Capítulo único
Las pisadas resonantes del pasillo informaron a los que esperaban del otro lado sobre la llegada del resto de jugadores. Las miradas del equipo rival se posaron sobre aquellos bajo el mando de Noel Noa quienes entraban a la cancha con expresiones orgullosas y con sus espíritus deseando competir con el único objetivo de ganar.
— Espera, espera. — Chigiri detuvo a Reo quien le miró con confusión, el pelirrojo señaló a cierto jugador de cabellos puntiagudos que se encontraba calentando para entrar junto a los titulares a la zona de juego.
— Parece que el héroe resurgió del infierno. — Comentó Reo con un tono burlón, Chigiri sonrió antes de comenzar a estirar. Saber que competiría contra quien fue su compañero de equipo en un inicio encendía una llama de emoción en su interior.
Los titulares fueron llamados a la cancha y para ninguno de sus conocidos pasó desapercibida la actitud fría que aquel jugador de camiseta número cincuenta poseía.
Kunigami no era así tiempo atrás ¿Qué había sucedido con él tras ser dejado atrás por sus demás compañeros?
El silbato anunciando el inicio del partido obligó a todos a volver a sus propias realidades, cada uno concentrado en tomar el balón y llevarlo hasta el otro lado para así anotar un gol y destacar por sobre los demás. Algunos no podían evitar notar también lo distinto que era el número cincuenta en la cancha, parecía como si el egoísmo finalmente lo hubiera consumido y sus habilidades de juego habían evolucionado. Su físico mejoró y su manejo del balón también.
Kunigami solo tenía un objetivo en mente: tomar el balón y anotar. Les enseñaría a todos esos jugadores débiles lo que significaba ser un verdadero striker.
Les dejaría en claro que aquel al que conocieron en el pasado; el héroe, ya no existía más. Aquel estúpido héroe había muerto y de sus cenizas resurgió una carta maestra que superaría a todas las demás.
Los noventa minutos del juego parecieron volar con todas las mentes procesando información a velocidades descomunales y cuando el pitido final sonó por fin pudieron respirar en paz y liberar sus mentes de todo pensamiento.
— Bien hecho, chicos. — La mirada de varios chicos se dirigió a la banca de Manshine City notando a una mujer alta repartiendo botellas de agua a los jugadores guiados por Chris Prince.
— Gracias, Anri.
Kunigami llevó una mano a su nuca palmeando un par de veces para liberar la tensión que sentía tras el juego. Sus pies lo guiaron a la banca de Bastard München para buscar sus cosas y esperar la orden para poder retirarse y dejar a los demás atrás.
— ¿Eres familiar de Anri? Nunca te habíamos visto por aquí.
— Oh, no. No soy familiar de Anri, soy una amiga de infancia, pero para mí es como una hermana mayor.
Los ojos de Kunigami se movieron hacia su izquierda, una ligera curiosidad por saber quién era la nueva persona en el campo llegó a él; sin embargo, el cuerpo de cierto jugador de camiseta número once le impedía ver de quién se trataba.
— Fue un buen juego, por favor beban bastante agua.
La desconocida repartió botellas de agua tal y cómo Anri hacia desde el otro lado. Kunigami creyó innecesario quedarse solo por una botella de agua que podría conseguir en cualquier otro lugar, por lo que tomó sus cosas y se giró para irse.
Justo en ese momento sintió algo golpear contra su pecho, su mirada bajó tan solo para encontrarse con una jovencita que había sido el obstáculo que impidió su huida.
— Oye, oye, Kunigami. Cuidado le destrozas la frente con ese pecho tan firme que tienes. — Kaiser tomó a la joven de sus hombros alejándola ligeramente del número cincuenta, fue entonces que la chica elevó la mirada e hicieron al fin contacto visual.
Para nadie pasó desapercibida la sorpresa en el rostro de la amiga de infancia de Anri, mucho menos el leve levantamiento que hubo en las cejas de Kunigami demostrando sorpresa.
— ¿Rensuke?
Las miradas de los demás jugadores fueron con velocidad alarmante hacia el delantero, Kunigami se mantenía de la misma forma, en su sitio y sin despegar la mirada de la chica frente a él.
