Zemo lo sujetaba con rabia y sabía que le dejaría marcas sobre su piel.
Estaban llegando al climax del placer. Apretaron la mandíbula y cerraron los ojos. Ambos se corrieron al mismo tiempo. Zemo sintió cómo ese flujo caliente invadía su interior, y Bucky sintió esa misma calidez sobre su abdomen. Estaba agotado, y cayó bruscamente sobre Zemo hundiendo la cabeza en su pecho.
Ambos respiraban con dificultad. Zemo deslizó la mano sobre la espalda de Bucky para acariciar su cabello, y éste levantó su cabeza para observarlo. Se quedaron mirándose en silencio por un momento hasta que Zemo le dijo en voz baja:
— Hola, licenciado Barnes.
— Dime Sargento Barnes.
Zemo frunció su ceño y sonrió.
— ¿Sargento Barnes? — cuestionó.
Bucky se irguió apoyándose sobre el pecho de Zemo y le explicó con tranquilidad:
— Es una fantasía.
— Una fantasía…
— Siempre quise escuchar que me llamen así. No lo sé, fantasías…
— Sargento Barnes…
Bucky sonrió al escucharlo decir éso. Zemo miró hacia arriba y volvió a pronunciar la frase con más lentitud, como si quisiera asimilarla.
— Sargento… Barnes…
Bucky comenzó a reírse, tal vez había sido un poco ridículo pero ahora le parecía gracioso.
— Sar-gen-to… Barnes…
— Ja ja ja, ya basta…— rió Bucky
— Suena bien…
— Sí, sí…oye, mira, tienes muchos lunares…— le dijo Bucky señalando los lunares en su rostro—…hasta forman una cruz…son…hermosos. Tú eres hermoso. — le dijo mirándolo a los ojos.
— Lo sé. — le respondió Zemo. — También creo que si tú eres el Sargento Barnes, yo soy el Barón Zemo.
— ¿Ahora será así? — le preguntó Bucky con picardía.
— Considéralo una fantasía.
— Podemos ser lo que queramos.— dijo Bucky apoyando de lado su cabeza sobre el pecho de Zemo. — En cualquier realidad, tiempo o espacio, supongo que nacimos para morir y para estar juntos.
— Todo lo puede…— susurró Zemo.
Bucky podía escuchar los latidos de su corazón, como un pequeño tambor dentro su pecho; a ese ritmo marcaba desde el día que lo conoció.
— Por qué nadie te llama Helmut.— le preguntó de pronto.
— No lo sé, tal vez simplemente porque no me da la gana.
— ¿Yo puedo llamarte Helmut?
Zemo guardó un silencio breve mientras evaluaba esa petición. Bucky no era nadie, Bucky era especial…
— Sólo tú.
— Helmut…
— James…
— ...nadie me llama James. Todos los que me conocen me llaman Bucky; pero, cuando tú me llamas por mi nombre…cuando dices "James", es diferente, es…me haces sentir especial, real…Es como si fuera una mejor versión de mí mismo, cada día …cada día soy mejor desde que te conocí.
— Siempre has sido brillante, y lo serás por siempre. Yo, ni nadie, podrá cambiar o detener éso.
— Entonces, Helmut…nunca dejes de llamarme "James".
— Está bien.
Helmut comenzó a percibir que la piel de James se estaba enfriando y le dió una suave palmada para decirle:
— Levántate, debemos cubrirnos con las sábanas…
— Sí, tienes razón. — dijo James comenzando a erguirse.
Se cubrieron rápidamente, parecían un par de niños. Helmut se acomodó rápidamente en su posición favorita para dormir, que era abrazando la almohada; en esta situación, hasta le fue grato porque podía respirar el aroma de James. Éste último se echó de costado para observarlo y lo encontró encantador con un lado de su cabeza hundido sobre la almohada. Podía ver sus ojos hermosamente cerrados y sus delgados labios ligeramente separados.
— ¿Siempre duermes así?— le preguntó James.
Helmut sólo emitió un murmullo afirmativo sin abrir los ojos. James se irguió de costado para cubrir bien la espalda de Helmut con la sábana, y vió los lunares sobre su nívea piel. Se sintió tentado de tocarlos y formar una constelación con ellos; sin embargo, temiendo que sus dedos pudieran estar fríos, sólo se inclinó para depositar unos besos cálidos sobre esa adorable piel.
Helmut sonrió, no podía ser que otra vez lo estuviera provocando. Sentir esa electricidad con cada contacto suyo se estaba volviendo su perdición.
— ¿Eres incansable, no? No me hagas ésto, tenme un poco de consideración ¿Guárdame para los próximos días, sí?— le dijo sonriente, Helmut, dándose la vuelta para que James dejase de besarlo.
James soltó una débil risa y volvió a echarse de costado. Pronto se dió cuenta que Helmut lo estaba mirando.
— No me mires tanto que me desgastas — se burló James.
— Maldito desgraciado…— le dijo Helmut acercándose a él de imprevisto, y rodeándolo con sus brazos mientras depositaba unos suaves besos por cada rincón de su rostro.
"Te amo, Helmut" se dijo James para sus adentros, y se lo repitió una y otra vez con total convencimiento. Sus amigos le habían dicho que los hombres nunca deben declarar sus sentimientos, que ellos sólo conquistan y que ganan el terreno; porque podrías ahuyentar a la otra persona, y sobretodo… porque admitías tu vulnerabilidad.
Pero James quería decírselo porque simplemente quería hacerlo. Pero tal vez… debía esperar el momento, o no…
— Te…te amo.
Escuchó su voz sonar débil y ronca, abrió los ojos. Había pasado mucho tiempo mientras pensaba en si dar su declaración o no, y Helmut ya estaba dormido, con esos hermosos ojos cerrados frente a él, y un anhelo se deslizaba por esos finos labios… estaría soñando con él, con sus caricias y con su propia vida, y tal vez…tal vez en algún momento de ese sueño podría escuchar un leve "Te amo", y entonces sabría que sólo se trataba de un simple sueño en el que debía dejarse llevar.
James lo contempló en silencio mientras argumentaba todo lo anterior, y poco a poco comenzó a cerrar sus ojos también. Mientras en su mente todavía resonaba como un eco distante esa declaración…
Te amo…
Aquella vez…
Me hiciste sentir como el único,
me hiciste sentir como el único.
El único.
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N.A.
Bueno banda, este capítulo fue la primera cosa "horny" que escribí EN MI VIDA jajaja, fuera de mame :u. Nunca escribí escenas de sexo y eso, así que pedí muchos consejos, leí otro tanto de Slash y también MediaClinic para términos biológicos jajajaja en serio.
No se me da mucho pero como me dijo Morgan, con el tiempo es algo que se te va haciendo más fácil. Ojalá ✨ Saludos :)
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