Díα 882. 2O17.

Había pasado ya más de un mes desde que se decidió a averiguar un poco más respecto al incidente de las flores, consiguiendo resultados muy poco favorables. Decidió preguntarles a todos los muchachos, Draken, Mitsuya, toda la vieja pandilla. Incluso terminó comunicándose con la madre de Baji para averiguar un poco más, pero nadie parecía tener idea de cómo es que aparecían ahí. Los guardias del cementerio tampoco sabían mucho, a diario recibían a un montón de personas y no podían seguirle la pista a todos los que visitaban a sus difuntos, por lo que terminó desistiendo más temprano que tarde.

Ese día, la tienda cerraría antes de tiempo. Tenían un compromiso importante que chocaba con el horario, por lo que al ser algo así como sus propios jefes, tenían la ventaja de hacer esas cosas.

Chifuyu se encontraba haciendo el inventario de los productos, mientras él barría el suelo tranquilamente. El pelinegro terminó con su tarea y se acercó a la cortina metálica de la tienda para bajarla, dando inicio al montón de ruidos de cadenas que inevitablemente lo ponían un poco de los nervios. El muchacho soltó precipitadamente la escoba al escuchar la cortina caer al suelo y dio un traspié.

— Perdona, se me soltó — se excusó

— No hay problema — dijo Kazutora mientras se agachaba para recoger la escoba — ¿terminaste?

— Sí

— Bueno, dame cinco minutos y estoy listo, mientras tanto puedes ir encendiendo la motocicleta, toma — el chico tomó las llaves de su bolsillo y se las arrojó a su compañero, quien las atrapó en el aire.

— ¿Puedo conducir hoy?

Se lo pensó un poco antes de responder — ... sí, ¿por qué no?

Chifuyu sonrió de oreja a oreja y se alejó en dirección a la parte trasera de la tienda.

Mientras tiraba el montón de pelos y polvo que había recogido al limpiar en el cesto de la basura, escuchó el motor rugiendo a unos cuantos metros y se sonrió para sí mismo.

Se quitó el delantal y lo colgó en una percha adherida a la pared, posteriormente se desató la coleta para volver a atarse el cabello de mejor manera. El ajetreo del día al convivir con los animales usualmente ocasionaba que el peinado se le fuera deshaciendo con el paso de las horas.

Antes de salir, pasó al baño a verificar un poco que tan presentable lucía, echándose una mirada rápida al espejo y sonriendo frente a este, recordando aquellas palabras que ahora parecía tener en su cabeza cada vez que se observaba. Nunca imaginó que después de tantos años, al fin sería capaz de modificar los pensamientos que le nacían mientras observaba su reflejo, y aquello lo hacía sentir feliz.

Un pitido sonó y salió del baño, no sin antes apagar las luces de aquella habitación y de toda la tienda. Fuera encontró a Chifuyu montado en su motocicleta.

— No me apresures. — dijo divertido mientras se colocaba su propio casco y subía.

— ¿Qué hacías?

— Nada interesante. ¿A dónde dijiste que iríamos?

— Al restaurante de la prima de Pehyan.

— ¿Los demás están ahí?

­— Draken me envió una nota de voz y parece que solo faltamos tú y yo, hay que darnos prisa o si no van a hacer todo sin nosotros.

Kazutora asintió y Chifuyu arrancó la motocicleta, dando pie al trayecto con la ubicación colocada en el GPS. Nunca había visitado aquel lugar, pero Peh había insistido en que la comida era excelente y que todo el mundo debería de conocer aquel restaurante, y aquella ocasión fungía como una buena excusa para hacerlos ir allá.

No pasó mucho tiempo cuando llegaron ahí, el lugar era grande, afuera había unas letras doradas con algunas luces que lo hacían resaltar en la noche: "Forest. Comida japonesa tradicional", la fachada parecía estar hecha de roca labrada y unas cuantas enredaderas con flores caían por ahí.