Cuando todos creyeron en que por fin el pelinaranjo diría alguna cosa se llevaron una gran decepción al observar al jugador tomar una botella de las manos de la jovencita que les atendía y caminar hacia el maestro para avisar que se retiraría.
— Vaya, parece que no hay nada que lo haga cambiar. — Susurró Kaiser observando por donde el joven se había ido. — No te preocupes, linda, ese tipo es un desalmado sin modales.
— Oh, está bien. Quizás... Lo confundí.
Una vez las botellas de agua terminaron de ser entregadas algunos jugadores se reunieron para discutir algunos asuntos del equipo, otros fueron invitados a ir a la cafetería para tomar su cena e irse después a sus habitaciones.
La jovencita de brillantes ojos había sido la primera en llegar al área de comidas, al menos eso fue lo que creyó, pues al tomar su bandeja de alimentos se percató de la presencia de un hombre sentado en una mesa aparte de las demás.
¿Qué tan solo debía querer estarse para hacer tal cosa?
Sus piernas le guiaron a paso lento hacia donde el jugador se encontraba y antes de sentarse pronunció.
— ¿Te molesta si me siento contigo?
Los ojos marrones del más alto se posaron sobre la mujer, momento después su cabeza se movió de un lado a otro en negación.
Kunigami no entendía absolutamente nada de lo que estaba sucediendo en ese momento, habría creído que a la que estaba viendo era aquella amiga de infancia con la cual creció y pasó muchos de sus días hasta la escuela media de no ser porque esa misma amiga había desaparecido de un día a otro sin decir un adiós. Según lo que había oído, su familia se había mudado repentinamente debido a asuntos de trabajo.
— Rensuke... — La voz de la mujer le trajo de nuevo a la realidad, el pelinaranjo le observó por un momento, ella solo suspiró. — Quizá no te acuerdas de mí, pero-
— Te fuiste. — Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de la fémina, después esta fue reemplaza por una mueca de arrepentimiento.
— Mis padres planearon absolutamente todo para que nos mudáramos de un día a otro... Siento no haberlo sabido desde antes para poder decirte.
Varias personas comenzaron a entrar en la cafetería en busca de alimentos para llenar sus hambrientos estómagos. Isagi caminaba junto a Bachira con quien se había encontrado por casualidad, pero ambos fueron repentinamente detenidos poco después de cruzar la entrada.
— Por favor díganme que no me volví loco. — Igaguri detuvo a ambos chicos señalando sin disimular a una dirección de la cafetería.
Isagi y Bachira miraron hacia el sitio mostrando sorpresa al darse cuenta de las dos personas que se encontraban solas en una misma mesa hablando. O bueno, quizá solo una de ellas parecía hablar algo entusiasmada.
— Oh, son Kunigami y ___. — Bachira giró su rostro hacia Isagi con curiosidad. — Al parecer es amiga de Anri, pero dudo que esté aquí solo para servir botellas de agua.
— ¿Dices que pudieron llamarla para algo más?
— Podría ser.
A pesar de las pesadas miradas que había sobre la nuca de ambos, la jovencita recién llegada no detuvo su hablar, al contrario, tuvo la confianza suficiente para continuar poniendo al día a aquel pelinaranjo cuando se dio cuenta de que, aun cuando había terminado su comida minutos atrás, el muchacho no se levantaba del sitio para dar por finalizada la conversación y continuaba escuchando lo que ella tenía para decir.
—... Entonces, hace unos días llegó una carta a casa, decía que querían que me presentara a las instalaciones de Blue Lock para analizar los avances de los jugadores y es así como terminé aquí.
Los ojos de la mujer se posaron sobre Kunigami quien hacía lo mismo que ella, con la única diferencia de que él no pronunciaba palabra alguna en aquella conversación.
— ¿Rensuke? ¿Pasa algo?
Kunigami arrugó el entrecejo, cualquiera podría darse cuenta de que parecía estar sobre pensando alguna cosa pues sus ojos se movían de un lado a otro y sus labios se presionaban entre sí sin decir una sola palabra.
La mano de la mujer se estiró hasta posarse sobre la diestra del delantero quien reaccionó de inmediato alejándose del tacto.
— Lo siento, creo que todo este tiempo estuve hablando de más... Disculpa si te incomodé, Rensuke. — La fémina se puso en pie tomando su bandeja. — Me retiraré primero, fue bueno volver a verte después de muchos años.
Sin siquiera tener tiempo de mover un músculo de su cuerpo la mujer se vio detenida al posarse una mano sobre su muñeca. Kunigami elevó la mirada hacia sus ojos observándole por unos segundos antes de maldecir en susurros y ponerse en pie él también. Fue entonces que la joven de brillantes ojos cayó en cuenta de la gran diferencia de altura que había entre ellos dos cuando debió elevar su mirada conforme el hombre seguía subiendo y subiendo.
¿Tanto había crecido?
— ¿Pasa algo, Rensuke?
— Sí. — Kunigami tomó ambas bandejas de comida con su diestra mientras su zurda tomaba la muñeca de la joven arrastrándola tras de sí.
— Espera, espera. Un poco más lento, Grandulón.
Las bandejas fueron dejadas en su sitio y pronto se encontraron caminando hacia la salida de la cafetería.
La comida cayó de la boca de Igaguri al observar cómo el indomable Kunigami parecía llevar de la mano a la recién llegada amiga de Anri. Los ojos de sorpresa de quienes conocían al número cincuenta no eran capaces de disimular ni una pizca, pero quién podría hacerlo si veían tal escena.
— Vaya suerte... — Pronunció Chigiri.
— Sí, parece que ya alguien se quedó con la chica. — Continuó Nagi.
— Esperen, esperen... ¿A qué se refieren ustedes dos? — Cuestionó Reo. Chigiri y Nagi rieron mientras se codeaban entre sí dejando al resto desconcertados.
El ruido de la cafetería poco a poco fue desapareciendo hasta que todo se volvió silencio absoluto con la única excepción del ruido que producían sus zapatos al caminar. Kunigami se detuvo de golpe frente a una puerta, sus ojos fueron hacia la mujer a su lado pareciendo pensar algo antes de girar la manija y adentrarse junto a la más baja a su habitación.
— ¿Qué hacemos aquí? — Preguntó la jovencita. — Dudo que a Ego le agrade la idea de que estemos nosotros solos en esta habitación.
La chica se sobresaltó cuando la puerta fue cerrada de manera repentina. Kunigami caminó hasta su cama dejándose caer sentado sobre el colchón mientras continuaba mirando de manera fija a la recién llegada.
— ¿Cuánto tiempo estarás aquí? — La mujer elevó una ceja ante la pregunta, Kunigami parecía estar curioso por eso, así que no dudó en responder.
— Aproximadamente unas dos o tres semanas ¿Por qué?
— Esa vez... — Pronunció con dificultad, la joven aprovechó para acercarse y tomar asiento al lado del pelinaranjo. — Cuando te fuiste había algo que debía decir.
— ¿Aún puedes recordar lo que tenías que decirme hace cuatro años? — El entrecejo de Kunigami se arrugó. — Lo siento, continúa.
— No lo olvidé, porque... — Un suspiro pesado abandonó el cuerpo del hombre. No había forma de decir aquello sin sonar horriblemente ridículo en el intento. — Siento que... Aún no es tarde para decirlo.
— Bien, entonces dime... ¿Qué es? — La mano de la mujer se dirigió hacia el hombro del hombre, pero antes de poder tocarlo detuvo sus movimientos recordando el repentino rechazo que tuvo en la cafetería por parte del pelinaranjo.
— Desde que tengo memoria, yo... Te he apreciado.
Un corto silencio se apoderó de la habitación, Kunigami apretó sus labios entre sí observando las expresiones de la mujer. Pocos segundos después la risa de la fémina resonó por las paredes de la habitación desconcertando al hombre.
— Rensuke, yo también te aprecio desde siempre... Es por eso que cuando te vi allá no dudé en venir a buscart-
— ¡No! — Las palabras de la mujer fueron cortadas. — No me refiero a eso.