El par estacionó la motocicleta cerca del sitio. Bajaron y se acercaron a la entrada, en donde una chica permanecía detrás de un atril dando el pase a los comensales.

— Bienvenidos a forest, ¿tiene reservación?

— Sí, nos están esperando — respondió Chifuyu por ambos — venimos con Hayashi Ryohei.

La chica revisó en su lista y al encontrar el nombre apuntado les sonrió.

— Claro, síganme por favor.

Caminaron a través del sitio. Era un lugar sumamente bonito: el techo parecía estar hecho meramente de tablas color café claro, las paredes eran de un material similar al de la fachada, y a pedazos esta era remplazada por una cristalera que daba vista al jardín trasero, con un montón de flores y un estanque pequeño decorando. Las mesas eran de una madera más oscura que el techo, adornadas por un pequeño bonsai. Y en el centro del local había un árbol que los dueños probablemente se habían rehusado a quitar y habían dejado como adorno.

La chica los dejó justo frente a su mesa, en la que ya se encontraban todos los demás: Mitsuya, Draken, Pehyan, Hakkai, Souya y Nahoya. Después de haber saludado a todos, tomaron asiento y comenzaron a hablar.

— ¿Comenzaron a planear algo ya? — preguntó Kazutora a los demás.

— Recién veíamos a que sitio podemos ir, tiene que ser algo especial. — Pehyan hablaba con una sonrisa en el rostro.

— Un club nocturno para hombres no es un lugar especial — espetó Draken haciendo reír al resto

— ¡Pero es su despedida de soltero! — objetó Peh

— A mí me parece de mal gusto, sobre todo pensando en la prometida de Pah — dijo Mitsuya mientras dejaba de lado el menú

— Estoy de acuerdo — secundó Hakkai

— Sí, yo igual — habló Kazutora mientras revisaba el menú

— Ay por favor, tú eras un adicto al porno.

Las sonoras carcajadas de todos, en especial de Chifuyu y Nahoya se hicieron presentes en la mesa mientras Kazutora se ponía colorado.

— ¡Mentira! — se defendió — deja de levantarme falsos, Peh.

— Pah dice que tú fuiste quien le enseñó su primer revista porno.

— ¡Eso también es mentira!

— No, yo estaba ahí — dijo el más alto con su usual tono serio pero con una sonrisa en los labios.

— Yo también — se inmiscuyó Mitsuya.

— ¡Hola! ¿listos para ordenar? — preguntó una mesera que recién se acercaba a la mesa de los muchachos.

Todos comenzaron a hacer sus pedidos y pasaron el tiempo de espera entre planes y risas. Aquella noche habían acordado reunirse para planear la despedida de soltero de Pah, la boda estaba a la vuelta de la esquina, y su prometida había hablado con Peh para que él fuese el encargado de organizar esa ocasión, así que él no había dudado en reunir a todos sus viejos amigos para aquella ocasión. Al final, habían acordado salir a dar unas cuantas vueltas en motocicleta tal como en los viejos tiempos y posteriormente irían a beber a un bar del centro de la ciudad.

Mientras hablaban sobre cosas cotidianas, la comida fue llegándole a cada uno y justo antes de recibir su plato, Kazutora sintió un codazo en el costado.

— Hey, Tora, mira a la entrada. — Chifuyu se acercó a su oído para susurrar y obedeció.

Ahí de pie se encontraba una chica de un largo cabello rubio, usando un vestido ajustado de color rojo. Fue capaz de reconocerla al instante y su mirada se clavó en ella, que al sentirse observada volteó en su dirección y lo encontró, comenzando a caminar hacia él.

— ¡Kazutora! ¿qué haces por aquí? — habló ella de manera animada mientras él se levantaba de su asiento — hola, Matsuno.

— Ah, bueno... vine a cenar algo, son mis amigos. — Kazutora se rascaba la cabeza producto del nerviosismo — ¿cómo está tu perro, Akiko?

— Bastante bien — ella sonrió — aunque quizá me pase por la veterinaria pronto, yo creo que necesita un corte de pelo ya.