La sonrisa en el rostro de la contraria se borró, una expresión de molestia apareció en el rostro de Kunigami al darse cuenta de que ella ya había entendido a lo que se refería y la respuesta sería demasiado obvia.
— Está bien, solo... Olvídalo.
— No lo haré. — Una sonrisa apareció en el rostro de la chica. — Porque creo que ambos sentimos una cosa en común antes de que yo fuera tragada por la tierra.
El pelinaranjo observó a la mujer por unos pocos segundos antes de suspirar y tomar una de sus manos y darle un suave apretón; sin embargo, esta fue apartada repentinamente. Los ojos marrones de Kunigami subieron a los brillantes de la mujer quien continuaba con esa mirada divertida en el rostro.
— Entonces, dime... ¿Qué haremos sabiendo esto? — Preguntó la fémina. — ¿Qué quieres hacer tú, Rensuke?
Era una excelente pregunta. Kunigami era consciente de que su vida tras entrar en Blue Lock había cambiado drásticamente al punto de que ni siquiera era capaz de utilizar su teléfono móvil cuando quisiera. Los entrenamientos, los juegos, las prácticas... Todos consumían su vida con el único objetivo de convertirlo en el mejor del mundo.
¿Estaría ella dispuesta a aceptar compartir esa vida con él sabiendo eso?
Mantener una relación con una chica debía ser difícil para alguien como él quien aparte de ser miembro de Blue Lock solo podía pensar en mejorar y lograr cumplir su sueño de ser el mejor del mundo.
Sin embargo, qué de malo habría si lograba su cometido acompañado de aquella jovencita de la cual estuvo perdidamente enamorado desde que tenía cinco años.
Kunigami finalmente volvió a la realidad al sentir como algo se movía a su lado, su mano actuó por sí sola sin siquiera pensarlo y tomó la muñeca ajena acercando a la chica a su cuerpo con fuerza.
— Vaya mierda de cliché. — Susurró el hombre al sentir a la menor apoyándose de sus hombros para evitar caer encima suyo.
— Hey. Es tu culpa. — Señaló la más baja antes de reír e intentar alejarse, sin embargo, las manos que ahora se encontraban en su cintura lo impidieron. — ¿No piensas soltarme?
— No.
Una de las suaves manos de la mujer se posó sobre la mejilla contraria, los ojos de Kunigami se cerraron ante el cálido tacto. Fue entonces que la fémina pudo observar con detalle las características desarrolladas de su amigo de infancia. Su mandíbula se había marcado perfectamente y su nariz se había hecho más grande y firme. Sus cejas estaban pobladas y bien acomodadas sin necesidad de arreglarlas, pero lo que más destacaba de su rostro ahora no era ninguna de esas facciones.
El pulgar de la mujer pasó por debajo del ojo izquierdo de Kunigami tras notar las ojeras que el muchacho poseía, eran las marcas del esfuerzo que había hecho todo ese tiempo para llegar a donde estaba.
— No descansas bien. — Susurró la chica, Kunigami abrió sus ojos para mirarle. — Te estás matando.
El silencio se hizo presente en la habitación, el pelinaranjo no emitió ruido alguno y la mujer no insistió.
Los pulgares del más alto se deslizaron suavemente alrededor de la cintura de la más baja generando en su cuerpo un leve cosquilleo que hizo a sus músculos tensar.
La atmósfera de la habitación cambio de manera repentina como si las paredes de aquel sitio fueran conscientes de lo que ambos pensaban y eran incapaces de decir al otro.
Los dedos de la chica se deslizaron hasta terminar enredados en las hebras naranjas ajenas tirando suavemente de ellos antes de que sus almas perdieran la paciencia y sus rostros se acercaran al otro con desesperación uniendo sus labios en un beso.
El sabor de los labios ajenos fue como probar un manjar traído del Olimpo mismo, el tacto de sus manos recorriendo sus cuerpos era indescriptible.
Se sentía perfecto.
La cama rechinó cuando los fuertes brazos de Kunigami posaron a la fémina sobre el colchón. Una de sus manos se deslizó desde su cintura hasta su muslo izquierdo apretando su carne antes de elevar la pierna contraria a la altura de sus caderas. Un suspiro escapó de los labios femeninos durante aquel beso al sentir sus cuerpos acercarse aún más.
Ninguno de los dos lograba entender cómo habían llegado a ese punto después de su reencuentro, pero qué importaba cuando lo estaban disfrutando al máximo.
Era como un obsequio dado por la vida ante su constante esfuerzo, o al menos así lo veía Kunigami. Después del tormento que había vivido, ver de nuevo a aquella quien era su amor de infancia frente a él fue toda una sorpresa, pero ser inesperadamente correspondido era en definitiva un regalo el cual apreciaría por siempre.
— Espera un momento. — Sus labios se alejaron, la chica acarició la mejilla ajena una vez más. — Creo que es mala idea hacer esto aquí... Es decir, Ego podría aparecerse en cualquier momento o-
— A quién demonios le importa.
El intento de insistir por parte de la fémina fracasó cuando sus labios volvieron a ser atacados por los labios del hombre. Un quejido escapó de su boca al sentir su lengua ser tomada entre los dientes del masculino quien rio burlón antes de alejarse para descender hacia la sensible piel de su cuello. Rastros de saliva y mordidas iban siendo dejados por el mayor conforme bajaba por su cuerpo hasta que fue detenido por la tela de su camisa.
Los ojos de Kunigami subieron lentamente hasta encontrarse con la mirada emocionada y nerviosa de la más baja.
— Es buen momento para detenerme. — Comentó el pelinaranjo. — Si continúo, yo...
— Hazlo.
Tras serle concedido aquel permiso el pelinaranjo no dudó en tomar los bordes de la camisa que la mujer vestía. En un rápido movimiento se deshizo de la prenda y sin ser suficiente sus manos fueron directamente al borde de los pantalones ajenos; sin embargo, antes de poder continuar sus manos fueron detenidas por la menor quien le observaba con una pequeña sonrisa.
— No planeas dejarme desnuda a mí mientras tú sigues con todo eso encima ¿Verdad?
— Por supuesto que no. — Aunque la respuesta que el hombre dio pareció ser automática, pues hizo caso omiso a la queja y continuó retirando las prendas de la fémina.
Pronto el cuerpo de la mujer se encontró vistiendo únicamente ropa interior, era devorada por la mirada de aquel delantero quien parecía estar conteniéndose para no terminar las cosas tan rápido. Kunigami deslizó sus manos por los muslos de la chica una vez más antes de tomar con sus dedos los bordes de su camisa y retirarla lentamente. La sensación de estarse derritiendo bajo el fuerte cuerpo de aquel hombre se apoderó de la mujer al observar sus músculos contraerse conforme el contrario retiraba sus prendas y dejaba al descubierto su piel.
Por esa misma razón no pudo evitar estirar sus brazos y posar sus manos sobre el pecho ajeno. Kunigami le observó con detalle notando como las yemas de sus dedos descendían lentamente por sus pectorales hasta llegar a su abdomen en donde delineó con perfección su línea alba y finalizó sobre el elástico de su bóxer.
Sin perder el tiempo su mano se adentró bajo la tela de la única prenda que el hombre vestía rozando la evidente erección que yacía ahí desde el momento en que sus labios se unieron por primera vez.
Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de la chica, el pelinaranjo sonrió tras notarlo. No debió verlo para darse cuenta de que el falo ajeno tenía un gran tamaño y varias venas se resaltaban a su alrededor.
Kunigami tomó la muñeca de la chica y la alejó de su cuerpo para así poder retirar las últimas prendas que sobre ellos había. El hombre abandonó la inseguridad y no dudó en llevar su palma derecha hasta uno de los pechos de la fémina apretando y amasando su seno como si fuera el juguete favorito de un niño. Los suspiros emitidos por la menor le hacían querer hacer más para poder escucharla no solo suspirar, sino gemir y gritar su nombre de ser posible, pero no quería adelantar demasiado las cosas.
— ¿Lo has hecho antes? — Preguntó Kunigami.
Si bien era consciente de que eran adolescentes, casi adultos, tuvo la esperanza de que la chica le diese una respuesta negativa, pero no fue así. Su asentimiento indicó que ya había experimentado aquello en el pasado con alguien más y el pelinaranjo no pudo evitar sentirse celoso por no poder ser el primer hombre que cuidara de ella y le demostrara lo increíble que podía ser el sexo.