La chica parecía sentirse bastante en confianza con él, dándole constantes recorridos con la mirada y haciendo uno que otro acercamiento físico como poner una mano en su hombro, todo esto con una sonrisa.

— Claro, sí, cuando quieras puedes llevarlo, no hay ningún problema, de eso trabajo. — la tontería que había dicho le creó un impulso de palmearse la frente.

— Por supuesto. Bueno, creo que me iré a mi mesa, mi amiga me está esperando. Prometo ir a la tienda pronto — la chica lo abrazó y él se congeló siendo incapaz de corresponder — hasta luego. Nos vemos, Matsuno.

— Adiós — la rubia se marchó y cuando estuvo suficientemente lejos comenzó a recriminar a Kazutora, que se había vuelto a sentar a su lado — ¿"no hay ningún problema, de eso trabajo"? ¿qué fue eso?

— Déjame en paz — se excusó removiéndose en su asiento.

— ¿Es tu novia? — preguntó Draken con curiosidad

— No, pero le gusta.

— Cállate — espetó con algo de pena — es una clienta, tiene un husky y estuvo enfermo un rato, entonces iba bastante seguido a la tienda a comprar alimentos y medicinas. Es todo.

— Es bonita — pronunció el pelimorado — ¿por qué no intentas salir con ella?

— No tengo suerte con las chicas, estoy bien así.

— Por favor, se nota que le gustas, no seas bobo.

La opinión de Hakkai provocó que todos los demás asintieran al unísono mientras él se esforzaba por ignorarlos llevando la mirada a su plato.

Con todo servido, comenzaron a comer con bastante ansia producto del hambre. Al recibir su platillo, el aroma inundó las fosas nasales de Kazutora, quien sintió en este una ola de nostalgia colándose por ahí y haciendo un clic en su mente que fue capaz de revivirle un montón de memorias. De manera impulsiva una sonrisa se formó en su cara y comenzó a comer.

Cuando la comida se hubo instalado en su boca sintió un montón de emociones. Parecía que las recetas de aquellos platillos habían sido preparadas de una manera especial, como si cada especia fuera capaz de transmitir una nueva sensación en cada paladar dependiendo del consumidor, y muchos años habían pasado desde que había sido capaz de sentir algo así mientras probaba algún alimento, no pudo evitar que su recuerdo se hiciera presente en sí y una mezcla de felicidad y melancolía se instaló en su pecho. Sin duda alguna, iba a terminar visitando aquel sitio mucho más seguido.

— Esto está riquísimo. Nahoya, tenemos que mejorar nuestro ramen para que se parezca a este.

— Lo sé — respondió el hermano mayor — oye Peh, ¿tú prima de verdad es la dueña?

— Sí — sonrió él con orgullo

— Felicítala de mi parte — dijo Kazutora dejando de lado la cuchara — esto es increíble.

— Hazlo tú mismo — el castaño llamó a un mesero — disculpa, me llamo Ryohei Hayashi, mi prima es la dueña del sitio, ¿sabes si está por aquí?

— Permítame un segundo — el chico se alejó en busca de la información.

— Hey, hey, hey, no, no hace falta — susurró — díselo tú algún día.

— Ah, lo lamento — volvió el empleado haciendo una interrupción — la señorita tuvo que salir.

El castaño parecía un poco desanimado — Claro, no hay problema.

— Con permiso — el empleado se retiró

— Lo siento, Tora.

— No, tranquilo, no hace falta, te lo dije. Solo felicítala de parte nuestra.

— Vale, igual si volvemos en otra ocasión prometo que la conocerán.

— Por supuesto.

La parte de dentro suyo que no se consumía por la timidez se sintió afectada por algo de tristeza, y no pudo evitar pensar en lo mucho que a ella le hubiese gustado probar aquella comida que sin dudas parecía ser tan especial como la que solía prepararle durante las tardes que alguna vez pasaron juntos en su casa.

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