Sin embargo, fuese o no fuese su primera vez no cambiaría absolutamente nada para él. Esa estupidez no le haría ser un imbécil sin cerebro que pudiera herir a una dama solo por un poco de diversión momentánea.
Su cuerpo se inclinó al frente y unió sus labios una vez más a la vez que su diestra descendía hasta llegar al sexo ajeno, sus dedos medio y anular se deslizaron entre los pliegues de la mujer sintiendo como el cuerpo femenino se contraía por debajo suyo y un quejido era ahogado contra sus labios. No pudo evitar sonreír con satisfacción.
Sus dedos comenzaron a deslizarse arriba y abajo en varias ocasiones antes de cambiar de dirección y comenzar a trazar círculos por sobre aquella terminación de nervios haciendo a la joven bajo su cuerpo comenzar a retorcerse debido al placer que la estimulación le generaba. Su lengua se adentró a la boca de la mujer jugando con la lengua contraria y sus dedos se lubricaban por la humedad que la vagina de la fémina generaba con rapidez, no tardaron en hacerse presentes los chapoteos que generaban la fricción entre su mano y la vulva de la chica y cuando creyó que la menor estaba lo suficientemente preparada hundió sus dos dedos en su cavidad vaginal hasta donde llegaran. Comenzó con lentos movimientos de adentro hacia afuera para después curvar sus dedos hacia arriba con el objetivo de estimular lo más posible aquella zona. Los gemidos de la fémina no tardaron en hacerse presentes, pero quién podría contenerse cuando estaba siendo tocada de tal forma que su cuerpo era privado de algún tipo de descanso y la estimulación solo aumentaba haciéndole sentir cada segundo más cerca de su orgasmo.
Lamentablemente, un orgasmo tan pronto no estaba dentro de los planes del pelinaranjo así que, cuando escuchó los gemidos de la mujer aumentar y sus leves convulsiones volverse más frecuentes, retiró sus dedos dejando la sensación de un vacío en la menor.
— Oh, mierda. — Los labios del hombre se habían alejado de repente siendo expulsada una maldición momentos después, la chica le observó con confusión notando el entrecejo de Kunigami arrugado con molestia.
— ¿Pasa algo? — Los ojos marrones del mayor le observaron antes de asentir.
— No tengo preservativos... Dudo mucho que siquiera haya uno en un lugar como este. — Comentó. La menor le miró por unos segundos antes de tomar las mejillas ajenas y unir sus labios en un corto beso.
— Está bien, puedes... Puedes hacerlo así, tomaré una pastilla más tarde.
Sin embargo, el pelinaranjo negó mientras se sentaba a su lado tirando de sus cabellos con frustración.
— No... Esas basuras son dañinas. — Una risa escapó de la mujer antes de que esta se sentara sobre el regazo del más alto rodeando el cuello contrario con sus brazos.
— Te digo que está bien, una vez no hará mal.
Kunigami le observó por un momento con inseguridad, no se encontraba del todo convencido, pero no quería dejarles a ambos en ese estado tampoco. Sus manos fueron a la cintura de la menor acercándole más a su cuerpo y, por ende, logrando que sus sexos finalmente se rozaran entre sí arrancando un suspiro a ambos. Sus labios buscaron de nuevo a los ajenos para unirse en otro beso mientras sentía las caderas de la mujer comenzar a danzar encima de su falo con el objetivo de aumentar el deseo que ya sentían.
Era imposible aguantarlo un segundo más, estaba desesperado.
Sus palmas descendieron hasta los glúteos de su pareja apretándolos con fuerza, seguido tomó impulso para darles la vuelta dejando a la chica bajo su cuerpo de nuevo. Con sus dientes tiró del labio inferior de la fémina y después se alejó para enrollar las piernas de la mujer alrededor de su cintura.
— Entraré.
Dio aviso y la menor asintió. Kunigami llevó una mano a su falo alineando la cabeza del mismo con la cavidad vaginal de su chica y, cuando estuvo listo, se adentró en ella con cuidado para evitar lastimarle.
No pudo evitar cerrar sus ojos al escuchar un leve gemido salir de la boca de la mujer, sus manos subieron quedando una sobre la cintura ajena y otra yendo a tomar ambas muñecas de la chica sosteniéndolas sobre su cabeza. Su pelvis comenzó a moverse para permitirse entrar y salir de la contraria en un ritmo lento, pero fuerte.
Las respiraciones de ambos perdieron cualquier control y los suspiros fueron reemplazados por gemidos y jadeos. Sus ojos se mantenían en el rostro de la mujer observando cada expresión placentera que aparecía en él debido a la estimulación, pero no descuidaba el resto del cuerpo, su mano libre se deslizaba de arriba hacia abajo acariciando su cintura y de vez en cuando amasando su pecho o pellizcando su pezón con delicadeza.
La cama empezó a rechinar con más frecuencia cuando sus movimientos aceleraron y los gemidos aumentaron, el sudor cubrió los cuerpos de ambos y la sensación de un cosquilleo apareció en el vientre de la menor cuando la mano libre de Kunigami descendió para volver a estimular su clítoris.
Su espalda se curvó y esa vez estuvo segura de que llegaría a su orgasmo más rápido de lo que esperaba, pero una vez más se le fue privada de tener su clímax. Las manos de Kunigami tomaron su cuerpo y tras salir de su interior le hicieron girar quedando boca abajo sobre el colchón de la cama.
— Aguanta un poco más. — Pidió el pelinaranjo.
Sus paredes volvieron a ser abiertas momentos después cuando el falo del mayor se enterró en su cavidad volviendo a las embestidas, pero en esa ocasión siendo fuertes y más rápidas. Sus manos tomaron las sábanas de la cama con fuerza, estaba lo suficientemente excitada como para no poder soportar tanta estimulación por mucho tiempo más.
Los ojos de Kunigami recorrieron el cuerpo de la mujer de arriba hacia abajo antes de maldecir debido al placer, su torso se inclinó hacia el frente y sus dientes fueron a la nuca de la fémina clavándose en su piel, un fuerte gemido abandonó la garganta de la menor al sentir el agradable dolor en su carne.
El pelinaranjo aumentó aún más la velocidad de sus embestidas sin poder contener los quejidos que salían de su boca, elevó su rostro hacia el techo antes de cerrar sus ojos y golpear con fuerza su pelvis contra la contraria. Su piel completa se erizó cuando un grito por parte de la mujer fue atenuado contra el colchón de la cama y pudo sentir el cuerpo femenino temblar bajo el suyo en un orgasmo. Kunigami mordió su propia lengua y continuó embistiendo una, dos, tres veces más antes de sentir su cuerpo por fin liberarse llenando el interior de la menor acompañado de fuertes maldiciones.
Sus ojos se abrieron y con cuidado se retiró de la mujer tomando sus caderas para darle la vuelta y encontrarse con el rostro sonrojado y lleno de lágrimas de la fémina.
Su cuerpo se inclinó y depositó un corto beso en los labios ajenos antes de ponerse en pie e ir a buscar una toalla y agua. La menor cerró sus ojos sintiendo como poco a poco su cuerpo se enfriaba y dejaba atrás el calor mezclado con placer que había poseído su cuerpo por largos minutos.
Su cuerpo se sobresaltó al sentir una fría humedad en su piel y al abrir sus ojos se encontró con Kunigami quien ya tenía sus pantalones puestos y limpiaba con una toalla el sudor y rastros de sus fluidos esparcidos por todo su ser.
Una sonrisa apareció en el rostro de la mujer, después de todo seguía siendo el mismo hombre bueno que había conocido de niña.
Kunigami se sorprendió al ser tomado de los brazos y obligado a unir sus labios una vez más en un beso.
— No me importa si no lo has pedido, seré tu novia con todo gusto.
El pelinaranjo mostró sorpresa, pero segundos después sonrió volviendo a unirse en un beso.
Sí, él también estaría gustoso de tener una novia como esa chica que amaba desde que era un crío.
— Sé mi novia entonces.
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